Editorial | Panorama
Internacional Nº 6
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Por: Pedro Veneco, Pablo Soto y José Torres
"Se nos acabó" fue la frase que dijo uno de los amigos del círculo íntimo del expresidente Bucaram, la madrugada del viernes 7 de febrero. "Como en aquellas escenas de Octubre, el filme de Einsestein, la masa podía tomarse el Palacio en minutos" Ese día había llegado el final. En poco tiempo el Palacio queda vacío. Bucaram, luego de quedarse solo por espacio de 30 minutos, debió abandonar el palacio presidencial como un convicto... De allí viajaría a Guayaquil para luego fugarse a Panamá el día 11". Así describen los periodistas del diario HOY la caída de Abdalá Bucaram, llevada a cabo por el más grande levantamiento popular en los últimos 50 años en este pequeño país suramericano (ver recuadro sobre cifras del país). Las masas han obtenido, de esta forma, un importante triunfo democrático y antimperialista, así el gobierno y el poder hayan quedado en manos de la burguesía debido a la inmadurez política de la clase obrera y a las traiciones de sus direcciones políticas y sindicales.
Desde el comienzo mismo del proceso, el imperialismo, la burguesía nacional, las FFAA, la Iglesia católica, las direcciones mayoritarias del movimiento obrero y de masas y los restos de "bucaramato", se han confabulado para desviar la movilización hacia la democracia burguesa y las elecciones, tratando de impedir que se constituyan en un peligro contra el régimen burgués y el sistema capitalista. Pero las masas han conquistado amplias libertades políticas y sindicales, aunque confundidas, se sienten con ánimos de seguir luchando. La crisis de dirección revolucionaria y la traición de la que hoy es mayoritaria, se constituyen en el mayor obstáculo para que sigan el camino de la confrontación al nuevo gobierno y hacia la conquista de su propio poder. Este es el problema de los problemas a resolver.
Bucaram se hizo a la Presidencia con 2'230.841 votos, el 54% del registro electoral, con un amplio apoyo del movimiento obrero y popular, una importante franja de la burguesía (banqueros y comerciantes principalmente de Guayaquil), de la burocracia sindical y de la inmensa mayoría de los partidos de "izquierda" y por supuesto del imperialismo. Realizó su campaña bajo el lema de la "fuerza de los pobres" y cargada de promesas demagógicas y populistas. Su discurso de fuerte contenido verbal antioligárquico, tuvo entre sus ofrecimientos el desterrar la pobreza, conceder vivienda y servicios a los más pobres y mejorar las condiciones de vida de la población.
Estas promesas demagógicas le crearon una fuerte contradicción desde el comienzo de su mandato ya que tenía que aplicar uno de los más violentos planes políticos y económicos que haya soportado el pueblo ecuatoriano. Utilizando todos sus dotes histriónicas y de showman, pretendió distraer la atención sobre sus verdaderas intenciones. Mientras "deleitaba" a las masas con sus bufonadas, empezó a introducir fuertes rasgos bonapartistas en el ejercicio del poder. Descalificó con términos de grueso calibre a sus opositores, llamó "burros" a los expresidentes de la República, prometió "liquidar por la fuerza a las mafias sindicales", allanó locales de trabajadores e indígenas, golpeó a mujeres trabajadoras, insultó a los periodistas y amenazó a los periódicos que lo criticaron, dividió las organizaciones populares. No solamente no se contentó con desafiar a la opinión nacional con sus alardes "de varón", sino que nombró en cargos elevados de la administración del país y en el extranjero a todos sus familiares y allegados, imponiendo un alevoso y abierto nepotismo y alentando desde las más altas esferas del gobierno y el régimen una corrupción generalizada en todos los niveles. Ni la teletón para recaudar fondos para la navidad de los niños se libró del robo y el atraco.
Así, el 10 de agosto del 96, se inició uno de los gobiernos más autoritarios, proimperialistas y corruptos que haya conocido el país. Bastaron 6 meses para que esta contradicción fuera resuelta, esta vez sí, por la fuerza de los pobres, que en las jornadas de febrero en más de una ocasión, estuvo al borde de tomarse el Palacio presidencial para sacar a Bucaram del gobierno.
A las pocas semanas de iniciado, el gobierno empezó a mostrar su verdadero rostro. Conformado su equipo económico con poderosos empresarios costeños, los mismos que financiaron su campaña electoral. Se evidenció también su carácter servil al imperialismo cuando anunció que aplicaría las políticas neoliberales ordenadas por el FMI y el BM. Si bien las medidas económicas concretas demoraron cuatro meses en anunciarse, no fue por falta de decisión, sino porque estaba preparando el terreno para evitar un estallido social. Creó un ambiente de expectativa y zozobra sobre cuáles serían las medidas, para darse tiempo de conformar un equipo de asesores encabezado por un agente del imperialismo como Domingo Cavallo y por una misión del FMI, encargados de afinar el plan de ajuste para el país.
El baile y canto con las reinas del banano en Macahala, el cierre de una prestigiosa discoteca de Guayaquil a pedido de su hermano primogénito que no quiso pagar una cuenta, el show y la grabación de un CD con los "Iracundos" titulado "Un loco que ama", la subasta del corte de su bigote estilo hitleriano, la promoción de la célebre Lorena Bobbit, las comidas de guatita (plato popular típico), el regalo de 80 mil dólares en billetes a un poblado en Panamá, los bailes de rock en la tarima, fueron apenas algunas de las imágenes de Bucaram que le dieron la vuelta al mundo y que le merecieron el sexto lugar entre los personajes mundiales en 1996.
