–Aplicarlos
fuera del país –repitió el narrador–. Sí, claro, no es nuevo.
Pero tené cuidado, Fantomas, con noticias de este tipo deben estar
tratando de lanzarte a otra pista falsa, o por lo menos inútil. Vos
sabés que Susan no se caracteriza por la claridad de sus
explicaciones telefonicas, y, sin embargo, me parece que entendí.
–Yo
también –dijo Fantomas, sentándose en el suelo y sacando un frasco
superchato de grapa–, por eso quiero enterarme bien de lo que
hicieron ustedes los hipercerebrales en el Tribunal Russell, porque
según Susan ahí está el detalle.
–Mirá
en los apéndices y encontrarás lo necesario –dijo el narrador mostrando
las páginas finales de este mismísimo volumen–. Si querés una
síntesis, te la hago en tres palabras: las sociedades
multinacionales. La ITT puede servirte de resumen; aunque suena como
una marca de yerba mate brasileña viene de bastante más al norte. ¿Querés
que te muestre cómo las veo vo?
–Me
sería sumamente grato –dijo Fantomas pasándome el frasco como para
hacerme olvidar los pedazos de vidrio por el suelo.
–Así
las veo –dijo el narrador.
–Parece
el comienzo de Un perro andaluz –dijo Fantomas, siempre tan
culto.
–Todo
en nuestra América es el comienzo de ese perro, viejo, pocas veces
hemos llegado a mirar algo de frente sin que la navaja o el cuchillo
vinieran a vaciarnos los ojos.
Pero
a esta altura de tan amena plática, ¿serías favorito de decirme qué
me combinás, qué te provoca como acción, hacia dónde vas a
orientar tu rauda manera de hacer moco las ventanas?
–Mailer
me dio una lista, un amigo ecuatoriano me la completó, mis
corresponsales de Londres, Munich, Nueva York y Lima están procesando
electrónicamente algunas verduritas necesarias para completar el
espectro, en fin, digamos que dentro de media hora llamará Libra aquí.
–Qué
placer–dijo el narrador, que después de haberla visto en la revista
tenía una debilidad particular por sus muslos tan renegridos como
satinados. Cuando Libra se manifestó con un murmullo de antílope al
borde de una fuente, el narrador consideró de su deber tomar
personalmente nota de todas las informaciones, aunque Fantomas
mostraba alguna tendencia a empuñar personalmente el tubo. De tan romántico
diálogo resultó una lista de nombres y direcciones que Fantomas
memorizó en un segundo, tras de lo cual quemó el papel previamente
mojado en grapa: Por su parte el narrador sabía lo bastante sobre el
tema como para simbolizar los múltiples datos en una sola imagen cuya
multiplicación no hubiera engañado ni a una gallina alcoholizada.
–Este
asunto me joroba un tantico, mano –dijo Fantomas–. Yo como sabes
estoy por la acción directa, y eso de las multinacionales me compliea
la estrategia en el ring, sin contar que son como esos gusanos que
cuando más los cortás en pedazos, má se reproducen y saltan para
todos lados. Anoche le propuse a García Márquez dedicarme
exclusivamente a la CIA, porque la conozco mejor y además me tinca
que fue ella la que me armó el asunto de Steiner, hijos de mil putas.
Pero el Gabo me soltó una risotada necrofílica, sin hablar de la
Susan hace un rato. Es una lástima, porque la CIA, tú ves
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