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Homenaje a Sandy Merriman.
Sandy Merriman


Las obras nacidas del corazón de esta gran artista te llevarán a un universo de preciosas sensaciones ...
   Jane Danko

HERVE MULLER ( " ROCK & FOLK " )

En busca de Leonard Cohen, el hombre ambiguo
Cosas dichas, otras muertas,
pero siempre la ironía de una sonrisa.


UNA CIERTA SONRISA

    Se acababa de saber que Leonard Cohen estaría en la fiesta de la "Huma", en Septiembre. Cohen ... Casi. De todas formas, nunca ha parecido ser algo del todo real: una silueta entrevista sobre un escenario en un par de ocasiones, apenas cuatro discos desde el 68, y largos silencios. La historia de Cohen se desarrolla al ralentí en un plano posterior de un "show-biz" cada vez más "speedado". Aunque su presencia nunca se haya dejado de sentir, implícita pero sutilmente indispensable.
    No supe que decir cuando me dijeron: ¿Quieres entrevistar a Cohen?. Estará en Londres hasta mañana, y no hay tiempo de ir allá. Le has de telefonear a su hotel de 6 a 7. El está esperando tu llamada.
   ¡Ah!...¿Qué es lo que iba yo a decirle?. Cohen no era más en mi cabeza que recuerdos y sensaciones cuya memoria debía agitar a toda prisa. Me pasé las pocas horas que me quedaban empollando a mi Cohen, como estudiante que se prepara un examen en el último minuto. Pero ahí fue cuando me di cuenta de que en realidad nunca había llegado a olvidarlo por completo, mientras que su imagen recobraba rápidamente toda su nitidez.


TELEFONO BLUES Nº 1

    Ya casi había perdido toda esperanza de encontrarle, cuando a las 4 de la tarde, reconocí al otro lado de la linea esa voz familiar, en la que la gravedad parece siempre a punto de dejar escapar una vaga sonrisa.
¿Que es lo que se le puede decir a Leonard Cohen cuando, de pronto, está al teléfono a cientos de kilómetros de distancia, y no lo conoces ?. Te ves rogando al cielo de que efectivamente esté al corriente del asunto. Y lo está. Bueno, ahora, ¿ por donde empezar ?.

H.M. ¿ Por qué de pronto vuelves al mundo de la canción, después de haber anunciado el año pasado que lo dejabas todo?

L.C. Aquello fue un malentendido por parte de algún periodista que me entrevistó. Yo nunca llegué a decir que me retiraba. Dije que mi intención era continuar escribiendo canciones, aunque no hubiera escrito ninguna hacía bastante tiempo. Pero ahora tengo algunas...

La linea es particularmente mala, y la voz de Cohen se pierde de vez en cuando sobre algún lugar de la Mancha... Cohen me confirma que ahora tiene bastantes canciones nuevas para hacer un álbum, que de hecho, ya eatá grabando en Nueva York.

L.C. El desarrollo de las canciones ha necesitado bastante tiempo, aunque con ello no quiero decir que una canción sea más buena cuando se tarda tiempo en hacerla, pero así es como ha ocurrido.

Durante la gira del 72, Cohen interpretó una canción que había despertado la atención de mucha gente, " Te recuerdo claramente en el Chelsea Hotel ". Particularmente, yo me sentí bastante decepcionado, igual que otros, al no encontrarla en el álbum "en vivo", como resultado de esa gira.

L.C. Estará en el próximo disco, pero es una versión un tanto distinta. He modificado la letra y la música. En aquel tiempo estaba en un estado aproximado, incluso improvisé parte de ella en el escenario.

De este nuevo álbum, me comenta que se lo produce él mismo, y que Bob Jhonston no participa en él. También los músicos son en su mayoría nuevos, ya que los que habían participado en las grabaciones anteriores eran, más o menos, todos asiduos de Nashville. En realidad, parece que, musicalmente, tenemos que esperar algo distinto a lo que nos tenía acostumbrados, unos arreglos y una instrumentación algo más variada.


DE GISCARD A FIDEL

Una vez resueltas las cuestiones musicales de rigor, pienso que es el momento de preguntarle qué efecto le produce la perspectiva de tocar en París para el Partido Comunista.

L.C. ¿En qué medida es ése un festival comunista?

