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EXPLICANDO UNA TARDE ANATOMÍA
Explicando una tarde anatomía
un sabio profesor
del corazón a sus alumnos daba
perfecta descripción.
Anonadado por sus propias penas,
la cátedra olvidó;
-Dicen señores, exclamaba pálido,
que nadie consiguió
vivir sin esa víscera preciosa-
-¡Error, extraño
error!-
Hay un ser en mi ser, una hija mía,
que ayer me abandonó;
-¡Las hijas que abandonan a sus padres
no tienen corazón!-
Un estudiante que del aula oscura
se oculta en un rincón,
mientras los otros, asombrados oyen
tan público dolor,
sonriendo a un amigo y compañero
le dijo a media voz:
-¡Piensa que a su hija el corazón le
falta...
y es que lo tengo yo!-
Metapa
(Nicaragua),1867-León (Nicaragua),1916
Margarita, está linda la mar
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes;
un quiosco de malaquita,
un gran manto de tisú
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un suave resplandor.
Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?"
La princesa no mentía,
y así dijo la verdad:
"Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad."
Y el rey clama: "¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar."
Y ella dice: "No hubo intento:
yo me fui no sé por qué.
Por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté."
Y papá dice enojado:
"Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver."
La princesa se entristece
por la dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el buen Jesús.
Y así dice: "En mis campiñas
esa rosa te ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí."
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesa está bella
pues ya tiene prendedor
en que lucen con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Pola
de Lena (Asturias), 1851-Madrid, 1911
Cuando de niño empecé
a darme a la poesía,
tan en serio lo tomé,
que sólo en serio escribía.
Romántico exagerado,
era lo triste mi fuerte.
¡Válgame Dios! Le he soltado
cada soneto, ¡A la muerte!
La fatalidad, el sino,
el hado, la parca fiera,
el arroyo cristalino
y la tórtola parlera....
Todo junto le servía
a mi necia inspiración
para hacer una elegía
que partía el corazón.
No hubo desgracia ni duelo
que en verso no describiera....
¡Si estaba pidiendo al cielo
que la gente se muriera!
¿Que airado el mar se tragaba
la barca del pescador?
Pues yo en mi lira lanzaba
los lamentos de rigor....
¿Que un amigo se moría,
viejo o joven, listo o zafio?
Pues, ¡zas!, al siguiente día
publicaba su epitafio.
¿Que una madre acongojada
gemía en llanto deshecha?
¿Que por una granizada
se perdía la cosecha?
Pues yo enjugaba aquel llanto
en versos de arte mayor,
y maldecía en un Canto
al granizo destructor.
Escéptico y pesimista
¡me hacía unas reflexiones!....
Sirva de ejemplo esta lista
de varias composiciones:
Ludibrio, Dios iracundo,
Profanación y adulterio,
Los desengaños del mundo,
El ciprés del cementerio.
Pues, ¿y una composición
en que, imitando a otros vates,
con la mejor intención
decía estos disparates?
«¡Ay! El mundo en su falsía
aumentará mi delito,
vertiendo en el alma mía
la duda de lo infinito.
¡Triste errante y moribundo,
sigo el ignoto sendero,
sin encontrar en el mundo
un amigo verdadero!
¡Todo es falsedad, mentira!
¡En vano busco la calma!
¡Son las cuerdas de mi lira
sensibles fibras del alma!
¡El mundo, en su loco anhelo
me empuja hacia el hondo abismo!
¡Dudo de Dios y del cielo,
y hasta dudo de mí mismo!
¡Esta existencia me hastía!
¡Nada en el mundo es verdad!»
___________________________
¡Y todo esto decía
a los quince años de edad!
Francamente, yo no sé
cómo algún lector sensato
no me pegó un puntapié
por necio y por mentecato.
***
Por fortuna ya no siento
aquellas melancolías
ni doy a nadie tormento
con vanas filosofías.
Ya no me meto en honduras,
ni hablo de llantos ni penas,
ni canto mis amarguras
ni las desdichas ajenas.
He cambiado de tal modo,
que soy otro diferente;
pues hoy me río de todo,
¡y me va perfectamente!
Leopoldo Lugones
Río Seco, Córdoba (Argentina), 1874-Buenos Aires,
1938
Un poco de cielo y un poco de lago
donde pesca estrellas el grácil bambú,
y al fondo del parque, como íntimo halago,
la noche que mira como miras tú.
Florece en los lirios de tu poesía
la cándida luna que sale del mar,
y en flébil delirio de azul melodía,
te infunde una vaga congoja de amar.
Los dulces suspiros que tu alma perfuman
te dan, como a ella, celeste ascensión.
La noche..., tus ojos..., un poco de Shuman...
y mis manos llenas de tu corazón.
PRIMER VIOLÍN
Largamente, hasta tu pié
se azula el mar ya desierto,
y la luna es de oro muerto
en la tarde rosa té.
Al soslayo de la luna
recio el gigante trabaja,
susurrándote en voz baja
los ensueños de la luna.
Y en lenta palpitación,
más grave ya con la sombra,
viene a tenderte de alfombra
su melena de león.
SEGUNDO VIOLÍN
La luna te desampara
y hunde en el confín remoto
su punto de huevo roto
que vierte en el mar su clara.
Medianoche van a dar,
y al gemido de la ola,
te angustias, trémula y sola,
entre mi alma y el mar.
CONTRABAJO
Dulce luna del mar que alargas la hora
de los sueños de amor; plácida perla
que el corazón en lágrima atesora
y no quiere llorar por no perderla.
Así el fiel corazón se queda grave,
y por eso el amor, áspero o blando,
trae un deseo de llorar, tan suave,
que sólo amarás bien si amas llorando.
VIOLONCELO
Divina calma del mar
donde la luna dilata
largo reguero de plata
que induce a peregrinar.
En la pureza infinita
en que se ha abismado el cielo,
un ilusorio pañuelo
tus adioses solicita.
Y ante la excelsa quietud,
cuando en mis brazos te estrecho
en tu alma, sobre mi pecho,
melancólico laúd.
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