"podemos considerarnos felices de que el pueblo ruso no nos haya echado en ese momento. En cualquier otro país, tal serie de desastres habría provocado una explosión de cólera que nos habría barrido. El pueblo ruso, en cambio, nos ha dado crédito. O, más bien, nos ha dado una última oportunidad: la defensa de su capital" (Stalin)

 

El delito del general conde Sponeck es haber desobedecido a la Orden Fundamental, a la instrucción del 20 de diciembre que mandaba a toda tropa atacada resistir en su sitio, sin considerar el peligro de envolvimiento. Colocado entre ese ukase hitleriano y la tradición prusiana en virtud de la cual un jefe subordinado debe seguir siendo juez de su situación táctica, Sponeck, miembro de la aristocracia militar, ha elegido la tradición. Su decisión no ha producido ninguna catástrofe, pero el Führer sabe defender el Führerprinzip. Los generales no están hechos para apreciar; están hechos para obedecer.

Tanques y cañones destruidos, cadáveres alemanes en el camino de mosku.Sponeck tuvo su hora de gloria en mayo de 1940. Mandaba la 22 división aerotransportada, que hizo capitular en cuatro días a la Fortaleza Holanda. En Rusia, a la cabeza del 42 cuerpo, contribuyó a forzar el istmo de Perekop, y, mientras el grueso del XI ejército atacaba Sebastopol, conquistó el Este de Crimea, incluida esa península de la península que es Kerch. Cadena de colinas peladas, entre las cuales se agitan volcanes de fango, cierra casi por completo el mar de Azov, sin dejar entre ella y la costa del Kubán más que un estrecho casi vadeable, de 5 km de ancho. La importancia que da Hitler a esa lengua de tierra es debida a la proximidad del Cáucaso. No hay 200 km entre Kerch y el primero de los grandes campos petroliferos, Maikop.

Cuando el conde Sponeck conquistó Kerch, su 42 A.K. se componía de las 46, 73 y 170 I.D. Pero el ambicioso Manstein tenía prisa de apoderarse de Sebastopol. Entonces, tomó dos de esas tres divisiones, dejando a Sponeck sólo la 46 para defender todo el Este de Crimea. Los partisanos complican la situación. Los alemanes encontraron toda una infraestructura de guerrillas implantada en la cadena costera de Jaila, entre Yalta y Feodosia. El cuerpo de montaña rumano les persigue, en vez de reforzar el débil cordón litoral tendido por Sponeck alrededor de la península de Kerch.

Los rusos atacan el día de Navidad. Franquean el estrecho parcialmente helado, metiéndose hasta el cuello en el agua glacial. Sponeck consigue rechazarles, pero ya no tiene la menor reserva. Señala su situación a Manstein, pidiéndole autorización para retirarse al istmo de Parpach, mucho más fácil de defender. Manstein responde con la orden del Führer: se resiste sin dar un paso atrás.

El 29 de diciembre se produce un grave acontecimiento. Los rusos desembarcan en Feodosia, por la espalda del 42 cuerpo. No es una operación de comandos. Un crucero pesado, varios barcos de guerra, una flota de transportes, y el XLIV ejército soviético participan en la operación. El peligro es serio para los sitiadores de Sebastopol: se arriesgan a quedar bloqueados en Crimea si el adversario avanza atrevidamente por el brazo terrestre de Perekop. El peligro es más serio aún para el 42 cuerpo, amenazado de envolvimiento. Sponeck toma la decisión de volverlo a llevar al istmo de Parpach, avisando a Manstein por radio.

La reacción de Manstein está de acuerdo con la Orden Fundamental. Prohíbe a Sponeck moverse. Pero Sponeck se ha apresurado a desmontar su antena, de modo que la orden no le llega. Sus 10000 soldados ya han empezado su marcha de retroceso, a -30º C, por un camino cubierto de hielo. La dulce Crimea es un tormento. Los dedos y las narices se congelan por centenares. Los caballos revientan. Hay que abandonar los cañones. El terror al cautiverio hostiga a los hombres, que encuentran el medio de recorrer 120 km en setenta y dos horas, escapar de la ratonera y seguir combatiendo aún para poner un dique al avance enemigo.

