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Fundadora de "Hastinapura"










Querida Alma:


Utilizo este sector de la para darme el enorme placer de poder compartir contigo un compendio de cuentos y reflexiones escritas por Ada Albrecht desde el año 1981 hasta el año 1995. Como expliqué en el sector dedicado al Universalismo, Ada es la fundadora de Hastinapura, un Ideal Espiritual cuyo cometido es ayudarnos a acercarnos más a Dios, a través del estudio comparado de las religiones, a través de la práctica de la meditación, la devoción, el servicio desinteresado, el recto conocimiento, y básicamente a través de hacernos tomar conciencia de cual es la finalidad de nuestro paso por la Tierra: amar a Dios.

Sería bueno que te sumergieras en esta lectura con apertura, dejando un poco de lado a tu mente y sus opiniones, dado que el contenido de estos textos está dirigido más al corazón y al alma que a la mente. Me refiero a que puedas pasar por alto aquello con lo que no concuerdes, para dejar entrar la luz que se encuentra más allá de lo meramente formal. Por ejemplo, cuando leas la palabra "Hastinapurano", hacé de cuenta que estás leyendo tu nombre.

En úiltima instancia, dado el gran contenido vinculado con Hastinapura que tienen estos artículos, este sector puede cumplir las veces de humilde homenaje a dicha Asociación.

Te pediría encarecidamente que pudieras dedicar parte de tu tiempo a sumergirte en el contenido de estas reflexiones, porque, según mi humilde criterio, realmente llegan al alma. Me parece que existe hoy día todo tipo de literatura que, de una manera u otra, nos conecta permanentemente con nuestra apariencia, nuestro cuerpo, la mente y todo lo fenoménico. Entiendo que cuando un texto tiene la capacidad de traspasar esos planos y tocar suavemente nuestro interior, nutriéndonos, es porque ese texto sale de alguien que sin duda alguna está ubicado en lo más profundo de la vida
.

La literatura que nace de la Esencia
produce claridad interior,
ese es su sello, por lo tanto, nos hace crecer.
El resto son sólo palabras, elegantes y eruditas tal vez,
pero vacías...
Dale alas a tu alma...,
aprovecha estos textos que la vida hoy te regala.

Un abrazo
Lía






El hombre es una criatura increíble. Capaz de levantar un megalópico mundo y coronar al tecnicismo como dios de su sociedad, descuida en grado sumo aquello que fuera principio y fin de toda auténtica búsqueda: el Ser en sí, que mora dentro de cada ser humano. Este Gran huérfano permanece a la sombra, roído por la indiferencia, paupérrimo, abandonado. Trabaja la ambición, el destino psíquico que extrovierte al hombre y lo hace esclavo de su mundo circundante. La Metafísica se halla sepultada por la técnica. Dios agoniza; la mística, el rezo, la oración, el contacto espiritual del ser humano con la energía Una se circunscriben a ser prácticas de grupos catalogados por los más como "extratemporales", inadaptados, arcaicos, en fin, fuera de época. ¡Cuán lejos estamos de aquellas culturas donde el amor a Dios generaba el levantamiento de las grandes urbes, donde Mística y Filosofía marchaban unidas, donde para decir "Soy" había que agregar un apabullante conocimiento ontológico, ser perito y dominador de las Esencias ultérrimas!

No hay Hombres: hay máquinas, hay entes de extroversión, hay manos-tenazas, espíritus fabriles, mentes refugiadas en la cueva de lo temporal, verdugos de Dios; hay un ejército de sombras-pensamientos que marchan hacia el precipicio del error, el furioso océano de la locura. Mas, ¡oh fantástico milagro!, en cada uno de nosotros, los cautivos de esas lianas infernales, late el grito, late la rebelión, late la Búsqueda de Aquello, late, en fin, la esencia del Niño Divino, que se perdió en el dinamismo de su propio juego, late la lágrima nostálgica que aspira al Sagrado Retorno por el inefable reencuentro consigo mismo. La catedral humana amenaza ruina, y se hace imprescindible su restauración. ¿Qué nos ha sumergido en el caos ateizante actual? ¿Cómo podremos poner de pie nuevamente a ese Hombre, de pie ante lo Divino, lo Sagrado, lo Eterno? Analicemos por parte, en este artículo, las causas del proceso que nos ha arrastrado hacia el mundo del fenómeno y, por ende, alejado del Nóumeno.

Primero: el culto a la episteme sin Nous, a la ciencia mecánica, al hacer sin Ser, el hechizo de toda una cultura por el logro del pensamiento-máquina.

Segundo: la desvirtualización de la metafísica; las guerras campales de religión contra religión; el asesinato masivo del espíritu en pro del "espíritu" de la letra muerta de los diferentes credos; el parasitismo de la opinión rebelada contra la Verdad. Dios pasó a ser algo pensado, no algo vivido y experienciado. El Hombre se alejó de Dios y suplió su figura por la ciencia de comprobación. Ultérrimamente y en todos los campos, el ser humano es ente de experiencia. Cree en lo que ve y toma posesión de su empeiría. Nos parece lógico, es natural que así sea. Lo ilógico y antinatural es su muerte para la Vida Real, y su muerte para toda realización metafísica; realización que no supieron darle los diferentes cultos, demasiado ocupados en sus propios belicismos.

¿Puede el ser humano llegar a la comprobación de su propia esencia paratemporal? Sí. ¿Puede el ser humano conquistar la visión de lo Divino? Sí. ¿Por qué no lo ha hecho entonces? Porque nadie se lo ha enseñado, porque hay como una postergación, indiferencia y menosprecio por toda aquella magistral turgencia del Ser, y es porque el Ser está ausente: reina tan solo el parecer.

¿Cómo salir de este umbrío paraje espiritual?

