El Poder y los modos ético-morales
El Poder y los modos de relación o ético-morales: un análisis basado en Piaget.Patricio Chacón Moscatelli. 735 42 76. Stgo.E-mail: pachamos@tutopia.comEsta es la visita Nº
(Al usar un vínculo de Nota [], para volver al texto pinchar el Nº en la Nota. Para volver desde una cita de texto {}, usar el ícono "Página anterior")1.-Introducción.La gran mayoría de los profesionales del área de las ciencias sociales que conozco -personalmente o "por escrito"- asignan mucha importancia al Poder, en sus diversas acepciones atingentes. Son muchos los que afirman, muy convencidos, que se trata del concepto clave de toda problemática social, e incluso psicológica. En este ensayo pretendo fundamentar mi idea de que este Poder sólo tiene sentido e importancia cuando las relaciones, en las que interviene alguna de sus formas, muestran las características propias de alguno de los modos de relación -o ético-moral- que Piaget llamó «autoritario» o el que denominó «ética primitiva», o bien, las de aquel modo de relación social, derivado de los anteriores, que he denominado «individualista». Asimismo, creo que de las definiciones dejadas por Piaget cabe deducir válidamente que el Poder pierde toda -o casi toda- su importancia -y tal vez hasta su sentido- en las relaciones sociales en las que predomina el modo ético-moral que Piaget llamó «autonomía», «modo democrático», o de «cooperación entre iguales diferenciados». 2.- Definición de términos.Pienso que es indispensable precisar los significados que se les asignan a las palabras principales de todo análisis o discusión, si uno desea lograr conclusiones útiles, para todos. Esto me parece especialmente cierto en este tema, en el que se le da al Poder diferentes significados en circunstancias distintas, y por lo poco habituales que son los conceptos piagetianos -tal como yo los entiendo- en los medios en que hay preocupación por el Poder, tanto de la vida común como académicos. 2.1.-Poder.El Poder que aquí me interesa es aquel que tiene sentido en el contexto de las relaciones entre personas y, por extensión, en las "relaciones" entre personas con instituciones sociales, personas con sus propias concepciones antropomorfizadas o reificadas -en el sentido de Piaget-, o de personas con el medio ambiente material, al cual el sujeto asigna características de persona, es decir, antropomorfiza. La acepción de Poder que deseo analizar es el de la capacidad de una o más personas de influir, obligar, mandar, manejar, gobernar, someter, dominar, conducir, seducir, persuadir, convencer, convocar, engañar, regentar o administrar a otras personas, con o sin su consentimiento, e incluso con o sin que se percaten de estarlo siendo. La mayoría de las veces, para conseguir que otras personas hagan lo que deseen quienes ejercen el Poder. Si lo que hacen -las que hacen- les conviene o no, es asunto que interesa poco a los poderosos, por lo general. En la vida cotidiana actual se usan muchas otras acepciones o significados de poder, las que en general no tienen que ver con las que me interesan. Por ejemplo, el poder que se usa en las ciencias "duras" y en las tecnologías asociadas a ellas -fuentes de poder, frenos de poder, poder de amplificación en óptica, etc.-. El poder "técnico" del dominio militar -poder de fuego o disuasivo-, el poder que implica la capacidad de hacer algo de las personas o animales -poder caminar, pensar, etc.- y los usos de poder como sinónimo de lograr, obtener, conseguir, alcanzar, hacer factible o posible. He afirmado que, en general, estas otras acepciones no tienen que ver con las que sí deseo analizar porque me parece que se usan, habitualmente, en otros sentidos. Sin embargo, el sentido de las palabras cambia según las intenciones de las personas que las usan, en los juegos de lenguaje de la vida cotidiana. Por lo tanto, cualquier acepción de poder -o sus "sinónimos"- puede ser usada de modo tal que resulte atingente, dependiendo de las intenciones de los que las usan. Por ejemplo, el saber -el inocente conocimiento "útil"- puede significar capacidad de hacer, en beneficio propio y también de todos los demás, de hacer en soledad o en cooperación con otros, pero siempre con solidaridad. Pero también suele ser usado para destacar la importancia de una herramienta que da la capacidad de dominar, obligar, someter o persuadir engañosamente al que no sabe, como una ventaja comparativa que vale la pena lograr y que es lícito usar: estas son algunas de las maneras de entender la frase "saber es poder". Aquí me referiré al Poder de la segunda acepción y a los problemas que de él se derivan, porque me gusta mucho más la primera, y en un intento de que el saber sobre el Poder sea, cada vez más, un poder bueno, solidario. Para distinguir un poder del otro, usaré Poder con P para el que es atingente. Son innumerables los que han estudiado el Poder, desde tiempos inmemoriales. En beneficio de la brevedad, citaré aquí algunas de las proposiciones teóricas recogidas y elaboradas por Alejandra Valdés.