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Una de las catástrofes más grandes que le puede ocurrir a una ciudad, es padecer la ira de la naturaleza en cualquiera de sus formas, pero sin lugar a dudas, lo peor que puede azotar a Chile es un Terremoto. Sólo basta con recordar lo que ocurrió en Valdivia en 1960, cuando un sismo de 9,5 grados sacudió a la ciudadanía, dejando a la población aterrada. Pero esto no es igual para todos, ya que existen individuos que no meditan las consecuencias de sus actos, porque van en busca de las pertenencias de los más desvalidos, aquellos que no tienen a dónde ir y dejan sus casas a la deriva, por temor a una nueva réplica, es por eso que sin más remedio, ven la resignación de perderlo todo, ya no por el terremoto, sino por lo despiadado que puede ser el ser humano.
Quisiera sentar a todas estas personas y explicarles lentamente en qué consiste el raciocinio y la compasión, ya que carecen totalmente de estas dos acciones netamente humanas. No es fácil observar una tragedia, ni menos perderlo todo en ella, pero no es escusa para ir y robar lo poco y nada que le queda en pie a la gente que salió afectada. Gracias a las autoridades, los puntos fijos son cada vez más frecuentes cuando ocurren tales desgracias, pero no es la idea y lamentablemente estas acciones están siendo cada vez más frecuentes.
Quizá una posible solución, sean las sanciones, las cuales debieran ser durísimas a los individuos que fuesen sorprendidos realizando tales ilícitos, de esta forma, se atacaría directamente a la psiquis de los ladrones, quienes al ver a otro “colega” tras las rejas por muchos años, dudarían considerablemente en cometer el delito. Con esto no se quiere decir que se aboliría el robo, pero bajaría sustancialmente.
Lamentablemente las personas afectadas deben estar atentas a sus pertenencias y, muchas veces, deben arriesgar su propia vida quedándose en el territorio que tanto les ha costado, para evitar el robo de sus pertenencias.
Sólo queda hacer un llamado a las autoridades a colocar mano dura, porque si les hablamos a los saqueadores, sería meditar con el aire, ya que es muy posible que nunca cambien tales hábitos, es más, existe una posibilidad que ni siquiera uno de ellos lea esta crítica.
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