Primero: retornar a las fuentes. No están perimidos o "pasados de moda" el Zefer Yetzira, el Corán, los Evangelios Cristianos, los Vedas, las enseñanzas socráticas, los Diálogos de Platón, los Prakaranagrantas de Sankara, el Libro del Tao, el Dhammapada. Está perimida, sí, la patológica y estrechísima creencia de los dogmáticos, de aquellos que aseguran que la salvación del Hombre se halla por un camino o religión específica y no por la asimilación amplia, espiritual, generosa, de la Verdad, provenga de donde provenga.

Buscar similitudes, no diferencias entre los textos sacro-filosóficos, para arribar al puerto de la Armonía y la Fraternidad entre todos los habitantes del planeta.

Segundo: acallar las voces del pensamiento opinador en pro del pensamiento Real. Para lograr esto se necesita una aguda práctica de reestructuración psicológica del ser humano. Este debe saber manipular en el laboratorio mental, como el químico lo hace entre las probetas y artefactos de su laboratorio, a fin de no confundir plomo con oro. Se debe retornar al Recto pensamiento, pues es el único que puede conquistar la Verdad.

La discursividad en cuanto a lo psicológico, el tejido enmarañado de sistemas, opiniones, "descubrimientos", escuelas, pensadores, etc., confunden y desalientan al espíritu de búsqueda. Hay estudios sobre la psique humana que tienen miles de años de reinado, y de reinado positivo; estudios que alumbraron el nacimiento de gigantes espirituales, de genios del pensamiento, de místicos de renombre mundial. ¿Vamos a hallar una sabiduría más esplendorosa que la que nos ofrecen las Enéadas de Plotino? Hemos, pues, de profundizar en todos ellos, y en los milenarios tratados escritos por Maestros del Ser, no meros especuladores en el país de la opinión, y que no podemos nombrar en este breve artículo.

Tercero: abatir la idea enfermiza de que se puede llegar a la experiencia Divina, a grados paraconcientes, a éxtasis, samadhis, etc., sólo transformándonos en santos. Todo hombre puede y debe, porque está capacitado para ello, entenderse con su Ser-Esencia. Resulta abominable la idea que susurra desde el foso del error y la ceguera que sólo siendo un "Budha" se puede conquistar la experiencia de nuestra Eternidad. De ser así, Dios resultaría el peor de los tiranos, que nos somete a la generación material, nos capacita, nos da el instrumento biológico para ello, pero nos niega el derecho de llegar a la UNION con nuestro propio espíritu. Esta falsa idea fue el origen del ateísmo. El hombre comenzó a hablar de Dios sin concientizar a Dios, sin sentir a Dios, transformándolo en "flatus vocis". Se logró con ello el apartamiento de la Humanidad de todo lo que involucraba religiosidad. Sin embargo, la misma palabra "religio" -volver a unir- desmiente la opinión de los últimos siglos.

Urge, pues, el regreso a Eleusis, a Delfos, a Brindaban, a Machu Pichu y Tenochtitlán. Entiéndase esto como el retorno al templo interior del hombre mismo, retorno a su sagrario, a su catedral interior, hoy en ruinas. No se debe perder tiempo. El mundo agoniza, y no creamos nosotros que con paliativos políticos, tecnológicos, sociológicos, vamos a curar este mal. No tienen la culpa las megalópolis, las sociedades altamente tecnificadas, el marxismo, la superpoblación, la hambruna ni el subdesarrollo. Todos esos son males que surgieron como consecuencia de haber dado la espalda a Dios y haber depositado el interés en las fabricaciones del hombre-tiempo, como si esta criatura, dicotomizada de su Yo Superior pudiera ser artífice de Paz, Armonía, interrelación fraternal entre los pueblos. Todo lo que podrá seguir construyendo son nuevas bombas nucleares, nuevos satélites y misiles atómicos. Quien no se convierte en río, ¿puede dar a tomar agua a los innumerables sedientos? El castramiento para la mayéutica toma esa energía sin uso y la utiliza para el engrosamiento de la personalidad, y ya se sabe que no hay peor enemigo del Bien, la Verdad y la Belleza, que el hombre entregado a la alimentación de su propio fantasma perecedero.


Así pues, hagamos Caminos; pero caminos hacia Dios,

que partan desde el propio corazón humano. Tornémonos en seres huma- nos fraternales; bebamos de todas las religiones, eclécticamente, aquello que tienen para darnos; alcemos nuestras oraciones; conformemos edifi- cios invisibles de plegarias, de rezos, de amor a lo Celeste, y veremos caer estrepitosamente la enfermedad del siglo; pues ya lo dijo Jesucristo: "la Fe mueve montañas"... y para que se muevan, es menester despertar la conciencia Humana a la Fe.


... Y si nos parece que los hombres de Fe, los místicos, los religiosos, los que marchan hacia el autodevelamiento, son criaturas débiles, detengámonos siquiera un instante en cualquier vieja ciudad europea. No se visitan en ellas los talleres artesanales del medioevo, ni a nadie le importa las tumbas de sus innumerables reyes; se detienen, sí, todos los pasos, frente a las viejas catedrales, las obras de sus artistas, los pueblos de sus santos, sus Toledos, sus Canterbury y sus Asís, como holocausto nostálgico de tantas criaturas ciegas, criaturas de un mundo que vive aboliendo lo Divino, ante aquellos gigantes de corazón que pudieron metamorfosear la misma materia y humillarla a los pies de lo Eterno. Que ello nos sirva de lección. Sólo subsiste lo que guarda las huellas del Ser. El resto es sólo hojarasca, destinada a morir a los pies del árbol de la Historia.







.

