EL VERSO
CON RIMA Y MEDIDA

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   AUTÉNTICA POESÍA    

En esta página encontrarás poesías de



          Eusebio Blasco Soler
                             (1844-1903)

           

        EXPLICANDO UNA TARDE ANATOMÍA
         
        Explicando una tarde anatomía
        un sabio profesor
        del corazón a sus alumnos daba
        perfecta descripción.
        Anonadado por sus propias penas,
        la cátedra olvidó;
        -Dicen señores, exclamaba pálido,
        que nadie consiguió
        vivir sin esa víscera preciosa
        -
        -¡Error, extraño error!-
        Hay un ser en mi ser, una hija mía,
        que ayer me abandonó;
        -¡Las hijas que abandonan a sus padres
        no tienen corazón!
        -
        Un estudiante que del aula oscura
        se oculta en un rincón,
        mientras los otros, asombrados oyen
        tan público dolor,
        sonriendo a un amigo y compañero
        le dijo a media voz:
        -¡Piensa que a su hija el corazón le falta...
        y es que lo tengo yo!
        -

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        Rubén Darío

Metapa (Nicaragua),1867-León (Nicaragua),1916

 

        A MARGARITA DEBAYLE

        Margarita, está linda la mar
        y el viento
        lleva esencia sutil de azahar;
        yo siento
        en el alma una alondra cantar:
        tu acento.
        Margarita, te voy a contar
        un cuento:
         
        Éste era un rey que tenía
        un palacio de diamantes,
        una tienda hecha de día
        y un rebaño de elefantes;

        un quiosco de malaquita,
        un gran manto de tisú
        y una gentil princesita,
        tan bonita,
        Margarita,
        tan bonita como tú.
         
        Una tarde la princesa
        vio una estrella aparecer;
        la princesa era traviesa
        y la quiso ir a coger.
         
        La quería para hacerla
        decorar un prendedor,
        con un verso y una perla,
        y una pluma y una flor.
         
        Las princesas primorosas
        se parecen mucho a ti:
        cortan lirios, cortan rosas,
        cortan astros. Son así.
         
        Pues se fue la niña bella,
        bajo el cielo y sobre el mar,
        a cortar la blanca estrella
        que la hacía suspirar.
         
        Y siguió camino arriba,
        por la luna y más allá;
        mas lo malo es que ella iba
        sin permiso de papá.
         
        Cuando estuvo ya de vuelta
        de los parques del Señor,
        se miraba toda envuelta
        en un suave resplandor.
         
        Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
        Te he buscado y no te hallé;
        y ¿qué tienes en el pecho
        que encendido se te ve?"
         
        La princesa no mentía,
        y así dijo la verdad:
        "Fui a cortar la estrella mía
        a la azul inmensidad."
         
        Y el rey clama: "¿No te he dicho
        que el azul no hay que tocar?
        ¡Qué locura! ¡Qué capricho!
        El Señor se va a enojar."
         
        Y ella dice: "No hubo intento:
        yo me fui no sé por qué.
        Por las olas y en el viento
        fui a la estrella y la corté."
         
        Y papá dice enojado:
        "Un castigo has de tener:
        vuelve al cielo y lo robado
        vas ahora a devolver."
         
        La princesa se entristece
        por la dulce flor de luz,
        cuando entonces aparece
        sonriendo el buen Jesús.
         
        Y así dice: "En mis campiñas
        esa rosa te ofrecí:
        son mis flores de las niñas
        que al soñar piensan en mí."
         
        Viste el rey ropas brillantes,
        y luego hace desfilar
        cuatrocientos elefantes
        a la orilla de la mar.
         
        La princesa está bella
        pues ya tiene prendedor
        en que lucen con la estrella,
        verso, perla, pluma y flor.
         
        Margarita, está linda la mar,
        y el viento
        lleva esencia sutil de azahar;
        tu aliento.
        Ya que lejos de mí vas a estar,
        guarda niña, un gentil pensamiento
        al que un día te quiso contar
        un cuento.

         

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             Vital Aza

Pola de Lena (Asturias), 1851-Madrid, 1911

 

        Cuando de niño empecé
        a darme a la poesía,
        tan en serio lo tomé,
        que sólo en serio escribía.
         
        Romántico exagerado,
        era lo triste mi fuerte.
        ¡Válgame Dios! Le he soltado
        cada soneto, ¡A la muerte!
         
        La fatalidad, el sino,
        el hado, la parca fiera,
        el arroyo cristalino
        y la tórtola parlera....
         
        Todo junto le servía
        a mi necia inspiración
        para hacer una elegía
        que partía el corazón.
         
