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Texto por Amenofhis III |
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En el Antiguo Egipto, los sacerdotes no constituían la clase que hoy día se nos presenta. La religión como dogma de fe no existía, y por lo tanto no se organizaba una clase a nivel estatal para representarla. Tan solo con la llegada del cristianismo se adoptaría esta forma de ver la fe, teniendo como misión principal encauzar la visión de los fieles en un total y absoluto dominio por parte de la más alta clase sacerdotal y eclesiástica. Es por esto que en el Antiguo Egipto no existía la predicación de la fe, no se enviaban mensajes divinos ni nada parecido. Con el absoluto convencimiento de su forma de vida, los antiguos egipcios habían creado sus distintas formas de entender la creación, y todas y cada una de ellas cohabitaban perfectamente, dando al país de Egipto una unificación total en lo que a la religión se refiere. De esta forma, tanto en Heliópolis como en Menfis ó Tebas se adecuó la visión de la creación en tanto el dios predominaba en todo el Alto y el Bajo País. Con el caso de Heliópolis y la Ra, en Menfis y Ptah, ó Tebas y Amón, no se presentó ninguna objeción a que las varias visiones fuesen a un tiempo necesarias para entender la una con la otra. A pesar de que la Enéada es la más antigua visión de la creación, en Nejen ya se dio inicio a los tributos de las deidades en el interior de los arcaicos santuarios. En Menfis ya se alimentó la necesidad de la divinidad bajo la protección del rey como primera autoridad en estos deberes. Menfis, fundada por Horus Menes, albergó el primer gran santuario, en honor al dios Ptah, y de nombre "Hat-ka-Ptah", de donde deriva el nombre de Aiguptus, ó lo que es lo mismo, Egipto. A los sacerdotes se les conocía por el nombre de Netjer , y no necesitaban, a excepción del Alto Clero, ninguna preparación ni ninguna conversión en su forma de vida. Su papel se limitaba al interior de los santuarios, realizando sus servicios en forma de realización de culto y los servicios a la divinidad. Sucedía en Egipto, al contrario que en las modernas religiones, que dentro de los mismos patrones de la teología convivían distintas ideas de como surgió la vida. Y todas ellas lo hacían soportándose una en la otra, llegando a incorporarse con el paso del tiempo, personalidades de la Enéada Heliópolitana en la Ogdóada de Hermópolis. Los inicios de esta creación teológica tienen sus raíces en el predinástico. Sin embargo, todavía son oscuros los temas a tratar en estos períodos. Se sabe que las divinidades tenían su lugar de culto, y que éste se llevaba a cabo rigurosamente, pero se desconocen las formas. No obstante, hay muchos puntos que no dejan lugar a la duda. Por ejemplo, la creación de esta casta sacerdotal, que ya vemos reflejada en el conocido como "Retablo de Escorpión" ó la mítica "Paleta de Narmer". En ambos casos se aprecia la figura de un sacerdote, vestido con piel de animal, que acompañaba al rey en las dos figuraciones. Sin duda alguna, el elegido para tal cargo no era un cualquiera. De entre la comunidad, se habría elegido al más sabio entre los ancianos, y éste sería el encargado de velar por las necesidades de la divinidad. Con la progresión del país, indudablemente también la clase sacerdotal avanzó en sus propósitos, y en su poder. Durante la IV Dinastía, los sacerdotes de los principales santuarios fueron acumulando gran poder, aunque todavía no osaban medirlo con el de su rey. No obstante, en los inicios del Imperio Nuevo, los sacerdotes de Amón comenzaron a ver incrementados de forma insaciable, las arcas que, en teoría pertenecían al rey. Sin embargo, el rey poco podía hacer, puesto que él mismo necesitaba la ayuda del clero para homologar su titulatura real. Tal fue el caso de Hatshepsut. