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Federico García Lorca, desde la voz popular
Federico García Lorca (1898-1936), nació en Granada,
donde le matarían las derechas un mes después de empezar la
guerra española. Allí se empapó el poeta del sentido
de la poesía tradicional popular, en canciones y romances aún
vivos, cuyas melodías fueron adaptadas a veces por él mismo
a poesías suyas para cantarlas, acompañándose al piano
-hizo estudios musicales bajo la orientación de Manuel de Falla; con
menos aprendizaje, fue también un gracioso dibujante-. De 1919 a 1928
Lorca, ya licenciado en Filosofía y Letras, vivió en la famosa
Residencia de estudiantes, de Madrid, tan importante para la vida literaria
de entonces.
Dos días antes del alzamiento militar vuelve a su ciudad, inquieto por presentimientos: " El crimen fue en Granada: en su Granada ", diría el poema machadiano.
Parece un presagio que la aparición pública de Lorca fuera
con una obra de teatro, El maleficio de la mariposa (1919), puesta
en escena en Madrid un año después: además de que una
parte de su poesía -sobre todo el Romancero gitano- tiene un
sentido básicamente teatral, su importancia como dramaturgo no
dejar de crecer.
Cierto que su obra de poeta ya estaba en marcha: en 1921 publica su Libro de poemas, esbozos de diversas líneas que luego desarrollar mejor. Después, ateniéndose al modelo popular, compone otra colección, Poema del cantejondo (1921-1922; no publicado hasta 1931), con algunos de sus aciertos perdurables, y seguido de dos breves escenas de teatro imaginario -Escena del Teniente coronel de la Guardia Civil y Di logo del Amargo, que luego se harán temas del Romancero gitano: la primera con grotesca comicidad; la segunda, con sombrío clima de malos presentimientos-. La imaginación teatral de Lorca se complace en el guiñol - "farsa guiñolesca" se subtitula su divertida Los títeres de cachiporra: Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita -. Luego habrá otra análoga Farsa para guiñol: Retablillo de don Cristóbal (1931) -téngase en cuenta que "Cristóbal" era nombre genérico de los muñecos de guante, también llamados "cristobitas" en Andalucía-. La forma de la lírica popular le sirve de falsilla para sus Primeras canciones (1922) y, sobre todo, sus Canciones (1921-1924), donde hay pequeñas joyas que quedan entre lo mejor de su autor: así Tío-vivo, con su imaginación, a la vez audaz e infantil:
Los días de fiesta Con la sección Canciones para niños, sin duda cualquier niño -al menos un niño pre-TV- se siente encantado, y, sin embargo, las imágenes tienen toda la audacia ultraísta y creacionista; así en El lagarto está llorando:
Un cielo grande y sin gente Y luego las Andaluzas -Canción de jinete, Es verdad, Arbolé, A Irena García, criada-, imitan tonos folklóricos para mejor introducir su novedad:
Por tu amor me duele el aire
Formal y plásticamente estos romances, aunque suenen a romance viejo, tienen algo de retablillos con luz y montaje de ballet, moviendo figuras nunca individualizadas, sino expresivamente esquemáticas, más o menos inexplicadas. En ocasiones no hay acción -San Gabriel, San Rafael-; otras veces hay una acción clara -Prendimiento de Antoñito el Camborio en camino de Sevilla, Muerte de Antoñito el Camborio-; otras, sólo una estampa -Muerto de amor, El Emplazado, Reyerta-; pero en alguna ocasión hay un ambiguo misterio, como en el Romance sonámbulo, del que el propio poeta, según nos ha llegado por transmisión oral solía decir: "Parece que tiene argumento, ¿verdad? Pues no lo tiene!". El enmarque tradicional y narrativo ha facilitado la difusión de unas imágenes que, en otro contexto, habrían sido demasiado difíciles para tan amplio público: así, en Romance sonámbulo:
La noche se puso íntima 0, en el Romance de la Guardia civil:
... por donde animan ordenan Este último verso, aislado del contexto que nos introduce gradualmente en él, requeriría para su disfrute una sensibilidad muy entrenada: "miedos de fina arena" habría que representárselo, quizá, con una arena escalofriada y agitada por un hálito de viento, sin más, en visión casi surrealista, en ámbito cinematográfico, de Eisenstein a Buñuel. No podía menos de surgir también, a partir del éxito del libro, un pseudolorquismo sin esta imaginación e imaginería, como mero folklore cabaretero, pero el valor del Romancero gitano está no sólo en su atrevimiento imaginativo, sino en los soplos de estremecimiento que de vez en cuando ponen un presagio de muerte entre el decorado de luz lívida .
Tras este libro, en seguida resonante, Lorca, que había estrenado
una Mariana Pineda en verso, tan atractiva como sencilla, un tanto
subversiva en su contexto histórico, parece entrar en una crisis profunda.
