C O N T E N I D O

 

Convocatoria
El mítico llamado a concurso, de muy singular repercusión

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La obrita apócrifa que originó todo

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Conozca vida, obra y milagros de los audaces concursantes

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Participantes del primer concurso
Participantes y músico

De izquierda a derecha: Soledad la de Barracas, Hebe Locarno, Tito del Río, Marcial Rocamora, Rosita Duval (la ganadora), el Vasco Etchegoyen (músico acompañante) y Don El Oriental
Los seudónimos se utilizan para preservar el anonimato.

Para conocer a quienes participaron en el segundo concurso, haga click aquí

Semblanzas

Las siguientes notas biográficas son fruto de exhaustivas investigaciones realizadas por el presentador oficial de concursos, Don El Oriental

Rosita, movida por sentimiento

Rosita Duval

No sé porque esta señora me resulta familiar. Dotada  como muchos saben de una bella voz y oído excepcional tiene el singular mérito de haberse conservado amateur a través del tiempo y a pesar de haber actuado con importantes artistas. Esto ella dice se debe a otras de sus pasiones; el amor a los perros a los que cría con devoción y dedica la mayor parte de su tiempo dejando el arte para sus escasos momentos libres.

Tito del Río

Voy a presentarles a un viejo amigo e inspirado cantor: Tito del Río a quien conozco desde la adolescencia. Es por esto que quizá me extienda en esta reseña con pretensiones de biografía. Desde la más tierna infancia en su Coruña natal recorría las callejuelas de su aldea canturreando tangos lo que le valió el apelativo de el argentino. Quiso la suerte que junto a su familia viajase a Buenos Aires para radicarse en el popular bario de Flores donde pronto fue una figura querida por todos alegrando las barras de esquina con sus tangos aún cantados con fuerte acento gallego. Su afán de progreso lo sacó al poco tiempo de su humilde condición de inmigrante haciendo crecer un negocio en principio insignificante. Aún lo recuerdo en la esquina de la pizzería La Cuyana con un pequeño portafolios acecándose sigilosamente a un posible cliente susurrándole discretamente al oído "forros, forros."
Su natural simpatía lo catapultó al éxito abriendo un negocio sobre la avenida Rivadavia con un ostentoso cartel que rezaba "El Emporio del Forro de Tito del Río" sin embargo aunque rodeado del éxito comercial no olvidó ni por un instante su berretín de cantor buscando una oportunidad de exhibir su arte momento que al fin ha llegado

Soledad la de Barracas

Soledad

Es para mí toda una sorpresa anunciar a esta niña a quien no sólo he visto nacer y además tengo el honor de ser el padrino, porque siempre ha sido esquiva a las presentaciones en público o aún en algún grupo familiar. Para cantar elige hacerlo en el extranjero. Según testimonios recogidos de labios de un viajero entrerriano quien dijo haberla visto cantando en una bellísima playa brasileña acompañada en la guitarra por un viejito carcamán de quien algunos decían que era el padre y otros el abuelo por eso es un regalo contarla entre nosotros no sólo por su canto sino también por su belleza dotada de ese misterio propio de las morochas argentinas

El Oriental

Bueno ha llegado el momento culminante de esta fiesta: el momento de presentarme a mí mismo o sea yo, el de siempre. ¿Que puedo decir que ya no se haya dicho? Como sabrán no es esta la primera vez que piso un escenario. Llevado por mis arrestos de cantor emprendí innumerables aventuras de las que no siempre salí airoso como aquella vez que debido a una pequeña cuenta impaga fui perseguido por un animoso almacenero con claros instintos asesinos lo que me obligó a emigrar a la vecina orilla y sentar mis reales en la centenaria ciudad de Colonia del Sacramento donde gané el apelativo de "El Oriental" que aún llevo con orgullo y que paseé con enorme éxito por el interior del país donde he recibido lisonjas de todo tipo por ejemplo un ¡acabala borracho! O aquel simpático coro que voceaba ¡que se vaya, que se vaya! O aquellos invalorables comestibles que me arrojaban frutos sin ninguna duda de la generosidad del público. Recuerdo aquella vez en el escenario del prestigioso cabaret King Kong en Puerto Unzué cuando me arrojaron una silla a lo que yo repliqué emocionado: "Gracias muchachos pero prefiero cantar parado". Si hay algo que se extraña es el cariño del público.

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09/10/01 23:56, último cambio