Por
la unidad nacional. Pamplona 2000
Jesús López
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José Mª G. de Tuñón
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José Orella, Instituto de Estudios Políticos
Justicia
centrada
FE
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Últimamente, se puede leer en cualquier medio de prensa derechista, sin venir a cuento, una alusión a la Falange o a su fundador. No responde ésta a la relevancia diminuta de la Falange hoy o a una consideración histórica; se trata de insultar, con una similitud, mas forzada que la del “tocino y la velocidad”, a ETA, cuya ideología no sería la que repetidamente ha expuesto ella y su brazo político, HB-EH, si no una especie de criptofalangismo.
A todo ello se une un viejo tic de la derecha, tanto liberal como ultramontana, el “palo a Rusia” con que se orlaba cualquier editorial o artículo de fondo de pretéritos tiempos. Lo mismo daba que se hablase del gol de Marcelino que del mayo del 68, de Cuba que de ajedrez, era al parecer de buen tono largar un estacazo al rojo, viniese o no a cuento, lo que garantizaba la ambicionada etiqueta de “afecto al régimen”. Ese tic sigue vigente hoy, pues todo bienpensante necesita tener su chivo expiatorio. Como lo de los judeomasones ya no se estila, y los “rojos” están más presentes en los consejos de administración que en el Kremlin, se recurre al chivo más indefenso, al más débil, haciendo bueno aquel proverbio indio que dice que los hombres se miden por el tamaño de sus enemigos.
Tanto La Razón como ABC o El Mundo, tienen a gala eso de “a moro muerto, gran lanzada”. Caidos, luceros, dialéctica de los puños... Quintanilla, todo vale para lucirse por los que no se atrevían cuando
García Serrano y Aparicio tenían páginas desde donde responderles. En eso
El País de Polanco está más equilibrado. En muy pocos días de fines agosto, me he hartado de leer como, junto con la escalada etarra, se abominaba, en forzada macedonia, de la dictadura de
Franco, Ansón, de
Onésimo, C. Dávila, de Falange,
Labordeta, Pedro Jota etc. Sin duda el probado valor en el maquis de estos exrojos y excarcas les acredita para seguir con el mismo rollo en el año 2000.
Pese al liberalismo ideológico, no lo habrá de talante para publicar opiniones opuestas, como no lo hubo para la rápida y perfecta contestación enviada a
El Mundo por Cansino.
Lo que he llamado el tic de la derecha española es un fenómeno singular, de mala conciencia, sólo comparable con la Francia e Italia de posguerra, y responde a vergonzantes complejos de quien prefiere reconstruir su memoria, y sentirse siempre bien visto por quienes tengan la patente de la palmadita. La psiquiatría y no la política tiene la explicación.
Para la derecha, en general, vaya mi desprecio. En el caso concreto de un izquierdista que merece mi respeto, el cantautor y diputado aragonés
Labordeta, les adjunto parte de una respuesta privada a su dirección labordeta@chunta.es:
“ He leído su artículo en El Mundo, que globalmente está muy bien, retratando la dinámica de locura
atberzale. Sin embargo, creo que es ud. injusto con los falangistas que llevan una corona a su fundador una vez al año. Algo bien inofensivo por alguien que murió diciendo “ójala sea mi sangre la última que se vierte en España en contiendas civiles”. Así lo elogia
Indalecio Prieto, por ejemplo, incluso Azaña. Es fácil herir con comparaciones. La proximidad a ETA se encuentra antes en el nacionalismo o en el marxismo que en quienes los combatieron. Ud. conoce los anteriores y nadie le reprocha tal semejanza. Tal parece que matar un Guardia Civil estaba bien en vida de Franco y ahora no, a juzgar por el tono de las condenas de algunos, con lo que se establece la ley del Fin, no de los Medios, como patrón moral. Los falangistas le tienen una especial admiración, porque su
interés por las tradiciones, la canción, la poesía y el folklore les mueve hacia la gente auténtica, sea de Irlanda o de Aragón.
Quien se opone a la demoledora globalización yanqui, sea ud. Anguita o cualquiera, ya merece algo de simpatía, que no espera nada, salvo que no usen a Falange como espantajo teatral, recurso tan fácil y tan bajo como cuando fue usada como coreografía teatral por el régimen al que ud. cantaba “habrá un día en que todos.....”. Precisamente entre todos, los que fueron comunistas en Teruel, o falangistas en Alcubierre, debemos mirar adelante, con los ojos limpios, reconstruyendo los abandonados pueblos y sin proporcionar mas muertos a los que llevar coronas de flores que los que da la vejez. Un abrazo fraterno de quien también ha llevado flores a una tumba.”
F. Otazu |