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Núm 17, II Época  -  Septiembre 1998  - Edita FE-JONS  -   Director: Gustavo Morales


Leguina y la muerte del poeta

Este año hemos estado contemplando la conmemoración del centenario del nacimiento del poeta granadino García Lorca; aunque en honor a la verdad no sólo se cumple este centenario porque hay algunos más que como el granadino han estado relacionados con el mundo de las letras: me quiero referir a Vicente Alexandre, Dámaso Alonso, Rosa Chacel, incluso el del catalán Marià Manent notable traductor del inglés al castellano y también el centenario del nacimiento del escritor falangista Luys Santa Marina. Pero el ciclón lorquiano arrasó y eclipsó el de todos los demás, siendo la razón principal su trágica muerte fue aprovechada por hasta quienes, posiblemente, no conocen la obra del poeta. Docenas de artículos hacían referencia a esa muerte y muy pocos a su obra. Cada cual ha tenido su propio Lorca. Miles de libros se han vendido sobre su vida, pero muy pocos sobre lo que nos dejó escrito. El personaje debidamente manipulado, en definitiva, interesó mucho más que su obra. Urge desprender a Lorca de la política, del doloroso desenlace de su vida decía Julián Marías. Contra esta manipulación alzaron también sus voces los hispanistas que han criticado la exclusiva visión folclórica, gay o de izquierdas que ha obscurecido la universalidad del poeta dentro y fuera de España, una imagen que se hace difícil de romper. La propia familia del poeta de Fuente Vaqueros arremetió asimismo contra los que sólo ven a Lorca como andalucista, gay y de izquierdas. Uno de sus sobrinos, Manuel Fernández Montesinos secretario de la Fundación que lleva el nombre del poeta, ha declarado que “hay quien parece empeñado en empequeñecer la figura de Federico García Lorca y se fijan en tres puntas de un gran iceberg”. El también granadino Francisco Ayala, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, protestó por el aprovechamiento casi industrial que se ha estado haciendo del centenario del nacimiento del autor de Bodas de sangre. Y el profesor Carlo Bo, decano de los críticos literarios italianos y autor de una de las primeras antologías de García Lorca se ha unido asimismo a las voces de protesta de tanta manipulación, dejando muy claro, por otro lado, que el centenario del autor de Mariana Pineda marcará el declive de su falso mito como intelectual de izquierdas.Pero quien no parece haberse enterado es el papagayo de Joaquín Leguina, triste personaje, especie de ferralla humana, como así lo retrató un conocido columnista, zurupeto, zarracatin y corredor de oreja que suele enfadarse cuando pierde unas elecciones llamando “mentirosos, traidorzuelos y tramposos” a sus compañeros borrellistas del partido haciendo con ello declarar a su también compañero Alfonso Guerra: “Resulta un poco llamativo que algunas personas que se pasan la vida argumentando que todo hay que renovarlo acepten tan mal que los renueven a ellos” . Por su parte, el candidato a la presidencia José Borrel, y sin que extrañe lo más mínimo a nadie por los escasos conocimientos que tiene Joaquín Leguina, ha sustituido a éste como portavoz en la Comisión de Cultura del Congreso, precisamente por su falta, entre otras cosas, de cultura. Joaquín Leguina, que carece de preparación intelectual como queda testimoniado con su sustitución por ineficaz, y también de criterio como lo demostró al tener que alterar su opinión, en menos de tres horas, cuando tuvo que rectificar lo que antes había llamado a sus compañeros borrellistas, fue invitado por el diario Ideal de Granada a colaborar con un artículo en las páginas que el pasado día 6 de junio el periódico dedicó a Federico García Lorca. Pues bien, Leguina haciendo uso, de manera sectaria, cruel e inadmisible, de un desconocimiento total de la realidad de los hechos se refiere a “los matones de Falange” como responsables de haber ido a buscar a García Lorca para que fuera asesinado más tarde. ¡Váyase al carajo, ruin, mentiroso y falsificador de la historia! Deje en paz a los falangistas que nada han tenido que ver con esa desgraciada muerte que fuimos los primeros en lamentar como recoge muy bien el artículo que firmó el falangista Francisco Villena en el diario Amanecer de Zaragoza según la copia que obra en mi poder y que tuvo la gentileza de pasarme mi buen amigo y periodista Ismael Medina. El artículo fechado el día 3 de abril de 1937 dice que “el Imperio ha perdido su mejor poeta. Ahora sí que podéis pregonar que la poesía de García Lorca huele a tierra mojada...”, o lo que escribió otro falangista en el diario Unidad de San Sebastián en el mes de marzo de 1937 atribuyendo su muerte a “los cien mil violines de la envidia”, y que cita el catedrático e historiador Carlos Rojas. Estas cosas decían los falangistas de entonces y también los de ahora. Usted señor Leguina no se dedique a dar carnés de Falange a personas que jamás lo fueron y cuide más que en su partido no se vuelvan a repetir casos como Filesa, Malesa, Time Export y un larguísimo etc., o también que no se repita el caso GAL que dejó un reguero de muertos. No se escude, señor Leguina, en lo que dijo o dejó decir Ian Gibson que éste no ha dicho nada de lo que usted escribió y además el irlandés siempre dejó muy claro que los falangistas nada tuvieron que ver con la muerte del poeta granadino por quien José Antonio sentía una gran admiración como así lo afirma el propio hermano de Federico, Francisco García Lorca, y cuya admiración no hace extensible, por ejemplo, a Indalecio Prieto o Largo Caballero. Ahora espero, señor Leguina, que todos los adjetivos que, con razón, dedica a los asesinos del poeta de Fuente Vaqueros, se los dedique también a los asesinos de Ramiro de Maeztu.

José Mª García de Tuñón y Aza