Vida y muerte; nacimiento y último suspiro. En el medio, algunos años de existencia; existencia cuajada de imprevistos, angustias, tragedias, y alguna alegría, algún hilo armonioso en el cañamazo del bordado opaco, cotidiano. El tiempo, juventud, es tu harina. Amasa con ella el pan de la bienaventuranza para tus hermanos. Constrúyete, haz caminos hacia la Felicidad Suprema de la Sabiduría, para los pies cansados de los senderos ciegos, abortados para el Destino. Como los viejos barqueros fenicios, construye tu nave con esmero y cuidadosamente, no sea cosa que la tormenta y el huracán hallen guarida en los huecos del casco dejados por tu imprudencia, y pongan en peligro la vida de quienes viajan en tu barca.

No pierdas ni un instante, ni un minuto en dedicarlos al enaltecimiento de tus semejantes. Atravesamos un piélago sombrío los hombres de este siglo. El Tártaro ha subido a la superficie, y Cerbero gruñe ante el fantasma de nuestra Divina Muerta: La Fe. Te mienten los que te dicen que arreglarán el mundo con un nuevo ideal político. Sobre la faz de la Tierra, han fracasado todos ellos en su momento, dejando al hombre flagelado y entristecido ante la puerta cerrada de una conciencia a la cual nadie despertó; porque tal vez fue mejor utilizarla como estaba, y luego abandonarla a un costado del camino de la interesada ambición. Te mienten los que te susurran que una nueva filosofía retornará la paz al corazón del siglo: todo ha sido pensado, dicho, argumentado, y el ser humano sigue abrazando a su dolor...

Un solo paso, un solo sendero ha existido siempre, existe hoy y existirá mañana para nuestra rendición: el del espíritu.

Despierta almas, construye conciencias,
siembra Sabiduría Inmortal,
y no fracasarás en tu Vida,
no pasarán en balde los años para ti,


porque cada uno de ellos será surco luminoso donde pusiste a buen recaudo las semillas de la Eternidad, que sólo pueden germinar en Bienaventuranzas.

Atrévete a dar vuelta el siglo; pero que esa inversión tuya apunte a lo Celeste. No te comprometas con lo superficial, lo baladí, lo absurdo; no extiendas tus manos para asir con ellas la morada de ningún ideal raquítico, nacido entre las telarañas de los pensamientos forjados por los malos soñadores. Quien no te señala el Cielo cuando te señala un Camino, te lleva hacia la muerte; lo sepas o no, lo aceptes o no, lo quieras o no. Sólo Dios es Meta y Destino. Mira tu mundo: lo ha olvidado. Repta entre las segregaciones de la doxa, resbala de continuo entre el lodo del ateísmo y el escepticismo. Nadie cree hoy sino en el peso y la medida. Existe lo que se palpa, toca y mira. Nos han matado al hombre, Juventud, y es de su tumba desde donde hemos de extraerlo como al Lázaro de los Evangelios. Cristo se halla ahora fundido en los corazones de sus Hijos creyentes, y ha de conferirle el poder que diera ayer a sus Discípulos, para que, como él hiciera, también nosotros, los de hoy, podamos a este siglo y a sus hombres decirles con amor infinito: levántate y anda.

Vamos, Juventud, arriba,
con fuerza y con Fe.


Tienes energía renovada, como los árboles en la Primavera. Entrega el tesoro de tu fuerza nueva a la esperanza, y deja que Ella construya, desde tu corazón hacia el de tus semejantes, puentes para Unir la orilla del Bien y del Amor con la otra, menos agraciada, donde se guarece la sombra que al transitar por tu puente, Juventud, se habrá convertido en luz. Tu puente es eso, y es también crisol que decanta y purifica, porque tu puente es el de la Fe.









El hombre ha vivido, vive, y vivirá, poseído por el miedo. Este tiene infinitos modos de manifestarse: miedo a la miseria física, a la miseria intelectual, miedo a la enfermedad, al dolor, a la muerte, miedo a los "fantasmas", miedo a los ladrones, miedo al fracaso, al deshonor, miedo a lo imprevisto; en fin, sus trajes, gamas, colores, apariciones, son tan vastas como el mismo universo. Pero el miedo tiene una raíz: la ignorancia de nuestra propia esencia. Cuando esta es destruida, el miedo desaparece, se esfuma, destruyéndose para siempre.


Mientras el ser humano siga creyendo que él es "este yo" pequeño, alimentado por la memoria y por su plurifacético entorno, mientras nada sepa de su Realidad Absoluta, el miedo le seguirá inexorablemente;



habrá guerras, malas intenciones, locura, violencia, destrucción y autodestrucción -otra forma del miedo- en nuestro planeta y en cada uno de sus habitantes.

Los sabios de todas las edades han enseñado cómo aniquilarlo; mas poco caso les hemos hecho. Sabemos cuál es el antídoto para ese veneno; el problema radica en que no se quiere dejar de estar intoxicado: intoxicado con el "yo", vivo en el "yo" y muerto para aquello que somos realmente: Conciencia de Bienaventuranza.

Si alguien nos preguntara cuál es el fin que se propone AMHA,
hemos de contestarle que es, precisamente,
la develación del Hombre en cuanto Ser,

pues en esta develación radica la total destrucción
de las raíces del Karma.


El Hombre seguirá generándolo, y, por lo tanto, atándose al dolor, la enfermedad, la vejez y la muerte; atándose al miedo que le producen estos cuatro ítems de toda vida manifiesta; sujeto a la miseria interior, descalabrado ontológicamente, crucificado en los maderos de su personalidad, esa intrusa, actriz secundaria en el escenario de la vida, que se viste y maquilla aparentando ser figura principal, cuando es todo lo contrario: una secundona que no ha entendido el liberto de la obra y, por eso mismo, actúa mal.

