La predicación de Jesús El movimiento iniciado por Jesús formó parte de un judaísmo en transformación, caracterizado por su pluralidad. Jesús participó en la creencia básica y en las formas expresivas que tenían en común las distintas corrientes judías de su tiempo: la fe en el Dios único que selló una Alianza especial con Israel. En esta primera parte nos concentraremos en la historia del pueblo judío en la época del Segundo Templo y del mensaje de Jesús en este contexto. |
Historia del pueblo judío en la época del Segundo Templo
La respuesta de la población judía ante el helenismo que dominó el Oriente desde el siglo IV aEC fue un movimiento de resistencia y la formación de un Estado nacional independiente. Sin embargo la rebelión patriótica de los macabeos no logró superar la crisis nacida del enfrentamiento con la civilización griega. El intento de crear una identidad judía unitaria puso de relieve, más bien, las diferencias de orientación religiosa. Así nació una era de pluralismo, manifestado en los diversos partidos religiosos que se formaron y que caracterizarían el judaísmo de la época de Jesús. |
El mensaje de Jesús en su contexto social, religioso e histórico |
La predicación de Jesús, sus actos y sus gestos, son el desarrollo de una experiencia primordial: Dios es la fuente infinita de ternura y de bondad, al que se le puede llamar Abbá, y desde quien nos descubrimos como hermanos, por encima de cualquier frontera étnica o religiosa que pueda separar a los hombres. |
El Evangelio del Reino de Dios |
El Profeta definitivo
En la época del Segundo Templo el antiguo profetismo se había extinguido desde hacía tiempo en Israel. En el lugar de la palabra viva del profeta se había introducido la autoridad de los grandes profetas del pasado. Se fue haciendo cada vez más común la convicción de que desde la desaparición de los últimos profetas bíblicos los cielos se habían cerrado y el Espíritu se había extinguido. Esto quería decir que había quedado interrumpida la comunicación tradicional entre Dios y su pueblo y que no bajaba ya el Espíritu para inspirar a los profetas. El don de la profecía se presentaba, entonces, cada vez más como un fenómeno que sólo reaparecería al final de los tiempos, y lo haría de una manera muy visible. |