Por Alberto Bru, Jordi Pedrosa y Txema Prada (Lista GCE)
Foro Guerra Civil Española (Entrar)
Gudaris defendiendo sus posiciones en pozos de tirador en el Frente Norte
Guadalajara: Cambian las cosas
La orden de operaciones
fue firmada por Franco el 21 de marzo; se trata del primer ejemplo mundial
de operaciones aire-tierra. Para ello se cuenta con la Legión
Cóndor que mandan los generales alemanes Sperrle y Von Richttoffen, Aunque parece hallarse
demostrado, pues, que hasta el fracaso de Guadalajara no fue tomada
la decisión de actuar en el Norte, existen algunos documentos
que indican que a primeros de 1937 ya se estaba acariciando la idea
de operar en esa zona, anteponiendo el interés por ella al existente
sobre otras regiones. Cantalupo revela que Franco le había
explicado que si la ofensiva sobre Guadalajara salía bien pensaba
conquistar acto seguido Vizcaya, Santander y Asturias, liquidando así
aquel molesto frente. Y en una carta que el 26 de enero le envió
el general Mola al jefe de la VI División, López Pinto,
le hablaba de la necesidad imperativa de aprovechar las explotaciones
industriales de Vizcaya y muy especialmente las fábricas cuyos
productos tienen aplicación a la guerra, lo que, dentro de una
acción rápida, habría determinado al Mando a efectuar
la invasión de Vizcaya hasta alcanzar la línea del Nervión,
que ha de servir inmediatamente de base de partida para proseguir la
acción sobre el Norte. El ataque inicial
del día 31 da marzo fue muy superior a lo esperado. Fueron 128
piezas y no menos de 40 aviones los que machacaron las posiciones del
frente, los nudos de comunicaciones, algunas localidades inmediatas
a la línea de fuego donde se encontraban los cuar-teles y puestos
de mando y, más allá, Durango, clave de la penetración
hacia Bilbao. Aquel mismo día
se reunía el Gobierno con los principales jefes militares, los
del Ejército del Norte (Llano, Martínez Cabrera, Ciutat,
y el comisario general Ramón González Peña incluidos).
Repercusiones inmediatas de la ofensiva fueron la creación del
Tribunal Militar de Euzkadi. de carácter especialísimo,
el llamamiento de cua-tro nuevas quintas, la movilización general
de todos aquellos hombres aptos que, no prestando algún servicio
útil, se encubrían en unidades destinadas a trabajos de
defensa. Una serie de llamadas angustiosas a Valencia, pidiendo aviones,
se iniciaría en esta jornada y se continuaría en las sucesivas.
sin que tales llamadas obtuviesen, conforme se ha dicho, éxi-to
alguno. Si embargo en ningún
momento se produjo una ofensiva sorpresa, puesto que en los archivos
relativos al Ejército y Gobierno de Euzkadi se encuentran numerosos
informes anunciando el desencadenamiento de la ofensiva. Ya el 6 de
febrero el presidente del Gobierno autónomo, José Antonio
Aguirre, le comunicó al ministro de Marina y Aire, Indalecio
Prieto, que, desde días atrás, estaba en conocimiento
de que el enemigo preparaba una ofensiva por tierra, aire y mar contra
Vizcaya y el 16 y 17 telegrafió en el mismo sentido al jefe del
Gobierno central, Largo Caballero y, de nuevo, a Prieto. Por otra parte, Aguirre, en su calidad de consejero de Defensa pues acumulaba este cargo al de presidente, les pidió a los distintos jefes del Ejército de Operaciones, el 28 de marzo, que se mantuviesen en guardia por esperarse un ataque de gran envergadura de un momento a otro. La información tenía su origen en el conde de Romanones, quien comentó en el hotel Golf, de San Juan de Luz, que habría acción en el frente de Vizcaya, principalmente en Alava y se complementaba con datos tales como la presencia de aviones de caza 25 unidades y de bombardeo 14 en el aeródromo de Vitoria, la llegada a esa ciudad de fuerzas italianas, alemanas y moras, así como de grandes cantidades de material, el movimiento de tropas hacia aquel escenario y el hermético cierre de la frontera con Francia; sin duda alguna para evitar que el conocimiento de estos sucesos llegase al exterior.
