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            INFORME KANIN
            (UNIVERSIDAD DE PURDUE) - 1994
             
            
             
            Estudio
            dirigido por Eugene J. Kanin, del Departamento de Sociología
            y Antropología de la Universidad de Purdue, Indiana (EE.UU.).
            Publicado en Archives of Sexual Behavior, vol. 23, nº 1, 1994, páginas
            81-90. 
            Dirección en Internet: http://www.vix.com/men/falsereport/kanin.html 
            
            
             
            Resumen (Texto
            de presentación oficial del estudio por la Universidad) 
            Con la cooperación
            de la comisaría de policía de una pequeña comunidad metropolitana
            se estudiaron 45 falsas acusaciones de violación presentadas a lo
            largo de un período de nueve años. Esas
            falsas acusaciones de violación constituyeron el 41 por ciento de
            las denuncias totales de violación (n = 109)
            interpuestas durante ese período. Todo parece indicar que las
            falsas acusaciones obedecieron a alguno de los tres móviles
            siguientes: establecer una coartada, buscar venganza, o suscitar
            compasión y atención. Las falsas acusaciones de violación no
            fueron consecuencia de una desviación relacionada con el género,
            como se ha indicado con frecuencia, sino que obedecieron a esfuerzos
            compulsivos y desesperados para superar situaciones personales y
            sociales difíciles.  
            
             
            Introducción 
            En general, las
            dos posturas más contrapuestas respecto de la cuestión de las
            violaciones son las adoptadas por el feminismo y por la policía.
            Con frecuencia, autoras feministas han sostenido que las denuncias
            de violación consideradas falsas o infundadas se deben a que la
            policía no cree a la denunciante; es decir, que la violación ha
            tenido lugar pero los agentes no se lo creen (Brownmiller, 1975;
            Russell, 1984). Otras llegan casi a negar la existencia de
            acusaciones falsas y consideran que el concepto en sí constituye un
            acoso discriminatorio contra las mujeres (Grano, 1990). Por su
            parte, la policía, basada en los exámenes médicos y otros
            indicios, suele argumentar que la razón para no creer en la
            veracidad de algunas denuncias se debe a que las violaciones nunca
            ocurrieron (Payton, 1967; Wilson, 1978; Jay, 1991). 
            
             
            Métodos 
            
             
            La investigación
            consistió esencialmente en un estudio de los casos investigados por
            una comisaría de policía en una pequeña zona metropolitana
            (población = 70.000 habitantes) de la región central de los
            Estados Unidos. Se eligió esa ciudad por constituir un entorno
            modelo para el estudio de las falsas acusaciones de violación. La
            comisaría de policía no se ve desbordada por una avalancha de
            casos de delitos graves y, en consecuencia, tiene margen de acción
            y motivación suficiente para investigar a fondo todas las denuncias
            por violación, que se tramitan con arreglo a un procedimiento muy
            institucionalizado. La investigación de todas esas denuncias de
            violación conlleva análisis serios de detección de mentiras,
            aunque, por otro lado, sólo se considera falsa una acusación si la
            denunciante llega a reconocer su falsedad. El único agente que
            puede afirmar que la acusación de violación es falsa es la propia
            denunciante. El departamento de policía no declarará falsa una
            acusación de violación por el simple hecho de que la demandante,
            por cualquier motivo, abandone la acusación o no coopere en el
            caso, con independencia de las dudas que la policía tenga respecto
            a la validez de los cargos imputados. 
            En resumen, sólo
            se declararon falsos los casos en que la denunciante admitió que
            eran falsos. Por otra parte, el departamento hace distinción
            entre los intentos de violación y las violaciones consumadas. Es
            decir, los casos estudiados son únicamente casos relativos a
            denuncias de violaciones consumadas. En consecuencia, cabe
            pensar que los casos declarados falsos por la comisaría de policía
            se corresponden razonablemente –o incluso, como mínimo- con la
            realidad de las falsas denuncias hechas en la comisaría,
            especialmente si se tiene en cuenta que la retractación de la
            denunciante es indispensable para considerar que una denuncia es
            falsa. 
            Se investigaron
            todas las falsas acusaciones de violación ocurridas entre 1978 y
            1987. La policía puso a disposición de los investigadores el
            archivo completo de cada caso. 
            Constataciones 
            Durante ese período
            de nueve años se declararon oficialmente falsas el 41 por ciento
            (n = 45) del total de las denuncias por violación (n = 109), es
            decir, en todos esos casos la denunciante reconoció que la violación
            no había tenido lugar y que, en consecuencia, la acusación era
            falsa. 
            El estudio de
            esos 45 casos de falsas acusaciones de violación condujo
            inexorablemente a la conclusión de que la falsedad de las
            acusaciones obedeció a tres importantes motivos: 
            