Y como su respuesta, en forma de pregunta, tiene un tono de ingenuidad sin disfraz, no me queda más remedio que explicarle los pormenores de esa buena costumbre de nuestro pais que es la fiesta de la "Huma".

L.C. Eh... Creo que haré un esfuerzo por ignorar el contexto ideológico...

Ríe. De improviso yo me lanzo sobre el contexto ideológico, y le pregunto acerca de un rumor que siempre me había intrigado, según el cual, Cohen se habría entrevistado con nuestro buen Presidente, por aquel entonces, Ministro de Finanzas...

L.C. Sí, eso fué durante la gira del 70.

H.M. ¿Qué cuentan un Cohen y un d'Estaing, cuando se encuentran? ¿Le canta unoi "El Partisano" al otro?

L.C. Oh, aquello no fue más que una conversación privada, sin ninguna consecuencia. El me invitó a desayunar a su despacho.

H.M. ¿ Y cual fué tu reacción?

L.C. Yo lo encontré muy hospitalario por su parte...

H.M. Ah... ¿Cuentas con volver a verlo otra vez?

L.C. No he vuelto a saber nada más de él desde entonces.

H.M. ¿Pensaste entonces que quizás algún día llegaría a ser Presidente?

L.C. El me puso al corriente de sus planes ¿sabes?... Estaba muy interesado por la música americana y francesa, y quería saber la razón por la que Francia no podía crear una música con el impacto de la música americana...

H.M. Pero lo que yo quería saber era si habían hablado de política.

L.C. Nada de eso. Yo no estaba lo bastante al corriente de la situación política francesa para ello.

H.M. ¿ Incluso en lo que concierne al Mayo del 68 ?. Sim embargo, en el 72, en Pleyel, dedicó "El Partisano" a algo que hicisteis en el 68, ¿entonces?...

L.C. Ah, tú lo que quieres es hablar de la revolución... Pues bien, nosotros rozamos el tema, pero ¿sabes?, aquello fué una conversación privada, y, además, hace mucho tiempo de ello, y no me acuerdo demasiado bien.

Yo aprovecho la ocasión para mencionar el hecho de que mucha gente, particularmente en Francia, se siente un poco chocada por las contradicciones de Cohen en este tipo de temas.

L.C. ¿ Mis qué ?

H.M. Tus contradicciones.

L.C. ¿ Mis contradicciones ?

H.M. Sí, tus contradicciones... sobre todo las que, digamos, son de orden político, ¿ o debería decir tu ambigüedad ?

L.C. ¿ Ambigüedad ?

H.M. Sí...

L.C. Sí, mi posición es ambigüa ...

H.M. Eso es exactamente lo que quería decir.

L.C. Lo es, sin ninguna duda.

H.M. ¿ Y es así como lo deseas ?

L.C. Absolutamente.

Lo ha dicho con un tono de convicción satisfecha que me contagia, porque eso era lo que yo siempre había supuesto.
En la compilación de "Flores para Hitler", hay un poema titulado " El único turista en La Habana dirige sus pensamientos hacia su pais", que es una serie de parodias de slogans políticos frecuentes en Canadá, y que fue escrito en La Habana en abril del 61. Fue justamente después del asunto de Bahía Cochinos. Ahora bien, en aquel tiempo estaba formalmente prohibido que cualquier ciudadano americano viajara a Cuba. ¿ Tenía entonces Cohen una autorización especial de la CIA ?

L.C. Los canadienses podíamos ir. Que no es que yo me encontrara a muchos en el mes y pico que pasé allí.

H.M. ¿ Te encontraste con Castro, o con alguna personalidad política de la isla ?

L.C. No... no era eso lo que yo pretendía yendo a Cuba. Pero conocí a mucha gente.


DE DAPHNE A NANCY

Si hay algún autor en que la inspiración sea íntimamente personal, ése es Cohen. No obstante, salvo por raras entrevistas que concede, se observa en él una clara voluntad de preservar su vida privada. Alguien podría ver en ello una contradicción...

L.C. No, yo escribo a partir de mi experiencia personal, pero no existe ningún conflicto con mi vida privada. ¿Sabes?,   nadie cree verdaderamente que sea cierto lo que cuento en mis canciones.

Se oye una sonrisa en su voz cuando lo dice, pero probablemente sea verdad. Tan íntimas son ellas, las canciones, como el autor, que en el fondo no tienen más que una realidad muy relativa para la mayor parte de la gente que las escucha, porque Cohen no tiene nada, en absoluto, de un personaje público.