Bucaram se jactaba de estas payasadas, sobre todo cuando eran promovidas en el exterior. La revista Euromoney en su edición de diciembre tituló una nota sobre Bucaram "El loco en el poder". La referida revista reseñaba, sin embargo, que estas bufonadas se debían a que el gobierno tenía poco margen de maniobra debido al atraso de 200 millones de dólares con el Club de París, la necesidad de un plan stand-by con el FMI y su poca credibilidad. La revista The Economist del 16 de diciembre/96 tituló un artículo sobre el Ecuador "El escandaloso gobierno de un loco", y "El mayor lunático del Ecuador se apodera del asilo" según otro artículo de The Guardian de Inglaterra.
El 1º de diciembre por la noche, los ecuatorianos pudieron observar por la televisión a un presidente gritón y sudoroso anunciando el nefasto plan económico elaborado por los asesores del imperialismo. Dicho plan tenía un eje fundamental: el programa de convertibilidad tal como se lo aplicó en Argentina. Pero en su conjunto, era el mismo plan de ajuste que se intenta aplicar en todo el mundo con sus medidas de privatizaciones, flexibilización laboral, achicar el Estado, etc. El plan era la factura que dejaba el FMI y los bancos imperialistas para ser cobrada sin ningún aplazamiento más a los trabajadores y el pueblo ecuatorianos.
Pero en este caso, el plan debía marchar con paso acelerado, dentro del proceso de apertura y neoliberalización que el país había iniciado en 1980. Dicho de otra manera, el plan imperialista que Bucaram debía ejecutar, buscaba profundizar lo que otros gobiernos no pudieron hacer o dejaron inconcluso y llevar hasta el fondo la llamada modernización.
El tema de la convertibilidad era la única contradicción que tenía con sectores burgueses nacionales, que sin embargo, apoyaban el resto del plan. Así, la convertibilidad distrajo la atención sobre el resto de medidas y solo existieron rechazos verbales sobre uno u otro aspecto del plan. Esta otra parte del plan, sería lo que iría a provocar las primeras manifestaciones en enero y el estallido de febrero.
El 1º de diciembre, la televisión mostró a Bucaram de cuerpo entero: con una posición amenazante y en un discurso tipo "cascada" lleno de verbalismos, soltó el terrible paquetazo. Aumento de las tarifas de energía eléctrica en 1200% a los estratos más pobres; de agua y teléfono en 600% promedio; suspensión del subsidio al transporte y al gas doméstico, que aumentó de precio en un 500%; ampliación del oleoducto sin previa licitación y con sobreprecio; mantenimiento del alza mensual de los combustibles con un altísimo margen de ganancia para las empresas privadas en detrimento de la empresa estatal; venta de activos y concesión de áreas en electricidad y telefonía, fueron entre otras, las medidas que de "un solo toque" como gustaba decir al presidente, lanzaban a millones de ecuatorianos a la más absoluta pobreza y miseria. Ya nadie, luego de esa noche, se puso a dudar sobre su falso discurso y sólo bastaron unas cuantas semanas para que se iniciara la oleada que lo sacaría de la presidencia.
Uno de los aspectos que más indignó a las masas y a la propia burguesía opositora fue el altísimo grado de corrupción que alcanzó el "bucaramato" en todos los niveles de la administración. Era de conocimiento público que desde los primeros días del gobierno, el PRE (el partido del presidente), había instaurado el IPRE en todas las negociaciones estatales (impuesto del 15% al PRE) y que, en especial, en las aduanas se había montado una "aduana paralela" controlada por el cuñado de Bucaram, y en la que participaba su hijo "Jacobito", quien en sólo tres meses se ganó su primer millón de dólares. Se ponía ilegalmente un sobreprecio a todas las inversiones y contratos del Estado que iba a parar a los bolsillos de sus familiares y amigos. Hasta el propio embajador yanki y The Miami Herald , cuando vieron que Abdalá peligraba, denunciaron que empresas americanas como Texaco, Shell, también eran extorsionadas con el IPRE.
Ahora, luego de caído Bucaram, han salido a flote los niveles de corrupción en el uso de Gastos Reservados que salpican a las FFAA, los diputados del Congreso, a la vicepresidenta y al propio Alarcón y que llegaron al orden de los 320 mil millones de sucres. El mismo día que salieron huyendo del Palacio presidencial, los Bucaram se llevaron bultos de billetes por valor de 11 mil millones de sucres. [ver recuadro sobre corrupción].
Las primeras reacciones contra el paquetazo vinieron de parte de las burguesías serrana y costeña ligadas al mercado interno y las exportaciones, que veían afectados sus intereses con el plan de convertibilidad y a las cuales el "bucaramato" pretendía dejar por fuera del reparto del botín o sólo les entregaba migajas. Durante las primeras semanas luego de anunciado el paquetazo, del lado de las masas no hubo ninguna reacción, debido a que se encontraban en las fiestas de fin de año y las repercusiones no se sentían todavía. De todas maneras, la bronca se incrementaba rápidamente, sobre todo en la clase media que era la más afectada con el aumento de las tarifas de los servicios públicos.
