JUNIO, 2007. Los estudios cometieron un error estratégico enorme a propósito de Shrek the Third pues se decidió estrenarla en América Latina casi un mes después que en Estados Unidos, Canadá y Europa. Ello ha resultado en jauja para los distribuidores piratas, tanto así que ya ha habido un descenso en la venta de copias ilegales luego de la previsible alza, de modo que si vemos mucha menos gente en las salas para ver de nuevo al ogro verde no debiera sorprendernos.

Pero la baja de espectadores pudiera presentar otra explicación, y ésta es, a nuestro pesar, referir que Shrek the Third rebasa nuestros peores temores. Tanto se fue estirando la trama desde la segunda parte, que terminó por romperse la liga argumental, con todo y que Dreamworks haya dicho que aún quedan dos películas. ¿Pero qué podremos esperar de ellas, si esta tercera parte se derrumba estrepitosamente casi desde el principio? ¿Acaso los estudios planean incluir una relación gay entre Burro y Shrek para luego llamarle "el secreto de los pantanos? Si aquí tenemos una escena "graciosa" donde el bebé de Shrek arroja una abundante vomitada, la verdad ya nada pudiera extrañarnos.

La historia de Shrek The Third es que, bueno, no hay historia. Quizá si la hay, pero es tan sencilla, tan raquítica, que hubo necesidad de insulflarle personajes que, pese a ello, con enormes esfuerzos logran que la película alcance los 90 minutos. Los chistoretes, la mofa a otras películas que hicieron tan divertidos a los Shrek anteriores son escasos o repetitivos, algo que hace a la cinta lenta y progresivamente tediosa.

El rey, el padre de Fiona, desaparece de una manera, digamos, rara, y deja el trono a su hija Fiona, algo que no hace mucha gracia a su esposo ogro, de modo que éste va en busca de un sucesor, y lo encuentra en King Artie (voz de Justin Timberlake). Pero antes de iniciar su recorrido Fiona le avisa que está esperando ogritos. Como en las ocasiones anteriores, Skrek debe viajar largas distancias para encontrarle sentido a su vida, y de nuevo se hace acompañar del Burro (Eddie Murphy) y de Puss Boots (Banderas). Pero en el camino algo sucede y hace que estos intercambien personalidades, mero pretexto para pegarle más minutos de historia a la película.

Y ni siquiera los personajes de relleno son originales. Por ahí vemos al villano Capitán Garfio --¿qué tiene que ver alguien del siglo XIX en la Edad Media? aún no puedo averiguarlo-- mientras que Rapunzel, la Bella Durmiente y Blanca Nieves aparecen como guerreras amazonas. Da la impresión que los estudios no aprendieron de La Liga Extraordinaria, aquella ridícula mescolanza donde lo mismo aparecían el Capitán Nemo, Jack el Destripador y Dorian Grey que Tom Sawyer. No nos sorprenda ver en Shrek 4 a las Tortugas Ninja.

Esta vez se incluyen canciones de Led Zeppelin y Wings, incluidas más que nada para evitar que los adultos bostecen. Pero ahora se hace de modo más desvergonzado, como si el guionista estuviera consciente que la trama aburriría a los niños; en tal caso sólo queda seducir a quienes pagaron los boletos. Los efectos y el realismo de las caracterizaciones sigue siendo de primera calidad, pero no es suficiente ante una historia que reposa en débiles varillas, tan resistentes como popotes de nevería.

En suma, no existía una necesidad real para filmar Shrek the Third; las posibilidades ya estaban agotadas desde la segunda cinta. Pero qué se le va a hacer. El prestigio de las dos anteriores entregas salvó la taquilla esta vez, por lo menos en Estados Unidos. No habrá igual suerte para Shrek 4.