En
la medida en que se fue agravando la situación militar no sólo
este asunto cobró importancia dramática; el bloqueo naval
creó problemas de abastecimiento, servicio que siem-pre tuvo
muy eficazmente organizado el Gobierno vasco. El conjunto de la situación
hizo pensar en la necesidad de evacuar parte de la población
no combatiente. Pronto empezaron las evacuaciones de niños a
Inglaterra. Francia y Unión Soviética. Franco había
declarado el bloqueo efectivo de las costas euskaldunas desde el 6 de
abril y a los pocos días el Gobierno británico aconsejó
a los barcos ingleses que no fueran a Bilbao ya que la Flota británica
no los defendería en caso de peligro. Sin embargo, varios barcos
británicos cargados de víveres que se habían refugiado
en el puerto de San Juan de Luz rompieron el bloqueo y entraron en el
puerto de Bilbao si que los navíos de guerra franquistas se atreviesen
a intervenir. La resistencia del
Euzko Gudarostea (Ejército de Euzkadi) se centrará alrededor
del monte Sebigán, dos veces reconquistado, y de los Intxortas,
que fueron envueltos, pues desde el primer momento se puso de manifiesto
la endeblez de las fuerzas defensoras de Vizcaya ante la maniobra táctica,
ya que si algunas unidades respondían de modo magnífico,
la mayoría se desorganizaban con facilidad. El 23 de abril Llano
de la Encomienda comunicaba al ministro de la Guerra: Ha habido
que desarmar algunos batallones.. Tres de ellos, anarcosindicalistas,
abandonaron el frente y llegaron a Bilbao; dos fueron desarmados, pero
el tercero se negó a ello. El ambiente bilbaíno
se enrarecía por momentos, y por momentos también se alzaba
un recuerdo que se iba apoderando de todos: Madrid. Los finales de abril
son dra-máticos para Euzkadi. He aquí la lista de hechos:
día 26, ocu-pación de Eibar: día 27, entra-da de
las fuerzas nacionales en Marquina; día 28, conquista de Durango
y Lequeitio; día 29, en-trada en Guernica. La villa fo-ral había
sido destruida el 26, según ha contado con escrupulosidad Vicente
Talón ¡Arde Guernica!, el cuartel general de Franco, comprendió,
tarde, el error cometido que entraba en los parámetros del crimen,
negó la autoría del mismo y sus servicios de propaganda
extendieron la noticia que habían sido los propios vascos quienes
la habían incendiado. La ocupación
de Guernica, tuvo signos de catástrofe, ante lo cual Montaud
aconsejó a Aguirre la retirada al cinturón
de todas las fuerzas. El Presidente estu-vo a punto de ceder, pero otro
consejero tuvo más influencia sobre el Lehendakari.
en aque-llos momentos y al fin se deci-dió continuar la resistencia
allí donde se encontraban los mal-trechos batallones. El
hombre que salvó Bilbao durante esta crisis señala
Steer fue el francés Jéuregui. el cual escri-bió
un informe tan riguroso so-bre la oleada de vacilación en la
retaguardia que los vascos, a pesar de su obstinación, va-cilaron
y volvieron a reflexio-nar de nuevo." El 1 de mayo los
italianos atravesaron la ría. En el sector de dicha ría
los vascos resistieron y contraatacaron, llegando a reconquistar Bermeo
donde fueron derrotados los italianos y cayeron prisioneros la casi
totalidad de un batallón de Flechas negras. Por el contrario,
en el sector mismo de Guernica, al intentar contraatacar por el sur
de la villa, fue hecho prisionero un jefe divisionario republicano.
el coronel Llarch, en unión de dos capitanes y un teniente. Antes
de que anocheciese aquel 29 de abril eran fusilados los cuatro en Ajanguiz.