Manstein afronta el peligro con su habitual espíritu de decisión. Detiene el asalto a Sebastopol en el momento en que el coronel von Choltitz tocaba la bahía de Svernaia. Retiradas del asedio, las 22 y 170 I.D. se unen a la 46 y reconquistan Feodosia. Los rusos conservan la península de Kerch, pero han dejado pasar la ocasión de infligir un desastre a la Wehrmacht. La retirada del conde Sponeck, lejos de haber dañado a la contramaniobra de Manstein, la ha ayudado. Sin embargo, una condena capital sanciona su desobediencia inteligente a la orden de Hitler.

Sponeck no será ejecutado en seguida, porque Hitler conmuta la muerte por prisión. Tras el atentado del 20 de julio de 1944, la Gestapo encuentra al ex jefe del 42 cuerpo en la fortaleza de Gemersheim, y le fusila sin ningún proceso. Unos días después del juicio militar del general conde Sponeck, otro ultraje cae sobre el alto mando alemán. Un jefe de tropas blindadas cuya reputación no cede más que a la de Guderían, el capitán general Hoeppner, es destituido de su mando y expulsado del ejército por «desobediencia y cobardía».

Batería alemana en acción cerca de mosku.Ascendida al título de IV ejército blindado, su agrupación resistía a una dura presión en la línea del Russa. Hoeppner pidió al nuevo jefe del grupo «Mitte» la autorización para acortar su frente. Héroe de valor físico, instalando su puesto de mando en los lugares más expuestos, yendo a poner su catre de campaña en las avanzadas, soldado austero y fanático, al mariscal von Kluge le falta valor moral. Responde a Hoeppner que se dirija directamente al Führer. Durante todo un día, Hoeppner trata de comunicar con Rastenburg, y, no consiguiéndolo, asume la responsabilidad de rectificar ligeramente su posición. El caso es tan insignificante que el consejero jurídico del O.K.W. rehúsa abrir un proceso contra el general, pero Hitler marca a éste con la infamia, echándole del ejército y prohibiéndole llevar uniforme. Luego responde a los escrúpulos de los juristas haciendo votar por su Reichstag una ley que le confiere poderes judiciales ilimitados, dándole derecho legal de vida y muerte sobre todos los ciudadanos del Reich. Los generales no se engañan: ese instrumento de terror se blande ante todo contra ellos.

Se multiplican los tragos amargos. Rundstedt, Stülpnagel, Brauchitsch, Guderian y Hoeppner han desaparecido; al morir Reichenau de un vómito de sangre, Bock, relevado del grupo «Mitte», es colocado a la cabeza del grupo «Süd», pero sus relaciones con el O.K.W. vuelven a ser en seguida espantosas. El digno mariscal von Leeb declara que el ejercicio del mando es imposible y no puede conservar la responsabilidad del grupo «Nord»: es reemplazado por von Küchler. El capitán general Strauss, jefe del IX ejército, se hace evacuar enfermo. Numerosos jefes de cuerpos de ejército y de divisiones son vueltos a mandar a Alemania. Siguen creciendo la desconfianza y la animosidad mutuas de Hitler y los jefes del ejército. Aun del servil Keitel, Hitler encuentra el medio de decir que es «un portero de cine». Contra el ejército clásico, piensa en el desarrollo a gran escala de la Waffen S.S. Ante todo, hay que destruir la ofensiva de invierno rusa. Hay que salvar la Wehrmacht.

En el grupo «Mitte», la situación es casi desesperada. Sobre un frente en zigzag de 1 500 km, que le está prohibido enderezar o abreviar, von Kluge dispone de 68 divisiones. Enfrente, la Abt. Fremde Heere Ost señala 12 ejércitos soviéticos, 88 divisiones de infantería, 15 divisiones de caballería, 24 brigadas mecanizadas, en total 190 grandes unidades, repartidas entre el frente de Kalinin, mandado por Kóniev, el frente Oeste, mandado por Zhúkov, y el ala derecha del frente Sudoeste, mandada por Sájarov. El frío de diciembre no ha sido una simple ola, sino el comienzo de una estación severa. El termómetro baja a diario a -30º C, con frecuencia hasta -40º, a veces hasta -50º. Las ropas de abrigo reunidas por Góbbels han hecho su aparición, pero son insuficientes y poco apropiadas. Las congelaciones diezman a los regimientos. La nieve agota a los hombres y los caballos. Más aún perjudica a las columnas automóviles, cuya velocidad baja a 2 km/h. Para todos los soldados alemanes, el primer invierno de la guerra en Rusia quedará como una pesadilla.

