Citas de Groucho Marx Pág 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8
-¿Por qué y cómo ha llegado usted a tener veinte hijos en su matrimonio? - Amo
a mi marido. - A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me
lo saco de la boca. (Programa de TV You Bet Your Life)
Por viejo que se haga, un hombre siempre puede implantarse un tupé y tocar el
culo a las camareras.
Poseo todas las taras físicas que los anuncios de televisión prometen curar en
24 horas.
Presidente Truman a Groucho: "Usted me suena de algo". Groucho a Truman: "Sí,
soy el tipo del bigote negro al que siempre trata usted de imitar en sus
discursos".
Quien dijo que al corazón del hombre se llega por su estómago no tenía ni idea
de anatomía.
¿Quién puede pensar en suicidarse estando el precio del gas en 48 dólares al
mes?
¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda
pregunta.
Salvo en la ropa, en los institutos de la belleza y en Sinatra, las mujeres no
coinciden en nada.
Ser viejo es tener más ataques cardiacos que erecciones.
Si alguien plantase políticos en los campos de América, ya no haría falta
abonarlos con estiércol.
Si las ostras tienen perlas es porque hasta los machos de las ostras saben que
de las hembras no se obtiene nada a cambio de nada.
Si practicar el sexo fuese delito, y el botones del hotel Beverly Wilshire
hablase, yo ya estaría condenado a cadena perpetua.
Siempre he soñado con ir a la cárcel por maniaco sexual. Si no lo he logrado,
ha sido porque me ha traicionado el físico.
Sobre las veladas en casa de los Bogart: "La cocina no es gran cosa que
digamos, pero la conversación es lamentable".
Sólo hay una cosa más falsa que mi bigote: yo.
Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si
responde "sí ", entonces sabes que está corrupto.
Soy tan viejo o tan sátiro, que mi amante es compañera de clase de mi hija.
Supriman a las esposas y ya no habrá divorcios.
Tanto si permaneces soltero como si te casas, estás cometiendo un error
irreparable.
Tras el glamour y el brillo del mundo del cine se esconde la realidad de que
ninguna sala podría sobrevivir sin sortear Cadillacs y sandwiches de pollo.
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