La falta de reacción inmediata por parte de la inmensa mayoría de ecuatorianos pobres, produjo en el gobierno una actitud de prepotencia y creyó estar ante la mejor oportunidad para acelerar la ejecución de las medidas. Se pusieron en práctica las alzas del gas doméstico, el transporte, y se empezaron a cobrar las primeras planillas de servicios con las nuevas tarifas. No contento con eso, el gobierno que había iniciado con mediano éxito el llamado Pacto Social con la burocracia, lo rompió y desató una serie de amenazas y acciones autoritarias contra los dirigentes de los sindicatos petroleros del FUT y la CONAIE. Comenzaba a gestarse así la unidad que llevaría a convocar la Huelga Nacional del 5 de febrero.
El FUT, la CONAIE y la UNE [ver recuadro sobre partidos y organizaciones], convocaron burocráticamente la vigésima primera Huelga Nacional [ver recuadro sobre Huelgas nacionales], para el 5 de febrero con el objetivo de presionar para que reactivara el Pacto Social y exigir medidas compensatorias a las del plan. La bronca acumulada por los pesados y duros 6 meses de gobierno de Bucaram empezaron a dar sus frutos. Los trabajadores, estudiantes, sectores populares e indígenas iniciaron una ola de manifestaciones y protestas callejeras que se prolongaron durante todo el mes de enero. De esta forma, fueron haciendo suya la convocatoria a la Huelga Nacional, que día a día contaba con nuevos adeptos. Todos los días se presentaron enfrentamientos entre estudiantes y policías, los periodistas marcharon masivamente por la capital .... Lo más grave para el gobierno llegó a finales de enero: la Coordinadora de Movimientos Sociales se tomó la Catedral frente al Palacio Presidencial y los estudiantes apedrearon estaciones del trole (especie de Metro), atacaron un puesto policial y quemaron con dinamita un carro tanque de la policía.
La burguesía opositora y la burocracia sindical se percataron de la situación, empezaron la labor de tomarse la dirección y el control de la Huelga Nacional, para frenarla en caso de que sobrepasara los objetivos propuestos y poderla desviar al terreno del parlamentarismo y la democracia burguesa. La Asamblea de Quito, creada por el alcalde capitalino para ejecutar sus políticas y engañar a las masas, fundada cuando el presidente Bucaram le quitó los recursos fiscales al municipio, se pronunció a favor de la Huelga Nacional pero llamando a que fuera "pacífica y democrática". Los gremios patronales se fueron colocando uno a uno al lado de la Huelga con el mismo criterio. Toda la burguesía le exigía al gobierno que rectificara sus medidas y comportamiento para evitar el estallido. Hasta unos días antes del 5 de febrero, nadie pedía la destitución de Bucaram. La primera propuesta salió de la asamblea de quienes tenían tomada la catedral, al pedir que se estudiara la posibilidad de la "destitución constitucional" del presidente.
La Coordinadora de Movimientos Sociales y el Frente Patriótico del que hacía parte, en este momento, promovieron la reunión de los dirigentes sindicales y populares con los expresidentes de la república, los excandidatos burgueses y de izquierda, para organizar las acciones de la Huelga. Era el día 3 de febrero. Aquí se consuma una gran traición de estos dirigentes, al dejar en manos de la burguesía opositora la dirección y el control de la movilización . Se cambia el carácter de Huelga Nacional a Paro Cívico, se nombra una coordinación entre los políticos burgueses, los dirigentes sindicales y populares, se lanza como plataforma de lucha la rectificación de las medidas y la posible salida de Bucaram. De hecho, la dirección política de todo el proceso recayó en el PSC de León Febres Cordero, quien estuvo siempre orientando las acciones de este bloque policlasista y que, aún hoy, asesora al gobierno de Alarcón. De esta forma la burguesía opositora veía la posibilidad de resolver dos problemas suyos: sacarse a Bucaram de en medio y desviar la movilización hacia las elecciones y el parlamentarismo. Pero el Frente Patriótico, bajo el mando de la burguesía opositora, no previó el papel que iban a jugar dos protagonistas de los sucesos del 5 de febrero: las masas trabajadoras y populares, de un lado y las FFAA y el imperialismo de otro.
Las calles de las principales ciudades del país y varias zonas rurales, el 5 de febrero, se convirtieron en un inmenso río de gente que protestaba airadamente contra el plan económico y el despotismo de Bucaram y que en corto tiempo se convirtió en una poderosa movilización popular que exigía la " salida del tirano ". Se calcula que alrededor de 2 millones y medio de personas se movilizaron ese día. Las consignas que se fueron regando como pólvora fueron las de ¡Bucaram fuera! !De un solo toque.. que se vaya!
Ante esta gigantesca movilización los sectores burgueses, los partidos reformistas, la burocracia sindical e indígena, las asambleas de Quito y Guayaquil, comandados por los expresidentes Febres Cordero, Borja y Hurtado, resolvieron que su única salida era destituir a Bucaram "constitucionalmente". Para ello, se aprovecharon de la maniobra abortada de Bucaram de querer disolver el Congreso y dictar orden de captura contra el presidente del mismo. Las masas se volcaron a defender al Congreso del ataque de Bucaram y eso sirvió para que se aplazara para el día siguiente la sesión del Congreso que debería estudiar la situación y tomar las resoluciones del caso. La burguesía se daba un día como margen de tiempo para desmovilizar a las masas y negociar la salida menos lesiva a sus intereses. Vieron la salida "constitucional" de declarar a Bucaram impedido "mentalmente" para ejercer la Presidencia de la República; para tomar esta decisión necesitaban tan solo la mayoría absoluta, con la que contaban de antemano.