En el centro del grupo «Mitte», el IV ejército ha pasado bajo el mando del capitán general Heinrici. Conserva su terreno, pero su resistencia frontal no hace más que aumentar el peligro en las alas de su ejército. Tendrá que esperar a la segunda quincena de enero para que Hitler, aflojando un poco la Orden Fundamental, autorice la evacuación de posiciones tan avanzadas como Kaluga y Medyn. Simultáneamente, el IV Panzerarmee, donde Ruoff ha reemplazado a Hoeppner, y el IX ejército, en que Model ha reemplazado a Strauss, son autorizados a abandonar Russa y Volokolamsk, para replegarse a la Winterstellung, o posición de invierno. Como ocurrió con Rundstedt, Hitler apoya o incluso amplifica las decisiones por las que ha destruido a sus generales.

"Que os inspire en esta guerra el glorioso ejemplo de nuestros grandes antepasados: Alexandr Nevski, Dmitri Donskói, Kozmá Minin, Mijail Kutúzov... que la bandera del gran Lenin os reúna bajo sus pliegues" ante estas palabras de Stalin se ven combatir a muchachos de dieciseis años, salidos de las organizaciones comunistas de los "Pioneros rojos" o los "Komsomoles"La Winterstellung es un trazo de lápiz en el mapa. No hay posiciones en ninguna parte. El suelo helado impide todo trabajo de excavación, y el consejo dado por Hitler de hacer cadenas de embudos con tiros de cañón parece una broma cuando se consideran las débiles reservas de la artillería. Como cada división sostiene sectores de 20 a 40 km, con compañías reducidas a 50 hombres, no se puede hablar de frente continuo. Cada pequeña unidad se organiza como punto de apoyo cerrado, esforzándose en proteger con el fuego los puntos de apoyo vecinos. Los servicios de retaguardia, los puestos de mando forman erizos, poniendo barricadas en las aldeas, en las escuelas, en los koljoses. Los cuarteles generales de ejército, como el de Heinrici en Juchnov, no están libres del peligro de ser tomados por un golpe de mano. No se vuelve a hallar la seguridad sino muy atrás, y eso a condición de que la región no esté infestada de guerrilleros. El frente, en realidad, es una zona profunda de 100 a 150 km, en que, desde el general al soldado de segunda clase, desde el ametrallador al cocinero, todo el mundo está en línea de fuego. El repliegue parcial del IV ejército llega tan tarde que sus probabilidades de escapar al envolvimiento parecen dudosas. Dos pinzas se cierran sobre él, convergiendo en su arteria principal, la autopista de Moscú. Entre la derecha del IV ejército y la izquierda del II ejército blindado, en que Rudolf Sçhmid t reemplazó a Guderian, se abre una gran brecha. En ella se hunden los ejércitos soviéticos X, L y XLIX. No tienen enfrente más que a la 216 división de infantería llevada de Francia, al mando del general barón von und zu Gilda. Todo lo que puede hacer ésta es aferrarse a la pequeña ciudad de Sujinishi, cruce de los ferrocarriles Smolensko-Kursk y BrianskMoscú. Masas rusas la asedian allí. Otras amenazan la carretera Róslavl-Juchlov, esencial en el sistema de reaprovisionamientos alemanes. Todo el flanco del IV ejército está al descubierto. ¡ Si se desmorona el pilar de Sujinichi, está perdido!

