(Nota: la mayoría de los links llevan a las correspondientes fotos, con comentarios en tres idiomas)

Capítulo 6: Navidades en Japón

El cálido y largo otoño dió a su fin y llegó por fin el invierno. A cada día que pasaba anochecía más pronto, refrescaba otro poco más (fue entonces que empecé a usar guantes del todo a 100(Yen) -ADORO esas tiendas, que tienen absolutamente de TODO) y las clases de japonés se ponían más y más duras. Prácticamente cada semana teníamos un nuevo examen y para rematar, nos mandaron preparar un pequeño discurso con el que clausurar oficialmente el curso, en una presentación a la que asistieron algunos representantes de las que pronto serían "nuestras" empresas.

El caso es que, a pesar de que las vacaciones de Navidad se presentaban (para mí por primera vez) lejos de la familia, el vernos libres de tanta presión, alguna que otra visita de amistades, y la cantidad de eventos "lúdico-festivos" programados para esas "fechas tan señaladas", mantuvieron la moral bastante alta. Por otro lado, resultado de una serie de coincidencias que son muy largas de contar, yo me mudé a un barrio bien céntrico para poder cuidar de Yitzhak, un encantador pastor de Brie al que tenía que pasear (al menos) tres veces al día. En conjunto, todo un cambio de aires que auguraba una buena temporada...

Las Navidades en Japón son ligeramente diferentes, pero la idea de reunir a la familia y de hacer fiestecillas se mantiene, como en cualquier otra cultura que conozca (claro que son bien pocas las que tengo el gusto de conocer).

En cuanto a fiestas, tuvimos unas cuantas; para empezar, el día 18, la organizada por nuestros profesores de KAI School, y todos sus alumnos (un auténtico mogollón). La consigna en aquella fiesta, tan lejos del formalismo de la siguiente, era llevar puesto algo verde. Como mis pantalones no eran lo suficientemente "agresivos", decidí poner por encima los calzones que me tocaron en el bingo que organizaron, que, junto con el lacito verde chillón que me pusieron en el cuello, consiguió el impactante efecto de la foto. Después la del Centro, el día 21, un día antes de la mencionada presentación de clausura del curso de japonés, en el lujoso Hotel Okura. Allí todo era como de cuento, y uno podría pensar que estaba soñando, si no fuera por las descargas de electricidad estática que soltaban los picaportes.

En cuanto a reuniones familiares sólamente cambian las fechas, son los primeros días de Enero, y no el 24 y 25 de Diciembre, que no son nada especial para ellos. Pero tuvimos la suerte de que calló en fin de semana y organizamos una cenita con amigos que resultó inolvidable. Por otra parte, uno de los jefes de mi empresa anfitriona (esto suena definitivamente mejor en inglés) organizó una cena en su casa, junto con otros pocos invitados que pronto serían mis compañeros de trabajo.

En FIN DE AÑO tuvimos otra cenita, y salimos a la calle para unirnos a una de las multitudes que se congregaban frente a una gran pantalla de TV (Alta Vista, en Shinjuku) donde se llevaba a cabo una espectacular cuenta atrás (bueno, quizás no tanto). Nacho y yo no nos quisimos quedar sin nuestras uvitas y brindis con cava, asi que nos los llevamos puestos en la mochila. Lo tradicional en Japón es tocar 108 veces la campana del templo (¡no del santuario! aunque ahora ya sabréis la diferencia), para espantar los 108 males que pueden acechar a un hombre a lo largo del año. Así que allí que nos fuimos... (templo del dragon del cielo (TEN-RYUU-JI), en Shinjuku) y después, también como es tradición, nos fuimos para el famoso santuario de Meiji dando un paseito estupendo (no hacía tanto frío), pero la impresionante cola de gente que se aglomeraba allí para ofrecer la primera oración del año a los dioses nos hizo desistir de tal intención. En su lugar, entramos en un tranquilo bar de Harajuku a tomar unas copas y charlar de nuestros propósitos para el nuevo milenio (o lo que sea el 2000). Finalmente unos volvimos a casa, y otros siguieron de juerga... En conjunto, es a mi parecer un muy buen plan de nochevieja en Tokyo (sólo faltó ver los fuegos artificiales (HANA-BI)...)

Para empezar bien el año, tienen en Japón el día de presentación en sociedad (SEI-JI NO HI) de los que llegan a la madurez (20 años), que se visten de kimono y son protagonistas de una buena fiesta. Bueno, pero todo eso es sólo un apunte fuera de la historia... Así que el 10 de Enero era festivo, y por caer en lunes, nos ofrecía un fin de semana de tres días (SAN-REN-KYUU) durante el que aprovechamos un interesante billete quíntuple (el SEISHUN 18 KIPPU) de tren que permite viajar en el tren "normal" (FUTSUU, nada de Shinkansen, o express) todo lo que uno pueda, a día por billete (¿me se entiende?). Total, que nos compramos uno de esos entre Oscar, Sam y yo, y aprovechando los que le quedaban a ella, nos aventuramos a hacer training... y llegamos hasta Niigata, a unos 220km al norte de Tokyo. Un tanto agotador, pero una buena aventura para contrastar con la recién empezada vida en nuestras respectivas empresas...