Formalmente, el modelo tradicional popular ya ha cumplido para él
toda su misión: en lo íntimo, se ha dicho que entonces hubo
en su vida una crisis sentimental -homosexual-.
"Poeta en Nueva York". El teatro de Lorca Poeta en Nueva York es el fruto de aquel año largo: se acabaron los gitanos y la tradición popular, para dejar paso a un tono hermético y alucinado, en que pronto hay algo de la anchura de Walt Whitman, al que se dedica una Oda. Ahora es posible mencionar el surrealismo, pero en un sentido "aplicado", no en entrega a la escritura automática. Los temas quedan fijados por los títulos -sobre todo, son tremendas visiones de la gran ciudad aplastante: entre otros, Oda al rey de Harlem, Danza de la muerte, Paisaje de la multitud que vomita, Paisaje de la multitud que orina, Panorama ciego de Nueva York, y tras unos intermedios fuera de la ciudad, Vuelta a la ciudad, New York, oficina y denuncia y Huida de Nueva York-. Pero esa evidencia temática ayuda al poeta a desarrollar sus poemas en oscuras fantasías acumulativas, lógicamente inexplicables, y de atmósfera angustiosa:
Debajo de las multiplicaciones En casi todo el libro el tono es más oscuro y la imaginería es más sorprendente, actuando por acumulación y creación de un ambiente sofocante, multitudinario y antihumano. El estilo de Poeta en Nueva York encuentra una variante más accesible y clara en algunos poemas no incluidos en libro, como la Oda a Salvador Dalí, y, con más extensión y acierto, el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), en varias partes, y, sobre todo, la Oda al Santísimo Sacramento del Altar. Fragmentos . Más superficial el primero, el segundo crece al dejar el tono folklórico en Cuerpo presente y Alma ausente, pero con una visualidad que hace recordar el Romancero gitano. Los supera la Oda al Santísimo Sacramento del Altar, sin duda la gran síntesis de los diversos estilos lorquianos -excepto la falsilla tradicional y cantable-. El primero de los dos Fragmentos, Exposición, con centro en el ostensorio -o custodia-, es el anverso, evidente y luminoso, cuyo reverso es Mundo, la gran ciudad -¿otra vez Nueva York?-:
Escribientes dormidos en el piso catorce. Aparte de los deliciosos Seis poemas galegos(1935), probaturas en gallego que, a la vez, recogen su propia voz meridional y ecos de la vieja lírica galaicoportuguesa, su última colección es Diván del Tamarit, con vagas referencias formales a la poesía arabigoandaluza de motivación sentimental. Mientras, el dramaturgo García Lorca va creciendo: de 1931 y 1933, respectivamente, son dos sorprendentes piezas, entre surrealistas y de "teatro del absurdo", Así que pasen cinco años y la incompleta El público -luego aparecería otra pieza sin titular-: un extremo, inquietantemente fascinante, de imaginación innovadora, como en sueños de coherencia casi kafkiana, sin parangón en la historia del teatro de nuestra lengua. Pero a continuación vienen las cuatro piezas en que Lorca se hace dramaturgo profesional: Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores es la estampa lírica, casi sin acción, de la mujer que se marchita en espera de un amado ausente, que ella misma pronto sabe que no volver ; Bodas de sangre (escrita en 1932) es una enérgica tragedia en que, sobre un tono de tradición popular, Lorca va hallando un lenguaje universal, directo y tenso, apto para el teatro. Al lado de esta obra, Yerma (1934) significa un relativo retroceso, en parte por su menor posibilidad de desarrollo activo en el tema de la mujer estéril: la creciente tensión con el marido, a quien ella mata al final, resulta un tanto abstracta. Pero estas tres obras quedan superadas por la tragedia, póstuma, La casa de Bernarda Alba. Tragedia de mujeres en pueblos de España . Al final del reparto leemos: "El poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico.".En efecto, no hay una frase, ni una palabra, que no pudiera creerse real en boca de las mujeres de la obra, tanto las criadas como el ama Bernarda, las cinco hijas y la abuela loca, todas ellas en odios mutuos, implacablemente declarados. Pero el poeta -designación que asume él mismo, aunque la obra esté en prosa- ha sabido a la vez economizar la expresión y potenciarla líricamente en su misma sobriedad realista:
BERNARDA. -... Los pobres son como los animales: parece como si estuvieran
hechos de otras sustancias. Esta obra también cabría enmarcarla en el teatro moderno universal comparándola, por ejemplo, con Strindberg, con Synge, etc., y, sin duda, saldría beneficiada de este contraste. La tragedia -las hijas girando en torno al hombre que está fuera- tiene un lenguaje a la vez con sabor de su tierra y de plena vigencia en todo el ámbito de su lengua.
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