|
Jaemwaset
fue el cuarto hijo de Ramsés II, El Grande que fue reconocido
como Gran Mago y Gran Sabio. El hecho es que aunque nos resulte
difícil de comprender, en ocasiones es difícil saber discernir
en que momento se debe separar la realidad y la ficción. Así
es como ocurre con un papiro Ptolemaico que narra 1000 años
después de la muerte de Jaemwaset
una curiosa historia de éste hombre estudioso del saber y de la
magia más profunda y curativa.
Jaemwaset
era el Gobernador de Menfis,
título que ostentaban los príncipes herederos. Así, en una
ocasión se hallaba reunido Jaemwaset
en el palacio real de Per-Ramsés
en compañía de Faraón, sus hermanos y hermanas así como
ministros, el visir y demás altos dignatarios de la corte de Su
Majestad. Y en esta reunión de asuntos del Estado, Jaemwaset
hace saber a su padre, el Faraón, la necesidad del uso de los
amuletos para todo el mundo, y que lleven la beneficencia que
éstos emana, pues él, Jaemwaset,
hace saber sus estudios de las artes de la magia que, si es bien
utilizada, supone un gran beneficio a toda la comunidad.
Entonces, uno de los ministros, que era asímismo hermano de Jaemwaset
e hijo de Ramsés, se ríe y mofa de su hermano, diciéndole que
esas son historias y patrañas inventadas para asustar a
la plebe y a los enemigos extranjeros. Ramsés asiste con
curiosidad al reto lanzado por el ministro (del cual no se dice
el nombre), y contempla como Jaemwaset,
totalmente sereno, observa a su hermano y le dice:
-¡Mira, vente con migo y te enseñaré el
Gran Libro de la Magia, que fue escrito por el propio dios Thot,
en el cual comprobarás todo el poder que contiene el Unierso.
La primera de sus dos partes contiene los secretos y poderes del
cielo y de la tierra, del mar, de los más tenebrosos infiernos
y de las más altas montañas. Al recitar las fórmulas
mágicas, a tus órdenes se pondrán todas las aves de los
cielos, todos los reptiles y demás animales terrestres, todos
los peces de mares, lagos y ríos saltarán a la tierra y
se colocarán como un ejército perfectamente organizado,
aguardando tus deseos. Si las usas bien, serás el rey de la
tierra. Al recitar las fórmulas de la segunda parte del libro,
conseguirás que un muerto resucite a la vida, adaptando su
forma original antes de ser envuelto en el reino de Osiris.
Los
presentes, asombrados ante la narración de Jaemwaset,
preguntan donde se halla tan maravilloso libro, y el Gobernador
de Menfis
les dice que se halla oculto en la
Morada Para La Eternidad de Ptahneferka. Incrédulo, el hermano y ministro acepta el reto, y Jaemwaset pide permiso a
su padre, el faraón de las Dos Tierras, para poder acceder a
todo lo necesario para financiar esa expedición. Ramsés,
envuelto en la curiosidad, da las ordenes precisas. Jaemwaset
y su hermano se embarcan hacia Menfis,
en busca de la morada para la eternidad de Ptahneferka. Durante
tres días y tres noches, Jaemwaset
busca datos, recopila información en las bibliotecas de los
santuarios y pregunta a los sacerdotes.
Por fin, después de tres días y tres noches, encuentran la
morada para la eternidad de Ptahneferka oculta en una de las
necrópolis menfitas. Jaemwaset
se sitúa ante la entrada, y tras recitar una fórmula mágica,
realiza un ritual de varios minutos, y que solo él conoce.
Entonces, ante la sorpresa del hermano del Gobernador de Menfis,
la tierra se abre hasta las profundidades de la morada para la
eternidad de Ptahneferka. Con unas antorchas en sus manos, se
introducen en las entrañas de la tierra, y llegan hasta la
cámara funeraria. Allí encuentran un papiro repleto de
fórmulas mágicas, el Libro de Thot.
Súbitamente,
ante la estupefacción de los dos hermanos, la momia se alza de
su sarcófago, se despoja de sus vendas y máscara funeraria, y
desnudo completamente, se coloca ante ellos. Jaemwaset,
conocedor de los misterios de la vida y de la muerte, no se
asusta, pero su hermano está aterrorizado. Sin embargo, se
sobrecoge al comprobar que, junto a Ptahneferka, se hallan su
esposa Ajura y su hijo Meru. Estos dos, habían sido enterrados
en la ciudad de Coptos, a más de 600 kilómetros al sur, pero
sin embargo el Ka de la madre y del hijo acuden continuamente
ante el cabeza de familia para perpetuar su existencia en la
Vida Eterna, gracias al poder que tan solo poseen los Textos
Mágicos. El Ka de Ajura se adelanta, y le ruega a Jaemwaset
que no se lleve el libro, pues es el portador de las más
terribles desgracias para el que lo posee.