La presencia en el país del Secretario de la OEA, el colombiano César Gaviria, ese día, caldeó los ánimos ya que vino como virrey a ordenar amenazante la permanencia de Bucaram en el gobierno. La burguesía opositora bajo el mando de León Febres Cordero pidió la salida de Gaviria del país y denunció su presencia como "una intromisión en asuntos internos". De esa forma, mantenían la postura de que Bucaram saliera. Gaviria tuvo que partir del país con una derrota en las manos.
El día 7 reinó la calma hasta las horas de la noche cuando sesionó el Congreso. Las masas salieron nuevamente a defender su petición de ¡Que se vaya! . Rodearon el Congreso exigiendo la destitución de Bucaram. Mientras tanto, los diputados del partido de gobierno intentaron desintegrar la mayoría parlamentaria que estaba por la destitución y ofreció un millón de dólares por cada voto que se cambiara. Pero esa misma noche el Congreso destituyó a Bucaram y eligió como presidente interino a Fabián Alarcón, presidente del Congreso.
Bucaram desconoció públicamente la resolución del Congreso y se atrincheró en el Palacio presidencial, apoyado por las FF.AA.
Indignadas las masas se volcaron al Palacio con la intención de tomarlo y echar por la fuerza a Bucaram. Rompieron el cerco policial y militar de la Plaza Grande donde se encuentra el Palacio y pidieron que la toma la encabezara el nuevo presidente. Alarcón no llegó a la Plaza y evitó que fueran las propias masas las que sacaran a Bucaram del Palacio. Las masas huérfanas de dirección se fueron a la casa. Ese mismo día, la vicepresidenta Rosalía Arteaga, apoyada por las FF.AA., se autoproclamó presidenta y el país amaneció el día 7 con tres presidentes.
El día 8 las masas volvieron a la palestra e intentaron nuevamente la toma del Palacio y la expulsión de Bucaram por la fuerza. En la Plaza de San Francisco, a dos cuadras del Palacio, se concentró nuevamente una poderosa movilización a la cual no pudieron dejar de asistir Alarcón y su equipo de colaboradores, incluidos los expresidentes. Las masas, dispuestas a llegar hasta el Palacio enfrentaron el cordón policial y allí se produjeron los primeros heridos. Este hecho le sirvió a Alarcón para fraguar una nueva traición: se declaró en huelga de hambre y pidió a los manifestantes que cesaran los enfrentamientos para evitar una masacre. Las masas se desmovilizaron y solo un grupo de vanguardia permaneció hasta altas horas de la noche en los enfrentamientos. Por segunda ocasión, Alarcón salvaba a Bucaram.
Pero la suerte estaba echada y en la madrugada del día 8 Bucaram huyó "como un convicto" hacia Guayaquil. De este modo, se concretó la consigna que habían levantado las masas: ¡Bucaram fuera! , produciéndose un gran triunfo democrático y antimperialista.
Ese mismo día Bucaram organizó una manifestación de apoyo que no se realiza y vino la debacle. A partir de ese momento planifica su salida del país. Mientras tanto la pugna de poderes entre Alarcón y los expresidentes, de un lado, y la vicepresidenta y las FF.AA., de otro, se prolonga hasta la noche cuando se logra un acuerdo. Rosalía es designada como presidenta interina hasta el día 11 de febrero en que el Congreso debe hacer el nombramiento de Alarcón por una mayoría de dos tercios de los parlamentarios. El día 11 la vicepresidenta declara que ella es la sucesora legítima y que desconoce cualquier otra salida. El FUT apoya esta declaración; y las FF.AA., que todo el tiempo han defendido el "bucaramato", la apoyan desde atrás. Alarcón amenaza con apoyarse nuevamente en las masas y ese mismo día el Congreso lo nombra nuevamente como Presidente Interino, luego de impedir la participación de la vicepresidenta en las sesiones. Rosalía Arteaga anuncia la convocatoria a una consulta popular para que se dirima quién debe ser el presidente; el Congreso rechaza esta salida y entabla negociaciones con las FF.AA. hasta que se logra el acuerdo de que Alarcón sea el presidente, convoque a elecciones en un año y Rosalía permanezca en la vicepresidencia. De esta forma se resolvía la pugna interburguesa, se daba una salida en los marcos de la democracia burguesa a la crisis revolucionaria. Las masas se dedicaron a celebrar las fiestas de carnaval con la ilusión de que habían obtenido un triunfo con la salida de Bucaram pero sin percatarse de la enorme trampa que le habían tendido sus enemigos de clase al dejar el gobierno en manos de un burgués de su absoluta confianza y que más temprano que tarde iba a retomar el plan de Bucaram.
La maniobra burguesa de sustituir a Bucaram por "vía constitucional" en el Congreso fue lograda finalmente con el acuerdo de la vicepresidenta y bendecida por la "neutralidad" de los militares. Ante la posibilidad de que las masas siguieran movilizadas y pudieran rebasar la constitucionalidad burguesa, todos los sectores aceptaron la presidencia interina de Fabián Alarcón para darle una salida controlada por la burguesía a la situación. Los sectores que lucharon para que Bucaram no cayera (FFAA por ejemplo) se vieron obligados a aceptar esta salida. De esta forma, la burguesía y la burocracia lograban su primer triunfo frente a los trabajadores y las masas populares al mantener en sus manos el poder político. Los trabajadores y sectores populares vieron en Alarcón la menos mala de las salidas y confiados en que la destitución de Bucaram mejoraría las cosas, cayeron en esta trampa. Se abría así, la etapa del gobierno de Alarcón.
