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            ANEXO  29 
            FALSAS
            DENUNCIAS DE ABUSOS EN NIÑOS 
            Durante los últimos
            15 o 20 años ha habido un espectacular aumento de las acusaciones
            de abuso sexual en contextos de divorcio. La mayoría de los
            profesionales consideran que los más altos porcentajes de
            acusaciones falsas tienen lugar en esa circunstancia. Por ello,
            tales acusaciones han sido objeto de una atención creciente,
            especialmente en los Estados Unidos, y han sido numerosos los
            estudios llevados a cabo sobre ese tema. 
            No existe acuerdo
            sobre el porcentaje de acusaciones de abuso sexual en niños que
            resultan falsas, y la mayoría de las estimaciones oscilan entre el
            20% y el 80%. 
            La falta de
            acuerdo acerca de la proporción de acusaciones falsas en los
            litigios relacionados con el divorcio y la custodia se debe en parte
            a las diferentes definiciones de acusación falsa. Es decir, no es
            lo mismo una acusación falsa que una acusación no probada. Por
            otra parte, también hay que distinguir entre las simples
            acusaciones falsas (a veces hechas de buena fe) y las acusaciones
            prefabricadas o deliberadamente falsas. Los porcentajes establecidos
            por los distintos investigadores varían frecuentemente según se
            basen en una u otra definición. 
            A
            continuación presentamos las conclusiones de una recopilación de
            estudios realizados en los Estados Unidos, obtenidas principalmente
            en las revistas especializadas del Institute
            for Psychological Therapies (11 volúmenes monográficos
            titulados Issues
            In Child Abuse Accusations, con cuatro números trimestrales
            cada uno de ellos, dedicados al tema de las acusaciones de maltrato
            a niños, de 1989 a 2001), y corroboradas en otras publicaciones o
            instituciones como The
            Leadership Council o Psychlaw
            y las mencionadas al final de esta página. Asimismo, se ofrecen
            datos de Departamento
            de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos
            (Administración del Niño y de la Familia).
            Estos
            son algunos de los estudios más destacados y más frecuentemente
            citados en las diversas publicaciones consultadas:
            *** 
            Thoennes/Pearson (1988). En el 33% de los casos, se
            consideró que no había habido abuso sexual. En el 50% de los
            casos, el abuso se consideró probable. En el 17% de los casos no se
            pudo establecer ninguna conclusión válida. 
            *** 
            Wakefield/Underwager (1996). De 500 casos relativos a
            acusaciones de abusos sexuales en los que actuaron como consultores
            a lo largo de cinco años (1990-1996), el 40% de las acusaciones se
            realizaron en un contexto de divorcio. En el 75% de esos casos
            relacionados con divorcios, el sistema judicial no llegó a
            determinar culpabilidad alguna (por retirada de la acusaciones o
            retractación, absolución en el tribunal penal o no constatación
            de abuso en el tribunal de familia). 
            *** 
            Margretta Dwyer (1986). Según esta investigadora, en los
            casos examinados en el Programa de Sexualidad Humana de la
            Universidad de Minnesota, el 77% de las acusaciones relacionadas con
            el divorcio resultaron ser falsas. 
            *** 
            Brant/Sink (1984) constataron que 3 de cada 4 acusaciones
            estudiadas (75%) eran falsas.  
            ***
            Benedek/Schetky (1985) estudiaron 18 denuncias de abuso
            sexual y constataron que 10 de ellas (es decir, el 55%) eran falsas.  
            *** 
            Green (1986) demostró que 4 de 11 (36%) denuncias eran
            falsas 
            *** 
            Hlady/Gunter (1990) examinaron 370 casos de niños
            evaluados por los Servicios de Protección de la Infancia del
            Hospital Infantil de Columbia Británica (Canadá) en contextos de
            divorcio. De ellos, 34 casos estaban relacionados con acusaciones de
            abuso sexual formuladas en el contexto de litigios por la custodia.
            Esos exámenes se compararon con los de 219 niños examinados
            durante el mismo periodo de un año y no relacionados con litigios
            por la custodia. Los investigadores registraron porcentajes
            similares de indicios físicos de abuso sexual en ambos grupos:
            17,6% en los casos relacionados con el divorcio y la custodia y 15%
            en los casos no relacionados con el divorcio y la custodia. Es
            decir, los porcentajes de abuso real son similares en ambos grupos.
            Sin embargo, los porcentajes de acusaciones son abrumadoramente
            superiores en los contextos de divorcio. 
            *** 
            Jones/McGraw (1987). Los autores estudiaron 576 envíos
            consecutivos de casos de abuso sexual al Departamento de Servicios
            Sociales de Denver. Del número total de casos, se consideró que el
            54% eran casos veraces, el 22% no ofrecían indicios suficientes
            para ser clasificados, el 17% por ciento se basaban en una
            preocupación legítima, pero tenían otra explicación distinta del
            abuso, y el 7% eran falsos. Los autores concluyeron que no es
