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Núm 16, II Época - Agosto 1998 - Edita FE-JONS - Director: Gustavo Morales |
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El
periscopio de Günther 35 horas Anguita se ha embarcado en el experimento frencés de las
35 horas, órdago electoral de Jospin, que no creía en su victoria y que poco antes
formó dúo de jazz con el presidente de la patronal e íntimo amigo, Seilliere. Dicha
norma entrará en vigor en el año 2000 y ha tenido como primeros enemigos a los
sindicatos alemanes, que controlan la confederación Europa de Sindicatos. Laboristas
ingleses y socialdemócratas alemantes muestran total hostilidad. También la gran prensa
europea. La patronal francesa ha puesto toda la carne en el asador, financiando estudios
sobre competitividad y desenterrando viejos fantasmas: "que vienen los boches"
(alemanes en sentido despectivo). La Cumbre de Luxemburgo, sobre el paro, ha omitido el
problema, con perezosa cobardía. La ministra de trabajo francesa, Martine Aubry, mano
derecha de Jospin, viene por España, a explicar su proyecto. La poderosa patronal CNPF,
ya ha logrado retrasar al 2002 su vigencia en las PYMES, planteando una guerra abierta que
la derecha política no puede dar, acomplejada por una derrota que Chirac se ganó a
pulso. En nuestra historia siempre ha sido importante lo que ha pasado en Francia. Por
ejemplo, la implantación y la abolición del servicio militar lo han sido a su remolque.
Como una medida de este tipo no puede llevarse a cabo en solitario, siendo tanta la fuidez
competitividad intraeuropea, cabe pensar que la Comunidad, con unos horarios entre las 37
y las 40 horas, España está en la media con 8,3, aceptará o rehusará en su conjunto
esta medida. Detrás de ella no está tanto la reducción de tres horas a la semana
-cuando era bancario firmé 37 y trabajé 57, por la inseguridad del reenganche-, sino,
bajo bandera de lucha contra el paro, la disputa entre la cultura de la competitividad y
la de la calidad de vida. En cierto modo, la del calvinismo norteño y la del catolicismo
latino. Por una vez, desde la Paz de Westfalia y Rocroy, ganemos los católicos.
Repartamos trabajo y ocio. |
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