El gobierno burgués de Alarcón expresa la contradicción que se da en la realidad: de un lado, sufre las presiones de los trabajadores y el pueblo que han salido reanimados de la lucha y la movilización y le van a exigir que cumpla con el mandato del levantamiento de febrero para derogar las medidas económicas de Bucaram, castigar a los personajes del "bucaramato" y mantener amplias libertades democráticas para las masas. De otro, la burguesía y el imperialismo le van a exigir que lo más pronto posible empiece a aplicar las medidas económicas y políticas que venía aplicando Bucaram pero sobre un nuevo reparto del botín y teniendo en cuenta la forma "democrática" de engañar a las masas movilizadas. En ese sentido el gobierno de Alarcón va a tener problemas para aplicar la política que le ordene la burguesía, los patronos y el imperialismo, pero intentará hacerlo. Es por eso que desde su discurso de posesión habló de sacrificios y de la necesidad de dedicarse al trabajo y acabar con las manifestaciones y acciones de protesta.
El primer problema que tuvo Alarcón se presentó al nombrar su gabinete, debido a las presiones de todos los sectores que lo llevaron a la Presidencia. Duró varias semanas en hacerlo y aunque los partidos burgueses más derechistas plantearon no entrar al gobierno (para no deteriorarse con el gobierno interino) fueron políticos derechistas los que ocuparon las principales carteras (Finanzas, Relaciones Exteriores, etc.); en el ministerio de gobierno y Energía colocó a Raúl Baca y César Verduga, connotados políticos socialdemócratas especializados en maniobras políticas para tratar de llevar a las direcciones de los trabajadores e indígenas al terreno de los consensos. Estaba indicando así el camino que iba a recorrer.
Luego habló de reformas constitucionales con el fin de llenar los vacíos que encontraron con la destitución de Bucaram, tratando de legitimar el interinazgo, garantizar las elecciones e impedir que Bucaram se postule para una nueva candidatura. Estas reformas no se han podido concretar por la disputas interburguesas al respecto. En la actualidad, la vicepresidenta Rosalía Arteaga plantea permanecer en su cargo hasta el año 2000, con lo cual dificulta la convocatoria a las elecciones y mantiene los roces con la burguesía opositora que respalda a Alarcón. Incluso califica al nuevo gobierno como inconstitucional y de facto y, con ello, la discusión sobre la reforma política se va a prolongar.
Pero donde el gobierno va a tener mayores contradicciones para aplicar su política es frente a la exigencia del castigo a Bucaram y la derogatoria de las medidas económicas.
Respecto a lo primero, se acusa a Alarcón y a su ministro de gobierno de permitir la salida de Bucaram y sus amigos a Panamá y Miami ya que sabía que se iban. Además hace esfuerzos denodados para salvaguardar la imagen de las FFAA y de la Vicepresidenta que quedaron golpeadas por su defensa del "bucaramato" durante el levantamiento y sobre los cuales existen bastantes sospechas de su participación en la siniestra corrupción. [ver recuadro 2]. El presidente de la Corte Suprema de Justicia reconocido por su probada "honorabilidad", se negó inicialmente a entablar juicio contra Bucaram por falta de pruebas. No le bastó con la demostración de rechazo del pueblo para encarcelarlo. Finalmente le tocó llamarlo a juicio.
Fueron las miles de denuncias provenientes de múltiples sectores las que destaparon la olla podrida de la corrucpción en el bucaramato y le están creando un grave problema al gobierno. La ola de denuncias sobre corrupción desatada a todos los niveles ha involucrado también a la mayoría de los diputados del Congreso, a la propia vicepresidenta, a las FFAA y al presidente Alarcón. La reacción inmediata de todos los involucrados fue tratar de aplacar la marea y ocultar las denuncias en una maraña de aspectos legales y jurídicos. Para evitar que las cosas se les escape de las manos, el presidente conformó una Comisión Anticorrupción, compuesta totalmente de políticos burgueses de confianza, que han declarado privadas las investigaciones con el objetivo de destapar lo menos grave para ocultar lo grueso e importante y canalizar la bronca contra la corrupción del "bucaramato" hacia el marco constitucional burgués.
Un ejemplo de esto se dió con las denuncias concretas que recaían sobre la mayoría de los diputados del Congreso. El gobierno primero anunció la publicación del listado de los implicados, luego se retractó; tuvo que ser la prensa la que hiciera la publicación en contra de la voluntad del presidente. "El tema de los gastos reservados, al parecer, se lo está tratando con guante blanco para no resquebrajar la mayoría parlamentaria (la que eligió a Alarcón)..Y al parecer hay mucho rabo de paja entre los honorables", declaró un periodista ( Ultimas Noticias , 12-3-97). Hasta el propio presidente Alarcón fue acusado por un diputado de haber recibido fondos de gastos reservados, cuestión que por supuesto, salió a desmentir airado. En resumen, nadie quiere ir a fondo en la denuncia y castigo a la corrupción porque hasta las FF.AA. y el Ministerio de Gobierno y Policía estarían involucrados y es notorio, por ejemplo, que los datos de gastos reservados publicados en todos los medios de comunicación nada dicen sobre los gastos hechos por las FF.AA. Igual cosa ha ocurrido en años recientes con el expresidente León Febres Cordero y varios de sus colaboradores, con el exvicepresidente Alberto Dahik y como está sucediendo actualmente con el bucaramato. Sólo después de que Bucaram solicitó asilo en Panamá y de una fuerte presión en el país, la Corte le ha dictado orden de captura y ha solicitado la extradición de Bucaram.
