ARQUEO AEGYPTOS

EGIPTO MÁGICO

El Príncipe Jaemwaset Y La Búsqueda Del Libro De Thot

 


Texto De Amenofhis III


Jaemwaset fue el cuarto hijo de Ramsés II, El Grande que fue reconocido como Gran Mago y Gran Sabio. El hecho es que aunque nos resulte difícil de comprender, en ocasiones es difícil saber discernir en que momento se debe separar la realidad y la ficción. Así es como ocurre con un papiro Ptolemaico que narra 1000 años después de la muerte de Jaemwaset una curiosa historia de éste hombre estudioso del saber y de la magia más profunda y curativa.

Jaemwaset era el Gobernador de Menfis, título que ostentaban los príncipes herederos. Así, en una ocasión se hallaba reunido Jaemwaset en el palacio real de Per-Ramsés en compañía de Faraón, sus hermanos y hermanas así como ministros, el visir y demás altos dignatarios de la corte de Su Majestad. Y en esta reunión de asuntos del Estado, Jaemwaset hace saber a su padre, el Faraón, la necesidad del uso de los amuletos para todo el mundo, y que lleven la beneficencia que éstos emana, pues él, Jaemwaset, hace saber sus estudios de las artes de la magia que, si es bien utilizada, supone un gran beneficio a toda la comunidad. Entonces, uno de los ministros, que era asímismo hermano de Jaemwaset e hijo de Ramsés, se ríe y mofa de su hermano, diciéndole que esas son historias  y patrañas inventadas para asustar a la plebe y  a los enemigos extranjeros. Ramsés asiste con curiosidad al reto lanzado por el ministro (del cual no se dice el nombre), y contempla como Jaemwaset, totalmente sereno, observa a su hermano y le dice:

-¡Mira, vente con migo y te enseñaré el Gran Libro de la Magia, que fue escrito por el propio dios Thot, en el cual comprobarás todo el poder que contiene el Unierso. La primera de sus dos partes contiene los secretos y poderes del cielo y de la tierra, del mar, de los más tenebrosos infiernos y de las más altas montañas. Al recitar las fórmulas mágicas, a tus órdenes se pondrán todas las aves de los cielos, todos los reptiles y demás animales terrestres, todos los peces de mares, lagos y ríos  saltarán a la tierra y se colocarán como un ejército perfectamente organizado, aguardando tus deseos. Si las usas bien, serás el rey de la tierra. Al recitar las fórmulas de la segunda parte del libro, conseguirás que un muerto resucite a la vida, adaptando su forma original antes de ser envuelto en el reino de Osiris.

Los presentes, asombrados ante la narración de Jaemwaset, preguntan donde se halla tan maravilloso libro, y el Gobernador de Menfis les dice que se halla oculto en la Morada Para La Eternidad de Ptahneferka. Incrédulo, el hermano y ministro acepta el reto, y Jaemwaset pide permiso a su padre, el faraón de las Dos Tierras, para poder acceder a todo lo necesario para financiar esa expedición. Ramsés, envuelto en la curiosidad, da las ordenes precisas. Jaemwaset y su hermano se embarcan  hacia Menfis, en busca de la morada para la eternidad de Ptahneferka. Durante tres días y tres noches, Jaemwaset busca datos, recopila información en las bibliotecas de los santuarios y pregunta a los sacerdotes. Por fin, después de tres días y tres noches, encuentran la morada para la eternidad de Ptahneferka oculta en una de las necrópolis menfitas. Jaemwaset se sitúa ante la entrada, y tras recitar una fórmula mágica, realiza un ritual de varios minutos, y que solo él conoce. Entonces, ante la sorpresa del hermano del Gobernador de Menfis, la tierra se abre hasta las profundidades de la morada para la eternidad de Ptahneferka. Con unas antorchas en sus manos, se introducen en las entrañas de la tierra, y llegan hasta la cámara funeraria. Allí encuentran un papiro repleto de fórmulas mágicas, el Libro de Thot.

Súbitamente, ante la estupefacción de los dos hermanos, la momia se alza de su sarcófago, se despoja de sus vendas y máscara funeraria, y desnudo completamente, se coloca ante ellos. Jaemwaset, conocedor de los misterios de la vida y de la muerte, no se asusta, pero su hermano está aterrorizado. Sin embargo, se sobrecoge al comprobar que, junto a Ptahneferka, se hallan su esposa Ajura y su hijo Meru. Estos dos, habían sido enterrados en la ciudad de Coptos, a más de 600 kilómetros al sur, pero sin embargo el Ka de la madre y del hijo acuden continuamente  ante el cabeza de familia para perpetuar su existencia en la Vida Eterna, gracias al poder que tan solo poseen los Textos Mágicos. El Ka de Ajura se adelanta, y le ruega a Jaemwaset que no se lleve el libro, pues es el portador de las más terribles desgracias para el que lo posee.

