Tiene Brunete una historia que con
sangre la escribieron
los soldados españoles que en su
batalla murieron.
Fue este pueblo un escenario del
triste drama español,
que por culpa de la guerra tantas
penas conoció.
Los habitantes del pueblo tuvieron
que abandonar
todo cuanto poseían sin saber que
iba a pasar.
Cuando a evacuarles vinieron en tan
grande confusión,
no podían despedirse ni decirse un
adiós.
Era el caso tan urgente y el tiempo
tan limitado,
que no podían buscarse ni para
darse un abrazo.
Ni a los padres con sus hijos les
dejaban reunir,
y en esta terrible angustia se
tuvieron que ir de aquí.
El momento había llegado de tenerse
que marchar,
unos a Navalcarnero, otros para El
Escorial.
Con el corazón partido y cansados
de llorar,
sin saber por cuanto tiempo ni como
iba a acabar.
Mientras tanto en sus hogares y en
los campos de este pueblo,
peleando frente a frente, llenos de
valor y miedo,
los soldados destrozados heridos
iban cayendo.
Y sus campos son sagrados, porque
en el áspero suelo,
iban perdiendo la vida tantos
hombres que murieron.
Aquí perdieron la vida, aquí
enterraron sus cuerpos,
sin féretros ni coronas, ni tumbas
ni cementerios
tan sólo en ásperas zanjas
amontonando sus lechos.
Después de tres largos años de
tanta lucha y dolor
entre batalla y batalla la guerra
se terminó.
Brunete quedó arruinado, todo el
pueblo era un escombro.
Y al volver sus habitantes y ver
sus hogares rotos,
¡ cuanta pena sentirían dentro de
su corazón
si las casas que tenían llenas de
paz e ilusión,
las encontraron partidas por la
guerra y el rencor!
Pero mirando adelante, con fuerte
resignación,
comprendieron que era inútil el
llorar en un rincón,
que solo conseguirían aumentar más
su dolor.
Tenían que hacerse fuertes para
volver a empezar,
a construir otro pueblo y tener un
nuevo hogar.
Hacer un Brunete nuevo, para
intentar olvidar
las tragedias y amarguras que
acababan de pasar.
Tenían que arar sus campos y volver
a cosechar
aquellos trigos dorados para hacer
el blanco pan.
Y unidos en su desgracia como
hermanos de verdad,
trabajaron sin descanso hasta poder
reparar
los destrozo que la guerra les dejó
como señal.
Hoy es un pueblo precioso, limpio,
tranquilo y moderno
y todos sus habitantes viven en el
muy contentos.
Va creciendo día a día, tiene
futuros proyectos
para ser un buen lugar de descanso
y de recreo.
Donde encontraron albergue turistas
y forasteros,
y serán bien recibidos cuantos
visiten el pueblo.
Y quien visite Brunete recuerde a
todos los que murieron
sin consuelo y sin amor.
M. Calleja