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que había que tomar medidas para cortar parte de los privilegios que esta casta tenía. El primero en tomar ciertas medidas fue Thutmosis IV. El rey ligó a su persona las credenciales heliopolitanas, incluída la Esfinge de Gizeh, claro signo solar. Más tarde sería su hijo Amen-Hotep III el que subiría al dios Atón un peldaño más en la jerarquía teológica. Además, Amen-Hotep III igualó los poderes de Heliópolis, Menfis y Tebas. Ajenatón, el hijo de Amen-Hotep III, iría un paso más allá. Seguramente, no vio solución al problema. Así que, decidió cortar de raíz un cáncer que estaba corroyendo el sistema. Su aventura duró bien poco pero sus sucesores aprendieron la lección. No obstante, con la desaparición de Ramsés III, comienza el declive absoluto. Y a finales de la XX Dinastía, los sacerdotes de Amón colocan a la figura de un Ramsés XI, impotente ante lo que planea a su alrededor, en un plano secundario totalmente falto de poder. En sus inicios, los profetas del dios no tienen un libro sagrado por el cual rigen sus actos. Sin embargo, hay un conjunto de textos que sí marcan el inicio de lo que, durante el Imperio Antiguo, serán los Textos de las Pirámides. Muy pronto aparecieron en los santuarios, no solo lugares donde se preparaban a los estudiantes, sino que aparecieron talleres donde los secretos que no estaban al alcance del pueblo, eran desvelados a unos pocos iniciados. Extensas bibliotecas, donde se apilaban minuciosamente catalogados cientos de papiros y documentos de alto valor. Con el tiempo, incluso se habitó un lugar para copiar los textos sagrados, como ocurrió con los Textos de los Sarcófagos y los Textos para salir al Día. Los trabajos en los santuarios se formaban en cuatro grupos. Cada uno de ellos servía tres meses al año en el interior, y el resto de los meses ejerciendo su oficio natural. La gran mayoría estaban casados y tenían hijos. El estado cedía a los santuarios una serie de terrenos, que garantizaban su sustento. El faraón era el único que se comunicaba directamente con la divinidad. Los Primeros Profetas del Dios, tan solo actuaban en nombre del rey, pero no tenían la esencia real. Era pues, trabajo del Primer Profeta, el atender las carencias de la divinidad. Los rituales se iniciaban al amanecer, cuando los primeros rayos de sol asomaban por el horizonte. Se iniciaba un cántico para la divinidad, "despierta en paz, gran dios". El Primer Profeta se acercaría a la entrada de la capilla, y tras romper el sello de la puerta, se daría comienzo a una oración ante la imagen del dios, y daría comienzo el ritual. Para ello, debía estar totalmente purificado, y esto se lograba, en primer lugar, depilándose el bello de las cejas, el pecho, la barba y el cráneo. Luego, se bañaría en el Lago Sagrado, en cada santuario había uno; pues el agua era el símbolo de la energía primigenia, tal y como había sucedido cuando las aguas de la creación dejaron al descubierto el primer montículo de tierra. A continuación, se les practicarían libaciones con una jarra de gran tamaño, llamada Jeset. A continuación, se perfumaría a la imagen del dios con incienso, en su mayoría procedente del país de Punt, y que era denominado "el perfume de dios". Luego, a la imagen se la bañaba y limpiaba, se la ungía con los más finos óleos y aceites para, finalmente, preparar su mesa de ofrendas. La mesa de ofrendas sería de oro. Antes de tocar las ofrendas, el Primer Profeta se lavará las manos en un aguamanil, antes y después. En la bandeja, se colocarían una serie de alimentos para alimentar el Ka de la divinidad. En una copa de oro, se vertería alguna clase de líquido, vino seguramente, y sería ofrecida al dios. Cuando el Ka de la estatua de la divinidad había absorbido la materia invisible de las ofrendas, los alimentos servían de comida para los propios sacerdotes. La jerarquía sacerdotal estaba formada por varias clases de grupos. Las informaciones que han llegado hasta nosotros son, básicamente, del Imperio Nuevo. Alto Clero: 1-Primer Profeta del dios: administrador general del santuario. 2-Segundo Profeta del dios: intendente del Primer Profeta y encargado de velar por las tareas que éste le encomendaba. Era, normalmente, el escogido para sucederlo. 3-Tercer y Cuarto Profeta del dios: eran los intermediarios entre el Segundo Profeta del dios y el resto de la administración. Bajo Clero: 1-El Profeta Sem: ó sacerdote lector, encargado de pronunciar las palabras en las ceremonias y regir los rituales, como el de la Apertura de la Boca y de los Ojos. 2-El Profeta Uab: encargado del ritual diario y administrador de todas las materias necesarias para el mantenimiento de la divinidad. 3-Profeta especialista: tenían asignadas unas determinadas tareas. 4-Profetas horarios: estudiaban la señalación del comienzo de los rituales y fiestas nacionales. 5-Profeta del cielo: estudiaban y señalaban los días fastos y nefastos. 6-Divinas Adoratrices: Se llamaban así a las que llevaban el nombre de "Esposas del Dios".
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