En las ruinas llenas de heridos, Gilda se defiende con encarnizamiento. Para liberarle, el grupo de ejércitos llama a la 18 Panzer, mandada por el antiguo jefe de estado mayor de Guderian, Nehring. Hacen falta diez días de esfuerzos —diez días durante los cuales el mando alemán espera de hora en hora la caída de Sujinichi— para retirarla del sector de Oriol y hacerla franquear los 150 km que la separan de su base de partida. Pero el ataque sale bien. La 18 Panzer perfora el cerco ruso, y consolida el frágil frente que cubre la ruta de Róslavl. Como en Crimea, el ejército rojo no ha sabido explotar su éxito inicial. También les afectan las condiciones climáticas también tienen soldados que se congelan vivos y unidades bloqueadas por el hielo.

El peligro, momentáneamente conjurado en el ala derecha de Heinrici, renace en el ala izquierda, más amplio y mucho más grave. No está sólo el IV ejército; también están el IV ejército blindado, el IX ejército, el III ejército blindado: la tercera parte de las fuerzas alemanas en Rusia se ven amenazadas de un grandioso envolvimiento. El golpe viene del Norte. El 5 de enero, el ala izquierda del frente de Kalinin, compuesto por los XIX, XXX y XXXIX ejércitos soviéticos, toma la ofensiva. El ataque apunta a las retaguardias lejanas del grupo Kluge, Velikie Luki, Vítebsk, Smolensko, Viazma, la autopista y el ferrocarril de Moscú. El movimiento iguala en amplitud a los más vastos envolvimientos de la Wehrmacht. El objetivo estratégico es la destrucción de la totalidad del centro enemigo. La ambición soviética iguala a la ambición de Hitler: éste quería aniquilar al ejército staliniano en una corta campaña de verano; Stalin, a su vez, intenta aniquilar al ejército hitleriano en una breve campaña de invierno. Es lamentable no poder entender mejor por qué mecanismo, por qué esfuerzos, por qué hazañas han podido ser recuperadas, reorganizadas, reequipadas, reactivadas tantas fuerzas; cómo, del aplastado ejército de noviembre, pudo surgir el poderoso ejército rojo de enero, rozando la victoria ya en 1941.

El primer esfuerzo soviético se aplica a Rzhev, pilar Norte del IX ejército. El nuevo jefe de éste, el general de tropas blindadas Model, llega en plena crisis al cuartel general de Sitscheva. Los rusos han atacado el cuartel general, donde los secretarios de estado mayor, los centinelas y los enlaces tuvieron que resistir disparando. Unico medio de aprovisionamiento del ejército, la vía férrea, que enlaza con Viazma en la línea de Smolensko, sigue siendo de los alemanes. Sin embargo, la situación es crítica. Cuando Model, que hace unas semanas dirigía sólo una división blindada, asume su mando, sus oficiales le preguntaron ansiosamente qué traía. El se echó a reír y respondió: «Yo». El O.K.W., el O.K.H. y el grupo de ejércitos no tienen ninguna reserva.

El IX ejército está rodeado por tres lados. Hacia el Este, defiende la ficticia Winterstellung, en enlace por la autopista con el IV ejército blindado. Hacia el Norte, sostiene el morro de Rzhev. Hacia el Oeste, la perforación rusa le obliga a constituir un tercer frente que el avance del XXIX ejército soviético alarga de día en día. Ayudada por los guerrilleros, la caballería roja alcanza la región de Viazma y se acerca a la autopista. El IX ejército, y, con él, el IV ejército blindado, están amenazados de envolvimiento total.

El 8 de enero, los rusos prolongan su ofensiva hacia el Norte. El ala derecha del frente de Kalinin y el ala izquierda del frente Noroeste, XI, XXII, XXXIV ejércitos, I y III ejércitos de choque, parten al ataque. El choque más violento se aplica al enlace entre los grupos de ejércitos Kluge y Küchler, en la región del lago Saliger. Los ejércitos de choque que lo asestan son formaciones selectas, más cuidadosamente aprovisionadas, más sólidamente encuadradas, más fuertemente politizadas que los ejércitos ordinarios. La región, lacustre y pantanosa, es casi impracticable en verano, pero el invierno ha solidificado los pantanos, y los lagos, cubiertos de un metro de hielo, se prestan al paso de los tanques. De sus aguas inmovilizadas verán surgir los alemanes los ataques más peligrosos.