Capítulo 7: Curso JICA en Tokai

La segunda parte del programa Vulcanus comenzó nada más terminar las vacaciones de Navidad (el 5 de Enero). No más clases de japonés (qué pena, mira que las disfruté a pesar de todo), ahora a trabajar para la empresa que nos ha dado alojamiento hasta ahora sin recibir a cambio nada más que un par de visitas por nuestra parte.

Mi empresa es J.A.P.C. (Japan Atomic Power Company) -la llamamos cariñosamente "Genden", abreviatura de su nombre en japonés- Que se dedica a la producción de energía eléctrica generada en sus centrales nucleares. Tras unos días de calentamiento (conferencias para ponerme al día de lo que hacen en esta casa) en las oficinas centrales de Tokyo, me mudé a Tokai, a tan sólo 130km de Tokyo yendo hacia el nor-este (entre las ciudades de Mito y Hitachi, por si hay algún curioso con un mapa a mano).

Para aquellos que, como yo, sean alérgicos a las noticias, el nombre de Tokai no les dirá nada, pero resulta que desde el pasado 30 de Septiembre (del '99) este pueblecito se hizo bastante famoso por un accidente en una planta de reprocesamiento de deshechos nucleares (llamada JCO), donde, debido a una imperdonable violación de los procedimientos, se produjo una criticidad imprevista (dicho en cristiano, que provocaron una reacción nuclear no cotrolada de tres pares de huevos) resultando, tras una larga agonía, en la muerte de dos de los obreros que manipulaban la mezcla radioactiva en ese momento.

Total, que aquí el menda, ignorante donde los haya, estaba más que preocupado por el hecho de que las prácticas que comenzaría a mediados de Enero serían precísamente en ese mismo pueblecito. Pero, como bien me explicaron después, dadas las características del escape radioactivo, el accidente ocurrido no podía afectar en absoluto a mi persona despues de tanto tiempo. Así que sólo me tenía que preocupar de seleccionar de una vez el departamento de la central nuclear donde quería instalarme cuando acabaran las clases del curso JICA.

El comienzo de mis prácticas en la empresa no podía ser mejor; me uniría a un grupo de ingenieros extranjeros para seguir un curso sobre el desarrollo de la industria nuclear en Japón patrocinado por JICA (Japanese International Co-operation Agency). Esta agencia organiza, entre otras cosas, multitud de cursos dirigidos a gobiernos y entidades privadas de países en vías de desarrollo, con el fin de ofrecer conocimientos de caracter principalmente práctico sobre materias que aquí estan más avanzadas.

Bueno, pero ya vale de introducción que me estoy enrollando demasiado...

El curso este consistía de clases y visitas a diversas compañías relacionadas con lo que hubiéramos estudiado en esos días (centrales nucleares, centros de investigación, disposición de deshechos radioactivos, etc.), ateniéndonos, básicamente a un horario de 9 de la mañana a 17:00. Pero, como yo soy, antes de nada, un empleado de JAPC (tengo mi mesa y todo), pues tengo que comenzar la jornada a las 8:30, haciendo la gimnasia de oficina como todos los demás, y escuchar con atención al informe matinal que hacen las diversas secciones de este departamento (que se encarga de los cursos de "entrenamiento")

Acabada la clase, y como fuera hacía un frío de narices, los alumnos nos tomábamos la tarde con calma, escribiendo emilios a familiares y amigos, jugando al ping-pong, o símplemente charlando. Aunque no siempre tuvimos que buscarnos la vida por nuestra cuenta, puesto que, a parte del curso, nos obsequiaron con diversas actividades, entretenimientos y fiestas, que hicieron de aquélla, una experiencia entrañable. Desde aquí, mi más sincero agradecimiento a todas las personas que lo hicieron posible.


Capítulo 8: Sapporo

Una serie de casualidades (¿será que soy como un imán?), y la inestimable ayuda del Sñr.Uchiyama hicieron posible que enlazara uno de los viajes de JICA (a Rokassho mura) con una invitación a visitar la casa de Shoko, que tomó unos días libres para enseñar su tierra natal a Candice, una amiga de Singapur. Así que el número de invitados que se presentó en casa de los Suzuki se duplicó por mi culpa...


Capítulo 9: Viajes con JICA


Capítulo 10: La central nuclear


Capítulo 11: Escapada a Tailandia


Capítulo 12: El Dpto. de Protección Radiológica y Medioambiental


Capítulo 13: Regreso a España


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