Todo hombre abrazado a su "yo" es sólo un poco de muerte en tránsito. La Realidad Una no se aviene a las apariencias. Por eso, dar al ser humano las armas como para que éste procure su autodevelación es darle también la llave al País de las Maravillas; y esto es Felicidad, Bienaventuranza, pasaporte al país de los Sócrates y Budas de nuestra admiración. Es claro que con la admiración no basta: hay que hacer todo lo posible por andar el mismo Camino que Ellos anduvieron; no por nosotros -¿no decimos que como "yo" nada somos?- sino por los innumerables "demás" a quienes hay que señalarles la ruta, servirles de nave para que crucen desde la orilla de la ignorancia -que es dolor- hasta esa otra de la que hablamos: la de la Bienaventuranza, entendiendo que esos "demás" somos nosotros mismos; nosotros, que no finalizamos en nuestra piel, sino que abarcamos la totalidad del universo extendiéndonos hasta el mismo infinito. El "yo" es el inventor de nuestros límites; como Conciencia Pura, somos la inmensidad -Vida-Dios.

Por esto, y sólo por esto, AMHA está de pie. Sus Directores Nacionales, sus Dirigentes y cuerpos de Profesores, han de apuntar a este autodevelamiento, han de apuntar a "saber-se", y una vez "sabidos" enseñar el arte de esta sagrada "aletheia" a todos los demás. Hemos de hacer seres feli- ces, y nadie puede serlo si se pospone, no sabe quién es, no entiende su propia naturaleza. No se puede sembrar ni abrir surcos con el arado de la ignorancia, pues todo cuanto se haga sin correc- ta direccionalidad será un constante abonar los campos de las sombras generadoras de dolor.

Para abolir el miedo, está la sabiduría; para abolir todo mal, el camino del autoconocimiento. Seremos capaces, entonces sí, de comprender lo que es "Karma Yoga"; nuestra acción será acción de liberación, y no nueva acción en Samsara. Recordarlo siempre, mantenerlo siempre presente, y subir... subir la dura cuesta de nuestro auto-encuentro para bien de todos los hombres, nuestros Hermanos de la Tierra.










Eres, Hermano mío, el artífice de tu propia santidad, o tu propia caída en los habitáculos sombríos de los sentidos. Eres luz, pero no te ves, porque es poco lo que te esfuerzas por Verte. Amas a Dios y lo buscas a medias. No te hallas entregado todavía a la vida del Ser. La presientes, pero no te encadenas a Ella. Algo en tí clama por la cercanía con lo Inefable, mas tus pies son débiles para la rectitud que posee el Sendero, te tropiezas y caes continuamente. Es tuya la culpa, pues te desatencionas a menudo, y olvidas hacia dónde se dirigía tu corazón espiritual para seguir a tu otro corazón, sensible, que sólo se entiende con los bienes de esta tierra.

Yo te digo, Hijo mío bienamado: Enamórate de Dios.
Ese es el primer paso que debes dar en el universo espiritual.


¿Dónde buscarlo, cómo anhelar su compañía, cómo verlo?

Sigue lo más simple.


Observa contemplativamente su primera Hija: la Naturaleza. Asómate al árbol, al ave, al lirio, asómate a las estrellas, a todo lo que ha sido hecho por sus manos. Un botánico ante la flor, ve pecíolos, estambres y pétalos; ve corteza, savia; habla de todo ello con lenguaje científico. Tú no puedes seguir esa dirección. Un zoólogo describe con su conocimiento la vida de las criaturas del reino animal. Tú no puedes seguir esa dirección. Asómate a todo lo creado con el corazón, acaricia la flor, su niña pequeñita, tu hermana vegetal.

Mira, Hijo, mira mucho la Naturaleza, pero con los ojos de un afecto sin límites. El ha conformado cada cuerpo, El ha dado perfume a las corolas, El es quien se desgrana sobre los lechos de los ríos, El quien conoce el misterio de la semilla.

¿No te arroba, no te asombra, no viertes lágrimas de regocijo ante el pequeño grano que por obra de Su magia se convertirá luego en árbol gigantesco? Dialoga con ellos, piensa inmensamente en su Creador. No saltes estadios. No digas "buscaré a Dios en el conocimiento" pues el Gran Conocimiento es sólo joya del corazón completamente enamorado de Dios. Comienza por buscarlo en lo que tienes; y lo que tienes es la visión de la naturaleza. Destruye en ti todo absurdo pensamiento de "explicación científica" sobre las cosas creadas. Ellos te separarán de su Creador. Nada sabemos, pero todo lo explicamos, por que nada amamos. La ciencia ha destruido a la mística. Porque especulamos sobre cada átomo del Universo, el Alma de quien lo generara yace dormida en nuestro interior. Deambulamos por la vida con el débil manojillo de nuestras explicaciones pueriles ¿Porqué esa manía de desconocer el Espíritu del Mundo? ¡Arrogancia de la razón!

Destrúyela en ti; ella es el ancla que te clava en el puerto del desasosiego; ella la cadena que mantiene la nave de tu Ser prisionera de su puerto calamitoso; puerto que nada sabe de la bienaventuranza del Mar de la santidad; puerto, Hijo, habitado por la violencia, la ambición... ¿Ambición de qué? ¿De llamar nuestro a una parte de lo creado? ¡Si todo el Universo nos pertenece!

Sobre esto de la ambición, te contaré una historia, la de un santo llamado "el ciego", pues tanto había pedido la luz interior, que perdió la de sus ojos físicos cuando la otra Visión Perfecta descendió a habitarle el alma.

Una vez, Akbar, el gran Emperador, se acercó al santo, y habiéndose arrobado por su dulcísima prédica, le dijo:

-Pídeme lo que desees, yo puedo daarte todo lo que poseo en mi Imperio.

El sabio espiritual le repuso:

- ¿Para qué he de poner a mi nombrre una parcela de mi propia casa, siendo que toda la Casa es mía?