El motivo más importante para que ocurriera el levantamiento de febrero fue la aplicación del violento plan de medidas económicas por parte del gobierno de Bucaram. Así lo reconoció el economista Alberto Acosta cuando manifestó: " la masiva explosión social, que sepultó de facto la convertibilidad, exige la derogatoria de las medidas económicas y demuestra el agotamiento del ajuste estructural, con el cual, desde hace años, se pretende (en vano) nuestro desarrollo " ( Hoy , 10-2-97). O el periodista cuando dice: " En consecuencia, el régimen colocó uno de los paquetes de ajuste más drásticos desde que retornó la democracia en 1978. Ajuste, que a la larga, fue el principio de fin de Abdalá Bucaram " ( Hoy , 11-3-97). Por eso, después de la salida de Bucaram, el gobierno y el ala burguesa que lo apoya se han dedicado a ocultar este hecho propagando la idea de que Bucaram cayó por su despotismo, por "loco" y no por su plan de ajuste.
Esta política tiene el objetivo de dejar abierta la posibilidad de aplicar el mismo plan económico ordenado por el imperialismo. Como sabe que estas medidas provocan indignación entre las masas trabajadoras y pobres, ha diseñado tácticamente un plan gradual de medidas con el mismo método de Bucaram: un ministro habla de alguna medida y si hay alguna reacción desfavorable, sale el presidente y la modifica parcialmente. Así, se prueba si se puede ir más lejos de lo que quieren las masas y de todas formas se introduce la medida.
En un mes de gobierno de Alarcón ya anunció el 4 de marzo su primer plan económico que denominó "el paquetito". Ese plan tiene 7 medidas: 1. Reducción del gasto público en 400 millones de dólares, lo que significa, entre otros, despidos y reducción del presupuesto de las áreas sociales; 2. Recuperación de 200 millones de dólares por recaudación aduanera; 3. Incremento en 4% de los aranceles de importaciones; 4. Reducción en un 50% de incremento de las tarifas eléctricas, lo que significa un alza real promedio del 300% ya que Bucaram había impuesto un alza de 600% promedio; 5. Cobro de la deuda de Emelec ( empresa eléctrica privada) al gobierno; 6. Reducción del margen de utilidad de los comerciantes privados de combustibles para recaudar una parte mayor para el estado; 7. Restituir el impuesto del 8% sobre los rendimientos financieros.
A estas medidas iniciales le salieron al paso todos los gremios patronales con los cuales se ha renegociado los numerales 3 y 7 del "paquetito". Pero bastó que llegara una misión del FMI y el BM a comienzos de marzo, para que el paquetito empezara a tomar proporciones de paquete y paquetazo.
Ahora, se acelera el plan gradual de medidas: el gas doméstico tendrá incrementos sucesivos de 1500 sucres por cilindro de 5 kilos en julio y septiembre; la gasolina subirá el 5% en julio y 1% mensual a partir de esa fecha; se incrementaran nuevamente las tarifas eléctricas y se renegociará la deuda externa que se seguirá pagando en altos porcentajes. Respecto a las privatizaciones se harán durante este año las de teléfonos, carreteras, aduanas y aeropuertos y quedaran lista para el año entrante las de petróleos, energía y seguridad social.
Como se ve, Alarcón sigue el camino de su maestro Bucaram pero con pasos gradualistas, pero tratando de acelerar el paso según lo ordene el imperialismo, y las masas lo permitan.
Pero la mayor dificultad que tiene el nuevo presidente para aplicar su plan económico y político son las masas que siguen a la expectativa, en ciertos sectores movilizadas y que han pegado un salto en su conciencia y ánimo de lucha: saben que pueden obtener triunfos tan importantes como la caída del gobierno. Alarcón está preocupado por las movilizaciones posteriores a las jornadas del 5 de febrero, las advertencias de los trabajadores y el pueblo. Las principales empresas del Estado fueron sacudidas por una serie de tomas de empresa por parte de los trabajadores que destituyeron a los directivos del bucaramato, nombraron entre los trabajadores a los nuevos directivos de esas empresas y las controlaron por varias semanas [ver recuadro sobre las tomas de empresa y control obrero]. Igualmente ocurrió con las viviendas del plan " un solo toque " de Bucaram que fueron invadidas por destechados. En algunos lugares hubo enfrentamientos. Toda la burguesía salió a lamentarse de los desafueros de los trabajadores y llamaron a entregar las empresas a los directivos nombrados por el gobierno. Aún hay empresas donde todavía existe esta situación.
Por otra parte, los trabajadores de Emelec (energía) han realizado una huelga de cerca de un mes que obtuvo sus reivindicaciones y en Emetel (teléfonos), se logró firmar un contrato colectivo con un incremento de 60 mil millones de sucres. Los trabajadores de la salud, magisterio y los indígenas han anunciado nuevas movilizaciones por reivindicaciones particulares. En medio de esta situación se han reorganizado varios sindicatos, nuevos organizaciones se construyen y se ha logrado el reintegro de todos los trabajadores despedidos por el gobierno de Bucaram.
