Cuando te beso, amada, entre mis
brazos,
siento que abarco el evo e infinito;
se ha desvanecido el universo,
y he llegado al Omega del camino;
que todo el
devenir de mi existencia
ha retornado,
al fin, a su principio;
y me siento
pletórico de gloria
formando un
ser andrógino contigo.
Cuando te
beso, amada, entre mis brazos
se disipa el
dolor en el olvido;
y eres
remanso, oasis, puerto, bálsamo;
la Eva que me
brinda un paraíso,
mi Urania
Venus, ángel, una hurí,
mi walkiria,
la reina del Olimpo;
y me
siento omnilibre como un dios:
del tiempo y
del espacio redimido.
Cuando te
beso, amada, entre mis brazos
la poesía
encárnase y el ritmo;
y todas las
metáforas y músicas
son nada en
nuestro éxtasis divino.
Siento que
eres la obra de arte máxima
que el Sumo
Hacedor me ha concedido;
la mejor
creación de la natura,
mi ninfa,
musa, eterno femenino.
Cuando te
beso, amada, entre mis brazos
me doy cuenta
de cuánto te he querido,
de lo mucho
que tú me has perdonado,
de tu
sinceridad y sacrificio.
Continuemos,
amada, así abrazados
sintiéndonos
un solo ser divino,
cual dos almas
gemelas que se funden;
y hagamos del
amor perenne nido.
Francisco Javier
López Naranjo
|