TURISMO:
la Rioja, capital de la provincia, es una ciudad de contrastes. Ubicada al pie del cerro Velasco, al norte tiene sierras interminables y al sur, extensos llanos, que le confieren una fisonomía particular. Esta ciudad tiene el privilegio de ser una de las más antiguas del país. Fue fundada en 1521 por un noble español llamado Juan Ramírez de Velasco, quien la bautizó con este nombre en homenaje a su pueblo natal La Rioja, en Castilla. Hasta fines del siglo XIX fue el único centro urbano de la provincia. Mantuvo su aire colonial de viejas casonas con grandes patios adornados por naranjos hasta 1894, cuando, lamentablemente, un terremoto destruyó gran parte de la ciudad y transformó su apariencia. Sin embargo, su espíritu colonial se mantiene en cada rincón que el turista recorre. El pueblo riojano es rico en tradiciones. Algunas de ellas son el carnaval, la peregrinación al Señor de la Peña (una de las más importantes), y el Tinkunaco. Esta última se celebra el 31 de diciembre al mediodía, frente a la catedral de La Rioja, donde se produce el encuentro o tinkunaco de la imagen de San Nicolás de Bari, patrono de la ciudad, con la del Niño Alcalde, ambas acompañadas por una multitud que entona cánticos tradicionales en español y quechua. El territorio de esta zona es bastante árido y el agua, muy escasa. Hay algunos ríos y arroyos que bajan desde las sierras y son alimentados por las lluvias de verano. Gracias a ellos, se formaron algunos oasis de cultivo bajo riego, que permitieron el asentamiento de algunos pueblos.
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