[1] "Para Max Weber Poder es" la capacidad "de imponer la voluntad propia sobre la de los demás", incluida la influencia. "Plantea asimismo, que en el ámbito político-social el término más preciso es dominación, entendida como la posibilidad de encontrar obediencia frente a un mandato", la que requiere de "la voluntad de obediencia por parte de los individuos dominados por cualquier Poder público y la creencia en la legitimidad de la dominación." Nos recuerda que para Weber era muy importante "la necesidad de una administración permanente y de especialistas para hacer el ejercicio del Poder más eficiente, ... el reclutamiento entre las personas más calificadas y la visión universal de un hacer técnico e impersonal, dominación que se distancia del sentimiento humano." También resume las ideas de Hanna Arendt: "Ella habla de poder como la interpretación simbólica de la solidaridad de un grupo, como la fuente de la cual se alimenta la legitimación y el reconocimiento de las decisiones colectivas: 'poder corresponde a la capacidad humana no sólo de actuar sino de actuar en concierto. El poder no es nunca propiedad de un individuo; pertenece al grupo y existe sólo mientras éste no se desintegra'. Para Arendt, poder es potencialidad y lo vincula al deseo de poder hacer. Ella diferencia cuidadosamente poder y dominación, ya que equipara la dominación con la violencia... 'Violencia y poder son términos contrarios; donde la una domina por completo el otro está ausente (...) la violencia puede destruir el poder: es absolutamente incapaz de crearlo.' " Por último, Alejandra Valdés nos resume las ideas que Foucault expone al respecto. "Para Michel Foucault, el Poder no se encuentra sólo centralizado en las estructuras, sinó que atraviesa todas las relaciones humanas. Para este autor no es tan importante saber quién detenta el Poder, sino como se ejerce. El Poder no es una propiedad, sinó una estrategia"... que "produce verdades, normalizaciones, disciplinamientos, etc."... "el Poder no es algo que se adquiera, arranque o comparta, algo que se conserve o se deje escapar; el Poder se ejerce a partir de innumerables puntos y en el juego de relaciones móviles y no igualitarias." Para Foucault "Todas las relaciones que involucran a otros implican dinámicas donde se ejerce Poder, relaciones que si bien son complejas en su comprensión, se pueden observar y analizar en la familia, en el trabajo, en la comunidad, y en todas las esferas de la sociedad." 2.2.- Los modos de relación social, o ético-morales.Las relaciones sociales -interacciones en las que intervienen seres humanos- en su casi infinita variedad son susceptibles de clasificar, analizar y describir según incontables prismas o puntos de vista, muy diferentes entre sí. Todas son, simultáneamente, analizables desde consideraciones económicas, educacionales, deportivas, culturales, ecológicas, biológicas, empresariales, sindicales, políticas, etc., etc.. Casi cualquier ámbito de actividad humano puede proporcionar una base suficiente como para clasificar, distinguir, explicar, evaluar y dar sentido a las relaciones sociales, desde ese punto de vista. En el peor de los casos habrá relaciones sociales que son indiferentes o neutras para el punto de vista elegido, pero ésta es una más de las diferentes formas de clasificar, distinguir, etc. El punto de vista que usaré aquí -uno más entre tantos- es el que se puede deducir directamente de las investigaciones de Piaget acerca de la capacidad de los seres humanos de evaluar y regular sus interacciones, así como de la evolución o desarrollo de estas capacidades y los conceptos que se usan para describir estos procesos. Por la escasa o nula frecuencia con que se utilizan los conceptos piagetianos -o derivados de sus concepciones- que he mencionado, en los dominios de las ciencias sociales, y porque se usan -cuando se usan- con sentidos en general muy vagos y muy diferentes a los que creo que Piaget les dió -en "El criterio moral en el niño"{16}-, vale la pena revisar el complejo sistema conceptual piagetiano, ojalá en los libros del propio autor, pero también en mis textos. Es una tarea mayor, sin duda, ya que requiere del estudio de una decena de sus textos, a lo menos, más los libros en que he resumido y sistematizado estos conceptos. Se trata de tres textos, también extensos. Pero cabe un sucedáneo breve: como todo sucedáneo, sólo mejor que nada. La más corta de las descripciones, resumida, de los modos de relación social -o ético-morales- de Piaget que he logrado hacer, hasta la fecha, y que reúne las características de ser completa y de ser "autosuficiente" -espero que se entienda sin tener que recurrir a otros textos- tiene sólo diez páginas. Se llama "Los modos de Piaget: una herramienta de análisis" {6}. El subtítulo aclara que los propongo como instrumentos de análisis para las ciencias humanas. Podría "copiar" o insertar dicho artículo directamente del disco duro de mi editor de textos, con gran facilidad, pero, para no extender demasiado éste, supondré que el lector ha leido -o va a leer- el artículo mencionado, a lo menos. Ahora me limitaré a la enumeración de los modos y de la evolución ético-moral -la secuencia en la que los seres humanos aprendemos a usar dichos modos-. En el presente trabajo usaré las descripciones resumidas del anterior para probar la hipótesis de éste. Es decir, este es el segundo piso de una casa cuyo primer piso -escalera incluida- está en el anterior: la responsabilidad -y las dificultades- de tratar de subir sin escala recaen ahora en el lector. Los modos de relación social, según lo que yo he