Pero si he abordado este tema, ha sido con una idea en la cabeza. Es evidente que si empezáramos a discutir sobre sus textos y sus libros, de él manarían, de una manera natural, cuestiones muy personales...

L.C. Está bien, adelante. ¡Quizá mis respuestas no sean tan naturales, pero puedes hacerlas!

Típica respuesta. A menudo he tenido la impresión de que disfruta dando indicios de su vida privada, sólo lo suficiente como para intrigar a la gente. Por ejemplo, hay este texto, exaltado y extraño, al dorso de la funda de "Live Songs", del cual he aquí una traducción tan fiel como me ha sido posible: "Transfiguración. Fue la que ocurrió en la noche del 13 de diciembre. Desde ese momento dejé de ser únicamente un ser humano. Me siento habitada por Dios, y el amor sangra y arde en mi interior, fue el místico golpear alocado de tu cuerpo contra el mío, lo que hizo posible la transfiguración. Tu alma penetró en la mía, y entonces tuvo lugar una especie de unión que casi me mata con su intensidad. Yo no puedo justificar mis extravagantes pretensiones, sólo puedo decir..."

Ahí el texto se interrumpe, y está  seguido por esta mención: "Este texto está extraído de la obra de Daphne Richardson (1939-1972)" ...Pero, ¿quién era ella?

L.C. Es una chica que conocí en Londres y que, por diversas razones, encontraba muy difícil sobrevivir a cualquier nivel que fuera, y que, finalmente, se suicidó, arrojándose desde lo alto de la torre de la BBC.

Me lo cuenta con la misma calma afectada por este tipo de temas, con la que ya había introducido "Nancy" en el Albert Hall de Londres en 1972, como una canción "a propósito de alguien que se llamaba Nancy y que, un día, se encerró en el cuarto de baño para saltarse el cerebro con el fusil de su hermano ....." " .. Todo este gran guiñol no era necesario -añadió-, pero así fue cómo ocurrió." La similitud entre Nancy y Daphne es bastante aplastante.

L.C. No sé la profunda semejanza que puede haber, salvo que las dos eran rubias, y que ambas se suicidaron.

De Daphne Richardson, añade, que tenía un talento poético considerable, y que esperaba publicar una parte de susescritos. Menciona también el hecho de que ella había pasado mucho tiempo en instituciones siquiátricas, dejando entender que él podía identificarse con ello...

H.M. ¿Piensas que a ti también te podían haber encerrado? -le pregunto muy serio.

L.C. ¿Sabes?... Igual que a mucha gente. Lo que pasa es que estoy al otro lado de la reja.

De hecho, Cohen pasó, efectivamente, una temporada en esa clase de "hospital en el que nadie está enfermo, ni nadie sano" (Teachers).


UN POBRE ESCRITOR DE MISERIA

Otro personaje que también me tenía intrigado era el poeta canadiense, Irving Layton, que antaño fue profesor de Cohen, y desde entonces un amigo muy cercano.

L.C. Pienso que es uno de los grandes escritores de nuestra época. Es muy popular en Canadá, pero poco, fuera de allí, si bien ha publicado veinticinco libros, casi todos ellos de poesía.

H.M. ¿ Te inspiró el personaje de F. en "Los Hermosos Vencidos", que en una ocasión dijiste que era una combinación de varios personajes reales?

L.C. Algo así... aunque F. era bisexual, e Irving sea resueltamente heterosexual...

H.M. Y a propósito de los libros que sueles leer, en una ocasión dijiste: " Cuando encuentro algo que me hace reir, pienso que es bueno".

L.C. Totalmente de acuerdo.

H.M. Tú mismo lo dijiste, pero, ¿podrías precisar un poco más ?

L.C. De manera general, resulta maravilloso encontrar la risa en cualquier parte, pero lo que yo creo es que casi toda reflexión profunda termina con la risa. Cuando verdaderamente aprendes algo, te ríes.

Aquí está la respuesta para aquellos que encuentran a Cohen triste. Lo que sí es cierto es que en él, aunque el desespero sea frecuente, está siempre teñido de ironía, y uqe, al revés, su humor tiene a menudo un lado desesperado. Pero en lo que a mí me parecen ser los dos caracteres dominantes de su espíritu y de su obra, él se muestra un poco vago.