            posible considerar válidas las acusaciones de abuso sexual en
            ausencia de pruebas. 
            *** 
            Jones/Seig (1988). El estudio abarcó 20 casos de
            acusaciones de abuso sexual en el contexto de litigios de divorcio.
            El 70% de los casos se consideraron veraces, y el 20% falsos. Los
            autores concluyen que el divorcio contencioso y la lucha por la
            custodia parecen aumentar la probabilidad de acusaciones falsas,
            pero que no se debe pensar de antemano que lo sean. 
            *** 
            McGraw/Smith (1992). En una primera fase, de 18 casos de
            acusaciones de abuso sexual formuladas durante el proceso de
            divorcio, sólo una se consideró fundamentada. En un segundo análisis
            con nuevos criterios, el equipo llegó a la conclusión de que 8
            casos (44%) podían considerarse fundados. 
            *** 
            Paradise, Rostain/Nathanson (1988). Analizaron sistemáticamente
            los casos enviados a un hospital a la consulta privada de uno de los
            autores. Las acusaciones de abusos realizadas en el contexto de
            litigios de divorcio o custodia (39%) se compararon con los casos en
            que no existían esos litigios. Los casos planteados en contextos de
            divorcio y custodia afectaban a niños más pequeños (5,4 años
            como promedio) que los demás casos (7,8 años como promedio). La
            veracidad de las acusaciones se comprobó en la mitad de los casos,
            aproximadamente, aunque en menor proporción cuando mediaba un
            conflicto por divorcio. 
            ***
            Paradise (1989). Constató la existencia de un 65% de
            falsos positivos al evaluar acusaciones de penetración; y de un 73%
            de falsos positivos al evaluar acusaciones de penetración digital. 
            *** 
            Thoennes/Tjaden (1990).En los 129 casos de abuso sexual
            estudiados,  se consideraron fundadas el 50% de las
            acusaciones, infundadas el 33% y sin suficientes elementos de
            valoración el 17%. 
            *** 
            Felten (1991). A partir del examen de estudios de
            diversos autores, considera que las acusaciones de abuso sexual en
            contextos de divorcio con alto grado de litigiosidad son falsas en
            porcentajes del 60% al 80% de los casos. 
            *** 
            Dvorchak (1992). En un estudio para la Asociación de
            Tribunales de Familia y Conciliación concluye que la tercera parte
            (66%) de las acusaciones de abuso sexual en el contexto de divorcios
            son falsas. 
            *** 
            La organización VOCAL (Victims of Child Abuse
            Laws) publicó en 1989 un resumen de las estadísticas mencionadas
            en 23 estudios. La más baja de ellas estimaba en el 35% el
            porcentaje de acusaciones falsas; la más alta, en el 82%; el
            promedio se situaba en el 66%. 
            ***
            El Centro Nacional de Maltrato Infantil (National
            Center for Child Abuse) indicó que las acusaciones falsas, que en
            1975  representaban el 35% de los casos, habían aumentado al
            60% de los casos en 1993 (FMSF Newsletter, 1993). 
            *** 
            Benedek/Schetky (1985). Constataron la existencia de un
            55% de falsas denuncias de abuso sexual infantil en casos de
            divorcio y custodia. 
            *** 
            Besharov (1985). Según un estudio realizado por el autor
            en 1975, el 35% de las acusaciones de abuso infantil no pudieron
            verificarse. En el estudio llevado a cabo en 1985, el porcentaje de
            acusaciones falsas había ascendido al 65%. 
            ***
            Besharov/Laumann (1996). Entre el 60% y el 65% de las
            acusaciones presentadas a nivel nacional (EE.UU.) se desestiman tras
            una investigación preliminar por falta de indicios. 
            *** 
            Brant/Sink (1984). Constataron un 75% de falsas
            acusaciones en contextos de divorcio y custodia. 
            ***
            Nicholas Bala/John Schuman (1999). Estos profesores de
            la Queen's University (Canadá) examinaron 196 causas judiciales de
            divorcio con disputa por la custodia de los hijos. La investigación
            demostró que el 71% de las acusaciones de abuso sexual fueron
            realizadas por las madres, frente al 17% interpuestas por los
            padres, y el resto por otros parientes, personal docente o médico,
            etc. En 46 casos (23% del total), los tribunales hallaron indicios
            suficientes de abuso. En los 150 casos restantes (76% del total) no
            se hallaron indicios de abuso. En 45 casos (23% del total), los
            jueces consideraron probado que las acusaciones fueron
            deliberadamente falsas.      
            ***
            Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos.
            (Child Maltreatment Reports from the States to the National
            Child Abuse and Neglect Data System - U.S. DEPARTMENT OF HEALTH AND
            HUMAN SERVICES). En los informes anuales sobre maltrato infantil
            publicados por el Departamento de Salud y Servicios Sociales de los
            Estados Unidos sobre la base de los datos suministrados por los
            distintos estados, la cifra de casos de acusaciones de maltrato no
            probadas nunca es inferior al 50%. Estos son algunos datos de años
            recientes: 
            
