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Galería de Arte >> Desnudos - Indigencia - Manizales - Monumentos

Desnudos

Por
Daimer Alonso Montoya Gallego

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Manizales, otra mañana más, hoy el sol se levantó tarde y ella todavía andaba desnuda, un poco fría y húmeda pero no alterada ni enferma; ella hace mucho tiempo más del que yo recuerdo que nació allí.

Su madre la parió grande, morena, delgada cuando el aire frío todavía caracterizaba su tierra.

He pensado en ella y en su madre detenidamente cuando me pongo a mirar con ella y su príncipe el pequeño horizonte abaldozinado y aconcretado que enmarca su porvenir. He pensado en porqué su madre, que tuvo que ser muy robusta para contenerla en su vientre, quiso dejarla en ese pequeño lugar tan bullicioso y melancólico, con ese hombre a su lado que más parece su hermano en camino a la escuela que su amante.

¿Por qué ella que parece princesa refleja en sus ojos la luz artificial del hombre y no mira al cielo pasmosa, joven, bella, la luz de la luna y sus vasallos rutilantes? ¿por qué ella con sus carnes firmes y su piel brillante, soporta la sevicia del olor petróleo y su negra suciedad sobre sí, por qué no decidió correr en vez sobre las flores y la hierba?

Siempre me ha gustado verla desnuda. La observo, me detengo en su vientre, en su pubis. Cuánto me gusta su vientre.

Ella no me mira, se concentra en su "horizonte" y no parece inquietarse, a él lo noto algo desencajado, sabe que miro a la que yo creo su hermana con demasiado ahínco; pero no sabe que mis ojos nunca han visto a aquellas bulliciosas de esta tierra baja, desnudas y jadeantes, duda de mi experiencia y me cree su competidor, porque nadie nunca, había tratado de hacerle el amor a su desnuda acompañante.

Entonces me río de él, de mí, bajo la vista de sus alturas engañado por el tiempo que suena muy junto en las campanas de un extraño castillo sin reina, sin rey y me dirijo en pasos adormecidos sobre las caderas y el vientre desnudo de una bulliciosa que se adentra entre las calles.

Los todavías en que me pregunto en el porqué de su presencia en esta plaza de vida, de lata, de afanes, de ellas son muy frecuentes.

¿Estarás para mí, mujer?

 

 

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