L.C. Quizá...  Como en cualquiera, ¿sabes ?... Las emociones se superponen... Cuando escribo no tengo un objetivo, no es más que una reflexión sobre mipropia naturaleza. No trato de analizarlo...

Tengo la misma impresión, cuando trato de abordar la cuestión de su misticismo. Para arreglarlo todo, una brava dama británica, se mete de pronto en nuestra conversación, manifestación del Infinito Misterio del sistema telefónico internacional. Cohen aprovecha esta interrupción para poner las cosas en su punto.

L.C. ¿Sabes?, yo no quiero dar la impresión de ser alguien que posee profundas preocupaciones de orden religioso, o de cualquier otra clase. No he intentado escribir nada auténticamente profundo. He tenido una educación limitada, y ésas son cuestiones para eruditos, no para un pobre escritor de miseria como lo que soy... Yo hago como la mayoría de la gente cuando me preguntan sobre Dios, después de todo, yo no hago más que decirte lo que creo.

Ahora la sonrisa se distingue en su voz, a trav‚s del auricular de ebonita.

H.M. Además, tú no pareces estar dispuesto a decirme lo que crees...

L.C. Eh... A decir verdad, yo no sé exactamente lo que creo...

H.M. Exactamente. Ese es el motivo por el que toda la conversación sobre este asunto está  destinada a la imprecisión. Pero yo no he dicho que esperaba que fueras preciso, al contrario...

L.C. Yo tengo un apego a la precisión. Creo que lo que no se puede describir con precisión, no se debería intentar describir.

¿Qué responderías a esto?


PASATIEMPO PREFERIDO

Entonces, vayamos a otro asunto.

H.M. ¿Todavía pasas mucho tiempo en Grecia?

L.C. Realmente no. Pero de vez en cuando, necesito un cambio... En realidad, me sorprende volver a Hydra más veces de las que esperaba.

H.M. ¿Has sufrido la hostilidad de algunas personas hacia ti, debido a tus lazos con Grecia?

L.C. Sí, pero mis lazos son con las gentes, con el sol, el mar, y no tienen nada que ver con gobierno alguna de una época determinada. Para mí, eso es más importante que las condiciones políticas. Además, esa gente de izquierdas que me reprochan ir a Grecia, representan una facción dogmática de la intransigencia retrógrada. Ellos mismos se llaman revolucionarios, pero, en realidad, yo no creo que políticamente estén más avanzados que yo.

De nuevo la sonrisa se distingue en su voz. Tras un instante de silencio, continúa:

L.C. Eso me recuerda cuando actué en el Festival "pop" de Francia (Aix-en-Provence), en el 70, y fui atacado por un cierto número de espectadores. Yo no sé exactamente quiénes eran, pero me agredieron en nombre de principios políticos. Si su noción de una acción revolucionaria era sabotear mi actuación, resulta absurdo; ¿qué beneficio podían sacar de ello?

En aquella época, Cohen se entregaba a los comentarios en los que la ambigüedad, como de costumbre, no arreglaba las cosas. Y esto nos devuelve, de nuevo, a sus contradicciones, que, en el fondo, son para él, igual que para muchos de nosotros, un manantial de energaí indispensable. El la asume, y es, desde mi punto de vista, uno de sus puntos comunes con Dylan. Ante esta observación, su único comentario es:

L.C. Todo lo que pueda tener en común con él, es bueno.

Esta ambigüedad de Leonard Cohen, se manifiesta, sobre todo de una manera muy particular, en sus relaciones con el "show-business", Cuando corrió el rumor de que se retiraba, yo me pregunté‚ si ello no era más que con el fin de liberarse de algo demasiado apremiante, como se deja un buen día un trabajo muy fastidioso para recobrar la libertad.

L.C. Sí, hay algo de esto... Después de todo, esto no es más   que un trabajo, un medio de ganarse la vida. Mirándolo desde un cierto ángulo, no es nada más... Y ahora he vuelto al trabajo.

Medita un momento, y añade:

L.C. ¿Sabes?, son las mujeres las que nos hacen trabajar. Si uno estuviera preparado para vivir sin una mujer, entonces, quizá  se pudiera vivir sin trabajar. Si no, no hay otra salida.

H.M. Humm... entonces imagino que es un poco casi imposible vivir sin trabajar, ¿no?