Cuando algo deseas de este modo, que no sea UNIRTE A DIOS, no eres tú quien habla dentro tuyo: habla tu miedo, es él quien te tiene a su merced, te hace mínimo, te sumerge en el apego, pues te sabes en falta ante las leyes del Cielo.

Así, vive sólo buscando Sus Sagrados Pasos, y de nada temas, porque El lo ha prevenido todo. El ha fijado la hora de tu último aliento, la ruta de la alegría y del dolor. El te lleva invisiblemente de Su mano y sabe darte LO QUE NECESITAS en el momento oportuno.

Tu sólo debes agigantar tu Fe en El. Ese es tu trabajo. Por eso te digo: no pases indiferentemente ante la visión de su Primera Hija. ¿Cómo llevas a la boca el fruto puesto sobre tu plato? No ha crecido en una huerta ni lo has comprado en el mercado. ¡Míralo mejor! Es un pequeño hijo de Su ciencia, es Su inteligencia la que visita tu mesa. Observa los colores de su cáscara, siente su sutil aroma, míralo con profunda reverencia y descubre en él a Su Creador, y a Su Creador venéralo a través suyo. ¿Escuchas el canto de los pájaros? Que no se embelece sólo tu oído. Abre las puertas de tu alma y comprende que el genio de sus trinos es producto Suyo. El ha diseñado sus siringes, el color de sus plumas, la gracia de sus alas, El les ha dado el Cielo como Hogar, El eligió meticulosamente para cada cual, el trino adecuado. Nada es porque sí. No cometas el error de explicarlo todo con la mente, porque la pobre nada sabe sobre las Esencias.


Así pues, sea tu primer trabajo este:
buscar a Dios, y amar a Dios sobre todas las cosas.








ENSEÑANZA

No hagas feo al Hombre, hijo mío.
Si lo incitas a la crítica, criticará, si lo incitas a murmurar de su hermano, murmurará, si le das ejemplos de avaricia, harás de él un avaro, si le enseñas a medir su entrega espiritual, andará con su metro mental como con una cruz a cuestas sobre las espaldas de su idealismo.
Si le muestras los errores de su hermano, antes que sus virtudes, será antifraternal y hosco, oscuro en sus gestos, como sus mismos pensamientos.
Tendrá el corazón pequeño, de tanto haber aprendido de ti, el arte negro de encerrarse en la huta húmeda de su yo menor.
No lo conviertas en harapo, escoria, nadidad.
Dios ha querido que su mente sea plástica.
Imprime sobre ella la dulcísima aurora del perdón, la comprensión, el amor abierto a todo el mundo, fustiga los inmaculados Pegazos de sus Sueños para que pueda remontarse a la Luz.
Hazlo un colaborador del Plan Divino, un amigo de los Dioses y de los Hombres, sus hermanos.
Canta y ríe tu, para que aprenda él a cantar y reír.
Comprende y acaricia a tus semejantes, para que él pueda comprender y acariciar a los infinitos huérfanos de ternura.
Habla siempre del bien, y él será bueno; del valor, y será valiente; del inegoísmo, y será inegoísta; de la unión, y será el eslabón más fuerte de la cadena fraternal humana.
Cuida que tu vaso de rencor no se derrame sobre su senda.
Tu rencor es tuyo, y hasta que no consigas transmutarlo en ambrosia no te asiste derecho alguno de verter su líquido negro sobre el camino de tus semejantes.
¿No lo sabes acaso?
Las flores de eternidad que cultivas hoy en la huerta de tu hermano, serán las que recogerás mañana en tu propio sendero, y el amor y la comprensión que viertes a su paso, tus compañeros inmaculados del futuro.
Todo lo que damos, es lo que recibimos, todo cuanto hacemos, lo que la vida hace en nosotros y para nosotros.
Sé amigo, consejero, maestro, sacerdote de tus semejantes.
No tornes feo al hombre y verás que la belleza que en él plasmaste ayer, será tuya mañana.










Las hay por millares: "Sociedad Secreta de Alquimistas", "Los Caballeros del Círculo Blanco"... del "Círculo Rojo"... del "Cuadrado Perfecto"... "Hijos de Esculapio"... "Francmasones de la Logia X", etc. etc. Son micro células en la Gran Célula de la Humanidad, que debaten por subsistir, algunas de ellas con sus verdades, otras con sus mentiras, las más de ellas sin verdades ni mentiras, sino con algo que suple estos extremos: una profunda curiosidad en los temas mistéricos, sin direccionalidad metafísica ni télesis real para el espíritu. Son la encarnación del buzo: descienden con sus escafandras al lecho del mar, mas no se hacen uno con el mar al cual descienden, pues sus escafandras se lo impiden, sus adminículos, su extraño querer saber del mar, sin demasiado amor para transformarse en este. Es un querer conocer sin demasiado riesgo, y un querer hablar de lo oculto sin excesivo compromiso.

Cuando estas sociedades alcanzan su mayoría de edad, tienden a abrirse y a mostrarse. Siguen éstas, el proceso de la semilla, que luego de su entierro en las profundidades del surco, escala hacia el Sol, y ya poseída por su luz, se abre en dación, mas cuando hacen esto, dejan de autodenominarse "sociedades secretas".

Ellas son secuela en nuestro siglo, del medioevo, en que pensar estaba prohibido. Y sentir también. Muchos grandes sabios hubieron entonces de constituirse en jefes de estas organizaciones. Creemos, personalmente, que en el siglo actual nada tienen que hacer. Lo único oculto en este siglo, son las sociedades de guerrilleros, por razones obvias. Países hay en los cuales hasta los fumaderos de opio están legalizados, el Samadhi no es ya ciudadano de los Himalayas, ni los Gurus personajes mitológicos, el Camino hacia Dios está abierto para todos, y todos pueden encontrar, de acuerdo a su particular inclinación, este Sendero Sublime.

