A ESTHERCITA
¡Qué bonita entre las rosas
respirando primavera!
Ver tus pupilas preciosas
es afán que mi ansia espera.
Hoy, mi pequeña, es tu día,
y tienes tanta ilusión,
que papá, mocita mía,
vivirá con alegría
tu primera comunión.
Y al ser sutil como el mar
tu gracia de perla al viento,
por aprender a esperar,
-de mi largo caminar-
te voy a contar un cuento.
Era una azul madrugada
de frescura angelical.
En su camita dorada
una niñita encantada
soñaba con ser coral.
El aire dormía en la fuente
del jardín; entre las flores,
y en su tímida vertiente
sol y luna, dulcemente,
destellaban sus colores.
Tenía como sonrisa
una lunita de fuego,
y disfrazando su risa
lucía por grácil divisa
un papá que nació ciego.
Por la mañana despierta,
al toque azul de alborada
se acercó el papá a la
puerta,
y con su sonrisa abierta
dijo la niña asombrada:
¡Hay un hada en mi
ventana!;
una hadita primorosa
que mira la azul mañana
con su carita curiosa.
Tiene una cinta en el pelo,
y en sus manos una estrella,
y lleva, prendido al velo,
un rayo de luna bella......
Parece que tiene frío,
y en sus ojitos dilata
reflejos de agua del río
y farolitos de plata.
Papá, ¡quiero conocerla!,
¡sólo quiero hablar con
ella!
¡Si consigo convencerla
tal vez me deje su estrella!
Dime papá, dime, ¿qué
hago?
¡La percibo tan bonita!
¿Si yo le digo un halago.....
me dejará su varita?
¿Para qué la quieres, cielo?
¡Para que alumbre tus ojos!,
y el rayito de su velo
para ocultar tus enojos.
En la fresca primavera
entre emociones de grana,
por dar refugio a la espera
de luna y de azul quimera
la niña abrió la ventana.
El sol andaba el camino
del arroyo; entre laureles,
y un mirlo, con dulce trino,
de oro vestía su destino
sobre rosas y claveles
Dulce, el hada primorosa,
frente a la verde campiña,
mostró su cara orgullosa,
y en vuelo de mariposa
preguntó a la bella niña:
¿Qué tienes niña
adorada
que te siento temblorosa?
¿y por qué la madrugada,
refleja esta luz hermosa?
Si alegre afirmas el canto
del aire que en tu alma veo,
por ser tan puro tu llanto
te concederé un deseo.
Si, si, mi hadita, yo mido
con tu varita mi anhelo,
y eternamente te pido
que mi papá vea el cielo.
Que sus ojitos dormidos
perciban por fin el mar,
y que sueñen en olvidos
temores e inmensidad.
De aquella fuente, las flores
mostraron su rojo carmín,
y en alas de ruiseñores
vio el papá los mil colores
de un bello arroyo sin fin.
Por ser sutil como el mar
tu gracia de perla al viento,
guarda este dulce cantar
que papá en su caminar
te escribió al contarte un cuento.
A MI HIJO
Naciste del amor en primavera
llorando en los vestigios de la aurora
y fuiste la conciencia redentora
del sueño que pusimos en tu espera.
Tus ojos llenan hoy de fe sincera
el vivir de una madre que te adora
y el orgullo de un padre que atesora
el sentir de tu mente aventurera.
Te deseo que ese bien que hoy añoras
afirme la justicia en tu sendero,
que entiendas el sentido verdadero
de la vida que vives y valoras
y que nunca tus manos soñadoras
te obliguen a sentirte prisionero.
A MI MAESTRO
Ahora sumo, luego resto,
juego un poco, escribo y leo.
Salgo al patio, me divierto,
poco a poco aprendo y veo.
Mi compás, mi lapicero,
mis libros y mi cartera,
los fríos días de enero,
las lluvias de primavera.
Un compañero, un amigo.
Ingenuos juegos soñados.
Un recuerdo va conmigo.
¡Tiempos viejos anhelados!
Ilusiones compartidas;
afanes que de algún modo
evocan clases vividas,
y un gran recuerdo ante todo...
disciplina y cortesía,
gentilezas en su gesto,
mano firme y simpatía.
José Antonio, mi maestro.
AL CABALLERO DE BARGAS
Toledo, imperial, estío,
temblor de acero y adargas;
Alcázar que mira el río.
Calma, empeño y desafío
del caballero de Bargas.
Semblante de tierra mora
cubre el orden en su frente,
y la letra que valora
sangre vierte cuando llora
un poema impenitente.
Sedienta Castilla, humana,
Guadarrama adormecido.
Al brindar su colombiana
plasma en verso a su serrana
recitando lo vivido.
Quijote con poderío;
aguas, peñas, monte bajo,
de tu cantar " El Quejío"
llevas ecos del Rocío
a las orillas del Tajo.
A UNA MARIPOSA
Riza el aire levemente
y en un soplo se desliza.
Roza el cielo, sol caliente,
liba el viento libremente
y en colores lo matiza.
Frágil talle misterioso
ruboriza su candor.
Junto al cielo poderoso
fija el vuelo tembloroso
de sus campos de esplendor.
Nada en flor de dulce trino.
¡Primavera de cristal!
Luz y luna en el camino,
van marcando su destino
rosa, estrella, arena y cal.
Sol, encina, jara, duna,
en los prados vuela, pena,
que los trigos de tu cuna
son presagio de fortuna
de tu nombre, fiel Falena.
A CLAUDIA RUIZ MECHANIN
Llanto recorre la angustia
que anuncia la muerte amarga.
Envuelta en negros crespones
llora su pena la danza.