              - 
                
el
                establecimiento de una coartada o excusa (sobre todo, para
                justificar embarazos no deseados, en el caso de adolescentes o
                de mujeres casadas cuyo marido no podía ser el autor del
                embarazo por estar ausente,  haber sido operado de vasectomía,
                ser de distinta raza que el amante, etc.); en esos casos casi
                nunca se acusó a un hombre concreto, sino que adujo violación
                por desconocidos;   
              - 
                
el afán de
                venganza (en la mayoría de los casos, contra un hombre o ex
                novio que había rechazado las proposiciones sexuales de la
                mujer);  
              - 
                
la necesidad
                de suscitar compasión y atención.  
             
            Ese modelo
            tripartito se obtuvo a partir de los motivos expuestos por las
            interesadas en su retractación y no de conjeturas. Los autores
            descartan por completo que las retractaciones hayan podido deberse a
            ningún tipo de presión, ya que en general se produjeron cuando las
            denunciantes se vieron ante la perspectiva de ser descubiertas y
            prefirieron evitar los inconvenientes de otra investigación. Además,
            tras la retractación se informaba a la denunciante de que sería
            acusada por haber interpuesto una falsa denuncia, punible con una
            importante multa y una sentencia de prisión. A pesar de ello, en
            ningún caso las denunciantes habían tratado de desdecirse de la
            retractación. 
            Otro dato curioso
            es que ninguna de las falsas denunciantes mencionó actos sexuales
            distintos de la penetración vaginal. Ninguna denunciante hizo
            referencia a actos forzados de sexo oral o anal. En cambio, ese tipo
            de actos figuraban en el 25 por ciento de las denuncias por violación
            contrastadas. Quizás, las denunciantes consideraron más prudente
            psicológica y socialmente reducir al mínimo la humillación de la
            victimización sexual sin complicar el acontecimiento más de lo
            necesario. Ese fenómeno se había observado ya anteriormente
            (McDowell y Hibler, 1987). 
            Como señalan los
            autores, una de las consecuencias más graves de las falsas
            acusaciones de violación es la aplicación errónea de la justicia.
            El estudio nos muestra únicamente que esas 45 falsas acusadoras
            fueron descubiertas en las fases iniciales de la investigación.
            Aunque ese resultado sea alentador, no se puede descartar que otras
            falsas acusaciones hayan culminado en la condena de los acusados.
            Simplemente, el hecho de ser sospechoso de violación, aunque sólo
            sea durante uno o dos días, constituye un trauma psicológico y
            social. 
            
             
            Conclusiones 
            Es posible que la
            mayor incidencia de falsas acusaciones de violación dependa de la
            eficacia y los medios de los departamentos policiales. A la vista
            de los resultados del estudio, cabe concluir que las falsas
            acusaciones de violación son frecuentes. Puesto que  esta es la primera investigación sobre falsas acusaciones de
            violación llevada a cabo de modo sistemático, respecto de un largo
            período y sobre el terreno, futuros estudios que se lleven a cabo
            en otras ciudades con departamentos policiales comparables permitirán
            evaluar la representatividad de las conclusiones aquí obtenidas. 
            
             
             
            Nota adicional 
            Para
            contrastar sus resultados, el profesor Kanin examinó los
            archivos policiales de dos grandes universidades estadounidenses,
            donde se habían denunciado en total 64 violaciones a lo largo de 3
            años. En la mitad de los casos se trataba de falsas acusaciones
            de violación (es decir, las denunciantes se habían retractado).
            Dicho de otro modo: se constató que, cuando las universitarias
            presentaban una denuncia de violación, existía un 50 por ciento de
            posibilidades de que esa denuncia fuese falsa. Otros informes de
            los departamentos policiales de universidades apoyan esas
            conclusiones (Jay, 1991). En los casos de denuncias de violación en
            los campus universitarios estudiados, la responsabilidad de la
            investigación había recaído siempre en una agente femenina, y
            nunca se había declarado falsa una denuncia sin retractación
            previa de la denunciante.
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            [***
            Un dato que hace especialmente interesante el estudio del profesor
            Kanin es su trayectoria investigadora, en modo alguno contraria a la
            causa del activismo feminista contra la violación. En realidad,
            Eugene Kanin fue uno de los primeros investigadores que iniciaron
            los estudios sobre violaciones dentro de la pareja ¡¡¡ya en el
            decenio de 1950!!!, y sus investigaciones han sido con frecuencia
            citadas en las publicaciones feministas]. 
             
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