El último recurso: el intrépido caballito ruso de pelo largoEl vicio del plan soviético está en sus objetivos divergentes, en sus ambiciones demasiado vastas. Al mismo tiempo que penetran hacia Vítebsk, los rusos atacan entre el lago Saliger y el lago limen, para reconquistar la meseta del Valdái, terriblemente nevada. Más al Norte aún, una ofensiva de tres ejércitos se prepara sobre el Vólchov, entre el lago limen y el lago Ladoga, para desbloquear Leningrado. Repitiendo el error de Hitler, al subestimar también a su adversario, Stalin abre sus ejércitos en abanico, y debilita los golpes que da al multiplicarlos. No es imposible que la Wehrmacht haya debido su salvación a esa presuncion. En el lago Saliger, el frente alemán vuela en pedazos. El curso inferior del Lóvat es forzado, a pesar de la resistencia desesperada de algunas compañías que, cercadas, aguantan varias semanas, combatiendo hasta su exterminio. Pero, en vez de dar al empujón hacia Vítebsk su máximo de potencia y de velocidad, el 1 ejército de choque gira hacia el Norte: es detenido ante las ruinas de Stáraia Russa por la 18 división motorizada. El III ejército de choque avanza al principio en terreno libre, durante 120 km, abriendo una brecha entre el grupo «Nord» y el grupo «Mitte». El general alemán Scherer se lanza a la pequeña ciudad de Cholm, en el alto Lóvat, detiene y reagrupa a los elementos desbandados, los mezcla con las formaciones de la retaguardia y compone una fuerza heterogénea en que hay fracciones de las 123 y 218 I.D., cazadores alpinos tiroleses, voluntarios daneses, un destacamento de la Kriegsmarine, aviadores, etc. Cercado por el avance ruso, hace de Cholm una fortaleza contra la cual se rompen todos los asaltos. Sólo será desbloqueado en mayo, después de resistir más de tres meses sin una sola pieza de artillería, siendo aprovisionado únicamente con planeadores.

Un envolvimiento mucho más importante han hecho los rusos en el Valdái. Conforme al Haltebefehl!, las fuerzas que lo ocupan, la totalidad del 2º cuerpo y fracciones del 10, han quedado en su sitio cuando el l.er ejército de choque soviético contorneó la meseta enlazándose con el XI ejército sobre el Lóvat. 6 divisiones, 100000 hombres, al mando del conde BrockdorffAhlefeldt, no tienen ya más camino abierto que el cielo. Se produce así uno de los envolvimientos más célebres de la guerra, el que debía tener las consecuencias más profundas al influir en la decisión de Hitler en el momento de Stalingrado. Demiansk, en el centro del Valdái, es la más triste de las aldeas en la región más desolada de Rusia; se convierte en el nombre de una de las batallas más largas y más significativas de la guerra en el Este.

La dirección ventajosa de la ofensiva es la región Vítebsk-Smolensko. Si los rusos consiguen alcanzarla, bloquean la totalidad del centro enemigo al este del Duna y del Dniéper. Los comienzos son prometedores. El III ejército de choque toma Toropez, donde los depósitos establecidos por la intendencia alemana alimentan el ataque al alimentar a los atacantes. Una división alemana queda cercada en Bjeljoie. A fines de enero, tras veinte días de avance, los rusos llegan ante Velikie Luki, Niével, Usvitsi, Velish y Demidov. El ferrocarril de Smolensko está sólo a 30 km y la autopista apenas al doble. ¡ La ofensiva de invierno de Stalin alcanza su objetivo! Entre ella y el envolvimiento del grupo de ejércitos «Mitte», ya no hay más que los refuerzos que llegan de Francia, el 59 cuerpo de ejército, las 83, 205 y 330 divisiones de infantería, al mando del general Kurt von der Chevallerie. Las unidades han sido sacadas de Bretaña y Normandia. Los hombres han tenido dos semanas de aclimatación en Polonia y han recibido botas con piel. Al principio, el frío les afecta menos que la ferocidad de la guerra. Se asombran de encontrar las estaciones en estado de sitio, pero pronto miden la actividad de los guerrilleros por la cantidad de material rodante tirado junto a la vía y por las interminables detenciones, en que las estufas de los vagones, calentadas al rojo, no les impiden congelarse vivos. El desembarco les lanza a un ambiente de desastre. Un batallón es violentamente cañoneado al bajar del tren, a 10 km de Vitebsk. Un regimiento en dirección a Velikie Luki, bajo una nevada extenuadora, es atacado brutalmente de flanco y sufre graves pérdidas. A pesar de la urgencia, muchas unidades llegan de Polonia a pie. Atraviesan un país arruinado, bosques llenos de emboscadas, ciudades completamente destruidas, en que los niños harapientos sólo saben una palabra de alemán: Brot, pan. A cada nuevo paso en esa inmensidad siniestra, el paraíso perdido que es Francia refulge con más nostalgia.