Antes, los templos de India eran misterio: en el momento, el único impedimento para llegar a ellos es el pasaje a un avión, no accesible para todos. Pero allí están: allí pueden ser vistos. El "secreto" ha desaparecido, la Humanidad se ha abierto, las sociedades secretas, como los cuentos de hadas, están pasando de moda.

Joven Hastinapurano: si en tus cátedras tienes compañeros inclinados peligrosamente a creer que en lo "secreto" reside la Sabiduría, tu misión es despertarlos a esa otra Realidad que se llama DEVELACION DE NUESTRO SER. Y esto no se logra perteneciendo a ninguna "sociedad secreta", sino ingresando al campo de la virtud que se vive, de la confraternidad que cuesta, de la tolerancia entre los seres humanos regidos por la intolerancia, el desamor, el miedo. ¿Por qué será que le damos tan poco valor a todo esto, y tanto a lo que, precisamente, no lo tiene?


La filosofía de Hastinapura, ha de ser tan simple
como la de los Evangelios Universales,
palabras doradas por el Sol
de la Fe y el Servicio


capaces de conmover el corazón de un siglo ya demasiado castigado por quienes lo pretenden de acuerdo a sus moldes particulares, sin demasiado interés en descubrir aquello que realmente necesita para sanar de sus innumerables enfermedades.

Hemos de abrir las puertas de la "sociedad secreta" donde realizamos "teñidas grises" con nuestro egoísmo; en el atrio inocente del corazón hemos de permitir que penetre el sol, hemos de desarraigar toda sombra, si lo que deseamos es el encuentro con el Verdadero Camino.

Tener presentes las palabras del NAZARENO:


"HASTA QUE NO SEAIS INOCENTES
COMO NIÑOS, NO PENETRAREIS EN EL
REINO DE LOS CIELOS".









No viven en las villas de emergencia, no moran en Lesotho ni Maldivas, no son los que tienen hambre de pan ni los que llevan el cuerpo sin abrigo bajo la nieve. Los pies descalzos, la mala ropa, la vivienda precaria, nada tienen que ver con el hombre pobre. En realidad, todo ello es su producto, es lo que la verdadera pobreza engendra y la verdadera pobreza es pobreza de corazón, que es lo mismo que decir pobreza de discernimiento. Cuando la mente se encuentra ciega, el corazón es quien no ve. Una mente impura, impurifica también el sentimiento y el hombre se torna malo, posesivo, cruel, iracundo. Los más pobres del mundo, son esos pobres hombres. Pueden ocupar cargos ejecutivos en grandes empresas, mover los capitales de miles de industrias, tener en sus manos la economía mundial, viajar en jets, habitar en palacios, y sin embargo, ser gérmenes inconscientes de todos los males que se abaten con sus tormentas de dolor, sobre el cuerpo del mundo. Son los que se aferran a lo que ven, y lo que ven es el vasto escaparate de Maya (Ilusión) con todos sus adornos y por la posesión de ese escaparate matan, destruyen, humillan.

Cuando te preguntes, Hastinapurano, qué has venido a hacer y qué has venido a sembrar en el tiempo-surco de tu vida, recuerda a esos hombres de quienes te hablo. Si te parece empresa de titanes lograr que cambien, que mejoren es porque no has descubierto aún los mil y un métodos que tiene Dios para despertar a sus hijos; estos van desde el dolor hasta el hartazgo de lo placentero, van desde la búsqueda sincera, hasta la otra, a la cual la vida nos conmina sin buscarlo específicamente. A veces, se pregunta qué razón tiene la vida, cuando se enfrenta uno con la muerte. En cualquiera de esos instantes, el Hombre te necesita. Aparece. Que nunca, ninguno de ellos se encuentre con tu ausencia. En medio del mar embravecido, cuando es muy fuerte la tormenta y eminente el naufragio, aparece. Que se sientan tus remos seguros, que se dibuje tu barca salvadora, tu brazo misericordioso, tu voz salmodiando esperanzas. Nunca como ahora necesitó el siglo la Palabra de Fe y Sabiduría que a ti te viste desde tu Aspirantazgo. Si recibiste el agua del Conocimiento Inmortal, prepara tus cántaros para compartirla con los innumerables sedientos. Haz tu trabajo pleno de Fe. Despierta la Fe en ti, pues ese sagrado don, como la vida oculta en la semilla, que precisa del agua y el surco bueno para germinar y dar lo suyo, ese sagrado don, como te digo, necesita que tú lo despiertes en tu alma. Sólo en los santos, se halla de modo natural y presente; en nosotros no, en nosotros es menester el trabajo para consagrarla en nuestros corazones. Haz entonces el tuyo y avanza, deja atrás la pobreza, no te sumes a la caravana de seres humanos que en estado de miseria total, vagan por las calles del mundo, disimulando su hastío de vivir, tras la máscara del "status" que sólo sirve para engañar a los ciegos. Los hombres clarividentes, se asoman a la Verdad sin que muro alguno pueda impedírselo.

Has de entender que hay guerras y guerrillas porque hay hombres muy pobres, has de saber que cunde el ateísmo en el mundo, porque hay hombres muy pobres, que se cierran las iglesias y sinagogas y se abren los casinos, porque hay hombres muy pobres, que hay niños desnudos y famélicos a lo largo y ancho del planeta, porque hay hombres muy pobres. Todo el mal del mundo, es incubado en la cantera de sus corazones que sólo saben generar sentimientos de piedra.

Despierta conciencias, Hastinapurano,
despierta almas,
construye caminos hacia la Claridad.


