2.- Los chilenos
rinden honores a Grau
Mostrándose muy
diligentes, las autoridades chilenas enviaron a los
comandantes generales de Tarapacá y Tacna, las órdenes
siguientes:
S.E. El presidente de
la República ha resuelto que se tributen a los restos
mortales de los jefes y oficiales del ejército y armada
del Perú, inhumados en los cementerios de Iquique y
Arica que serán repatriados en la cañonera “Lima”, los
honores prescritos en la ordenanza general del ejército
a los empleos militares que desempeñaban en la fecha de
su muerte. Lo que comunico a U.S. a fin de que se sirva
dictar las medidas consiguientes
Por entonces era
presidente de Chile don José Balmaceda, el que mostró un
gran interés en que no sólo se prestasen todas las
facilidades posibles para la repatriación de nuestros
héroes, sino dispuso se les tributasen honores
militares.
El Ministro de Guerra
y Marina envió la siguiente orden al comandante eneral
de Valparaíso:
El gobierno del Perú ha
resuelto trasladar a Lima los restos de algunos jefes y
oficiales del ejército y de la armada de esa nación
inhumados en territorio chileno. Impuesto S.E. el
presidente de la República de esta medida, ha ordenado
que se tributen a los restos mortales del Contralmirante
don Miguel Grau que se encuentran sepultados en el
Cementerio General de la División y a los restos de los
jefes y Oficiales que sean repatriados, los señalados en
los títulos LXXXII de la Ordenanza General del Ejército
al empleo que desempeñaba cada uno de ellos en la fecha
del fallecimiento. Lo que comunico a U.S. para su
conocimiento, rogándole que al dar cumplimiento a lo
prescrito en este oficio, proceda de acuerdo con la
Comandancia General de Marina, a la cual ha dirigido
el
Ministerio del Ramo, las instrucciones sobre la materia.
El ministro de Guerra
y Marina, general José Velásquez que fuera combatiente
de artillería en la guerra del 79, envió al comandante
general de Santiago, la siguiente orden:
S.E. el presidente de
la República ha resuelto que se tribute a los restos
mortales del Contralmirante don Miguel Grau, que se
encuentran sepultados en el Cementerio General de esta
ciudad y que serán repatriados próximamente, los honores
correspondientes a un General de División. Lo que
comunico a US para que se sirva impartir las órdenes
correspondientes.
Hago presente, que la
cañonera “Lima” de la armada peruana en la cual deben
repatriarse los restos del Contralmirante Grau, entrará
a Valparaíso el día de hoy según comunicaciones
transmitidas al Ministerio e Marina
El Presidente Cáceres
había resuelto dar a todos los actos de la repatriación
de los restos de Grau y de sus compañeros, toda la
solemnidad que fuera posible y fue por tal motivo que
escribió frecuentes cartas al Embajador Elías, que antes
había sido miembro en varios de su ministerios, para que
no escatimara esfuerzo para lograr también en Chile tal
propósito. Tales comunicaciones dieron motivo a que
Elías viajase de Santiago a Valparaíso para ponerse en
contacto con las autoridades y ultimar detalles,
encontrando siempre el mejor deseo de dar a los restos
de Grau, todos los honores, pues todos conocían la forma
caballeresca y generosa con que se portó en la guerra.
El Presidente
Balmaceda de Chile y su Gabinete Ministerial, también
mostraron mucho interés en dar a los actos el relieve
necesario, y con tal fin tomaba información hasta de los
detalles más pequeños. Para hacer más patenta eso,
dispuso que el crucero “Esmeralda” escoltase con una
nutrida comisión a bordo, a la cañonera “Lima” hasta el
Callao. Los integrantes de la comisión, eran el Obispo
de Serena don Florencio de Fontecilla, el capitán de
navío don Constantino Brannen, el Auditor de Marina don
Manuel Díaz, el coronel don Ricardo Castro, el
Presbítero don Javier Valdés Carrera y el Cirujano don
Florencio Middleton.
