EL EVANGELIO SEGÚN FELICIANO

Feliciano no es sólo un padre de familia, trabajador ambulante y discapacitado ejemplar; es, también, una persona de fe. Y es esta creencia en "lo que no se ve" lo que a diario lo mantiene vital, arriesgado, confortado.

Muchos tienen una filosofía de vida, una creencia, un cánon que rige nuestros actos, tomado quizá de alguna corriente religiosa o de una ideología extranjera. La de él, en cambio, es propia y singular. Es su "Feli-zofía": su filosofía de la felicidad.

¿CÓMO NO CREER EN DIOS?

Creyente desde siempre, perteneció hasta hace poco a una iglesia evangélica, pero su ritmo de vida agitado y sus múltiples ocupaciones le han impedido ser constante, aunque su esposa y sus hijos todavía participan. Ahora se define como seguidor de Jesús, a pesar de que es consciente de que no cumple las leyes de Dios a cabalidad.

"No soy fiel a la oración ni a mi iglesia, pero trato en lo posible de reflejarlo (a Jesús) en todo lo que hago. La vida no ha sido fácil para mí, pero sigo en pie. Conozco muchos como yo, que se tiran a la cama, no quieren saber del mundo, no quieren hacer nada. No se dan cuenta que no sólo se deprimen ellos, sino a todos sus seres queridos", afirma.

Varias veces intento sucidarse, pero desde que lo conoció a Él, su vida ha encontrado otro sentido. Cuando pasa por la calle, la gente lo saluda, le sonríe, y él no pierde la oportunidad de gastar bromas. La señora que el vende bolsas en su puesto es su "caserita". "Una vez", relata ella, "me pidió rebaja y como le dije que no salía, me dice 'si no me rebajas me levanto ah', e hizo cómo que se levantaba... yo me asusté, pensé que de verdad lo iba a hacer y salí disparada. Él se comenzó a matar de risa y todos en la calle también. Siempre me hace lo mismo y siempre caigo. Se pasa el Feli pues".

"Soy una persona feliz", se autodefine. "No te voy a negar, tú me puedes ver contento, chistoso, pero eso no quita que tenga problemas en casa. Desde mi accidente, mi esposa y yo nos distanciamos un poco. Parece mentira pero fue la religión la que nos volvió a unir. Hasta ahora tenemos diferencias, sobre todo porque paso mucho tiempo afuera, en el negocio, en el deporte, en mis reuniones en la Asociación... pero ha comprendido que estas cuestiones me hacen feliz. Me siento importante. Siento que valgo la pena".

Arriba

EL CIELO TIENE UNA SUCURSAL EN BARRIOS ALTOS

Desde las seis de la mañana, Neida ya está despierta. Lo primero que hace, luego de despertar a todos, es poner sus cd's de música cristiana. Todos los días, todas las mañanas, es casi un rito escuchar estas canciones. Jessica, la hija del medio, se sabe la letra de memoria, a diferencia de sus hermanos. "Me gustan las más movidas, levantan mi Espíritu".

El interior 104 del 207 del Jr. Huánuco tiene un decorado especial. Posters multicolores, cuadros tridimensionales y frases cortas, todas de estilo bíblico y cristiano adornan el lugar. La sala, el comedor-cocina-lavandería y el cuarto están llenos de él, al igual que de la música.

Los chicos se alistan para ir al colegio. Feliciano se levanta, se va al aseo. Neida corre de un lado a otro. Los cuerpos flotan y circulan en un ambiente de sosiego increible. No está permitido amargarse a las siete de la mañana. Tampoco a las ocho. Menos a las nueve. Nunca en todo el día. Silver, Jessica y David salen rumbo a clases. Pasa un rato y Reynel con Feliciano salen también. La abnegada Neida, con mil y una cosas por hacer, se da un tiempito para repetir el cd, pues "esas canciones no las conozco mucho; son nuevas y me las quiero aprender".

Arriba

"GRACIAS PAPÁ, GRACIAS MAMÁ, GRACIAS A DIOS, GRACIAS A LA BIBLIA".

Jessica tiene 7 años y es la única hija de Feliciano. No sólo es la más parecida físicamente a él, sino también la más apegada, y en eso apego han surgido muchas cosas.

Si bien Feliciano contagia a toda la familia ese espíritu siempre alegre, siempre "pilas", es la pequeña Jessica quien ha heredado por completo la Felizofía. Junto con mamá Neida es una de las primeras en despertarse, y desde que empieza el día canta todas las canciones cristianas que suenan en el hogar desde tempranas horas de la mañana. Viste su uniforme rápidamente, se lava la cara y si sus hermanos no se han levantado aún, corre al cuarto y les roba la sábana. "Mi mamá me ha dicho: 'a quien madruga, Dios le ayuda', y yo le creo.