Pero los trabajadores y sectores populares tienen ante sí un enorme peligro. Sus direcciones tradicionales han vuelto a plantear la necesidad de acuerdos con el nuevo gobierno. Como fueron desconocidos a la hora de conformar el gabinete, amenazaron con nuevas acciones de lucha pero al día siguiente firmaron un acta del Pacto Social; junto a los patronos y el gobierno, el FUT programó una agenda de reuniones "para avanzar en estos acuerdos". La Coordinadora de Movimientos Sociales y el Frente Popular del MPD amenazan igualmente con medidas de hecho, pero luego callan cuando les asignan en la Secretaría de asuntos indígenas a una dirigente de la CONAIE y se les nombra en la Comisión de Reforma Política que ha conformado el gobierno. Así, estas direcciones se constituyen en un gran obstáculo para que la movilización se siga desarrollando porque supeditan la lucha de masas a la oposición parlamentaria de tipo burgués y, en algunos casos, comparten y aplican directamente las medidas gubernamentales. Napoleón Saltos, diputado del Movimiento político indígena Pachakutik afirmó: " Nos negamos a participar en el Ejecutivo, pero plantamos que los movimientos sociales participen en los organismos de control. De ahí nuestra participación en la Comisión de Fiscalización del Congreso " ( El Comercio , 13/3/97). De esta forma, contribuyen a que el gobierno, la burguesía y el imperialismo continúen imponiéndose.
El levantamiento del 5 de febrero produjo importantes cambios en la correlación de fuerzas existente entre la clase obrera y las masas, de un lado, y los capitalistas y su gobierno, de la otra. Este proceso es la expresión latinoamericana de una serie de luchas que a nivel internacional están configurando cambios en la coyuntura. La resistencia a los planes del imperialismo se cualifica y ha tomado importantes expresiones: Corea del Sur, Francia, Zaire, Medio Oriente, Albania y Ecuador.
Luego de los reiterados triunfos que el imperialismo viene obteniendo en la aplicación de sus planes de contrarrevolución económica en los Estados Obreros, los países semicoloniales y las metrópolis, los levantamientos como el de Albania o Ecuador, huelgas como la francesa, dan un duro golpe a los planes de las burguesías nacionales y el imperialismo y crean mejores condiciones para avanzar en la lucha por revertir la correlación de fuerzas, que por ahora sigue siendo favorable al imperialismo y el frente contrarevolucionario.
Pero la crisis de dirección revolucionaria genera los dos grandes obstáculos con que cuenta estos procesos revolucionarios: la traición de las direcciones tradicionales del movimiento obrero y de masas y la política de reacción democrática del imperialismo. En el primer aspecto " esto significa que el movimiento obrero y de masas sigue siendo dirigido por direcciones burguesas, pequeño burguesas o burocráticas, traidoras, nuevas o recicladas (Zapatismo y cardenismo en México, el PT y Lula en Brasil, CGT, MTA y CTA en Argentina, Comisiones obreras en España, stalinistas en los países del Este).
Esto afecta severamente el curso de las luchas, que no avanza hacia nuevas revoluciones " ( Minuta Mundial - TBI, mayo 1994). Con la política del engaño, las treguas, la paz, las concertaciones y las elecciones que nosotros llamamos reacción democrática, es como el frente contrarevolucionario ha venido canalizando la mayoría de las luchas y las ha llevado al terreno de la democracia burguesa.
Estos procesos revolucionarios abren, sin embargo, nuevas posibilidades de construir la dirección revolucionaria de los trabajadores a nivel nacional e internacional, que permita el avance de la lucha revolucionaria a más alto nivel. Fue con este objetivo que la Organización Revolucionaria de los Trabajadores - ORT-, la sección del CITO en Ecuador, actuó desde el inicio del gobierno de Bucaram, intervino en el levantamiento de los 5, 6 y 7 de febrero y lo viene haciendo bajo el gobierno de Alarcón. Desde entonces levantó una alternativa política obrera, revolucionaria y socialista que puede sintetizarse en los siguientes puntos:
1. Ante la llegada de Bucaram al gobierno, dada la confianza que un importante sector de masas depositaba en él, llamó a no confiar y combatir a ese gobierno y su plan. Denunció todas sus medidas económicas, su intento de bonapartizar el régimen político, y su abierto carácter oligárquico y proimperialista. Llamó a combatir este plan con la lucha y la movilización directa de masas y propuso un Encuentro Nacional obrero, indio y popular que levantara un plan de lucha, incluida la Huelga Nacional para derrotar al gobierno y su plan. Denunció a las direcciones que hicieron parte del gobierno, a las que promovieron el Pacto Social y la concertación exigiéndoles que rompieran con la burguesía y convocaran las masas a la lucha.
2. Ante la convocatoria a huelga general hecha por el FUT y la CONAIE, denunció su carácter burocrático y llamó a que las masas la tomaran en sus manos, la generalizaran y radicalizaran para convertirla en el inicio de un proceso de lucha más general contra el gobierno y su plan hasta derrotarlos. Mantuvo la necesidad del encuentro obrero, indio y popular para hacer el balance de la jornada y discutir las formas de darle continuidad a esta lucha.