El 23 de junio el
Canciller chileno Mackenna envió comunicaciones a 13
embajadores y representantes de países extranjeros en
los que les expresó lo siguiente.
Señor:
Tengo la honra de
poner en conocimiento de US que habiendo el Gobierno del
Perú, resuelto repatriar los restos de los oficiales
muertos en la última guerra, que se hallan depositados
en territorio chileno, mi Gobierno se considera en el
deber de tributarles los honores correspondientes a los
cargos que tuvieron en el Ejército de su patria, y para
el efecto, aguarda que US con el personal de la Legación
se digne concurrir el Cementerio General, el viernes a
las 12. a.m. a fin de dar a la traslación del cadáver
del Contralmirante Grau, la solemnidad propia de un
acto de esta naturaleza.
Para el viernes 27 de
junio, el Gobierno de Chile preparó con anticipación y
esmero, un solemne ceremonial para la entrega de los
restos del Contralmirante Miguel Grau. Para el acto, se
cursó invitaciones a un buen número de corporaciones y
personas notables. Los restos debían ser entregados
personalmente por el Canciller chileno Mackenna, y en
procesión llevados hasta la estación del ferrocarril,
donde se dispuso que el Ministro de Marina pronunciara
una alocución. Un tren especial conduciría la urna
funeraria hasta Valparaíso, la que sería embarcada en el
muelle Prat en cuya oportunidad el Comandante General de
Marina debía de hacer uso de la
palabra.
Los periódicos de
Chile dieron gran publicidad a los actos que debían de
llevarse a cargo, y fueron rememorados los actos de
valor, generosidad y caballerosidad del contralmirante
Grau, se recordó como el padre del héroe había muerto en
Valparaíso y el parentesco que tenía con la familia
Viel, en cuyo mausoleo habían reposado los restos
durante once años. También se rememoró y volvió a
publicar el texto de la carta de pésame enviada por Grau
a la viuda de Prat. Todo eso creó un ambiente de
emotividad muy favorable. Fue así como al medio día
convergieron hacia las calles por donde iba pasar la
caravana fúnebre miles de personas.
A las 11,30 del día
27 la Legación del Perú estaba atiborrada de gente. Allí
estaban los miembros de la Comisión que había llegado en
la cañonera “Lima”, los miembros de la Comisión chilena
que acompañarían los restos hasta el Callao en el
crucero “Esmeralda”, un edecán del Presidente Balmaceda,
varios caballeros amigos del Perú, así como un gran
número de expatriados peruanos contrarios al gobierno de
Cáceres, pero que en esa oportunidad habían olvidado las
discrepancias políticas.
El embajador Elías,
recibió en la puerta del Cementerio a las personalidades
y corporaciones que habían asistido. Fueron desfilando
los Ministros miembros del ejecutivo, de las Cortes de
Justicia, del Congreso, de la Universidad, del
Municipio, bomberos, clero, corporaciones obreras, de
beneficencia y literarias
Se extrajeron los
restos del mausoleo Viel y se depositaron en una
artística urna mandada hacer por el Embajador Elías. Un
corneta del ejército chileno hizo el toque de silencio.
Luego se suscribió un acta de entrega, en los términos
siguientes:
Cementerio General de
Santiago.-
Certifico, que bajo
el Nª 633 del libro de exhumaciones de este Cementerio
General, se halla la siguiente partida: Con arreglo al
Supremo Decreto del 23 de los corrientes, la exhumación
de los restos del Señor Contralmirante de la Armada
Peruana, don Miguel Grau, sepultado el 26 de octubre de
1879, en el mausoleo del General don Benjamín Viel y
entregada a la Comisión nombrada por el Gobierno del
Perú.- Santiago, junio 27 de 1890,- Firmado Carlos M.
Elías; M. Mendiburu, Secretario de la Legación; M.
Melitón Carvajal.- Manuel C. de la Torre, Pedro Gárezon.-
Vº Bº Abraham Gonzáles.- Está conforme.Gaspar del Río,
Adminitrador del
Cementerio.