Comparte el pan de tu sabiduría con tus hermanos, y para hacerlo, no aguardes convertirte en Perfecto, porque entonces será demasiado tarde.

Cuando te cuenten los diarios y las radios, los canales de televisión y las revistas sobre Burundi, Comoras o Botswana, cuando te digan que en esos países viven los hombres más pobres del mundo, no les creas porque te mienten; allí viven las víctimas de los hombres realmente pobres, allí vive el efecto de la gran Causa, esa miseria universal de luz espiritual, esa tuberculosis del Ser, ese estado de desnutrición del corazón que manda hurtar para vivir, atesorar sin compartir, asesinar, matar, destruir, para poseer. Acuérdate; es el apego, ese vicio infernal del hombre ciego... y el hombre ciego es tu trabajo, Hastinapurano.

Para que un día sean menos LOS MAS POBRES, trabaja ahora "deseoso del bienestar del mundo", y guía almas hacia el Sendero santificado del Recto Conocimiento. Si la sinceridad viste tu corazón, Krishna irá en tu carro, como auriga y lo guiará en medio de tu Mahabarata.

Saldrás vencedor, no lo dudes. Nadie es más fuerte que el Hombre enamorado de Dios, nadie más que aquel a quien impulsa el anhelo de restaurar sobre la Tierra, la ARMONIA que se perdió cuando se dio la espalda a lo Divino.

Un mundo poblado por hombres sin Amor, nunca puede ser feliz, por más planes socioeconómicos que sean erogados. Se restañará la herida en el punto "A"... pero inexorablemente se abrirá otra en "Z".

Sólo alumbrando y despertando conciencias, puede hallarse la verdadera solución. No es trabajo para hombres comunes. Lo es para ti, Hastinapurano, que has aprendido que Dios mismo es un gran Maha Yajña, un Inconmensurable Sacrificio, y, en tu medida, te hallas dispuesto a seguir la Huella de Luz que dejaran para nosotros, los Hombres Despiertos.









Todos los días de tu Vida has de practicar el arte inefable del vuelo. Eres familia de Idealistas y éstos aspiran siempre a alcanzar las cumbres. No se detienen en los valles más que esporádicamente; no hacen de ladera y llanura sus sueños, no escuchan el gemido del viento en los barrancos, no prestan oídos a la desentonada cantinela de los batracios, no se avienen con lo chato y mezquino.

A las Almas puras les atraen las cumbres, porque en ellas palpita la Vida con mayor grandeza Allí no hay frutos que el sol madure: el único fruto existente es el del corazón encerrado en ese pecho que sueña con espacios abiertos para sus alas, porque les imanta ese otro fruto azul del cielo, y ese otro sol radiante de la Sabiduría que torna al alma clarividente en el reino de la Verdad.

Léete por dentro. ¿Con qué sueñas? ¿A qué aspiras? ¿Qué es el hombre para ti? ¿Qué visión tienes del mundo? Si tus sueños parten de tu yo-material, si a lo que aspiras es al triunfo de ese "Juan" o ese "Pedro" con que te nombran desde que naciste, si el hombre para ti sólo es un igual tuyo, caminante, pasajero de la barca del Destino, si el mundo "debe seguir como está... porque no lo arregla nadie", y menos tú..., hermano mío, estás perdido y ahogado en el zanjón del egoísmo. Sal de él. No digas "no puedo". Sal de él. La raza humana no ha nacido para transitar sus arterias tumefactas.

Observa cómo viven los gigantes y copia de ellos,


copia con la fuerza de las aves nidífugas, que en su desesperación por aferrarse a la vida huyendo de la muerte, se mimetizan de tal modo con el mundo circundante, que el dios Yama no las toca, pasa de largo, porque hasta los Inmortales respetan a quienes se esfuerzan por permanecer vivos, si vida significa para esos corazones la gracia de Dar, haciendo.

No te creas tan fuerte como para rodearte de los débiles, pensando que éstos no mellarán tu armadura. Aguilas y gorriones no forman jamás bandada. Si de ellos te cercas terminarás inexorablemente por transformarte en un ser magro y anémico para lo Divino. Los fuertes están para conducir a los débiles; los débiles, para ser conducidos. No es espiritualidad de ningún modo el arrojar el alma al suelo para que sea pisoteada por los insensatos. Fuerza no es tampoco violencia ni sobreimposición de tu yo al yo de tu hermano. Fuerza es paciencia, tolerancia y discernimiento para guiar a los hombres hacia la Luz; pero "LA GRAN LUZ", no la tuya; no la que atisbas por la cerradura estrecha de tu personalidad, sino esa otra que ves cuando abres de par en par las puertas de la espiritualidad que te llama desde el mismo fondo de tu ser.

No confundas Amor con consentimientos ni blanduras. ¿Nadie te lo dijo? El dios del Amor es un soldado, no una bailarina de fondín que se contonea y entrega complacida al aplauso grosero y la risotada tosca.


No busques ser amado,
porque estarás irremisiblemente perdido.
Da tu Amor grande, Amor de Enseñanza y Camino
y que bien poco te interese el aplauso o la crítica


como te aconsejan lo Libros Sagrados, ésos que hablan el lenguaje de los Dioses, ésos con los cuales suele extasiarse al niño vidente de tu corazón.

El débil suele buscar, como los perros, la casilla cómoda del afecto personal, para sentirse alguien, sentirse vivo, sentirse protegido. Levanta los ojos, mira las estrellas: están solas, y si un amor sueñan, es el mismo que sueñas tú cuando te verticalizas, cuando no oyes el crujido de tu mayávica osamenta, de tu psique tormentosa, sino ese otro que te hizo dueño y merecedor de un camino, ése que nombras con los ojos extasiados, el alma extasiada, ése que te posee por completo cuando dices "Padre nuestro que estás en los Cielos".


