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Déficit cero: Ventajas y no tanto. Por el Dr. Jorge E. SOSA GONZÁLEZ. Argentina ha iniciado el camino hacia el establecimiento del déficit cero, como en algún momento lo hicieron Noruega e Irlanda. Decir si es bueno o es malo, depende de cómo se realice la transformación, de la situación del país, de su nivel de eficiencia, de la distribución poblacional, de sus estructuras, de su instrucción y de cómo los administradores del Estado realicen su tarea. Antes
de decir si es aplicable o no, hay que estudiar el caso.
Déficit cero significa lo que esas dos palabras indican: Se hace un
presupuesto nacional anual para que no haya déficit, para que los gastos no
superen los ingresos. Puede haber
superávit, pero no se acepta déficit alguno. Los
beneficios de esta actitud de administrar los ingresos públicos conlleva
esfuerzos, mucha dedicación, un buen seguimiento, se evita tener que acceder a
los mercados financieros mundiales y locales, y sin duda produce ahorros
significativos. Pero también,
obliga a no gastar o invertir más de lo que se puede y esto lleva a no realizar
obras o a cambiar el gasto social, o el de la política.
En definitiva, las
decisiones que se deberán tomar para no tener más el déficit total actual de
10.000 millones anuales, serán duras, muy duras.
Recuerde que el Dr. López Murphy renunció luego de querer ajustar solo
2.200 millones, o también que el nivel de gasto social y el de salud, están en
los parámetros de los principales países del mundo, y no se siente. Es como
decir: Se acabó la Fiesta. A los que participan de ella, no les agrada ese
momento de realidad y siempre tratan de postergarlo. Si
la decisión es lograr superávit, no necesariamente hay que pasar por el déficit
cero, pero ante nuestro desorden, tal vez sea el camino más seguro para tal
objetivo. Japón y USA lograron superávit sin el déficit cero, pero
tenían donde ajustar y sus economías se los permitían. Sino fíjese que con
reducir impuestos aumentaron la recaudación y además el PBI, o sea la producción. No es una sola tarea, no es solo un concepto. Periodísticamente es muy fácil mostrar el resultado luego de diez años de llevar adelante el déficit cero, como lo hacen con el caso Irlanda. En realidad es una transformación muy profunda, y toda transformación profunda genera crisis por mayor o menor tiempo. Un ejemplo, Irlanda que ahora anda tan bien, cuando empezó hace diez años con el déficit cero tuvo una desocupación superior al 25%. Tuvieron un largo período de enfrentamientos internos hasta que se empezaron a ver los frutos, fueron los primeros seis años. Claro, no solo por el déficit cero, tenían serios problemas de eficiencia y su economía se basaba tanto en el agro como en la industria y los servicios. Son solo 3,7 millones de habitantes y en 70.280 m² con una alfabetización del 98% y ahora exportan 100.000 millones de dólares anuales. La población de su capital, Dublín es de 921.000 habitantes, similar a las ciudades de Córdoba, Rosario o Neuquen, aquí en la Argentina. Se dedicaron a la tecnología, la industria representa gran parte de su economía, y los servicios crecieron mucho también, quedando el agro en el 8%, a menos de la mitad de que era a principios de 1990. De
lo ejemplificado surge claramente que el cambio fue muy brusco, que hubo mucha
desocupación, que sufrieron, que debieron volverse eficientes y cambiar su
forma de producir, de gobernar y de vivir. Nosotros
seremos unos 35.000.000 de habitantes en muchísimos Km²(área continental
2.791.810 Km² e islas y Antártida 969.464 Km²) y con suerte podremos exportar
entre 25.000 y 30.000 millones este año, si es que nos compran, atento a la
anunciada recesión mundial. Entonces,
no es que sea malo o bueno, simplemente es un cambio muy profundo.
Poder vivir sin generar deudas es bueno sin lugar a dudas, solo tenemos
que estar preparados para hacerlo, y aceptar cambiar más aún para
sobrellevarlo. Existe un viejo
adagio, tal vez de origen sajón, que dice ”la disciplina atrae siempre su
propia suerte” o dicho en otras palabras, si un país se ordena, monta y sigue
un buen sistema, tendrá cada día mejores resultados, luego del período de
shock que produce su puesta en marcha. Si
se abandona a su suerte, tendrá un estrepitoso final.