A continuación el
Canciller Mackenna pronunció el siguiente discurso:
Señores:
Hace once años, el
Almirante Grau sucumbía en el puesto del deber, y con
profundo respeto y calurosa simpatía, entregamos hoy sus
restos venerados al Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario del Perú, para que se les dé un
descanso perpetuo en el seno de su patria.
El Almirante Grau, ha
pasado ya a la Historia, y su nombre vive en una esfera
a la cual sólo llegan la gratitud de su propio país y
la admiración de los restantes. Fue un soldado que hasta
el fin supo cumplir religiosamente su consigna y que en
los sacrificios que hizo por su Patria demostraba su
amor al deber y la nobleza de su alma, Sean sus cenizas
una prenda de la confraternidad que siempre ha de ligar
a la tierra extraña que le ha servido de pasajero
descanso y aquella a la cual se debió y por la cual
perdió su existencia el Almirante Grau.
Señor Ministro del Perú: Chile os entrega
y se despide con
dolor, de estos gloriosos restos que ha sabido custodiar
con cariño y con respeto.
Cuando le tocó hablar
al Embajador Elías, lo hizo con muy profunda emoción
pues lo había ligado a Grau una íntima amistad y
parentesco espiritual. Dijo Elías:
Señores:
Recibo con profunda y
patriótica emoción, los restos mortales del
contralmirante Grau, que durante diez años han
descansado en tierra chilena y mi primera palabra es de
agradecimiento para la distinguida familia que le dio
piadosa sepultura en la tumba de sus deudos, al lado de
un valiente defensor de la independencia de Chile.
Cúmpleme también
agradecer en nombre de mi gobierno al Excelentísimo
Gobierno de Chile, esta manifestación de respeto y
simpatía con que honra las cenizas del Contralmirante
Grau, al entregarlas para que sean trasladados a la
Patria.
El Perú quiere pagar
la deuda de gratitud que tiene contraída con aquellos de
sus hijos que supieron morir como buenos en el campo del
honor y perpetuar su recuerdo en monumento levantado por
la munificencia del país.
Al llevar hoy estas
reliquias queridas del valeroso marino que sucumbió
heroicamente sosteniendo la honra de su bandera, al seno
de un pueblo que entusiasta y reconocido ve en Grau el
símbolo del patriotismo y de la abnegación sublime en el
cumplimiento del deber, mi gobierno satisface una
aspiración nacional.
Chile, honrando por
su parte tan hidalga como espontáneamente, la memoria
del más esforzado de sus adversarios en las aguas del
Pacífico, demuestra su cultura y elevados sentimientos,
y da al Perú, que sabrá estimarlo en todo su valor, una
prueba de amistad, que será muy grata y seguramente ha
de consolidar las buenas y cordiales relaciones de dos
pueblos.
El general peruano
Juan Martín Echenique, que se encontraba avecindado en
Santiago, también participó en nombre de la colonia
peruana en Chile. Fue el general Echenique un
combatiente en San Juan y Miraflores y amigo de Grau..
dijo lo siguiente:
Señores.
Unido desde la
juventud por los más cordiales vínculos de amistad con
Miguel Grau, su compañero de armas y subordinado en la
guerra de 1866, y como él, peruano, me es imposible
prescindir de tributar a los restos que encierra este
ataúd, el homenaje del amor y del respeto que inspiran.
Con este único y bien
sentido propósito, me permito reclamar vuestra
indulgencia por breves instantes, y no en manera alguna
para prodigar elogios a quien fue superior a toda
alabanza, ni para narrar la historia de aquel cuyo solo
nombre basta para recordar una epopeya.
Los cumplidos honores
que se disciernen al Contralmirante Grau por la nación
misma contra la que él combatió hasta perder la
vida; la congoja que sentimos en este momento
cuantos aquí nos encontramos; prueban con elocuencia lo
que esos despojos valen para la patria que los reclama,
y lo noble y grande del aliento que ayer los animaba.
