

CAPITULO VI
UN DÍA DE SUERTE
La actividad abordo del Avenger parecía haber regresado a su medida normal. Los oficiales
encargados de cada sección dirigían a los suyos, mientras soldados acorazados patrullaban
o simplemente cumplían labores de mensajería. Dos de estos soldados caminaban con prisa,
aparentemente siguiendo una señal captada con un pequeño dispositivo sostenido por el más
bajo de ellos. Pronto, llegaron ante una puerta cerrada y etiquetada con el rótulo "Bodega".
El soldado más alto presionó la cerradura electrónica y la puerta se abrió. Adentro, un
guardia los hizo seguir. Ellos entregaron el dispositivo que inicialmente los llevó allí.
"Este ha de ser otro de los extraños artefactos que traían los intrusos, ¿verdad?", comentó el
guardia. "Seguro que si... tienen la misma manufactura. Lo pondré con los otros". Se apartó de
los soldados sin preocuparse de no obtener respuesta de ellos. Después de todo, los soldados
imperiales estaban entrenados para el combate, no para socializar con los guardias de bodega.
Abrió una gaveta y guardó el nuevo aparato junto con los otros objetos retirados a los intrusos
cuando los hicieron prisioneros. "¿Algo más?".
El guardia más alto apuntó al guardia con su arma. "¡Qué significa esto!", exclamó el guardia.
La única respuesta que obtuvo fue un fuerte golpe en la parte posterior de su cráneo, propinado
por el segundo soldado. Al caer inconsciente, el soldado fue hasta el armario donde el guardia
guardó el objeto que le entregaron, y de ahí extrajo cuanto encontró. "¡Lotería!", celebró.
"¡Los prisioneros han escapado!". Dakra, el general a cargo de la base imperial en Imraad no podía
aceptarlo y sin duda sus superiores tampoco lo harían. Inmediatamente, ordenó a dos soldados
acompañarlo al almacén donde personalmente encerró a los intrusos, para confirmar la noticia.
Cuando llegaron, el guardia en la puerta le aseguró que nunca se apartó de ese puesto y que
sólo descubrieron la fuga cuando hace unos minutos el oficial enviado por Dakra vino a buscarlos
para interrogarlos.
"Es imposible, este almacén no tiene otro acceso...". Tres hombres llegaron al almacén. Dakra los
reconoció como técnicos de mantenimiento de la base. "Finalmente llegan. ¡Quiero saber cómo
escaparon los prisioneros si la puerta nunca se abrió!". Los técnicos consultaron sus computadoras
portátiles e intercambiaron comentarios. Luego, se acercaron a una de las cajas apoyadas contra
la pared. Solicitaron la ayuda de los dos soldados y con algo de esfuerzo, entre los cinco
la movieron. Tras la caja, se encontraba una escotilla de acceso a los túneles de ventilación.
"Esta es la única forma de salir...", dijo uno de los técnicos, mismo que se arrodilló para revisar
la portezuela que cubría la escotilla. "Esta puerta fue abierta recientemente, general".
"¿Quieren decirme como dos hombres ya entrados en años pudieron correr una caja que requirió de
la fuerza de cinco de mis hombres para hacerlo?". Nadie respondió a eso. Dakra estaba furioso.
Primero la ofensa de Bobba Fett y ahora esto. "Que revisen cada túnel de ventilación en la base,
quiero que encuentren a los intrusos ¡y no toleraré fracasos!".
Mientras, en uno de los muchos túneles de la base, Montgomery Scott y Lek Kemra buscaban
afanosamente la puerta que los condujera al depósito de combustible. Kemra no pudo disimular
una sonrisa al notar como Scotty lo observaba en una mezcla de asombro y temor. "¿Hay algo que
quieras saber?", preguntó. Scotty dudó un momento antes de contestar. "Bueno, sólo... ¿cómo
hiciste para mover esa caja sin tocarla? Se veía muy pesada...". Kemra sonrió. Hacia mucho
que no escuchaba a alguien cuestionar el cómo de sus habilidades. "Eso fue sólo parte del
entrenamiento básico que hace mucho tiempo recibí antes de convertirme en un caballero Jedi.