Lo he dicho en un tono extremadamente lúgubre, y él lo ha aceptado partiéndose de risa. Hace más de media hora que estamos al teléfono, y el lado artificial de la situación ha desaparecido. La conversación incluso ha alcanzado un ritmo natural en el que la espontaneidad no dejaría adivinar que no nos conocíamos de antes. De pronto, recuerdo algo que me contaron un día. Ocurrió en Nueva York, en una fiesta muy snob. Cohen estaba presente, y una jovencita de buena familia se le acercó al maestro y le preguntó lo más seria del mundo: "Leonard, ¿Cuál es tu pasatiempo preferido?" Y él, imperturbable, le respondió: "La masturbación".

L.C. Quizá  lo dijera, pero no me acuerdo.

Se ríe Leonard.

H.M. ¿Es ése tu pasatiempo preferido?

L.C. Eh, bueno, también trato de ocupar mis manos con otras cosas...


TELEFONO BLUES Nº 2

Al finalizar la conversación telefónica, Cohen me informó que volvería a estar de nuevo en Londres para principios de julio, en el estreno de una película sobre él mismo, titulada "Bird on the wire" ("Pájaro en el alambre"). Tan sólo tenía prevista una muy breve estancia, pero, la eventualidad de un encuentro, al menos, fue considerada.
Dos semanas más tarde yo ya estaba en Londres. Y, de nuevo, la misma escena volvió a repetirse. Me fueron necesarias 24 horas de repetidos golpes de teléfono, para, al final, encontrar al padre Leonard. Hasta tal punto que, incluso, me llegué a hacer amigo de la telefonista del hotel: "Cuando llegue, te llamo y te lo paso". También me dijo: "Ayer noche me pidió que llamara a un número de Montreal". "¿Sabes cuál era el nombre de la persona?" " ¡Suzanne!, ¿te das cuenta? ".
Fue por la noche, en el Rainbow, en la recepción que seguía a la proyección de la película, cuando acabé por encontrar a Cohen. Entusiasta, con ojos abiertos, soportaba con una amabilidad imperturbable el asalto de individuos de ambos sexos y de todas las edades que murmuraban alrededor de él. Menos paciente, yo, me contenté, tras un breve intercambio de palabras, en fijar con él un "ríndete", tras lo cual me refugié cerca del bar.
Ya muy entrada la noche, después de bastantes copas de champagne, y cuando el ambiente ya estaba más calmado, Cohen se me acercó y me susurró al oído, la mirada brillante: "¿Te has dado cuenta de lo guapas que son aquí las mujeres a estas horas?".


CAPITAN MANDRAKES

Si todavía no he dicho nada sobre el film "Bird on the wire", es porque no hay gran cosa que decir, y que seguramente no justificaría el gran alboroto organizado alrededor de esta proyección única en el Rainbow. Realizada por Ton Palmer, con un equipo que ha seguido a Cohen durante toda su gira del 72, es de una calidad muy mediocre. Ha sido una lástima que no se haya hecho algo genial con semejante material: ciertas escenas, en particular las filmadas en Jerusalén, el último concierto de la gira, son penetrantes. Todo se lo deben a la personalidad de Cohen, pero no son lo suficiente como para hacer de "Bird on the wire", un documento que valga la pena ser visto. El mismo Cohen estaba bastante lejos de sentirse entusiasta:

L.C. No sé. Es el trabajo de otro y, por ello, no lo puedo condenar. Además, después de todo, ¿por qué he de decir la verdad? Digo la verdad, y enseguida la prensa inglesa hace comentarios satíricos sobre mi relato y me acusa de ser un deprimente.

Con la misma sonrisa que ya había adivinado a través del teléfono, Cohen enumera los apodos que los comentaristas ingleses le han otorgado: "El depresivo no químico más poderoso del mundo", "Capitán Mandrakes" y, recientemente, "El sonriente" (la cosa va en progreso).
Estamos sentados junto a una mesa del restaurante de su hotel, al día siguiente, a primera hora de la tarde. Las camareras, con delantales naranjas, nos miran con disimulo mientras hacen ver que trabajan. Leonard lo ha notado, y ello le divierte manifiestamente.
Un joven periodista inglés se ha unido a nosotros, y el ambiente se ha detenido bruscamente. Cohen, que se fue de juerga tras la recepción de la vigilia, está de un humor muy alto:

L.C. No sé por qué me siento tan locuaz esta mañana. Debe ser porque no he dormido en toda la noche. Me siento absolutamente desbordante de simpatía hacia vosotros, chicos... ¡aunque sea consciente de que me vais a acuchillar en vuestros artículos!