Cruel y dura, franja vana
que coligas vida y muerte;
te has llevado de esta suerte
el arte por la ventana.
¡Madrugada, madrugada,
rasgando aceros de plata
dejaste a un lado la vida
subyugando la esperanza!
Una luz nos ha dejado
¡Llora su pena la danza!
LA POESÍA
Picóme Jesús Herrera
con la métrica y la rima
y así, por estar encima,
la prosa ya no me espera.
En el borde de mi esfera
pongo el eco de su estima
y sus versos en la cima
susurrando una habanera.
Recia, fresca y altanera
su métrica se desliza
en aras de flor y cera
y el aroma que matiza
es suspiro en la ribera
que en sus versos cristaliza.
________________ Introducción
Hoy pretendo no estar fuera,
blanquear mi fantasía,
recitar con alegría
y enlucir mi calavera.
Navegar en tal manera
da templanza y alegría,
¡es sentir la melodía
de la llama de una hoguera!
¿Metro y rima?. ¡Poesía!
¿Sonetillo?. ¡Mi quehacer!
Al recato de la umbría,
en el tibio amanecer,
de este arte, ¡sinfonía!
pintaré mi parecer.
_______________Décima
Un rumor de petenera
de la décima se adueña
y con su cadencia enseña
a bordar la carcelera.
Aires, nubes y quimera,
del poeta la semilla,
su cadencia, fina arcilla,
es concierto y esplendor;
en el verso ruiseñor
y en la prosa banderilla.
_______________ Octavilla
Llega alegre la octavilla,
canta, ríe, te embelesan
ocho versos que te besan
la mejilla con ardor,
y anegando el estupor
que su medida provoca
te llena de miel la boca
y se hace eterno su honor.
_______________ Seguidilla
Tiene mi seguidilla
cara de pena
Mueve con sus cabriolas
rizos de arena.
En mis cantares
el eco de su sueño
me sabe a mares.
_______________ Sextilla
Como mariposa al viento
la sextilla fija leve
mi capricho pasajero,
y al resguardo de su acento
sopla un céfiro que mueve
el candil de mi velero.
_________________Quintilla
¿Qué decir de la quintilla
en sus versos desbordada?
¡Bien llevada maravilla!
¡Que bonita la quintilla
con su rima encadenada!
________________Redondilla
Cuatro versos son bastante
para escribir poesía
y esculpir la fantasía
con su rima consonante.
________________ Cuarteta
La cuarteta lleva vida
agarrada a su cintura,
es candente en su medida
y la flor de mi escritura.
______________ Tercetillo
Tercetillo verbenero,
enlazado al mismo sol
tienes savia de romero.
______________ Pareado
Ancha mi tierra, Castilla,
par de versos, sol que brilla.
_____________ Epílogo
Tengo fiebre delirante,
soy poeta de entremés,
no me mueve el interés
ni pretendo estar distante.
Como caballero andante
defiendo la rima pura
del poema que perjura
que sin metro es poesía
y que vive la agonía
de no estimar su bravura.
GUARDAMAR
Sol y bruma,
cielo y mar,
blanca espuma,
huele a sal.
Mar abierto
que se teme.
Mil palmeras,
hojas verdes.
Tierra adentro
gris andar.
¡Ya estás lejos
Guardamar!
SEGADORES
Segadores de Castilla
avanzan por los caminos;
hoz al hombro, peregrinos,
van a sudar el jornal.
Nada detiene sus pasos
en la cruenta madrugada;
luz en alma empañada
caminan al pedregal.
Manos ajadas de acero
asen guadañas dormidas;
cañas de mies esparcidas
sucumben en el trigal.
La tarde cubre de sombras
garios, bieldos, aguaderas;
aperos, recias maderas
tesoro del fiel zagal.
Duras espaldas de bronce
cimbran carros soñolientos;
heridas curan los vientos
fingiendo por no llorar.
Asoma la noche suave
en los campos de Castilla;
segadores en cuadrilla
dormitan en el pajar.
A UN POETA
Versos de plata robada.
Aroma de aire y de encina.
Rima de piedra que brota
de aguas en fuentes dormidas.
Ve el vate el tesoro que ama
marchito entre verdes prados,
sintiendo que en el estallan
dolores, quejidos blancos.
Le habla a la luna callada.
Sobre su yegua de nardos
llorando va sus pesares
con los ojillos cerrados.
Poeta de mar y luna,
con grises tintes de estaño
negándote va la vida
a lomos de su caballo.
INTERIORES
Los árboles de la Fuencisla
a boda tocando vienen.
Abre el pórtico la iglesia
sonrosada de claveles.
Ornato de finos pétalos
luce su reja imponente,
y el confesionario chico
céfiro incienso desprende.
Los bancos trenzan pasillos,
las flores basan dinteles,
los novios, puestos en pie,
hacen promesas solemnes.
Fuera, palpable la brisa,
sobre un álamo de mieles
cincela corales de agua
bordando sus hojas verdes.
PROMESAS
Hoy vengo a ti, como el río,
que desciende libremente
entre susurros de plata
y brillos de junco y peces,
y esta flor que te dedico,
jazmín de blancor celeste,
ofrecerá vida y sentido
a un cielo de amor y nieve.
Yo traigo de mi guitarra
aromas de estrella alegre
y rosas que en su bordón
acallen nuestros desdenes,
y traigo prendas de plata
para tus manos calientes;
con lamentos o pobreza,
sintiendo que el alma siente.
Traigo una roja amapola,
lozana, de tallo verde,
que acallará complacida
el viento de otoño leve.
Y cuando el sol se dilate
y unja de luna mis sienes,
te acariciaré esperando
que nos acoja la muerte.