Grau, Aguirre, Palacios
Ferré. y Bolognesi y Espinar. La tierra que mañana va a
cubriros en cambio del respetuoso asilo
que os
prestara el enemigo de ayer, no será la tierra del
olvido !No¡ son nada más que vuestros restos materiales,
los que junto y envueltos en la bandera a cuya sombra
rendisteis la existencia, hoy a la Patria
tornan; empero, bien sabéis allá- en la mansión celeste
donde también están vuestros espíritus- que desde el
instante del sublimo sacrificio viviste, como vivía y
viviréis eternamente en el culto de todos y cada uno de
vuestros compatriotas.
Id, pues, en paz y en
gloria hacia los vuestros; veneradas reliquias. ¡Id a
decir a esa Patria que os recobra, cuanto la amamos sus
ausentes hijos! Decidle, que nada amortigua en nuestros
corazones, el anhelo por su bien y su grandeza, que es
muy duro, muy triste, vivir de ella alejados; y cuanto
lamentamos no poder volver con vosotros a su seno.
Y tú, y Dios
Todopoderoso, a cuya voluntad todo obedece, haz, oh
Señor, que ese vasto mar, teatro unas veces, y otras
testigo, de las hazañas de sus héroes, calme sus ondas y
conduzca venturosa a la nave que devuelve al pueblo
peruano agradecido la ceniza de los que sucumbieron en
su defensa; pueblo que quiere contemplarlas y
bendecirlas, que quiere humedecerlas con sus lágrimas y
que ya, ansioso en sus playas, las esperan como
especialísimo tesoro.
La urna con los
despojos de Grau fue portada por los peruanos residentes
en Chile y por miembros de la Comisión llegada en la
cañonera “Lima”. Las cintas fueron dadas a don Evaristo
Sanfuentes, Ministro del Interior y Presidente del
Gabinete; J. Causiño miembro de la Corte Suprema de
Justicia; a José Evaristo Uriburu, Embajador de
Argentina y Decano del Cuerpo Diplomático, a don Juan
Mackenna, Ministro de Relaciones Exteriores; a H. da
Bacurt, embajador de Francia y al capitán de navío
Melitón Carvajal, Presidente de la Comisión Peruana. La
urna fue depositada en un lujoso carro tirado por
caballos blancos y con cuatro batidores, ministros de
Estado y en varios carros el cortejo se dirigió del
Cementerio a la estación del ferrocarril. La comitiva
era escoltada por un regimiento de artillería y otro de
caballería y a pie un número muy elevado de personas.
Cuando a lo largo de cinco kilómetros el cortejo pasó
por la Plaza Principal, la banda de músicos del 4ª
Regimiento de Línea, tocó el Himno Nacional del Perú, y
cuando pasó la masa humana por el Palacio de Gobierno
de la Moneda, se unió a la muchedumbre la Escuela de
Grumetes. En esos momentos el Presidente Balmaceda,
apareció en uno de los balcones con la cabeza
descubierta. Al llegar el cortejo a la estación del
Ferrocarril, se encontró que allí había otra compacta
multitud. En ese lugar, el General José Velásquez, ex
combatiente del 79 y Ministro de Guerra y Marina,
pronunció el siguiente sentido discurso:
Señor Ministro del
Perú:
La nación que guarda
los restos de un gran ciudadano y de un esclarecido
militar, se levanta y ennoblece. Por esto el Gobierno y
el pueblo de Chile tributan con íntimo sentimiento de
respeto honores al hijo predilecto de una república
amiga.
Ayer, cuando se le
honraba en el cementerio del Almirante “Blanco
Encalada”, decíamos que el patriotismo no reconoce
fronteras.
Hoy, al entregar
respetuosamente las cenizas del Almirante Grau a los
representantes de su patria, podemos decir: la gloria y
el heroísmo, no reconocen continentes.
El nombre del
Almirante Grau, resonó en el orbe civilizado. Los
Gobiernos y los pueblos del suelo americano, tenían sus
ojos fijos en la estela que marcaba en el océano la nave
peruana. La dirigía un ilustre marino que honrando la
bandera y sirviendo los intereses de su país, ganó
renombre y gloria imperecedera.