Kurt von Chevallerie no tiene más que una idea confusa de la situación, pero siente su gravedad. Toma el sencillo partido de avanzar sus batallones, a medida que llegan, hacia las localidades amenazadas: las tropas encuentran en todas partes un comienzo de descomposición, con no combatientes desbandados y soldados de tierra de la Luftwaffe que abandonan su material. Recogen pequeños grupos de hombres agotados, con las narices, las orejas, los dedos de las manos y los pies devorados por las congelaciones, restos de la brigada de caballería S.S., de las 123 y 81 I.D., de las unidades de seguridad despedazadas en Ostaskov, en Andreapol, en Toropez. Los rusos les acosan. Se entablan violentos combates, que se prolongan en medio de las aullantes tempestades de nieve de febrero. Pero los rusos, también sin fuerzas, no pasan. Velikie Luki, Demidov, Velish, Bjeljoie, estrechamente cercados y violentamente atacados, resisten con estoicismo. Ni Vítebsk ni la Autobahn han sido alcanzados, y, poco a poco, la violencia de la ofensiva disminuye.

frío, mucho fríoEsa tregua es debida en parte al brillante éxito conseguido al oeste de Rzhev por Model. Saliendo desde el Volga helado, la ofensiva soviética había cortado en dos el ala izquierda del IX ejército, aislando completamente al 23 cuerpo. Model deja pasar la oleada, y luego, a espaldas del XIX ejército soviético, vuelve a tomar el curso del Volga y rehace su enlace con el 23 cuerpo. Avanzando desde Szitchevka, el 46 P.K. acaba de cercar al XIX ejército. Los combates duran del 23 de enero al 17 de febrero, en medio de saltos de temperatura que van desde el deshielo hasta 52 grados bajo cero. Los ataques rusos para liberar al ejército caído en la trampa alcanzan una violencia inaudita. Las pérdidas alemanas son enormes: el regimiento S.S. Der Führer, que defiende el Volga, queda reducido a 53 combatientes; pero Model no deja escapar su presa, aniquila siete divisiones rusas y da un frenazo a toda la ofensiva. Sin embargo, el comunicado del O.K.W. del 22 de febrero puede dejar pensativos a los alemanes que recuerdan los partes de victoria y las colosales razzias de hombres del otoño anterior: «El enemigo ha dejado 27000 cadáveres sobre el terreno y hemos hecho 5000 prisioneros...». Al norte del lago Saliger, en el sector del grupo de ejércitos von Küchler, otras batallas encarnizadas llenan el primer trimestre de 1942.

