LAS CIFRAS

70% es el porcentaje alcanzado de accesibilidad que el Consejo Nacional de Integración de la Persona con Discapacidad (CONADIS) ha encontrado en los ministerios de Salud, de la Mujer y de Vivienda que sí han adoptado dichas medidas.

64% de las entidades supervisadas en todo el país se encuentra en provincias. De éstas, sólo el 2% tiene un nivel aceptable de adecuación.

Según el último informe del CONADIS , de 83 establecimientos, solo tres cumplen las medidas de adeucación de la Ley 27050. El panorama es más desalentador e el interior del país, donde de 56 establecimientos evaluados sólo el 2% cumplen las normas.

FELICIANO FRÍAS AGIP

La historia comenzó hace 30años en el distrito de Bagua Grande, en Amazonas. Feli, como le dicen todos, es el menor de todos los Frías Agip y desde pequeño fue juguetón aunque muy aplicado en el colegio. El nombre se lo pusieron por la alegría que produjo a sus padres al nacer. Desde ese momento, y a pesar de todo, le hizo honor a su nombre.

TODO EMPEZÓ COMO JUGANDO

Después de terminar la secundaria, se inició, como jugando, en el comercio de café, maíz y arroz. "Uff, era un aventurero", recuerda Félix, como le llama su esposa. Y en una de esas aventuras conoció a Neida, su mujer. Después de un par de años de pareja, decidieron convivir, y del fruto de ese amor nacieron Silver (9), Jessica (7) y David (5).

Dado que el trabajo de Feli no andaba muy bien y Neida se quedaba en casa a cuidar a los niños, vivían en la casa de los padres de Feli. "Era bien difícil, a mí nunca me ha gustado vivir en casa ajena, me gusta tener libertad, que mi familia tenga libertad". Entonces, Feliciano decidió trabajar horas extras y ser más dedicado al empleo. Así, ya no sólo comercializaba, sino que también conseguía los vegetales por su cuenta.

Un buen día, con el firme propósito de conseguir unos frutos que estaban en la copa de un árbol, subió hasta lo alto. Varias veces lo había hecho, así que no tuvo miedo. Jamás imaginó que la caída sería fatal.

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"UN ACCIDENTE QUE CAMBIÓ MI VIDA"

Era el 17 de noviembre de 1998. Hacia calor y la gente estaba en casa, como todos los domingos. Un grito los sacó de su letargo: un hombre había caído de un árbol. Todos creían que estaba muerto.

Feliciano intentó levantarse. Las piernas no le respondían. "¡No te muevas!", le gritaban un par de curiosos. Sentía un dolor espantoso en la columna, pero en las piernas nada. Lo llevaron al hospital, la familia se desmoronó al recibir la noticia que sólo oían en las series de televisión y telenovelas mexicanas: "El señor ha quedado paralítico de por vida".

Feliciano, ¿qué pasaba por tu mente en esos momentos?

Mi familia, lo primero que pensé fue en ellos. Qué harían ahora, cómo se iban a mantener. Yo ahí, postrado, casi inservible, me quería morir...

¿Qué pasó después?

Gasté S/. 19,000 en mi tratamiento, se acabaron todos nuestro ahorros, y mi familia ya no podía apoyar más. Entonces pensé lo peor: me mataré. Incluso la relación con mi esposa ya no era igual, ella como se avegonzaba de mi situación y yo temabién: desde el accidente no había salido a la calle, me daba verguenza que me vieran así.

¿Intentaste suicidarte?

Sí, de muchas maneras. Es que sentía que era una carga para mi familia. Esta deprimido, quería dejar de vivir. Entonces amarré una colcha al foco del techo, no me preguntes cómo hice porque ni me acuerdo, pero la cuestión es que cuando me iba dejar caer -estaba parado en una silla-, llegó mi esposa y me salvó. La siguiente vez puse veneno en mi comida y mi hijo se dio cuenta, y la botó toda. La tercera es la vencida, dije, y cogí una botella y la molí en pedacitos pequeñísimos. La iba a combinar con un jugo de naranja, pero cómo llegaron mis hijos del colegio, envolví los pedazos en una colcha y los puse debajo de mi cama. Me quedé dormido. Cuando desperté, ya no estaban ahí. Siento que fue Dios que no quiso que me matará.

¿Y cómo superaste todo eso?

Bueno, un buen día decidí dejarme de llorar y sufrir y me fui de la casa. Mi esposa se opuso, pero no le hice caso. Me conseguí una silla adaptada como silla de ruedas y visité todos los distritos cerca de mi ciudad. Me acordé de que una vez, en u bus interprovincial, subió un sordomudo y me dio un papelito pidiendo mi colaboración. Yo lo había guardado y lo saqué en ese momento. Hice fotocopias y lo cambié por "inválido". La gente, aunque no creas, me colaboraron en los buses, en los micros. Después de tres días llegué a casa. Pregunté: ¿han comido? "No", dijeron ellos. Saqué del bolsillo todo lo que había conseguido en mi "aventura": 300 soles. Mi esposa me abrazó, me pidió perdón. Le propuse irme a la aventura a todos los pueblos para coseguir ayuda y me dijo: "Te vas, pero conmigo". Y nos fuimos todos, y viajamos por toda la selva, el norte, hasta llegar a Lima.

Y aquí en Lima, ¿cómo hiciste para mantenerte con tanta competencia en las combis?

