Paris
Hijo menor de Príamo y Hécuba.
Cuando su madre estaba embarazada de él soñó que daba a luz una antorcha que incendiaba
Troya. Enterado su padre y advertido del mal presagio decide matar al niño. Pero
su madre le salvó abandonándolo en Ida, el monte cercano a Troya. Cuentan que a
Paris le crió una osa, pero nuestra historia, basada en el poema homérico, nos lleva
a decir que unos pastores le encontraron y criaron; le enseñaron el oficio de pastor
y que él cuidaba sus rebaños y ahuyentaba a los ladrones. De ahí que le llamasen
Alejandro: «el que protege a los hombres».
Paris acudió a Troya a participar
en unos juegos fúnebres, donde destacó venciendo en todas las pruebas. Su hermana
Cassandra, profetisa, le reconoció y lo anunció a su padre Príamo, feliz por recobrar
al que creía perdido para siempre, y le devolvió su lugar en la casa y en el reino.
Seguía ejerciendo de pastor para
su padre y estando en Ida un día, fue elegido como el árbitro en una disputa que
enfrentaba a Hera, Atenea y Afrodita; el objeto del litigio era la posesión de la
manzana de oro destinada «a las más bella» que Éride, la Discordia, había lanzado
en las bodas de Tetis y Peleo. A Paris le tentaron con presentes tanto Hera como
Atenea pero Afrodita le prometió el amor de la mujer más bella del mundo, Helena,
reina de Esparta y eso le valió ser la premiada con la manzana de oro. Desde entonces
será el protegido de la diosa del amor, pero también será el blanco del rencor despechado
de las otras dos, que en lo sucesivo le perseguirán con saña implacable a Paris...
y a los troyanos.
Con la altanería del que se sabe
protegido y en contra de los negros vaticinios de Cassandra, Paris consigue ser
incluido en una expedición que se dirigía a Esparta. Allí sedujo a la reina, en
ausencia de su marido Menelao, y la raptó saqueando además las arcas reales llevándose
cuantas riquezas pudo. En Troya fueron bien acogidos por Príamo y la familia real.
Solo Cassandra siguió profetizando desgracias.
Pasaron los años y los troyanos
seguían negándose a devolver a Helena y Menelao solicitó la ayuda de los príncipes
griegos, obligados por un viejo juramento. Se organizó una expedición contra Troya
con Agamenón, hermano mayor de Menelao, al frente como comandante supremo.
Hasta nuestros días nos ha llegado
la imagen de un Paris cobarde durante la guerra, y es que, ya vencido por Menelao
al principio de la contienda, en un combate singular para dirimir el conflicto,
solo gracias a la ayuda de Afrodita elude la muerte: envuelto en una nube espesa
le devuelve milagrosamente al lecho de Helena. Pero también es cierto que gracias
a la ayuda de Apolo, consigue matar a Aquiles cuando fue a entregar el cuerpo de
su hermano Héctor a su anciano padre, Príamo.
Paris no vive para ver caer Troya.
Una flecha envenenada, lanzada con el arco de Hércules por Filoctetes, acaba con
su vida. Pero no con los sufrimientos de su pueblo y de su padre.