por orden del general Solchaga. El 5 de mayo se
tomaba en el seno del Gobierno de Euzkadi una decisión trascendental,
al asumir su Presidente y Consejero de Defensa el mando di-recto de
todas las fuerzas. Es claro que ya desde octubre ejer-cía prácticamente
el Mando Su-premo pero no el directo de las unidades, que correspondía
a Arambarri. Con lo cual queda-ban rotos los últimos lazos, más
simbólicos que reales, que unían al Ejército de
Euzkadi con el del Norte. Esta decisión
fue comunicada telegráficamente al presidente del Gobierno de
la República, Largo Caballero, el cual contesta dos días
después, desaprobándola y recordando que ni el presidente
del gobierno de Euzkadi ni el Consejero de Defensa del mismo están
autorizados legalmente para ejercer mando militar. ¿Era lógica
esta medida? Sólo respondía al am-biente reinante. En
efecto. Aguirre era el único dirigente político capaz
de potenciar la resistencia de los gudaris, fuesen o no
nacionalistas; ya que estaba apoyado, más o me-nos por los otros
Partidos, quizás hasta por los propios anarquistas, pese a no
estar representados en el Gobierno. Del 3 al 7 de mayo
los acontecimientos de Barcelona hicieron desaparecer el poder del Estado
y el de la Generalitat por la revuelta anarco-sindicalista dispuesta
a hacer realidad sus postulados. De esa tremenda crisis nace el gobierno
que va a presidir Negrín, dándole a Prieto la cartera
de Defensa, que presidirá en solitario sin participación
de las sindicales. Prieto reorganizó
a fondo el Estado Mayor Central ponien-do al frente del mismo al coronel
Vicente Rojo que llegaba a este supremo organismo con la reputación
de los éxitos ob-tenidos en la defensa de Madrid, pero que tenía
que hacerse cargo, sin perder un día, de la totalidad de los
ejércitos y de la reorganización del Estado Mayor. Si en Valencia se
vivía un breve periodo de transición encaminado a un reforzamiento
de la autoridad del Estado (pe-ro también dejando latentes focos
de disidencia), en Bilbao la situación político-militar
había cambiado desde el bom-bardeo de Guernica. El clima emotivo
y de exaltación facilitó las medidas del Gobierno vasco
encaminadas a asumir la mayor parte posible, de hecho, en la dirección
suprema de la guerra. Aguirre, de primera
intención, moviliza cinco quintas más (son ya quince),
reorganiza su Esta-do Mayor, al frente del cual pone al comandante del
Cuerpo don Ernesto Lafuente, y hace una patética llamada general
a todos. Organiza cuatro Divisio-nes (pronto serían cinco) y
16 Brigadas. En Infantería hay 74 batallones, más alguna
unidad especial, y en Artillería tres Regimientos. De Santander
y Asturias han llegado, además, seis Brigadas y ocho baterías.
También vuelan desde la zona Centro algunos aviones, bien que
en escaso número. Pero Aguirre sabe
que tal aparato militar es más ficticio que real. Para potenciarlo
da diversas órdenes, en las que trata de evitar la deserción
y el sabotaje, la inutilización para el servicio y el abandono
de éste. Todo jefe que abandone una posición donde aún
quede un tercio de su fuerza quedará bajo la jurisdicción
de los Tri-bunales Militares, los cuales juzgarán con el
máximo rigor, siendo las sentencias cumpli-das, inmediatamente".
Es la dura ley de la guerra, que llega a su fin. Las arengas de Agui-rre
responden a este clima. ("Ni un palmo de terreno perdido, ni un
paso atrás... confianza y obediencia ciega en el mando y fe contagiosa
en la victoria.) Inevitablemente,
la retaguar-dia, alma de la vanguardia, se ve afectada por la llegada
de los batallones de fuera, qua cometen tropelías
sin número robos, asesinatos de algunos religiosos
bien constatadas por Steer. Mientras, la lucha entre los partidos se
acentúa. al compás de la descomposición de las
fuerzas armadas. El Par-tido Comunista, según dice Aguirre a
Prieto, está más atento al proselitismo que a la
labor de plena armonía, aun-que el mayor encono del Presi-dente
es hacia los anarcosindi-calistas. con su ley de violen-cia desatada,
difícilmente reprimible. El 6 de mayo se inicia la evacuación de la población civil: 29.400 personas marchan a Francia. Pronto 1.745 niños formarán la primera expedición rumbo a las frías tierras de Rusia. El forcejeo en el frente es tenso y duro a lo largo de todo esta mes. Ataques y contraataques; ganancias y pérdidas: escasos días despejados frente a otros empapados de lluvia. El día 8, las fuerzas nacionales conquistan el Sollube; el 11, el Bizcargui: el 29, Peña Lemona. El Cinturón de Hierro queda así a la vista.. |