Son las 7 a.m.Llega el desayuno: quaker y pan con jamonada. Devora veloz los alimentos y apura a sus hermanos: "Papi, diles que se apuren que vamos a llegar tarde al colegio". Y es que el colegio no está a la vuelta de la esquina, sino al otro extremo de la ciudad: Comas. "Estudiamos ahí porque cuando nos matricularon todavía vivíamos en Comas con mi tía", se apresura a responder Silver, con la boca llena. "Ya te he dicho que con la boca llena no se habla", reniega Jessica. "¿Qué va a decir la señorita?", le reprocha. No pienso decir nada. Soy toda oídos.

Ha terminado el desayuno, y mientras los otros dos corren por las mochilas, ella se detiene y anuncia, cual Juan el Bautista: "Gracias papá, gracias mamá, gracias señorita, gracias a Dios y gracias a la Biblia". Se avergüenza, sonríe, y sale corriendo. "Le hemos enseñado a dar gracias a Dios por las comidas", responde Feli, "pero ésta ya se pasa". Todos estallamos de risa.

Arriba

FELIZOFÍA: MADE IN MESA REDONDA

Feli no es un discapacitado más. A pesar de todos los obstáculos vividos, ha sabido sacarle el jugo a las situaciones, aprovechar todas las oportunidades. No tiene una fe como una granito de mostaza, sino como el tamaño de la montaña a la cual Mahoma tenía que ir. Tiene fe que todo cambiara, que con su aporte, con sus ganas de vivir, conseguirá no sólo un mejor estilo de vida para él, sino para toda su familia. Así nació la Felizofía.

Cuenta Feli que cuando recién llegó a Lima, empezó a trabajar en Mesa Redonda. Pasado un tiempo, notó que no era el único discapacitado que trabajaba en la zona, sino que en las calles aledañas habían otros ambulantes discapacitados como él.

"Sin querer queriendo me hice amigo de ellos, les conversaba, los animaba, les hablaba de la esperanza, de no tirarse a la cama frente a cualquier problema... ¡Tenemos suerte de estar vivos! Mucha gente pudo haber muerto con los accidentes que pasamos, pero nosotros estamos aquí y ahora, y no podemos desperdiciar esta oportunidad que nos dio la vida".

Gracias a su filosofía de no cansarse nunca de estar empezando siempre, Feliciano fue haciéndose conocido en Mesa Redonda, y la gente lo busca para sentirse bien un rato. "He dicho que voy a empezar a cobrar", bromea. "¿Te cuento un secreto? Hay gente que viene a darme ánimo, a "apoyarme", y al final terminó yo dándole un sentido a su vida. La gente está en otra. Antes de mi accidente yo tomaba la vida como cualquier muchacho, nada en serio, y tuvo que pasarme esto (y señala sus piernas) para poder entender lo importante que es vivir. Tanta gente desperciando su vida en vicios, en tonterías... No esperen a que les pase algo para reaccionar: tomen mi ejemplo".

La Felizofía también se predica en los partidos de basket, en las reuniones de la Asociación de Comerciantes Cristianos a la que pertenece... en fín, a todos aquellos que alguna vez se crucen con Feli. O con alguno de sus discípulos.

Arriba

DICEN QUE SOY

Reynel (ayudante): "Lo conocí por su esposa, pues vamos a la misma Iglesia. Es una persona que ama mucho a Dios y se esfuerza por sacar adelante a su familia. He conocido muchos discapacitados, pero ninguno como él. Desde que trabajamos juntos somos más amigos, y lo considero un hermano"

Tessi (entrenadora): "Nos hemos hecho bien patas. A veces tiene un carácter difícil, se molesta porque las cosas no salen como él quiere. Cuando lo conocí se deprimía fácilmente. Ahora, en cambio, le pone más alegría a la vida. Todavía tiene problemas, pero ha aprendido a sobrellevarlos. El deporte le ha ayudado un montón a socializar. Dentro del grupo, es uno de los que más destaca".

Neida (esposa): "Desde el accidente, a pesar de los problemas, nos mantenemos juntos. Sacar adelante a una familia con un esposo discapacitado no es fácil, pero Félix siempre mantiene el espíritu en alto. Al principio renegaba de sus actividades (basket, reuniones, trámites, etc.), pero luego me di cuenta que es necesario que él las haga para sentirse más realizado".

Silver (Hijo mayor): ¿Qué te puedo decir de mi papá, pues? Mi papá es lo máximo para mí. Le quiero mucho. No me acuerdo bien de cuando caminaba normal, parece como si hubiera nacido así. A veces mis amigos me molestan porque mi papá anda en silla de ruedas. "Cojito" le dicen. A mí me da cólera, pero mi mamá ya me ha dicho que los ignore.

Jessica (Hija): "Cuando puede, mi papá me lleva al colegio. A pesar de que se acuesta tarde, se levanta tempranito para darnos desayuno. Me enseña las tareas y me enseñó a bendecir las comidas".

David (Hijo menor): "Dice la gente que me parezco a mi papá. Mis amigos se burlan a veces de él. Yo les digo: "Mira a tu papá, tiene dos piernas buenas pero no gana tanto como el mío. Tus cuadernos son simplones, los míos son Stanford"

Melissa Aponte Trujillo / Periodismo Digital / 2004-II