Con un sol radiante sobre nosotros, comenzamos la improvisada expedición por el Cº Alegre de Valparaíso. Éramos un grupo de ocho jóvenes, cuyas edades oscilaban entre los 14 y 21 años. Nos propusimos seguir el instinto de nuestros pies y corazón, por ende ir construyendo innatamente la ruta.
Como todos éramos jóvenes nos llamó mucho la atención; las tiendas y los cafés, pues estos locales tienen nombres muy entretenidos y novedosas decoraciones.
Bajamos y subimos por varias escaleras, las cuales eran muy distintas; unas tenían mosaicos, otras con coloridos diseños. Llegamos al famoso paseo “Gervasori”, ubicado al final del ascensor “Turri”, después de un largo rato, reflexionando con el bello paisaje, decidimos seguir caminando. Más adelante nos topamos con muchas casas que estaban en proceso de restauración, pero una de ellas nos causó impresión, ya que la luz, la forma, los colores y la vista hacían de ella una atractiva construcción.
Entramos a una joyería que nos atrajo por su bella decoración que hacía alusión a la antigüedad.
Volvimos a subir y bajar por varias escaleras, hasta que llegamos al ascensor “Reina Victoria”, desde donde apreciamos el cementerio “Disidentes”, conocido también como el Nº 2. Posteriormente, nos hayamos en un maravilloso café-librería, llamado “Café con letras”, en el cual se puede disfrutar de la lectura y acompañarla con algo para beber. Como por arte de magia llegamos una hermosa exposición de arte, allí degustamos de alucinantes fotografías, pero además de éstas había para la venta; tejidos, atractivos objetos y revistas del recuerdo.
Finalmente, llegamos al paseo “Atkinson”, famoso por la despampanante vista hacia a la bahía. Aquí terminó la improvisada tarde de camino por el Cerro Concepción y Alegre. Pero a la noche nos esperaba otra travesía…

Nos juntamos como a las 20.00 hrs. Todos estábamos muy emocionados, porque iríamos a lugares completamente distinto a los que estamos acostumbrados a ir, ya que casi todos los fines de semana visitamos lugares del mismo estilo, pero nunca vamos a los sitios más característicos del puerto, (es que uno nunca aprovecha lo que tiene). Llegamos al anecdótico, “Jp”, donde saboreamos una deliciosa chorrillana y los más grandes la acompañamos de una cerveza. Luego, junto con los dos abuelitos que tocan y cantan con guitarras, entonamos las canciones más populares de Valparaíso.
Cuando ya eran las 22.30 hrs., decidimos ir al “Trole”, que al entrar nos impactó su atractiva construcción que simula ser el medio de transporte más antiguo de la quinta región, el trole. Después de estar carreteando dentro de un trole durante muchas horas, quisimos ir a descansar, entre la caminata de la tarde y la expedición de la noche, el cansancio nos superó.
Lo que me queda claro de toda esta ruta improvisada es que hay Valparaíso para rato y que bajo ningún punto de vista se puede conocer en un solo día, porque podemos estar una eternidad paseando por el puerto y sus cerros pero es imposible no encontrar algo nuevo.