Es que hay una guerra que
no ha terminado. Desde el inicio del mundo el demonio se ha rebelado contra Dios
y ha desatado entonces la guerra más perversa que pueda pergeñarse; queriendo
tener un territorio donde ejercer su dominio nefasto se ha apropiado del mundo
valiéndose de la debilidad de los hombres a quienes ha herido corrompiéndolos,
haciendo que sus inteligencias se vuelvan torpes para que no puedan ya pensar ni
anhelar la verdad para después amarla y defenderla; los han corrompido en sus
lenguas para que éstas no busquen mas que el provecho propio y el placer
desordenado. Así, el maligno, ha pervertido a pueblos y naciones haciéndoles
olvidar al Dios en quien creían, al que le debían todo y al que alguna vez
amaron.
Sin embargo, en esta batalla, que alguna vez termina pero que todavía no, ha
llegado el Cristo y, asumiendo como Jefe, ha convocado a sus leales formando con
ellos un ejército hermoso, más valiente y más heroico. Y ha nacido así el
cristianismo, que ha tomado la Cruz por estandarte, instaurándola a fuerza de
fe y fervor en los lugares más recónditos del mundo. Y no ha habido más armas
que la claridad de la fe hecha fidelidad, la fuerza de la esperanza que se hizo
audacia y el vigor de la caridad que movió a las almas apasionadas. Y por eso
aparecieron los santos y los mártires, los cuales, no queriendo guardarse nada
para si, lo sacrificaron todo a favor del Dios quien amaban.
¡Qué incontenible fuerza la de la Iglesia Católica! ¡Qué perseverancia
heroica la de este ejercito que convierte, conquista, perdona y salva!
Pero el maligno no descansa aún. Con necia tozudez sigue instigando a los
hombres y mujeres, ancianos y jóvenes a volver la espalda a Dios provocando la
soberbia rebeldía, la cobarde desilusión o la vomitable indiferencia. Porque
no soporta la felicidad y la dicha de los que prefieren ser obedientes al
creador. Y por ello hace del caminar de los hombres de Dios una marcha ardua,
difícil, torturosa, sembrada de obstáculos y dificultades.
Es que el Demonio odia mucho
Pero Dios ama más.
Y quienes lo sigan serán sostenidos con la Gracia, protegidos por la Iglesia y
premiados en el Cielo.
Y para ellos ya ha sido anunciado que el triunfo final es de Cristo.
Se convoca a los tímidos, para que creyendo se hagan valientes; se convoca a
los indiferentes, para que jugándose por Dios se distingan; se convoca a los
desanimados, para que la esperanza en la victoria los llene de audacia.
Que vengan los perezosos y los rebeldes; a unos les enseñaremos a gustar de
los develos que demanda la acción heroica; a los otros les mostraremos el mundo
descreído, verdadero destinatario de sus rebeldías.
Se convoca a lo difícil porque la guerra continúa, no para atemorizarse y
dispersarse, sino para unir fuerzas, construir y convertir. Es que el
cristianismo no tiene nada para esconder y mucho para mostrar, y así vence, así
salva, así conquista.
Que no nos gane el desaliento, porque somos fuertes.
Que no nos asusten los obstáculos, porque están para ser superados.
Por eso convocamos al desprecio de lo fácil y al amor de lo difícil.
Convocamos a la militancia
Convocamos a la esperanza.
Convocamos a la buena victoria.
Éste es nuestro Estilo, así creemos, así amamos, así servimos.
"¿Hasta dónde podemos llegar cuando hay fervor para hacer algo?