El 22 de enero, la ofensiva del II ejército de choque sobre el Vólchov derriba a la 216 división alemana. La brecha es estrecha, una quincena de kilómetros, pero los rusos meten por allí varias divisiones, que, en la retaguardia de las líneas alemanas, constituyen una enorme bolsa de confusos contornos. En cinco días se ha franqueado la mitad de la distancia a Leningrado, 150 km. Al sur de Schlüsselberg, el LIV ejército soviético ataca a su vez, tratando de capturar en una pinza al 1.er cuerpo de ejército atemán, el cuerpo de ejército de Prusia oriental. Pocas batallas son tan insólitas, y, a la vez, tan terribles, como esos encuentros al sur de Leningrado. El bosque cubre toda la región, el suelo helado es tan dificil de herir como el hierro, y la escasez de población hace raras las aldeas en que los soldados puedan encontrar abrigo. El tributo de sufrimiento exigido por el frío es espantoso. Ejemplo: el 426 I.R. pierde en unas horas la mitad de sus efectivos, sin haber combatido, sólo porque la temperatura ha dado un brusco bajón, y los hombres quedan mutilados o fulminados por el frío. Los rusos, sin embargo, no consiguen acabar. Todo febrero y las dos primeras semanas de marzo se pierden en tentativas confusas. Casi imposible de aprovisionar, el II ejército de choque se deshace de miseria en sus grandes bosques. El LIV ejército no consigue alcanzarlo. Los alemanes recobran la iniciativa, y deciden cortar el delgado cordón umbilical, la simple vereda forestal Erika-Schneise por la que la bolsa del Vólchov se comunica con sus retaguardias. El nuevo jefe del XVIII ejército, von Lindemann, retira de las fuerzas de ataque a Leningrado a la 58 I.D. y la envía a la brecha. Atacará del Sur al Norte, mientras que la división de policía S.S. atacará del Norte al Sur. 250 aviones de la Luftflotte nº 1 proporcionarán un apoyo aéreo de una densidad sin precedentes en la guerra de Rusia.

La acción merece pasar a la Historia. Se desarrolla, el 15 de marzo, a -5Oº C. En el bosque, la nieve alcanza la altura de un hombre. El doble ataque, sin embargo, sale bien. La vereda forestal Erika queda cortada. El II ejército de choque está cercado. Ese éxito alemán tendrá diversas consecuencias, entre las cuales, para salvar al ejército, Stalin enviará a la bolsa del Vólchov a un general titular de brillantes servicios en las batallas de Kiev y Moscú: Andréi Andréievich Vlásov...

Cercados al norte del lago Ilmen, los rusos cercan al sur. La bolsa de Demiansk, en que se encuentran Brockdorff-Ahlefeldt, sus 100000 hombres y sus 20000 caballos, ha sido cerrada el 8 de febrero. Comienza el primer puente aéreo de la historia. Cinco grupos de Ju-52 deben transportar a diario 300 t, calculadas según las siguientes normas: dos tercios de ración para los hombres, media ración para las armas, un cuarto de ración para los caballos. Normalmente, son necesarios 85 aparatos, pero las pérdidas y las condiciones atmosféricas obligan a la Luftflotte a doblar el número de salidas. Los cercados sufren y combaten. El 15 de febrero, el mando soviético lanza a la bolsa varios batallones de paracaidistas, que los alemanes logran exterminar. En cambio, no tiene éxito una ofensiva montada para liberarles. La bolsa de Demiansk queda aislada, sin más vínculo con el exterior que los enjambres de aviones que atraviesan la niebla, la nieve, la D.C.A., para posarse en terrenos asolados por la artillería, descargar cajas de obuses o sacos de avena, y volverse a marchar cargados de heridos.

Por lo demás, en el inmenso frente del hielo, los combates no han cesado en ningún sitio. El ala derecha del grupo de ejércitos «Mitte» ha sido sacudida varias veces, sobre todo el 20 de febrero, cuando, utilizando unidades aerotransportadas, los rusos han tratado otra vez de separar el IV ejército del II ejército blindado. Ante el grupo «Süd», el XL ejército soviético ha intentado recobrar Kursk, y el XXXVIII ejército, recobrar Járkov.

Pero sobre todo, en el Donets es donde ha estado a punto de producirse un desastre. El diario de Halder, en la fecha del 24 de enero, 217 día de la campaña de Rusia, lleva la siguiente exclamación: Bel der 17. Armee, grosse Schweinerei!, «una gran cochinada». En el mismo instante en que la situación llegaba a la cumbre de la gravedad al norte de Smolensko, ¡ todo el Sur del frente alemán ha estado a punto de ser arrastrado!

