Arqueo
Aegyptos
La Esfinge De Gizeh
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Texto de Amenofhis III |
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La Esfinge de Gizeh se alza sobre las arenas de la llanura de Gizeh, impasiva ante nuestra asombrada mirada, que se pregunta quien pudo haber realizado tan maravillosa figura con cuerpo de león y rostro humano. Ante todo, debemos asombrarnos ante sus medidas. Su longitud es, desde sus patas delanteras hasta el extremo de su cola, de 72.55 metros; siendo su pata delantera izquierda 0.26 metros más grande que la pata delantera derecha. Su altura, desde la base de la trinchera hasta la cabeza de la cobra que hoy ha desaparecido y que decoraba el tocado nemes, mide 20.22 metros. Su anchura es de 19.10 metros. Para hacerse una idea de lo que la Esfinge significó para Egipto, hubo que esperar desde la IV Dinastía hasta la llegada de Ramsés II en el Imperio Nuevo, para que se superase el tamaño de una escultura.
Su constructor, si hacemos caso de lo que nos dice la egiptología, fue Jafre, aunque siendo fieles a la verdad, hay demasiados datos que nos inducen a pensar lo contrario. El arquitecto que diseñó la Esfinge, la realizó a una escala de22:1; y sin embargo su cabeza no se halla en armonía con el resto de la escultura, sino que está tallada a una escala de 30:1. Para explicar esta asombrosa desproporción, no han faltado explicaciones. Una de ellas es que así lo quiso aquel que decidió erigirla en medio de Gizeh. Para apoyar esta teoría, se respalda esta idea con el hallazgo que el arqueólogo Reisner hizo en su día en la pirámide de Menkaure. Reisner halló una estatua cuya cabeza era desproporcionada con el resto del cuerpo. Por supuesto, Reisner cayó en la cuenta de la Esfinge, pero lo cierto es que dicha escultura fue retocada. Tal vez ambas, la efigie de Menkaure y la Esfinge, fueron reutilizadas para adaptarse al deseo del nuevo propietario. A lo largo de la historia de Egipto, tanto estatuas, estelas, grabados y un sin fin de objetos, fueron "retocados" para alcanzar el tamaño ó valor que su nuevo dueño deseaba. No hay que olvidar que en la meseta de Gizeh los restos arqueológicos se remontan a los días del rey Wadji, de la I Dinastía. Para darse una idea del significado que tiene la Esfinge de Gizeh, nos hasta con observar su forma de león. Este es un animal sagrado desde el inicio de la civilización del Nilo. Las edificaciones que se construyeron en Abydos durante el período predinástico nos han legado fabulosas momias de animales. La morada para la eternidad de Aha, rey de la I Dinastía, contenía gran número de ellas, y entre los animales momificados estaba el león. Esta figura de león, representada como un total felino, fue modificada por los sacerdotes de Heliópolis, los cuales le añadieron la cabeza de Atum, dando inicio a la serie de imágenes de esfinges que todos conocemos.
Estos sacerdotes de la antigua ciudad de Iunu, no solo "inventaron" esta figura que se convertiría en uno de los monumentos más significativos del moderno Egipto, sino que promovieron la primera historia de la creación del mundo, basada totalmente en la teología solar. Hasta nosotros nos han llegado sus palabras, entremezcladas con las teologías que a lo largo de los siglos surgieron en Egipto, entre ellas la creación del mundo según Ptah de Menfis, ó Amón-Ra de Tebas. Y estos textos nos dicen que en el comienzo, no había nada más que el Num, ó sea la nada más absoluta. Era el Num un océano de agua, de la cual emergió una colina. Allí apareció Atum, el cual era "Señor de Heliópolis" y "Señor de los Límites de los Cielos". Así, hoy podemos ver como la necrópolis de Gizeh se halla orientada para seguir el recorrido que el sol hace a diario. La Esfinge custodia al sol naciente del Este, el cual recorre bajo su mirada el cielo hasta sumergirse el los reinos de la Amduat. Es aquí donde entraría en juego la conocida teoría de las dos esfinges. Si una mira hacia el este, y su misión es custodiar el recorrido solar, es lógico pensar que su "gemela" debiese custodiar igualmente el camino que señala hacia el oeste. Pero esto es tan solo una teoría, y desde luego no se ha hallado nada parecido, entre otras razones porque ni siquiera se ha excavado con ese fin.
Otro de los razonamientos, bastante lógico por otra parte, que se ha realizado para decir que la Esfinge no fue construida en la IV Dinastía, nos vendría de la mano del geólogo Robert Schoch, el cual realizó en los años 90 un estudio cuyas conclusiones fueron escandalosas en su día: la Esfinge de Gizeh fue levantada en algún momento entre el año 5000 y el 7000 antes de Cristo. Para llegar a esta asombrosa cifra, Schoch realizó unas pruebas mediante unos lectores de sonido en la cubeta de la Esfinge. Las marcas de erosión que pueden verse en forma de acanaladuras no fueron fruto de las tormentas de arena ni de las aguas que fluyen bajo las arenas. Fueron producto de unas furiosas y terribles lluvias que comprendieron un largo período de tiempo. Un cambio climático tal vez. Los días que vivieron los faraones a los cuales se les atribuye las tres pirámides de Gizeh, fueron secos; y sería necesario remontarse hasta el año 5000 ó 7000 antes de nuestra era para encontrar semejantes condiciones. Por supuesto, Schoch añadió en su trabajo que estaba en contra de tonterías como las de civilizaciones de la Atlántida ó cosas similares. Simplemente, él defendía la tesis de que los hombres que tallaron la Esfinge lo hicieron unos cuantos miles de años antes de lo que la egiptología nos cuenta. Vamos, que le encargaron un trabajo y él se limitó a cumplir su contrato.