¡ Almirante Grau ¡
Un pueblo amigo os
saluda y se despide de vuestros restos venerados.
Volvéis al hogar y al corazón del Perú. La memoria de
vuestros hechos y de vuestro nombre, será conservada por
todos los chilenos y especialmente por nuestros marinos
y soldados.
Nosotros hemos
respetado y respetamos siempre el valor heroico y el
deber cumplido.
Fue tal la emoción
que embargó a la multitud este discurso, que tras de
profundo silencio, estalló en aplausos gritando ¡Viva
el Perú¡ ¡Viva Chile¡
El Embajador Elías,
contestó de la siguiente forma:
Señor Ministro:
Las nobles palabras
que acabáis de pronunciar, producirán en el corazón de
todos los peruanos la más patriótica satisfacción.
Es propio y digno de
una Nación que no sabe escatimar el elogio y la
recompensa que merecen sus buenos servidores, reconocer
el valor donde quiera que se presente y glorificar el
heroísmo de las grandes acciones.
Es cierto que la
gloria y el heroísmo no reconocen continentes y por eso
buscamos todos en la Historia las más grandes
inspiraciones y nos entusiasmamos por aquellos cuyo
sacrificio por la Patria los ha inmortalizado. Y esto es
común a la humanidad toda ¡Cuanto más, no deberán serlo
al tratarse de pueblos que tienen un mismo origen y que
pasado el fragor de la lucha, deben apreciarse
recíprocamente!
Muy honroso es para
mí, señor General, expresar en nombre de mi Gobierno y
de mi país, la más sincera gratitud por el caballeresco
homenaje, que hablando en representación del Ejército y
la Marina, tributáis a la memoria del Contralmirante
Grau que con tanta razón calificáis de hijo Predilecto
del Perú
También estas
palabras fueron acogidas con vivas y vítores, lo mismo
cuando se anunció que iba hablar el capitán de navío
Melitón Carvajal, Presidente de la Comisión Peruana y
sobreviviente del “Huáscar”.
El tren en que se
llevaron los restos a Valparaíso estaba engalanado y
lleno de aparatos florales y la gente permaneció en la
estación hasta que se perdió la máquina en la lejanía.
Como las ceremonias en Santiago habían llevado mucho
tiempo, la locomotora tuvo que acelerar su marcha y fue
así como llegó al puerto de Valparaíso a las 6 de la
tarde, cuando ya oscurecía por el invierno. En la
estación esperaba también una inquieta gran multitud.
Allí el Regimiento Nª 3 de Línea, le rindió honores
militares. El recorrido al muelle se hizo entre dos
filas de marineros. Era Intendente de Valparaíso y
Comandante General de Marina, el contralmirante Juan
Williams Rebolledo, él mismo que fue contendor de Grau
en la Guerra del Pacífico. Junto con Rebolledo estaba
una gran cantidad de Jefes y Oficiales de la Marina
chilena. En nombre de ella, habló el capitán de navío
Salamanca y le respondió el capitán de navío Melitón
Carvajal. La urna funeraria se colocó en una falúa
engalanada y enlutada con paño negro, que era remolcada
por una lancha a vapor de la Gobernación Marítima. A
ambos lados de ella en botes de los barcos de guerra se
embarcó la comitiva. El mar estaba tranquilo, pero ya
había caído la noche y se alumbraban con hachones y con
los faros de la cañonera “Lima” y del crucero
“Esmeralda”. A las 7 y 30 de la noche el Comandante
Alzamora de la “Lima” recibió la urna. En esa
oportunidad el Embajador Carlos Elías pronunció el
siguiente discurso
Señores:
Al entregaros para los lleváis a la
Patria, estos venerados restos del Contralmirante Grau,
que ha descansado en tierra chilena durante diez años,
cumplo las instrucciones del Supremo Gobierno que tan
patrióticamente ha interpretado el sentir nacional y es
doblemente grato para mí este honroso encargo, porque
conservo inalterable y con cariñoso respeto el recuerdo
del mejor de mis amigos, y me asocio como representante
del Perú a un acto de justicia y gratitud que enaltece a
la República.