Argentina hoy, es un ejemplo de ello.
Pero no todo está perdido. En
toda crisis siempre hay posibilidad de logros positivos.
Tal vez no sean fáciles de hallar, pero tampoco se puede vivir de
prestado por siempre.
El país empezó a pedir prestado en grandes volúmenes allá por 1976,
cuando la deuda externa apenas llegaba a 6.000 millones y se exportaba por casi
4.000 millones. Hoy parece estar,
la deuda externa total, en 150.000
millones, veinticinco veces más, y solo comerciamos con el mundo 24.000
millones o sea 6 veces más que hace un cuarto de siglo.
Es por eso que no nos prestan más. Habrá
que agudizar el ingenio, demostrar que somos muy creativos, para que se puedan
distribuir mucho mejor los gastos del Estado, para que lleguen a los verdaderos
necesitados y para que nazca otra vez el trabajo.
Todos los días vemos en esta revolución tecnológica en la que vivimos,
como “el trabajo se desvanece entre los dedos”.
No
es cuestión de ideología de derecha, de centro o de izquierda, es cuestión
que cada día hay menos trabajo, menos gente produciendo.
Será causa de una mala administración, de la competencia, o de la
revolución tecnológica implacable, pero hay que crear trabajo nuevo, sino no
habrá consumo y sin consumo la economía no existe. El
mundo es un ejemplo de ello. Los países
que crecen generan nuevo trabajo, no se lamentan, crean situaciones nuevas,
inventan, estudian, desarrollan, no viven de un fondo de desempleo.
Lo tienen, pero para una solución transitoria, no para una forma de
vivir. Esperar que alguien haga
este trabajo es muy cómodo, pero difícilmente ocurra.
Aunque no sepa como, cada uno deberá buscar dentro de sí como hacerlo,
como cambiar para poder conseguir una posibilidad de trabajo haciendo algo
distinto a lo que estaba acostumbrado, algo nuevo, o algo viejo, que ya no se
hace por esas cosas de la vida, pero que aún es necesario.
Nadie tiene la solución para Ud., solo Ud. la podrá encontrar.
Que es difícil no hay duda, que recibirá poca ayuda, no lo dude.
Que no hay donde preguntar, tal vez tenga razón.
Que desmoraliza y pueda hacer bajar los brazos, también podrá tener razón,
pero todas estas últimas opciones no lo ayudarán más que a lamentarse.
En las crisis, es donde realmente se distingue quien es positivo, tiene
ganas de pensar y salir adelante, quien busca su camino sabiendo que la situación
general está mal por esa crisis. El
mundo entero está lleno de estos ejemplos, los buenos y los malos ejemplos.
¡Ud, elige! Pero algo deberá
hacer, y ahora. Se vienen dos años
muy duros, llenos de cambios, difíciles de entender rápido y hasta de
explicar, pero vienen y pasarán. De
Ud. depende como lo encontrará el año 2004, activo o inactivo, con horizonte
positivo o sin horizonte. ¡¡¡Este
es el desafío!!! Ahora,
con el inicio de la guerra al terrorismo, los plazos cambiarán.
Las prioridades también y nadie tiene la certeza de como y cuando. La economía estadounidense siempre creció muy fuerte en períodos
de guerra, al menos así fue en el siglo XX.
¿Se repetirá, por que esta guerra parece no ser convencional?
Un hecho que puede hacer posible el avance económico de ese país, es
que la guerra más que bélica será tecnológica.
Por lo menos así parece ser desde el lado de EE.UU. y tal vez no sea
tanto desde el otro contrincante. Entonces,
si es tecnológica, la tecnología y las comunicaciones serán los rubros que más
crecerán a pedido del área militar estadounidense, y eso generará inversiones
muy importantes en investigación, en comunicaciones, en informática y en
avances espaciales, todas áreas que siempre han movilizado grandes sumas de
dinero y han provocado gran cantidad de contrataciones de mano de obra, eso sí
muy especializada. Con más razón,
y considerando esto último, hay que pensar que difícilmente los mercados estén
dispuestos a prestar dinero a la Argentina, ya que tendrán solicitudes urgentes
y seguras de países más desarrollados y estarán presionados por la primera
guerra del siglo XXI. Aquí, puede
tener otra razón de ser el proyecto de déficit cero.
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