              
                - En 1999,
                  sólo el 29'2% de las acusaciones culminaron en la determinación
                  de pruebas o indicios de maltrato. En el 54'7% de los casos,
                  el maltrato no pudo probarse.
 
                - En 1998,
                  el 29'2% de las investigaciones se plasmaron en pruebas o
                  indicios de maltrato. En el 57'2% de los casos no se pudo
                  demostrar la existencia de maltrato.
 
                - En 1997,
                  la tercera parte de las investigaciones culminaron en el
                  hallazgo de pruebas o indicios de maltrato. Más de la mitad
                  de los casos resultaron no probados o infundados.
 
                - En 1996,
                  se hallaron pruebas o indicios de maltrato en el 34% de las
                  acusaciones presentadas. Más de la mitad de los casos
                  resultaron no probados o infundados.
 
               
             
            Según señalan los psicólogos
            Hollida Wakefield y Ralph Underwager, a los que debemos información
            muy valiosa sobre este tema, una acusación falsa no es
            necesariamente una historia urdida expresamente para obtener la
            custodia o vengarse del cónyuge. A veces, la influencia de los
            medios de comunicación y de los programas de prevención del abuso
            infantil pueden hacer que uno de los cónyuges se vuelva
            hipersensible ante la posibilidad de abusos en los niños. Así
            predispuesto, en medio de una áspera batalla legal de divorcio, ese
            progenitor puede fácilmente sacar conclusiones prematuras ante los
            indicios o síntomas más insignificantes. 
            En otros casos, uno de los
            progenitores puede inventar deliberadamente una falsa acusación
            para solventar su proceso de divorcio por la vía más rápida. El
            sistema recompensa esas falsas acusaciones. El ex cónyuge es
            castigado. La acusación goza de aprobación social. La custodia del
            niño se atribuye automáticamente a la parte acusadora, mientras
            que a la parte acusada se le prohíbe todo contacto con él. La
            parte acusadora se beneficia de la atención y ayuda de agentes
            sociales, psicólogos, amigos, familia y vecinos. 
            Gardner señala que una acusación
            de abuso sexual es un arma poderosa en un litigio de divorcio. El
            progenitor vengativo puede exagerar una historia sexual inexistente
            y convertirla en un caso de abuso sexual. El niño, para ganarse la
            aprobación de acusador, puede cooperar. Sobre la base de estas
            observaciones, Gardner describe el "síndrome de alienación
            parental", en virtud del cual el niño se identifica con los
            propósitos del progenitor atacante y participa en su odio contra el
            otro progenitor. 
            Blush y Ross (1987) han establecido
            una serie de características que suelen estar presentes en las
            situaciones de falsas acusaciones de abuso infantil: 
            
              - Las acusaciones se producen
                después de empezar las acciones legales de separación y
                custodia.
 
              - Existen antecedentes de disfunción
                familiar con conflicto de divorcio aún por resolver e intereses
                subyacentes.
 
              - La mujer (la acusadora) suele
                tener una personalidad histérica y limítrofe con
                comportamientos anormales, o es colérica y beligerante.
 
              - El hombre (el acusado) suele ser
                pasivo, afable y carente de las características típicas del
                "macho".
 
              - El menor suele ser una niña de
                edad no superior a ocho años.
 
              - El progenitor custodio (la
                madre) es el que plantea las acusaciones.
 
              - La madre lleva al niño a un
                "experto" que confirma el abuso e identifica al padre
                como perpetrador.
 
              - El tribunal reacciona ante el
                informe del "experto" poniendo fin al régimen de
                visitas o limitándolo.
 
             
            Wakefield y Underwager (1990)
            estudiaron  las personalidades de 73 progenitores acusadores en
            falso y de 103 progenitores acusados en falso, todos ellos
            involucrados en procesos de divorcio y custodia, y las compararon
            con las de otros 67 progenitores igualmente inmersos en ásperos
            litigio de divorcio, pero sin acusaciones de abuso sexual. La
            inmensa mayoría de los progenitores acusadores eran mujeres, y sólo
            en cuatro casos eran hombres. Entre los progenitores acusadores había
            un número mucho mayor de trastornos de la personalidad
            (histrionismo, límite con la anormalidad, pasividad-agresividad,
            paranoia, etc.). Se estimó que el 77% de los progenitores
            acusadores padecían trastornos de la personalidad, y que sólo el
            23 por ciento restante no presentaban signos de psicopatologías.
            Sin embargo, ese porcentaje de normalidad llegaba al 70% en el grupo
            de acusados y al 66% en el grupo de control. 
            En consecuencia, a falta de datos
            fehacientes, cuando el progenitor que realiza la acusación padece
            algún trastorno y el progenitor acusado es psicológicamente
            normal, debe preverse la posibilidad de que se trate de una falsa
            acusación, concluyen Wakefield y Underwager. 
            Según estos autores, no hay
            respuestas fáciles para estos problemas. Los profesionales deben
            conservar su objetividad y mantener despierta su atención. Deben
            examinar cuidadosamente cada acusación y no desechar inmediatamente
            una acusación como falsa porque los padres se hallen inmersos en
            una batalla judicial. Pero deben estar también en guardia contra
            toda presunción de culpabilidad y toda tentación de ponerse de
            parte de la parte acusadora. 
            Otros enlaces de interés: 
            
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