(Risas). Sí, en provincia la gente es más amable, no hay duda. Bueno pues, recordé que de joven había aprendido a hacer artesanías y me empecé a dedicar a eso. Me dijeron que Mesa Redonda era un buen mercado, hice mis gestiones en la municipalidad (que duraron 2 años y medio) y aquí me tienes. El taller lo tengo en mi casa.

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SEÑOR "NO VALES NADA"

Cuando te conocí te admiré por ser un "inválido" ejemplar y me corregiste: "discapacitado" ejemplar. ¿Te molesta que te llamen así?

¡Claro! ¿Qué significa la palabra inválido?

"Que no vale nada".

Ya pues, cuando le gente me llama así siento que me dicen Señor "no vales nada". Tienen que darse cuenta que a pesar de nuestras limitaciones físicas o mentales, los discapacitados también tenemos derechos y oprtunidades. Y valemos mucho, ¡sí o no? (Risas).

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TÚ ERES LA RUEDA, YO SOY EL CAMINO

¿Qué música te gusta Feliciano?

Uy, me gustan los pasillos y la salsa antigua. ¿Has escuchado esa de "Tú eres la rueda, yo soy el camino"?

Claro, "La rueda" de Frankie Ruíz...

Sí, esa. Cuando me accidenté y escuchaba esa canción me reía porque antes la cantaba sin sentido, y ahora sí tiene uno para mí: siento que Jesucristo me dice eso: Tú eres la rueda, porque ando en silla de ruedas, y yo soy el camino, porque es Dios pues. (Risas).

Muy buena ah...

Claro pues... hay que ponerle alegría a la vida. Cuando me deprimo soy más feo (Risas). Mira, no creas que todo en mi vida es felicidad ah, también tengo mis problemas, pero trato de encontrarle el lado amable.

Y se nota Feliciano. De veras se te nota.

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ARTÍCULO EN "EL COMERCIO". MARTES 14/09/2004.

Recuerda, con buen humor más que con cólera, que una vez fue arrastrado unos diez metros con silla y todo. "Me había colgado de la puerta porque el chofer no quería recogerme. ¡Tómate un taxi!, me gritó". Asegura tener una lista de aproximadamente 300 números de placas de los vehículos de transporte urbano que se han pasado de largo y le han negado el derecho de usar el servicio público de pasajeros.

Por lo pronto debe esperar verdaderos milagros o la ayuda de algún chofer caritativo que lo recoja, como ayer, del paradero para movilizarse a su centro de labores. Pera Feliciano no es hombre de esperar sentado una solución a este problema. Por lo pronto tramita ante la Beneficencia Pública de Lima el alquiler de una casa en el Cercado de Lima para vivir cerca de su trabajo, en Mesa Redonda, donde tiene un pequeño negocio de venta de artesanía.

La gestión tampoco resulta fácil. El viejo edificio de la Beneficencia Pública tiene cuatro pisos y la oficina a la que debe acudir se encuentra en el tercer piso. Ante la falta de un ascensor, Feliciano se ve obligado a pedir ayuda para que alguien lo cargue hasta el tercer piso y viceversa. Pero este no es el único establecimiento público inaccesible para Feliciano y las personas con discapacidad.

LEY INVISIBLE

La Ley de la Persona con Discapacidad establece que los locales de instituciones públicas y privadas cuenten con entradas idóneas, rutas de acceso, rampas, señalización, módulos de atención y servicios higiénicos para discapacitados. Sin embargo, la mayoría de establecimientos incumple estas normas.

Carlos Merino de Lama, presidente del CONADIS, dice que el problema es la falta de interés de las municipalidades de exigir el cumplimiento de las normas de adecuación arquitectónica y las normas técnicas urbanísticas al momento de calificar los expedientes de nuevas obras. Hay un vacío legal que impide cobrar multas severas, manifestó Merino de Lama. "Las personas con discapacidad no tienen por qué adecuarse a los establecimientos y espacios de uso público, pero sí estos", subrayó.

Feliciano lo sabe muy bien.

Nota: En este artículo, Feliciano es nombrado como "Feliciano Díaz Pérez", siendo en verdad "Feliciano Frías Agip". ¿La razón? Ninguno de los dos lo sabemos.

DE LA AUTORA

Feli llegó a mi vida un martes en la tarde. En plena asesoría del proyecto de tesis, ví el periódico en la mesita, me interesó la nota pero, como la mayoría de cosas que leo, lo dejé en el mismo sitio.

En mi clase de Periodismo Avanzado, más tarde, lo volví a encontrar. Lo volví a leer. Me volvió a encadilar la historia. En la noche, en casa, mi padre me comentó la historia, pues la había leído también en la tarde. Tres veces llegó, y sólo en la última deicidí seguir su caso. No tenía aún un personaje para esta página web y mejor que él, nadie.

Desde el primer contacto se presenta como un niño grande. Siempre sonriente, siempre feliz. Siento que su nombre le cae a pelo. Después de todas las cosas que me contó sobre su vida, quisé ir más allá: conocer su casa, su familia, ver si era verdad tanta belleza. Y no me mintió. Todo fue tal cual lo relató.

Conocerlo me ha servido muchísimo. Lo admiró como no tiene una idea. Gracias a Dios, a la Biblia, y al periódico aquel por haberlo puesto en mi camino. Ahora somos amigos.

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Melissa Aponte Trujillo / Periodismo Digital / 2004-II