Desde luego, todo hay que decirlo, y lo que culmina esta teoría es que una civilización que en el año 5000 antes de Cristo realizó una obra de tal calibre, no pudo desaparecer sin dejar una sola huella arqueológica. Y los datos más antiguos que tenemos de esta fecha, son asentamientos no demasiado evolucionados. Para acabar de liarla, no debemos olvidar la teoría de la relación de la las pirámides de Gizeh y la constelación de Orión. Fue Robert Bauval el que cayó en la cuenta de la increíble similitud que tenían la situación de las tres pirámides y las tres estrellas del cinturón de Orión.
La verdad es que la Esfinge de Gizeh es lo más parecido a la mejor amante del mundo. De hecho, es una experta en el arte de la cautivación y el desenfreno. Ha cautivado a toda clase de personas con toda clase de ideas. Desde las más lógicas a las más estúpidas, y les ha permitido desarrollar su imaginación sin ningún tipo de límites. Al igual que la Gran Pirámide, la Esfinge ha sido objetos de relatos que se remontan a los propios años faraónicos. Libros como "Las Mil Y Una Noches" hablan de los secretos ocultos en los monumentos del Antiguo Egipto. Las historias que narran túneles bajo la Esfinge, pasadizos secretos que comunican al león durmiente y a la Gran Pirámide bajo las arenas, ó un laberinto de galerías que recorren la meseta de un lado a otro, son numerosas.
Allá por el año 1401 a.C. Thutmosis IV manda construir una estela de granito rojo, que mide 3'66 metros de alto por 2'68 de ancho. En la Estela del Sueño, vemos como la Esfinge reposa sobre lo que parece ser un edificio ó un palacio, nace aquí el mito. Cuando Robert Schoch llegó a Egipto para realizar los sondeos a la Esfinge, no solo llegó a la conclusión de que era tremendamente antigua, sino que increíblemente, Gizeh es lo más parecido a un queso de agujeros. El caso es que una vez más, la realidad supera a la ficción, y se detectan unas anomalías en la roca madre, justo bajo las patas del león. Todo el mundo estaba ya convencido de haber hallado la dichosa cámara y para colmo de sorpresas, no aparece una, sido cuatro cámaras. En aquella primavera del noventa y uno, se descubrieron las salas, y cabe destacar sobre ellas una que medía la impresionante medida de cien metros cuadrados... lo suficientemente grande para albergar los papiros del saber... pero claro, las cuatro cámaras no albergaban saber alguno.
Y es que la hipótesis de la Sala de los Archivos es del final de la época faraónica, la representación del edificio bajo la Esfinge hecha por Thutmosis IV ha hecho las delicias de los más insignes soñadores, y los que no lo eran tanto. Desde más ó menos 1926 hasta 1990 nos topamos con anécdotas puntuales y destacados hallazgos de pozos que conducen, unos a grandes estancias, y otros a ninguna parte. En 1978 Hawass descubrió justo tras la cabeza de la Esfinge una cavidad de poco más de medio metro de ancho. Dicha abertura había sido realizada por el mítico y auténtico Howard Vyse, a base de dinamita pura. El hecho es que aparte de las huellas del buscador de tesoros, se descubrió un trozo de piedra de grandes dimensiones, que era un trozo del tocado nemes de la Esfinge. Sí que deben existir en Gizeh cámaras y pasajes secretos aún por hallar... eso desde luego, y no por ello, si un día se descubre una de éstas cámaras ó pozos, nos vamos a topar con momias de atlantes ó restos de cabezas cónicas con ojos como patatas... Es inútil buscar las respuestas más allá de los oasis.
Sin lugar a dudas, la Esfinge de Gizeh continúa dando muchos rompederos de cabeza a los arqueólogos que trabajan en la meseta de Gizeh, y su trabajo se ve a veces interrumpido por las teorías que se lanzan y que en muchas ocasiones, nada tienen que ver con la egiptología. Desde que Platón describiese la Atlántida, no han faltado dedos que señalen a Egipto como la heredera de esa gran civilización. Lo cierto es que, siendo serios, es lógico pensar que Egipto bebió de una inmensa fuente del saber, que existió en algún momento del tiempo en un lugar situado vaya usted a saber donde, pero que ahí están las pruebas, ya desde la I Dinastía. Un pueblo no evoluciona de la noche a la mañana, y mucho menos para levantar semejantes monumentos, ya que no hay que olvidar que desde la llegada de Menes hasta la construcción de la Pirámide Escalonada de Djeser, han transcurrido tan solo 333 años.
Como Terenci Moix solía decir, Egipto es una tierra tan vieja que incluso el sol se ruboriza cada vez que amanece entre sus fronteras. Por ello, no hay que descartar ninguna teoría, siempre que se atenga a los cánones que se sitúan dentro de la cordura. Pero no debemos descartar ninguna de las cartas que forman esta fabulosa baraja de magia que es, en definitiva, el Antiguo Egipto. La meseta de Gizeh es todavía una rica fuente de hallazgos arqueológicos, y a medida que se vaya excavando, sabremos más sobre los secretos que esconden estos monumentos, aunque eso sí, por descontado, no esperemos que la Esfinge nos muestre sus intimidades, porque Egipto es un lugar experto en prolongar sus misterios a lo largo de los siglos. |
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© 2005, Amenofhis III (Luis Gonzalez Gonzalez) amenofhis_29@hotmail.com |
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