Leonard nos hace saber que ahora vive en Montreal, en el barrio griego de la ciudad. Vive con una mujer, tienen un niño, y cuando leáis esto ya habrá  venido al mundo otro.
La mujer se llama Suzanne. (Aunque quizá pueda escribirse Susan y no tenga ninguna relación.) No se lo he preguntado. Prefiero quedarme con la ilusión.
El periodista inglés parece desconcertado, y un poco decidido a descubrir esta vida familiar. Y ello le divierte a Cohen que, con esa sonrisa que cada vez me resulta más familiar, le replica:

L.C. ¿Y qué esperabas? ¿Creías acaso que llevaba una vida de libertinaje?

H.M. Eh... no sé, no (trata de justificarse el otro), sólo que nunca habías hablado de ello.

L.C. Ya sé... Eso destrozaría mi imagen.

Ahora la sonrisa ha ganado los labios.


LA ENTREVISTA CONSIDERADA COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES

Mientras que el inglés toma nota febrilmente de los asuntos que tratamos, yo he dejado eso al cuidado de mi pequeño y fiel magnetófono. Como también Leonard, entre otras muchas actividades, trabajói de periodista, hemos empezado a debatir los méritos comparados de ambos procederes. Yo defiendo a la técnica (por una vez no es una costumbre).

H.M. La ventaja del magnetófono es que no tienes que preocuparte...

L.C. Sí, incluso ni siquiera es necesario que estés presente en la entrevista... (ironiza Cohen).

H.M. He notado a menudo ese curioso fenómeno, con los entrevistadores, desde la aparición de esos pequeños aparatos: una vez que lo han conectado, desaparecen... Están presentes físicamente, me miran fijamente, pero su espíritu está muy lejos.

Yo no he continuado defendiendo mi punto de vista. Para mí, tomar notas es equivalente a querer hacer dos cosas a la vez, mientras que la comunicación tiene un sentido único. Para Cohen, al contrario, tomar notas es "aceptar la responsabilidad de tus propias preguntas de manera más decisiva". En lugar de ser una transcripción impersonal, la entrevista se convierte, según su opinión, en un trabajo con una intensidad más auténtica. Sin embargo, también acepta mi opinión y mis argumentos en favor del magnetófono como una ayuda, con un gesto mímico de una seriedad inquebrantable.

L.C. Evidentemente, siendo un conservador reaccionario tengo una postura muy parcial en favor de las notas...

Lo más divertido fue cuando nos contó, enseguida, una anécdota que trajo agua a mi molino. En una ocasión en que tuvo que hacerle una entrevista a un escritor, se sintió de tal manera cautivado por las palabras que decía su interlocutor que se olvidó de tomar una sola nota. Pero, de regreso a su casa, se dio cuenta, con horror, que no recordaba nada, y tuvo que renunciar a escribir el artículo...
Imaginar a Cohen periodista, no es muy difícil, peron ¿un obrero?...

L.C. Es como el trabajo junto a una máquina en una fábrica.. Yo no sé si vosotros lo habréis hecho, pero yo creía que hace:run trabajo de una simplicidad tan elemental, iba a liberar a mi espíritu de toda violencia. Pero, al cabo de dos meses de trabajo, me concentraba totalmente en ese gesto increíblemente elemental que tenía que hacer, y mi espíritu estaba completamente embrutecido. Consistía en sacar unos hilos con la ayuda de unas pinzas, y yo me sentía terriblemente concernido por la manera cómo los hilos saldrían, todos de golpe...

Rie ante este recuerdo... Y hablando de este tipo de acción repetitiva, acabamos evocando la importancia que tienen en la vida cotidiana...

L.C. No es lo mismo, creo que las actividades como las de limpiar o lavarse, son las que forman el carácter. Fregar los platos, por ejemplo, es una de las raras cosas que sé hacer bien.