Que una sana actividad colme por entero las horas de tus días.


No te permitas, ni por un minuto, ni por un instante, permanecer inactivo. No eres un Dios aún para vivir aquella verdad de los Perfectos que dicen "todo es Maya". Si arrojas ese sublime arado forjador de espíritus, que es la actividad, a un lugar cualquiera del galpón de tu inconciencia, otro arado negro se pondrá a trabajar sobre los surcos de tu corazón, y en ellos germinarán las semillas del desconcierto, la falta de fe, la negación de tus Maestros, el rechazo al Sendero. Verás todo magro y triste, y será porque tú mismo, inerte, consumido por el tedio, habrás generado esos monstruos que corroen los hilos que te mantienen unido a la Luz. Posees angustias, caíste en el camino, la vida te fustiga... ¿Y qué? ¿Quién te dijo que tus pasos por el mundo sólo conocerían alfombras de jazmines y pétalos de rosa? Has hecho mal la cuenta. Grandes y pequeños suelen ver a veces sus lámparas sin lumbre. Los grandes se esfuerzan por devolverle la luz que momentáneamente ella ha perdido. Los pequeños lloran y gimotean abrazados al humo y a la sombra. Sé tú grande, ponte de pie, sacúdete el polvo pasajero y vuelve a caminar nuevamente, vuelve a encender tu lámpara. Si piensas que al caer has perdido tu pureza, has perdido tu fuerza, si piensas que tu mismo te has perdido, es tu vanidad la que habla a tus oídos, es tu orgullo insano, el creerte blindado contra los males de la vida. Sé humilde entonces y pacientemente anda el sendero con renovadas fuerzas; de cada lágrima vertida por tus ojos haz rocío claro que hable de su transmutación, calmando la sed de las flores que se abren a su paso. Retorna entonces a la acción y verás que no hay remedio mejor para los males que vivir dando y prodigando hora tras hora, minuto a minuto. El minuto ocioso es un camino muerto del hombre hacia Dios, un camino que no se abre, que se queda en maleza, en nada. El minuto ocioso es una plegaria paralizada en el corazón del insensato, es un hombre más que duerme porque nadie se ha puesto de pie para despertarlo.

Tienes que saber qué prohibirte y qué permitirte. Así pues, prohíbete vivir alimentado por la inercia en cualquiera de los planos de tu ser; prohíbete pensar en demasía -¡tantas veces se te ha dicho!-, prohíbete, en fin, usar ese arado sombrío que trabaja las tierras del infierno.


Permítete, DAR siempre a manos llenas.
Colma tu vida de Dación constante
y no digas nunca que ya diste en demasía.


Ten orgullo; pero sano y positivo, orgullo de la casta a que perteneces: la de los Hombres Idealistas; pero sabe también que un Idealista no es un santo de altar ni un anacoreta de montaña, sino obrero celeste que a Ellos les prepara su hogar para que imperen sobre la Tierra. Si a veces te equivocas, asimila tu error con humildad y paciencia, dispuesto a transmutarlo en el taller alquímico de tu discernimiento. Si a veces te equivocas, no te condenes como el peor de los mortales; lucha para salir del error y hazlo con tal fuerza que éste retroceda espantado ante el empuje soberano de tu voluntad y tu conciencia.

Tú, yo, todos estamos forjando una Hastinapura para los hombres del mundo. Sabemos que no es perfecta; más ¿hallaste, acaso algo inmaculado en los dominios de Maya? ¿Has de ocultar tu cuerpo a los rayos del Sol, sólo porque éste, según la ciencia, tiene manchas y erupciones continuas en su cuerpo? ¿Quién te mintió y por qué te dejaste mentir de esa manera? Sol es Hastinapura, poseedora de un solo dogma: Amar a Dios sobre todas las cosas. Y aun en esto permite, con discernimiento que cada cual lo ame a su manera, pues la fuerza de las alas de un colibrí no es la del águila titánica. Si todo esto lo sabes, vive entonces el Camino Hastinapurano ancho y ecléctico, sin trabas, sin barreras, y haz lo mejor que puedas, sin mirar el hacer de tu hermano, pues las comparaciones son nefastas y no llevan jamás a buen puerto alguno.

Que Dios misericordioso ilumine tu senda y te obligue con su Amor a la entrega generosa.

La Paz sea contigo.






Que en el reino del corazón, no pase el tiempo,
como suele hacerlo por el cuerpo de las piedras
sin producir ninguna transformación
.


Cada día hemos de aprender cómo vivir de modo más positivo nuestras enseñanzas. No por nosotros, sino por los demás, esos que nos enfrentan y requieren continuamente, esos que somos nosotros mismos, situados como por milagro, frente a nuestras propias máscaras, nuestras propias "personas".

Se aprende, cuando se quiere aprender, cuando existe un verdadero anhelo de crecimiento interior, y éste se manifiesta en la medida en que la criatura humana se desapega de su yo mortal, para devocionarse al Divino Ser que mora en cada uno.

Es muy triste vivir, sin el milagro de ninguna metamorfosis.

Si la semilla se convierte en árbol fecundo, si las nubes grises al caer se transforman en las nodrizas de la Vida, ¿no ha de acontecer lo mismo con el Hombre? Hemos de cambiar, nosotros también, hemos de tornarnos cada día más perfectos, porque toda la imperfección es madre del dolor, como toda felicidad real, es hija de la virtud.

Extendamos entonces nuestras manos hacia Dios, para que una Gracia infinita las guíe hasta el verdadero Reino de Luz, donde se diluye toda sombra, todo escepticismo, toda angustia... y las extendemos cuando rezamos, cuando acariciamos, cuando perdonamos, cuando realizamos Obras "deseosos del bienestar del mundo" allende todo egoísmo personal.





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