-Yo soy Ajura, esposa de Ptahneferka, y te ruego que no te lleves tan preciado objeto. Mi esposo, tras haber tenido conciencia del poder de la magia, se sumió en el estudio de los textos mágicos y del saber, hasta que la locura se apoderó de su corazón. Uno de los sacerdotes del Santuario, prometió a Ptahneferka, a cambio de cien piezas de plata y dos sarcófagos labrados y decorados, que le entregaría  el Libro de Thot, el que contiene el saber del Universo. Tras el pago efectuado por mi esposo, el sacerdote le dijo donde estaba el libro, y le previno de que se hallaba en el interior de una caja de hierro meteórico, que a su vez albergaba otra caja de  marfil, que a su vez albergaba una caja de madera de palmera, que a su vez albergaba una caja de madera de acacia, que a su vez, albergaba una caja de oro puro custodiada por serpientes y reptiles. La caja de oro está abrazada por los mortales anillos que forman una serpiente inmortal. Pero estas advertencias no atemorizaron a mi esposo, y así acudió a la  Gran Morada, y pidió audiencia a Su Majestad. Tras haber obtenido su permiso, se dirigió a Coptos, a los santuarios de Isis y Horus. Tras cinco días de ritos y libaciones a las divinidades, realizó unas figuras de barcos, con todos sus tripulantes, con sus remos, con sus bageles y útliles necesarios para la navegación. Por medio de la magia, les dio vida y partió con la expedición rumbo a la caza del Libro de Thot. Durante tres días con sus tres noches, buscaron el libro. Cuando lo hallaron, tuvo que recitar las palabras de poder para destruir  a las serpientes y reptiles. Excepto la serpiente inmortal, que aún siendo cortada en tres pedazos, volvía a recomponerse sobre sus extremidades seccionadas. Pero entonces, al tercer intento, mi esposo la seccionó en múltiples pedazos y los cubrió con arena. Así pudo hacerse con la caja de oro. Tras recitar las fórmulas, los cielos y la tierra se abrieron para él. Los secretos de la vida   entraron en su mente. Al recitar la segunda fórmula, vio a Jeper, símbolo eterno de la resurrección y los secretos del Universo entraron en su mente. Yo quise leer el libro, y al hacerlo, comprendí lo que mi esposo había visto. Ptahneferka copió el libro en un papiro, lo purificó con aceites y realizó ritos que tan solo él conocía. Así, lo disolvió en agua y se lo bebió. Ahora, estaba fundido con el libro del Dios. Pero no supimos que el dios Thot, encolerizado desde las alturas, fue a quejarse al dios supremo Re: Mira a estos desvergonzados -dijo Thot- han querido ser como las divinidades primigenias, y han robado el libro que con tanto amor escribí para la humanidad. Re, obrando como juez y visir, decretó nuestra muerte. Yo y Meru hallamos la muerte en Coptos, y mi esposo falleció al llegar a Menfis. Oh gran príncipe Jaemwaset, tú que conoces el alcance del poder y de la sabiduría, tu sierva te ruega que escuches mis palabras y no te lleves el libro, que tanta destrucción ha causado"

Pero Jaemwaset no hace caso a la historia de Ajura, y pretende llevarse el libro. Entonces, Ptahneferka le pone como única condición el jugar una partida de senet. Aún con las trampas que el difunto realiza, Jaemwaset gana la partida y le da el libro a su hermano, diciéndole que lo lleve hasta la superficie. Entonces, Jaemwaset realiza unos ritos mágicos, y comprueba como la momia de Ptahneferka comienza a envolverse en llamas desde la cabeza, y éste le profetiza que en muy poco tiempo volverá a él con un gran cuchillo clavado en su corazón. El caso es que Jaemwaset huye con el libro y de camino a la capital, se encuentra con una mujer de una belleza jamás antes vista en las Dos Tierras. Tubugu, que así se llamaba la mujer, era una poderosa maga. Con sus palabras, cautivó el corazón del príncipe heredero hasta que súbitamente le mostró su verdadero aspecto, que no era sino un aspecto horrendo, era una criatura  de origen diabólico oculta tras una hermosa máscara, y que ahora se hallaba en su estado más puro de monstruosidad. Así, Tubugu lanzó a Jaemwaset las más horribles maldiciones. Cuando el Gobernador de Menfis llegó a Per-Ramsés, donde residía con su esposa y sus hijos, es víctima de las más horribles alucinaciones y las más horrorosas torturas por parte de demonios nacidos en el seno de los profundos infiernos. El mal alcanza a la esposa e hijos de Jaemwaset, que caen fulminados como por los rayos de la maldición de Tubugu. Al poco tiempo, fallece el príncipe heredero Jaemwaset, Gobernador de Menfis y que había sido Sacerdote Sem

Ramsés, El Grande, viendo el poder destructivo y caótico que hasta él había llegado, ordena restituir el libro al lugar de donde había salido. Y así, Jaemwaset pudo comprobar como la profecía de Ptahneferka se veía cumplida, en el plazo que este le había fijado.


Nota: De este papiro Ptolemaico, se pueden extraer una serie de enseñanzas, y una serie de acontecimientos que más tarde adoptaría la religión cristiana. Nos enseña la imagen seductora de la mujer, al modo de Eva, que lleva al abismo al hombre que adopta esa figura de Adan. El libro de Thot no es sino el fruto del manzano, que incluso se halla custodiado por la serpiente, encarnación del diablo inmortal, y que como castigo divino, trae como consecuencia la expulsión del paraíso, ó en este caso una condena a muerte. Ambos textos, enseñan la codicia del hombre y el ansia de conocimiento, un saber que tan solo se puede alcanzar hipotecando el alma con el diablo, y como pago por el favor, la expulsión del paraíso eterno a cambio de unos conocimientos divinos que de nada sirvieron a los personajes, ni a Jaemwaset una vez fallecido, ni a Eva y Adan una vez fuera del Paraíso Terrenal.

© 2005, Amenofhis III (Luis Gonzalez Gonzalez) amenofhis_29@hotmail.com