3. Durante el levantamiento de los días 5, 6 y 7 de febrero participó activamente en todas las jornadas importantes en Quito y Guayaquil. Participó en la defensa del Congreso cuando Bucaram intentó disolverlo. Participó en la unidad de acción que de hecho se dio entre las masas trabajadoras, la burguesía opositora, las direcciones burocráticas y las clases medias, pero manteniendo total independencia y denunciando el carácter contrarevolucionario de algunos de estos aliados y capitulador de otros, denunciando igualmente su intento de llevar la movilización a los causes democráticos burgueses. Llamó a que las masas derrocaran a Bucaram y en su lugar instaurara un gobierno obrero, indio y popular que se concretaba en el gobierno del FUT, la CONAIE, la UNE y la FESE.
Denunció, igualmente, la intervención del embajador yanqui y el secretario de la OEA César Gaviria, exigiendo su expulsión inmediata, la ruptura de todos los pactos con el imperialismo y la salida de las tropas de la MOMEP. Denunció el rol de las FF.AA. de querer mantener a Bucaram a toda costa, y a la vicepresidenta Rosalía Arteaga, luego de la salida de Bucaram.
Denunció la maniobra de la burguesía opositora y la burocracia de robarse el triunfo de las masas llevándolo al terreno parlamentario y de las elecciones en el marco de la democracia burguesa. Exigió la derogatoria de todas las medidas del "bucaramato", el juicio por parte de los trabajadores, indígenas y sectores populares contra Bucaram, sus familiares y amigos que estuvieron en el gobierno; el reintegro de todos los trabajadores despedidos con derecho a indemnización. Llamó a que las tomas de empresas se generalizaran y se aplicara el control obrero de las mismas, que los campesinos e indígenas se tomaran las tierras y los destechados las viviendas del plan " un solo toque " y todos los terrenos baldíos.
4. Frente al gobierno de Alarcón hemos levantado un sistema de consignas anudadas al rededor del eje del gobierno obrero, indio y popular, el no pago de la deuda externa y contra el plan económico antiobrero, el castigo y desmantelamiento de todo el "bucaramato" y la asamblea constituyente democrática y soberana. Estas consignas responden a los tres grandes problemas que enfrentan las masas en la nueva situación y que son parte de la plataforma de lucha y las aspiraciones del levantamiento del 5 de febrero.
Respecto al no pago de la deuda externa, ésta anuda las consignas económicas y antimperialistas que exigen mejores condiciones de vida para los trabajadores y los pobres del país, la derogatoria de todas las medidas económicas, la derrota del plan económico del imperialismo y un plan económico al servicio de los trabajadores y el pueblo. El plan económico está al servicio del imperialismo a través del pago de la deuda externa, las privatizaciones y la inversión extranjera. La lucha contra el plan económico tiene que seguir siendo objetivo central del movimiento obrero y popular.
En cuanto a la exigencia del castigo y desmantelamiento del "bucaramato" es una consigna que va directamente contra el régimen democrático burgués y el gobierno de Alarcón. Como la corrupción y violación de los derechos democráticos de los trabajadores y el pueblo no son característica única del gobierno de Bucaram, se exige que se haga una exhaustiva investigación pública y abierta por parte de las organizaciones de los trabajadores, que se incluya en la investigación los gobiernos anteriores, a los diputados del Congreso, las FF.AA., la vicepresidenta y el propio Alarcón. Los juicios no deben quedar en manos de la C.S.J. sino de tribunales populares encabezados por el FUT, la Coordinadora de Movimientos Sociales, la UNE y la CONAIE, para garantizar el castigo a los culpables e impedir la impunidad que caracteriza a la democracia burguesa.
La consigna de asamblea constituyente se levanta contra el régimen democrático burgués, los intentos de la burguesía y el gobierno de hacer una reforma política "por arriba" con una Junta de Notables bajo el nombre de constitucional o constituyente. Igualmente, las ilusiones democráticas del campesinado, el movimiento indígena y amplias capas de los trabajadores los lleva a creer que con reformas políticas burguesas se solucionan sus problemas y que el gobierno va a convocar una constituyente de verdad. Entre otras razones, estas, se debe levantar la consigna de una Constituyente Democrática y Soberana que entregue tierra a los campesinos e indígenas, que implemente una verdadera reforma agraria al servicio de los pobres del campo, que rompa los lazos con el imperialismo y deje de pagar la deuda externa, que derogue las medidas económicas y levante un plan económico obrero y popular y que termine con la represión y violación de los derechos democráticos. Esta constituyente tiene que ser diametralmente distinta a la que propone la burguesía y la burocracia, que no es otra cosa que un pequeño parlamento para aprobar allí las políticas contra los trabajadores y el pueblo.
La Constituyente democrática, soberana e independiente del imperialismo y el gran capital, deberá ser impuesta con la movilización y la lucha directa de masas.
Al mismo tiempo que llamamos a las masas a luchar contra el plan económico y el gobierno de Alarcón y que les llamamos a movilizarse para exigir la convocatoria de la asamblea constituyente, democrática y soberana, le planteamos que la salida definitiva a la crisis del Ecuador es la instauración de un gobierno obrero, campesino e indígena, que expropie el imperialismo y la burguesía y construya un Ecuador socialista en el marco de la Federación de las repúblicas Socialistas de América Latina.
En medio de esta situación y con esta política, la ORT hace ingentes esfuerzos por avanzar en la construcción de una dirección alternativa y de un partido revolucionario de los trabajadores, parte inseparable de la construcción del partido mundial y el CITO, como una de las tareas fundamentales que tienen planteadas los trabajadores y revolucionarios del Ecuador y el mundo.
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