Vosotros señores, que
fuisteis, los unos los compañeros de su gloria y de su
sacrificio y otros de la legión que combatió con
espartano heroísmo en el Morro de Arica, no necesitáis
que yo os recuerde las hazañas de Grau,
Ellas quedan como
estela luminosa marcando las aguas del Pacífico, el
rumbo del honor y del deber.
Grau desde que se
inició en la guerra, comprendió la suerte que en ella
había de caberle. Conocía el poder de la escuadra
enemiga y la fuerza del buque que comandaba, y así desde
el primer momento resolvió sacrificarse por su Patria.
Y cuando se le
presentó la oportunidad que le ofrecía el ascenso que le
otorgó el Congreso, de dejar el mando de su buque que no
correspondía ya a su alta clase militar, no quiso
aprovecharla, porque tal acción no era digna de alma
tan grande, para conservar el derecho de morir como
simple comandante del “Huáscar”.
Hoy, que colocadas
sus cenizas en este buque, construido con donativos
populares y que representa aquí a la Patria ausente, a
la sombra del bicolor querido, paréceme como que veo
presentarse radiante de luz, la altiva figura de Grau y
erguirse sobre su pedestal de gloria, para decirnos a
todos:
Sacad provechosa
enseñanza de vuestras desgracias y recordad que la unión
es el lema de vuestro escudo. No gastéis vuestra
vitalidad en estériles luchas que enervan y debilitan a
los pueblos. Buscad en la paz y en el trabajo que
engrandece, el secreto de vuestra fuerza y poderío. Y
aprended de mí que os dejo trazados con caracteres
indelebles en las páginas de nuestra Historia, una
lección sublime de heroísmo, para que no olvidéis jamás
como se sirve a la Patria y como se muere por ella.
Este discurso
pronunciado con gran emoción, impactó en todos los
presentes y sobre todo en los marineros peruanos que lo
escucharon con recogimiento y respeto.
A continuación el
capitán de navío Carvajal, compañero de Grau en Angamos,
dijo:
Señores:
Al separarse de estas
playas la Comisión encargada por el Gobierno del Perú
para trasladar a nuestra Patria los restos del ilustre y
benemérito Contralmirante Grau, creo de mí deber hacer
uso de la palabra, para expresar una vez más, nuestro
agradecimiento por las facilidades que nos ha prestado
el gobierno de Chile y las muestras de personal
distinción con que nos ha honrado.
Las glorias militares
de las naciones, son evidentemente los más notables
timbres de honra, por que el valor y la nobleza son y
serán siempre los sentimientos que más distinguen a los
hombres superiores.
La guerra impone
terribles sacrificios en aras del deber; los que en el
anchuroso mar ayer y siempre, se llamaron hermanos,
tienen que ser después los mártires de la lucha en
defensa de la honra de su bandera, representando siempre
la gloria y el sacrificio por la Patria.
Estas son señores,
las ideas que se presentan en mi mente en presencia de
estos restos venerados. Tenemos por delante, los
despojos del marino, que cumpliendo su deber sacrificó
su vida en honor de su bandera, del mismo que catorce
años antes en las aguas de Abtao, fuera uno de los
defensores del honor de la bandera chilena.
Hoy, felizmente, los
lazos de amistad unen al Perú y Chile dándonos la
satisfacción de ver honrados caballerosa y
espontáneamente por el gobierno y pueblo chileno, los
restos del aliado de 1866 y del noble y heroico
comandante del Huáscar de 1879.
¡Honor y gloria a
estas fechas, agradeciendo de mi parte y a nombre del
Perú por la manifestación de hoy!
Las actuaciones de
ese día se cerraron con la intervención del coronel
Manuel C. de la Torre, miembro de la Comisión peruana y
ex combatiente de Arica.