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En esta ciudad

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  • Casaooooooo
  • Guerrero Urbano
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Por
Daimer Montoya
daimermontoya@yahoo.com

Cuando una cosa casa quiere decir que la naranja está completa, por una casualidad extraña o la ardiente voluntad de una incansable búsqueda, dos objetos animados o no, por fin alcanzan el tan deseado “together forever” y se unen de tal forma, que no sale cada quien sin perder el nombre, o al menos tres cuartas partes de su sentido vital, al recobrar su natural independencia.


Pruebas contundentes de casados memorables: mazamorra y bocadillo, no se piensa en una taza sin la compañía de su dulce amigo de guayaba, el aguacate pa' los frijoles, los buñuelos y la natilla, María y José, el pibe Valderrama y Redín, Bolívar y Manuelita, Batman y Robín, Gardel y el tango, Kaliman y Solín, nos cuentan sobre la vida que es mejor de a dos. Destinos, recónditas historias tras las esquinas de la ciudad moldeada por sus habitantes.

Seres que han pensado la perfección en el equilibrio de dos fuerzas, quizá les quedó el vicio desde que a su dios se le ocurrió hacer las cosas por parejas: el cielo y la tierra, la luz y las tinieblas, el fuego y el agua; tan diferentes uno y otro, caras de una misma moneda, pero contenidos en un mismo símbolo enigmático. Indicios de que Adán y Eva, también caminan por ahí amándose y odiándose, siempre en una eterna búsqueda, que no logrará poner todo el peso de la balanza en su solo extremo.

Como un dios, Juan Carlos Díaz, un pequeño y simpático hombre, que minimiza la labor creadora del azar en la pareja de un lácteo procesado y una cocción de guayaba con panela, más conocido como” casao”, recibe con su acostumbrado e intermitente grito débil ¡casao, casao, casao! a la multitud de estudiantes, que disminuidos por el esfuerzo mental y el sol de medio día buscan el almuerzo.

Encarna así su propia historia, similar a la tarea que ejecuta el destino y el tiempo, que arman conjuntos precisos y omiten la opinión de los directamente implicados; nosotros, las partes del conjunto.Crea para su vida uniones que nos tocan mas allá del estómago y llevamos prendidas en el pensamiento.

Juan es humilde, Juan es bueno, Juan ama a su mamá, sujeto verbo y predicado escaparon de la cartilla a temprana edad, cuando cursaba primero básico, vive con su mamá en el barrio Asís, con una hermana que trabaja como panadera y un hermano que es bulteador en la galería, tiene veintitrés años, soltero y viudo del alma, al haber perdido a su novia de catorce años en un incendio, por descuidos en la intensidad de la fe prendida en una vela. Es cristiano de nacimiento, le encanta el culto y las maravillosas, prometedoras y bonitas palabras de su pastor, que alimentan su tiempo libre, escucha música cristiana y su sueño es tener plata y salud.

Como muñequito curioso pone a la orden su bocadillo con queso por 600 pesos, ilustrando su presencia en la acera próxima a la reja principal, alertando la risa de quienes pasan a su lado corriéndole al tiempo y al hambre, seguros de tener en sus manos el papel protagónico de la historia.

Ahora, alterna su clásica venta con un famoso bolis, publicitado en los medios por unos pingüinos bromistas, se viste de azul y fucsia llevando un escudo en el pecho con un a “B” en el centro, que lo hace ver como un superhéroe, igualito a Superman o Batman, deidades hechos hombres, símbolos de la “libertad y la lucha norteamericana”; pero a él su llamativo uniforme de trabajo no le aprieta la vergüenzas y la lucha es por si mismo, o la momentánea satisfacción de sus compradores al probar sus casados. Alarga así su pequeño anuncio grito que le da un mejor carácter a sus facciones, antes expresiones suplicantes.

El negocio pareciera prosperar y se le nota en el rostro, en sus ofrecimientos: ¡Bonice, Bonice...casao, casao, casao! Las sonrisas van y vienen topando con la nueva gente que lo rodea, ¿ amigos? Por que no, no hay nadie para medir en estos momentos, los jueces del premio a la intachable y siempre intensa amistad andan de fiesta.

 

Descansan los merecimientos y Juan sus ojos café en las formas de las mujeres que continuamente pasan alardeando de belleza, una batallita de miradas se concentra cada vez que los géneros se encuentran; las “F” y los “M” se quieren juntos y por eso se llaman, se quieren casados, no por lo católico, ni firmas en documentos civiles, compromisos no y menos con padrinos; quieren que el cuerpo decida. La batallita diaria continúa y él ofrece, insiste, llama, el que muestra vende, anda por ahí, como todos, ganándole a la muerte días para construir su vida, que es la que importa, escribiendo en lo que fuere la formula que le permita alcanzar su sueños, haciendo de superhéroe, de dios, de ti y de mi. Prodiga sus deseos: “Plata y salud”, salud, dinero y...¿el amor?, quizás lo olvidó, todos olvidamos algo, al elegir omitimos otras posibilidades. El todo es que para efectos prácticos, el “ caso casao ”, funcione mejor de a dos.

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