Marzo comenzó en medio de días
difíciles. Las protestas, marchas, reclamos, asambleas y
comunicados se convirtieron en el pan de cada jornada ¿La
razón? Dos estudiantes de nuestra casa de estudios fueron
detenidos por organismos policiales por la ‘gravísima falta’
de estar presentes durante las manifestaciones que se
desataron en pro del referéndum consultivo contra el
presidente Hugo Chávez.
Gilberto Rangel, estudiante de
cuarto año de educación, mención inglés y Saúl Acevedo, de
segundo año de comunicación social fueron trasladados al
Centro Penitenciario de Occidente, luego de ser azotados por
los oficiales pertenecientes a organismos policiales. Se les
acusa de traición a la patria, obstrucción de vías públicas,
rebelión a la autoridad y porte de sustancias inflamables como
intento de homicidio; cargos que, presuntamente fueron
vilmente manipulados por la policía para mantenerlos
encerrados.
La calle se convirtió en escenario
de enfrentamientos; mientras los estudiantes salían
espontáneamente a protestar y a exigir la liberación de sus
compañeros, los cuerpos policiales actuaban en su contra,
deteniendo las consignas e incluso llegando a violar el
recinto universitario con la excusa de realizar un
allanamiento por la presunta fabricación de armas caseras en
nuestra casa de estudios. Fue una semana de tensión y de
expectativa, de clases suspendidas, de aulas vacías y
edificios cerrados, de bombas lacrimógenas cubriendo las
consignas, pero por encima de todo, una semana que unió a los
estudiantes de todo el estado por la defensa de una misma
causa.
El gobierno regional se mantuvo –
como era de esperarse – estático, inútil e ineficaz frente a
las acciones de calle, sin dar respuesta ni aportar soluciones
en pro de los estudiantes detenidos. Algunas de las
autoridades de nuestra casa de estudios merideña se vieron en
la tarea de venir para conversar con el gobernador sobre el
tema sin que éste, ni siquiera, se dispusiera a prestarles
atención.
Los comunicados de entes
universitarios como la Federación de Centros Universitarios (FCU)
y los estudiantes de la carrera de comunicación social eran un
síntoma de preocupación ante la situación de los detenidos.
Sin embargo, el Centro de Estudiantes de la ULA Táchira, ese
organismo que se encarga de representar a todo el alumnado de
nuestra universidad, sólo se encargó de acusar a los
estudiantes detenidos, apoyando las acciones de los cuerpos
policiales y, por si fuera poco, justificar el allanamiento
del Grupo Báez y la Dirsop a nuestro recinto universitario.
Para nadie es secreto que el CEULA
es una extensión, a nivel universitario, del MVR, y que su
labor no ha sido preocuparse por los intereses de aquellos a
quienes representa, muy por el contrario, sólo se ha dedicado
a gestar una movimiento panfletaria y pro gobierno. Por tanto,
como los estudiantes se encontraban en las protestas contra el
régimen chavista, no merecían ser defendidos.
Pero ¿Qué clase de representantes
estudiantiles tenemos? ¿Acaso necesitamos debernos al chavismo
para sentir que podemos contar con el centro de estudiantes?
¿Hasta cuándo vamos a dejar que los mismos repitientes de
siempre dirijan el ente que nos identifica? ¡Qué triste
episodio el que acaba de ocurrir! Mientras los estudiantes
luchaban unidos por los derechos de sus compañeros, sus
representantes se encargaban de hundirlos aún más y
mantenerlos tras las rejas.
En su artículo 109, la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela estable
la “inviolabilidad del recinto universitario”. CEULA no
sólo lo justifica sino que lo apoya.
La tiranía y la injusticia seguirán reinando en
nuestra universidad mientras que tengamos un centro de
estudiantes partidista que nos desune como miembros de una
misma casa de estudios. Las protestas han culminado y las
voces se han callado. Tuvieron que transcurrir más de tres
semanas para que Acevedo fuese liberado. Rangel siguió tras
las rejas hasta hace unos pocos días.
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