Siempre esa sonrisa. Pero está  profundamente serio cuando continúa:

L.C. Si habéis tenido una casa alguna vez, o habéis vivido en familia, os habréis dado cuenta de ese ritual cotidiano que consiste en preparar la comida, lavar, limpiar, ver todo salir de nuevo, y volver a empezar... Ese tipo de actividad puede resultar extremadamente estimulante si se realiza con una buena disposición de espíritu. Si eres consciente de su profundo significado, se prolonga en ti mismo, y limpia también tu espíritu...

Guarda silencio durante un instante, después levanta la cabeza, y cambia bruscamente de tono para declarar con una firmeza extrema:

L.C. ¡El sitio de la mujer está en la cocina! (para añadir enseguida). ¡Hey!, no citéis esto tal cual, a menos que restituyáis la alegría del instante. Me moriría. A las mujeres americanas no les gustan estos chismes, y yo no les quito razón...

Observando a Cohen, sentado frente a mí, pienso en la imagen que se percibe de él a través de sus canciones, sus poemas, sus novelas, o incluso su presencia sobre un escenario. El hombre de 39 años con el que estoy hablando en estos momentos, me parece, a la vez, tan cercano y tan lejano de esa imagen... La diferencia es un poco análoga a la que separa a un cuadro auténtico de una copia, a la vez sutil y profunda.

L.C. Hubo un tiempo en el que pensaba en la posibilidad de crearme una imagen, como una obra de arte. Pero no tenía la energía suficiente, es necesario estar profundamente motivado en ese sentido, si no la imagen tiende a desarrollarse desde sí misma, se convierte, por una parte, en una creación de los periodistas, y, por otra, del público, y es, generalmente caricaturizada e inexacta. En ese caso, a veces, buscas una rectificación, pero, la mayoría de las veces, en una entrevista, por ejemplo, hablo simplemente según el humor del momento, y trato de hacerlo lo más agradable posible...
Cocteau ha escrito cosas muy interesantes sobre este tema... Decía que, en primer lugar, se detesta esa imagen que circula de ti, pero que, al cabo de un tiempo, se empieza a apreciar la personalidad fija, se cuida de ella y se deja que siga su camino para preservar tu anonimato y tu vida privada. La imagen es interesante ¿sabes?, aunque no tanto como la obra, para ciertos personajes extremadamente públicos su imagen es su obra.

H.M. Quizá, pero en el caso de alguien como tú, cuya obra es de inspiración esencialmente íntima, hay una cierta ambigüedad...

L.C. Exacto. Es una situación ambigua.

H.M. Me da la impresión de que, te gustan las situaciones ambiguas.

L.C. Es decir que, en todo caso, he descubierto que la mayoría de las situaciones humanas son ambiguas.


VOLVER A LA GUERRA

Henos aquí de nuevo metidos en esa famosa ambigüedad, la fuente de energía indispensable.

L.C. Yo no creo en la idea hegeliana de tesis,. antítesis y síntesis. Creo que de cada contradicción surge otra nueva contradicción.

Pero más allá de esta convicción, Cohen sigue perfectamente lúcido, hasta hacerse una especie de abogado del diablo.

L.C. Claro que aquellos que establecen los programas políticos y hacen las revoluciones no pueden más que menospreciar esta actitud, para ellos, específicamente burguesa. Esa idea de que todo tiene al menos dos lados, de que nada es simple... Ellos dicen, al diablo con eso, lo primero que hace falta es derribar a los explotadores, es un lujo mientras otros revientan de hambre, son oprimidos y alienados. Para esas gentes de izquierda, es una cuestión de prioridad, y con ello no hacen más que negar la complejidad del ser humano. Claro que hay Beethovens y Rimbauds y todo eso, mas para perder nuestros complejos de culpabilidad en ese campo, es necesario asegurar que cada uno pueda comer, trabajar y vivir según sus necesidades.
Es una posición que uno no puede más que respetar.

H.M. ¿No ser  también una cuestión de equilibrio a encontrar?

L.C. Es también una cuestión de educación de los dirigentes. En el momento actual, nuestros dirigentes están extremadamente mal educados. Se sienten demasiado atraídos por los valores intelectuales, y las nociones de fuerza, virilidad y coraje están olvidadas. Yo creo en la fuerza, creo que los dirigentes deben ser fuertes. Yo tengo un punto de vista muy anticuado. Creo, en particular, que la familia es la base de la sociedad, y que cuando ella se deteriora, todo se va abajo.
Cuando tienes un sistema en el que toda la propaganda se hace a favor de la libertad sexual, contra la familia y la procreación, cuando la juventud es invitada a ahogarse en las drogas, y cree que toda la educación que necesita está en la calle, cuando las instituciones académicas son muy rígidas, y la juventud las rechaza, y no existe una verdadera enseñanza a nivel de pensamiento... entonces es la desbandada.