El objetivo del mando soviético era la reconquista de la Ucrania industrial. Los ejércitos VI, LVII, IX y XXXVII atacaron en un frente de 150 km, de Balakleia a Kreminaia. El punto de sutura de los ejércitos alemanes VI y XVII cedió. Los rusos avanzaron 120 km en ocho días, recobrando Kramatorsk, Barvankovo. Losovaia, tal vez lamentando haber destruido tan meticulosamente minas y fábricas a las que volvían después de tan corta ausencia. El ferrocarril Dniepropetrovsk-Stalino, vital para el grupo de ejércitos «Süd». quedó cortado en Postichevo. Como en el centro, como en el Norte, la suerte de los ejércitos alemanes pendió de un hilo. El hombre de la situación fue el mariscal von Kleist. Reuniendo bajo su mando al XVII ejército y su propia 1 Panzerarmee, constituyó agrupaciones infantería-tanques, hacia el frente del Mius, y, aprovechando un momento sin aliento de la ofensiva, lanzó contraataques concéntricos sobre la hernia enemiga que estrangulaban los pilares de Balakleia y Slaviansk, conservados firmes. Los rusos se batieron en retirada, con graves pérdidas. En el Donets como en otros sitios, sus logros no estuvieron a la altura de sus ambiciones. No supieron transformar en victoria un éxito inicial.

La máscara de gases ha hallado por fín su empleo: máscara contra el frío, llevada por un enlace alemán.Llegó el deshielo. Empieza la segunda temporada de fango para los ejércitos alemanes en Rusia. A diferencia de la primera, es a éstos a quienes trae una tregua. Los rusos pueden combatir en los fríos más rigurosos, pero no pueden combatir, como los demás, cuando los ríos se ensanchan hasta perderse de vista y la llanura entera se convierte en un mar de barro. Por lo demás, la serie de esfuerzos que vienen haciendo desde hace diez meses les ha agotado. Los rusos no parecen tener todavía la noción del Schwerpunkt, el centro de gravedad a que todo debe subordinarse. Atacan en todas partes a la vez y en esfuerzos sucesivos. Si los generales alemanes estuvieron sujetos a una defensiva rígida, parece, en cambio, que los generales soviéticos estuvieron obligados a una ofensiva automática. Esta iniciativa constante, mantenida en todas las circunstancias, se ha pagado cara. No ha procurado un éxito decisivo. Por el lado alemán, se salda la ba talla de invierno con satisfacción relativa. La Wehrmacht ha sobrevivido a una prueba a la que habría sucumbido cualquier otro ejército. Las pérdidas son graves. El 31 de marzo, alcanzan la cifra de 1 074 607, o sea cerca del 35% de los efectivos lanzados el 22 de junio de 1941, de los cuales 33223 oficiales. De ese total, la cifra de los muertos se eleva a 223 553, el de heridos a 799 389 y el de desaparecidos a 51 665, lo que significa que, a pesar de tantos envolvimientos, los rusos han hecho pocos prisioneros. Todas las unidades cercadas superiores al batallón se han defendido o se siguen defendiendo victoriosamente. La superioridad técnica y táctica sigue siendo de la Wehrmacht. Otra cosa sobrevive a la crisis del invierno: la infalibilidad de Hitler. La Orden Fundamental del 16 de diciembre queda justificada por el resultado de la batalla. Toma cuerpo una doctrina oficial: es Hitler quien ha salvado al ejército alemán, sorprendido por la precocidad y la violencia del invierno, ordenándole resistir sobre el terreno. Si se hubiera escuchado a los generales con pánico, el ejército alemán se habría disuelto en la retirada hacia el Dniéper, el Bug y el Niemen. Las victorias defensivas que ha obtenido en febrero y en marzo sólo han sido posibles porque fuerzas enemigas muy superiores a las fuerzas cercadas estaban retenidas en torno a Demiansk, Cholm, Velish, Slaviansk, etc. Hay que evitar la fobia del envolvimiento e incluso considerar que a veces es ventajoso.

La primavera vuelve a traer efluvios de victoria. Para Hitler el ejército soviético está desangrado. Su destrucción, diferida en 1941 por un accidente climatológico, debe ser la tarea del año 1942. Apoyado en las riquezas de Ucrania y del Cáucaso, el Reich habrá encontrado un nivel de invencibilidad suficiente para hacer frente a las dos potencias occidentales. La guerra durará más de lo que había previsto Hitler, pero el imperio hitleriano sobrevivirá victoriosamente a ella, igual que la Wehrmacht ha sobrevivido al invierno ruso. En Rastenburg, ya sólo hay una cuestión de actualidad: la preparación de la campaña de verano de 1942.

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