        No hubo desgracia ni duelo
        que en verso no describiera....
        ¡Si estaba pidiendo al cielo
        que la gente se muriera!
         
        ¿Que airado el mar se tragaba
        la barca del pescador?
        Pues yo en mi lira lanzaba
        los lamentos de rigor....
         
        ¿Que un amigo se moría,
        viejo o joven, listo o zafio?
        Pues, ¡zas!, al siguiente día
        publicaba su epitafio.
         
        ¿Que una madre acongojada
        gemía en llanto deshecha?
        ¿Que por una granizada
        se perdía la cosecha?
         
        Pues yo enjugaba aquel llanto
        en versos de arte mayor,
        y maldecía en un Canto
        al granizo destructor.
         
        Escéptico y pesimista
        ¡me hacía unas reflexiones!....
        Sirva de ejemplo esta lista
        de varias composiciones:
         
        Ludibrio, Dios iracundo,
        Profanación y adulterio,
        Los desengaños del mundo,
        El ciprés del cementerio.
         
        Pues, ¿y una composición
        en que, imitando a otros vates,
        con la mejor intención
        decía estos disparates?
         
        «¡Ay! El mundo en su falsía
         aumentará mi delito,
        vertiendo en el alma mía
        la duda de lo infinito.
         
        ¡Triste errante y moribundo,
        sigo el ignoto sendero,
        sin encontrar en el mundo
        un amigo verdadero!
         
        ¡Todo es falsedad, mentira!
        ¡En vano busco la calma!
        ¡Son las cuerdas de mi lira
        sensibles fibras del alma!
         
        ¡El mundo, en su loco anhelo
        me empuja hacia el hondo abismo!
        ¡Dudo de Dios y del cielo,
        y hasta dudo de mí mismo!
         
        ¡Esta existencia me hastía!
        ¡Nada en el mundo es verdad!»
        ___________________________
         
        ¡Y todo esto decía
        a los quince años de edad!
         
        Francamente, yo no sé
        cómo algún lector sensato
        no me pegó un puntapié
        por necio y por mentecato.
         
                            ***
         
        Por fortuna ya no siento
        aquellas melancolías
        ni doy a nadie tormento
        con vanas filosofías.
         
        Ya no me meto en honduras,
        ni hablo de llantos ni penas,
        ni canto mis amarguras
        ni las desdichas ajenas.
         
        He cambiado de tal modo,
        que soy otro diferente;
        pues hoy me río de todo,
        ¡y me va perfectamente!

         

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          Leopoldo Lugones

  
Río Seco, Córdoba (Argentina), 1874-Buenos Aires, 1938
         

        A ti, única
        (Quinteto de la luna y del mar)

        PIANO

      Un poco de cielo y un poco de lago
      donde pesca estrellas el grácil bambú,
      y al fondo del parque, como íntimo halago,
      la noche que mira como miras tú.
      Florece en los lirios de tu poesía
      la cándida luna que sale del mar,
      y en flébil delirio de azul melodía,
      te infunde una vaga congoja de amar.
      Los dulces suspiros que tu alma perfuman
      te dan, como a ella, celeste ascensión.
      La noche..., tus ojos..., un poco de Shuman...
      y mis manos llenas de tu corazón.
       
      PRIMER VIOLÍN
       
      Largamente, hasta tu pié
      se azula el mar ya desierto,
      y la luna es de oro muerto
      en la tarde rosa té.
      Al soslayo de la luna
      recio el gigante trabaja,
      susurrándote en voz baja
      los ensueños de la luna.
      Y en lenta palpitación,
      más grave ya con la sombra,
      viene a tenderte de alfombra
      su melena de león.
       
      SEGUNDO VIOLÍN
       
      La luna te desampara
      y hunde en el confín remoto
      su punto de huevo roto
      que vierte en el mar su clara.
      Medianoche van a dar,
      y al gemido de la ola,
      te angustias, trémula y sola,
      entre mi alma y el mar.
       
      CONTRABAJO
       
      Dulce luna del mar que alargas la hora
      de los sueños de amor; plácida perla
      que el corazón en lágrima atesora
      y no quiere llorar por no perderla.
      Así el fiel corazón se queda grave,
      y por eso el amor, áspero o blando,
      trae un deseo de llorar, tan suave,
      que sólo amarás bien si amas llorando.
       
      VIOLONCELO
       
      Divina calma del mar
      donde la luna dilata
      largo reguero de plata
      que induce a peregrinar.
      En la pureza infinita
      en que se ha abismado el cielo,
      un ilusorio pañuelo
      tus adioses solicita.
      Y ante la excelsa quietud,
      cuando en mis brazos te estrecho
      en tu alma, sobre mi pecho,
      melancólico laúd.

 

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