H.M. ¿Y si fuera más bien la prueba de que es la noción de la familia la que debe cambiar, y con ella la de la pareja, basada en la posesión y los celos?

L.C. Claro que hay aspectos horribles. Lo mismo que los celos son parte integrante del amor. En mi opinión, es absurdo querer pretender lo contrario, como se hace hoy, porque los celos son uno de los carburantes del amor. Aunque claro que si existen en exceso, lo destruyen. En el matrimonio, como en toda institución, hay aspectos desagradables, pero si lo que se pretende es eliminarlos, sin comprender que la fealdad forma parte de la perfección, entonces se destruye la institución. Yo no pienso que esto pueda cambiar, porque esto no es el paraíso, esto es la Tierra, y nosotros hemos nacido así. Todos esos caracteres negativos son inherentes en la humanidad, no se puede eliminarlos. Es necesario reconocerlos tal y como son, y amoldarse. Yo no creo en el paraíso sobre la Tierra. Creo que la Tierra es un lugar en el que se deben resolver problemas, donde es necesario luchar. Un lugar para los héroes. Por ello, quiero decir que me siento impresionado por el heroísmo de la vida cotidiana. Sabes que al final está la vejez, la muerte... El juego es inmutable.

H.M. El juego, quizá. ¿pero las reglas? Yo no estoy de acuerdo contigo cuando dices que los celos son parte integrante del amor. ¿No ser  acaso porque le es indispensable a una sociedad basada en la propiedad y la posesión? ¿Por qué no puede cambiar?

L.C. Porque es una fuente de energía. Una de las razones por las que tenemos una sociedad apática, es porque las emociones presuntamente negativas ya no son honradas. Se las ignora, sin, por otro lado, suprimirlas. Es por eso por lo que el ideal hippy fracasó. Todo el mundo se siente atraído por esa noción de la perfección del hombre, haciendo así engendrar la apatía al eliminar las fuentes de energía como el odio, la guerra, los celos. En mi nuevo disco hay una canción que se titula "Come on back to the war" (Vuelve a la guerra), que dice: "Hay una guerra entre el rico y el pobre, una guerra entre el hombre y la mujer, hay una guerra entre el que la testifica y el que la niega, ¿por qué no vuelves a la guerra que acaba de empezar?"... El error está en creer que los conflictos pueden ser resueltos, en lugar de utilizarlos como carburante. Yo creo que eso es parte de la crisis ecológica, malgastamos lo que tenernos. Nosotros tenernos los celos, quizás algún día se encuentre un medio para suprimirlos, no sé, pero por el momento los tenemos, y es una fuente de energía.

H.M. Pero toda energía debe cambiar, transformarse...

L.C. Claro, se transforma de celos en compasión... ¿No lo has notado en tus relaciones con las mujeres? Se transforma en compasión, en erotismo, en dolor... En una relación ideal, sin emociones negativas, de hecho no habría energía.

H.M. Entonces, ¿la pareja debe ser una prisión?

L.C. No, no una prisión, un cementerio. El matrimonio es un lugar en el que el amor muere, y donde se le puede dejar descansar.

H.M. Y qué haces tú, una vez que ya está enterrado, y te encuentras allí?

L.C. Entonces uno aprende a ser un hombre nunca más destrozado por... por el amor.


UNA ULTIMA SONRISA

Si os he ofrecido estas últimas palabras sin ningún tipo de comentario, ha sido para restituir todo lo fielmente posible esta forma extremadamente desconcertante de conservadurismo no conservador que afecta a Cohen. Desenrédalo y saca tus ropias conclusiones. Pero si lo que vas a hacer es a tratarlo de reaccionario, es que no has entendido nada. Ambiguo, todo lo más...

Y este hombre que, con una última sonrisa, nos deja para volver a Montreal junto con Suzanne, es, sin duda alguna, más verdadero que todos esos rock-stars. Por si no lo sabías...


Homenaje a Sandy Merriman. Sandy Merriman