-Yo soy Ajura, esposa de Ptahneferka, y te
ruego que no te lleves tan preciado objeto. Mi esposo, tras
haber tenido conciencia del poder de la magia, se sumió en el
estudio de los textos mágicos y del saber, hasta que la locura
se apoderó de su corazón. Uno de los sacerdotes del Santuario,
prometió a Ptahneferka, a cambio de cien piezas de plata y dos
sarcófagos labrados y decorados, que le entregaría el
Libro de Thot, el que contiene el saber del Universo. Tras el
pago efectuado por mi esposo, el sacerdote le dijo donde estaba
el libro, y le previno de que se hallaba en el interior de una
caja de hierro meteórico, que a su vez albergaba otra caja de
marfil, que a su vez albergaba una caja de madera de
palmera, que a su vez albergaba una caja de madera de acacia,
que a su vez, albergaba una caja de oro puro custodiada por
serpientes y reptiles. La caja de oro está abrazada por los
mortales anillos que forman una serpiente inmortal. Pero estas
advertencias no atemorizaron a mi esposo, y así acudió a
la Gran Morada, y pidió audiencia a Su Majestad. Tras
haber obtenido su permiso, se dirigió a Coptos, a los
santuarios de Isis y Horus. Tras cinco días de ritos y
libaciones a las divinidades, realizó unas figuras de barcos,
con todos sus tripulantes, con sus remos, con sus bageles y
útliles necesarios para la navegación. Por medio de la magia,
les dio vida y partió con la expedición rumbo a la caza del
Libro de Thot. Durante tres días con sus tres noches, buscaron
el libro. Cuando lo hallaron, tuvo que recitar las palabras de
poder para destruir a las serpientes y reptiles. Excepto
la serpiente inmortal, que aún siendo cortada en tres pedazos,
volvía a recomponerse sobre sus extremidades seccionadas. Pero
entonces, al tercer intento, mi esposo la seccionó en
múltiples pedazos y los cubrió con arena. Así pudo hacerse
con la caja de oro. Tras recitar las fórmulas, los cielos y la
tierra se abrieron para él. Los secretos de la vida
entraron en su mente. Al recitar la segunda fórmula, vio a
Jeper, símbolo eterno de la resurrección y los secretos del
Universo entraron en su mente. Yo quise leer el libro, y al
hacerlo, comprendí lo que mi esposo había visto. Ptahneferka
copió el libro en un papiro, lo purificó con aceites y
realizó ritos que tan solo él conocía. Así, lo disolvió en
agua y se lo bebió. Ahora, estaba fundido con el libro del
Dios. Pero no supimos que el dios Thot, encolerizado desde las
alturas, fue a quejarse al dios supremo Re: Mira a estos
desvergonzados -dijo Thot- han querido ser como las divinidades
primigenias, y han robado el libro que con tanto amor escribí
para la humanidad. Re, obrando como juez y visir, decretó
nuestra muerte. Yo y Meru hallamos la muerte en Coptos, y mi
esposo falleció al llegar a Menfis. Oh gran príncipe Jaemwaset,
tú que conoces el alcance del poder y de la sabiduría, tu
sierva te ruega que escuches mis palabras y no te lleves el
libro, que tanta destrucción ha causado"
Pero Jaemwaset
no hace caso a la historia de Ajura, y pretende llevarse el
libro. Entonces, Ptahneferka le pone como única condición el
jugar una partida de senet. Aún con las trampas que el difunto
realiza, Jaemwaset gana
la partida y le da el libro a su hermano, diciéndole que lo
lleve hasta la superficie. Entonces, Jaemwaset
realiza unos ritos mágicos, y comprueba como la momia de
Ptahneferka comienza a envolverse en llamas desde la cabeza, y
éste le profetiza que en muy poco tiempo volverá a él con un
gran cuchillo clavado en su corazón. El caso es que Jaemwaset
huye con el libro y de camino a la capital, se encuentra con una
mujer de una belleza jamás antes vista en las Dos Tierras.
Tubugu, que así se llamaba la mujer, era una poderosa maga. Con
sus palabras, cautivó el corazón del príncipe heredero hasta
que súbitamente le mostró su verdadero aspecto, que no era
sino un aspecto horrendo, era una criatura de origen diabólico oculta
tras una hermosa máscara, y que ahora se hallaba en su estado
más puro de monstruosidad. Así, Tubugu lanzó a Jaemwaset
las más horribles maldiciones. Cuando el Gobernador de Menfis
llegó a Per-Ramsés,
donde residía con su esposa y sus hijos, es víctima de las
más horribles alucinaciones y las más horrorosas torturas por
parte de demonios nacidos en el seno de los profundos infiernos.
El mal alcanza a la esposa e hijos de Jaemwaset,
que caen fulminados como por los rayos de la maldición de
Tubugu. Al poco tiempo, fallece el príncipe heredero Jaemwaset,
Gobernador de Menfis
y que había sido
Sacerdote Sem.
Ramsés,
El Grande, viendo el poder destructivo y caótico que hasta él
había llegado, ordena restituir el libro al lugar de donde
había salido. Y así, Jaemwaset
pudo comprobar como la profecía de Ptahneferka se veía
cumplida, en el plazo que este le había fijado.
Nota:
De este papiro Ptolemaico, se pueden extraer una serie de
enseñanzas, y una serie de acontecimientos que más tarde
adoptaría la religión cristiana. Nos enseña la imagen
seductora de la mujer, al modo de Eva, que lleva al abismo al
hombre que adopta esa figura de Adan. El libro de Thot no es
sino el fruto del manzano, que incluso se halla custodiado por
la serpiente, encarnación del diablo inmortal, y que como
castigo divino, trae como consecuencia la expulsión del
paraíso, ó en este caso una condena a muerte. Ambos textos,
enseñan la codicia del hombre y el ansia de conocimiento, un
saber que tan solo se puede alcanzar hipotecando el alma con el
diablo, y como pago por el favor, la expulsión del paraíso
eterno a cambio de unos conocimientos divinos que de nada
sirvieron a los personajes, ni a Jaemwaset
una vez fallecido, ni a Eva y Adan una vez fuera del Paraíso
Terrenal. |
|