Los Jedi creemos que existe un campo de energía que cubre cada creación del universo, sea un
ser humano o una caja, y a eso lo llamamos la Fuerza. Cuando aprendemos a convivir con esa
Fuerza podemos llegar a usarla y realizar proezas como esa". Se detuvo. "¡Aquí es!".
Los dos hombres salieron del túnel y entraron en un amplio depósito de minerales. No habían
guardias allí, no los necesitaban. La base todavía estaba en construcción, seguramente no muchas
personas en la galaxia sabrían de su existencia y el personal allí tenía mejores labores que
realizar que mantener vigilado algo qué nadie sabría existe y por tanto nadie podría querer
robar.
"¿Con esto pondremos a caminar a la Enterprise?", Scotty no lo creía posible. "Ahora el material
se encuentra en un estado bruto, tendremos que refinarlo antes de llevarlo abordo", y dicho
esto, fue hasta uno de los rincones del depósito donde descansaba un enorme horno. Estudió
por un momento los controles y recordó cómo operarlo, seguramente de alguno de sus días
como ingeniero mecánico en Alderaan. Presionado el botón correcto, el pesado equipo recogió
material y lo engulló. Tardaría algunos minutos en terminar de procesarlo y entregar el producto
final.
"Con todo el ruido que eso hace, no tardaran en encontrarnos", dijo Scotty, a lo que Kemra
replicó: "Déjalos que vengan".
McCoy esperaba pacientemente, bajo la mirada vigilante de sus colegas médicos, a que el
tratamiento terminara. Hace ya varios minutos que los soldados imperiales le habían traído
un equipo médico especializado que tenían en el transbordador gracias a que Kemra había insistido
que lo llevaran. "¿Acaso él sabía...?", no.
McCoy prefirió atribuirlo a la mera suerte. Entonces recordó cómo explicó a C-3QA lo que se
proponía a realizar, a fin de que el androide pudiera explicarlo a los médicos imperiales.
"Traduce con cuidado chatarra...", y comenzó: "Este tubo contiene un líquido regenerador", y
señaló el tubo donde Vader permaneció sumergido hasta el momento de colapsar, "sin embargo sus
propiedades curativas son algo lentas para alcanzar las zonas más internas del cuerpo, que
parecen ser las más dañadas. Con este equipo, procederé a estimular las células internas para
acelerar su regeneración". Cuando C-3QA terminó, los médicos, a pesar de su desconfianza, no
tuvieron más que aceptar. Bones procedió entonces a cubrir el cuerpo de Vader con su artefacto.
"Es un milagro que todavía viva", pensó, al observar las mutilaciones del cuerpo y las múltiples
cicatrices.
Un ligero beep anunció que el tratamiento había terminado. McCoy se acercó a revisar al paciente,
pero los otros médicos se lo impidieron en un principio. Tuvo que explicarle a C-3QA lo que
pretendía para que lo dejaran continuar.
"¡Sorprendente!", se maravilló Bones. El cuerpo había respondido mucho mejor de lo que hubiera
esperado, debido quizás a alguna ligera diferencia metabólica de los organismos de esta galaxia
respecto a los seres humanos. De no haber sido un hombre de ciencia, quizás hasta lo habría
atribuido a algo "mágico".
Los médicos apartaron a Bones y se sorprendieron y alegraron con la rápida recuperación de Vader.
Sus funciones corporales eran tan normales como podían serlo para un cuerpo que requería de la
continúa asistencia de máquinas para mantener sus pulmones respirando y su fluido sanguíneo en
circulación. Seguramente esa extinta religión que Vader profesaba, esa devoción a lo que él
llamaba La Fuerza, lo había ayudado a salir adelante. Eso y el equipo del médico intruso.
