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Martí, el escritor
Cuba y los Estados Unidos |
INTRODUCCIÓN
Cuando un pueblo
cercano a otro puede verse en ocasión, por el extremo de su angustia
política o por fatalidad económica, de desear unir su suerte a la nación
vecina, debe saber lo que la nación vecina piensa de él, debe
preguntarse si es respetado o despreciado por aquellos a quienes pudiera
pensar en unirse, debe meditar si le conviene favorecer la idea de la
unión, caso de que resulte que su vecino lo desprecia.
No es lícito ocasionar trastornos en la política de un pueblo, que es
el arte de su conservación y bienestar, con la hostilidad que proviene
del sentimiento alarmado o de la simpatía de raza. Pero es lícito, es
un deber, inquirir si la unión de un pueblo relativamente inerme con un
vecino fuerte y desdeñoso, es útil para su conservación y bienestar.
The Manufacturer, de Filadelfia, inspirado y escrito por hombres
de la mayor prominencia en el partido republicano, publicó un artículo
“¿Queremos a Cuba?” donde se expresa la opinión de los que
representan en los Estados Unidos la política de adquisición y de
fuerza. The Evening Post, el primero entre los diarios de la
tarde en New York, el representante de la política opuesta, de aquélla
a que habrían de acudir los débiles cuando se les trata sin justicia,
“reiteró con énfasis” las ideas de sus adversarios en el artículo
“Una opinión proteccionista sobre la anexión de Cuba”. El cubano
José Martí respondió a The Evening Post en una carta que
publicó el diario de la tarde bajo el título de “Vindicación de
Cuba”. En estas páginas se reimprimen estos tres artículos,
traducidos.
Los que los lean verán por sí, si la anexión de Cuba a los Estados
Unidos sería apetecida en éstos por las mismas causas porque la
pudieran apetecer los cubanos, o por causas hostiles; si los
norteamericanos de una u otra política, la agresiva o la liberal,
consideran como una al menos de las razones que pudieran tener para la
anexión, el deseo del cubano de ejercitar en un gobierno libre sus
fuerzas contenidas, la intención de contribuir al desarrollo y
felicidad de los hijos del país, el conocimiento de sus méritos, el
respeto a su derecho de hombres, y la estimación por sus sacrificios;
si dos pueblos de origen y carácter diversos odiándose y desdeñándose,
o la verdad es lo que ha dicho el republicano Ingalls, el Presidente del
Senado en Washington: “No es posible que dos razas no homogéneas
existan en condiciones de igualdad práctica y política bajo un mismo
gobierno”; si deben los cubanos desear la anexión para beneficio de
los Estados Unidos, o para beneficio de los cubanos.
New York, 3 de abril de 1889.
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