"Bueno, si eso es todo..." musitó McCoy mientras lentamente retrocedía hacia la puerta. Cuando
estuvo junto a ella llamó la atención del androide para que lo ayudara a salir. Pero en cuanto
la puerta se abrió, Needa y dos soldados aguardaban. Sin perder tiempo, los soldados sujetaron
a McCoy.
"Parece, mi buen doctor, que sus amigos han escapado", dijo Needa, de lo que C-3QA sólo tradujo
"¡Los otros han escapado, doctor!". "No se cómo dejaron inconscientes a los guardias que deje para
que los vigilaran, duermen profundos como bebes. Tampoco imagino de que pueden servirles sus
uniformes si no hablan nuestra lengua. Sólo se que es cuestión de tiempo para que los encontremos
y recapturemos, seguramente cuando intenten huir en su transbordador, o cuando vengan por Ud.".
Needa evitó que el androide terminara de traducir,, entonces ordenó a los guardias: "¡Llévenselos!"
y les hizo un ademán de que podían llevárselos.
Los soldados tomaron al doctor y al robot y los esposaron. Se encaminaron entonces en la dirección
que Needa señaló, donde encontraron un ascensor. Lo tomaron. Ya dentro, Bones se quejaba.
"Así que Jim y el orejas puntiagudas han escapado, espero que no estén planeando dejarme aquí".
Para su sorpresa, uno de los guardias contesto a eso. "Nunca nos iríamos sin ti, Bones".
Cuando todavía no salía de su asombro, el guardia retiro las esposas y se despojó del pesado
casco que cubría su rostro. "¡Jim!", exclamó McCoy, "pero... ¿cómo?".
"Después que Spock se hiciera cargo de los guardias que nos vigilaban, usamos el rastreador que
ocultamos en nuestras insignias para encontrar las armas y los transmisores. Luego de eso,
nos topamos con Needa, quien nos indicó seguirlo. Todo esperamos menos que nos condujera hasta
ustedes". Kirk terminó su relato y Bones le dio un fuerte abrazo. "Tan afortunado como siempre,
Jim". "Pero ahora tenemos que llegar al transbordador. C-3QA, ¿conoces el camino?". El robot
miró el panel de controles del ascensor. "Creo que esto tal vez pueda ayudar, señor" y presionó
el control etiquetado "HANGAR".
Las puertas del depósito se abrieron de pronto y Dakra entró en el, seguido de un puñado de
soldados imperiales. "¡Arréstenlos!", les ordenó.
"¿Todos estos hombres para arrestar a dos viejos intrusos?", preguntó Kemra. Dakra se sintió
obligado a responder. "Son poco para dos viejos hombres que tienen la fuerza de cinco de los
míos". Se acercó a Kemra, quien parecía ser el hombre de mayor mando, o al menos, el hombre que
tenía la autoridad para hablar por los dos.
"¿No cree que esta no es forma de tratar a dos emisarios del Emperador?", preguntó Kemra. "¡Bah!
Ustedes no...", la respuesta del general fue interrumpida por Kemra, cuya voz sonaba suave, casi
imperceptible pero definitivamente hipnotizante. "Los estabamos esperando, debieron informarnos
que eran ustedes". Dakra repitió las palabras de Kemra, como si fueran las suyas propias, mientras
Scotty miraba asombrado. "Seguramente desean inspeccionar estas instalaciones empezando con este
depósito, así que los dejaremos trabajar. Aquí tienen sus pertenencias...". Dakra entregó a
Kemra las armas y los transmisores y ordenó a sus hombres retirarse.
"Déjame adivinar", dijo Scotty casi sin poder creerlo, "este es otro de los trucos aprendidos en tu
entrenamiento básico como Jedi".
FIN DEL CAPITULO
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