entendido de Piaget, son los siguientes: 1) la anomía, pre-ética y pre-moral, 2) la ética primitiva, 3) la heteronomía, o modo autoritario, 4) el individualismo o relativismo ético-moral[2], y 5) la autonomía, o modo democrático, o modo de cooperación entre iguales diferenciados La evolución ético-moral, o secuencia de aparición o aprendizaje -y por supuesto de aplicación- de los modos de relación social antedichos, según las investigaciones de Piaget -tal como yo las he entendido-, y para las personas que evolucionan en las sociedades occidentales actuales, es la siguiente: a) la anomía, desde el nacimiento. b) la ética primitiva, desde la infancia (desde el "mantenerse sentado", aun antes del logro del lenguaje). c) la heteronomía o modo autoritario, desde la infancia (comienzos del lenguaje). d) el individualismo, desde los inicios de la pubertad. e) la autonomía o modo democrático, desde inicios de la pubertad. Piaget distingue claramente dos aspectos de la actividad normativa de las personas: la práctica de las reglas y la reflexión acerca de esa práctica, o acerca de las normas. De las investigaciones empíricas de que da cuenta en su libro queda en evidencia lo que Piaget denominó "dècalage" -traducible por "retraso"- y que consiste en que todo avance -vale decir, todo aprendizaje- se realiza primero en la práctica de la regla y luego de un tiempo de práctica se detecta el logro en la reflexión. Por lo demás, el mismo retraso que Piaget descubrió en los aprendizajes de todo tipo[3]. De la diferencia entre ambos aspectos -la práctica o moral y la reflexión o ética- deriva mi preferencia por la denominación de estas actividades humanas como ético-morales, ya que ambos aspectos me parecen siempre presentes e indisolubles, pero distintos.[4] Se trata, por lo tanto de una evolución compleja, por un lado de los modos empleados -los que cambian separadamente para diferentes ámbitos de actividad- mezclado con el retraso ya mencionado, para cada aprendizaje particular. Esta evolución indica la secuencia de aparición de los modos -no se trata de estadios, en el sentido fuerte (en el que los nuevos reemplazan completamente a los anteriores)-, e implica la coexistencia de modos -evolución separada por ámbitos de actividad- y un contexto de constructivismo extremo, todo ya explicado en otras partes.[5] Es necesario destacar que, aun en la actualidad, sólo algunas personas logran el dominio de la autonomía, y eso sólo en algunos ámbitos de actividad: en la gran mayoría de las personas de hoy predomina el individualismo, mientras hay ámbitos de actividad completos en que predomina el autoritarismo -tan importantes como los legales y el económico- y otros igual de importantes en los que predomina la ética primitiva -ejércitos, policías y cárceles-. En estos ámbitos de actividad todos estamos obligados a asumir el modo dominante, aunque nos resistamos. Piaget no estudió las posibles expresiones de la ética primitiva, -modo que caracterizó muy brevemente- porque consideró de partida que, ya en la época de su investigación -antes de 1932-, estaba extinguido. Discrepo abiertamente de esta opinión de Piaget, ya que este modo puede ser observado en plena actividad hoy en día, en muchos ámbitos de actividad muy importantes. Por estas razones lo he incluido, usando parcialmente las descripciones de Piaget. Piaget pensaba que este modo se daba en las "sociedades primitivas", apareciendo en el período de la pubertad. Por lo tanto, en una escala de evolución apegada a lo dicho por Piaget, esta ética primitiva debería surgir después del autoritarismo, ocupando el tercer lugar.[6] En la evolución de los seres humanos actuales -desde niños hasta que se mueren de viejos-, la que consiste en que todos van pasando desde el uso único de la anomía al uso mezclado de los modos, por adición de los modos siguientes en proporciones crecientes -según lo ha demostrado Piaget -, tiene una importancia trascendental tanto la ocurrencia de otras evoluciones -tales como la psicológica y la fisiológica- como el apoyo del medio social circundante. 3.- El Poder y los modos.Como los diferentes modos son las distintas maneras de decidir cuáles son las acciones humanas que se emplean en las interacciones con otras personas, con el medio ambiente -en tanto esto afecta también a otras personas- o consigo mismo, lo que vale tanto para las acciones que "son" -son consideradas- buenas como las que "son" malas, todo ejercicio del Poder -siempre interacciones entre personas- debería estar "marcado" por el modo empleado, es decir, debería mostrar características determinadas por cada modo, claramente distinguibles. Es decir, debería ser posible distinguir un tipo o clase de Poder típico de cada uno de los modos. Esta es la hipótesis: veamos si esto se cumple en la práctica cotidiana. 3.1.- El Poder y la anomía.Por la definición de anomía -ausencia de regulaciones, y también de acciones concertadas- resulta obvio que cualquier intento de ejercer Poder carece de sentido, al parecer, con dos salvedades. Las personas que sólo son capaces de anomía -en uno o varios ámbitos de actividad determinados- no están en condiciones de reconocer obligaciones ni deberes, muchas veces, tampoco de realizar las acciones que se les requiera. Casos hay muchos: los infantes, personas con anormalidades invalidantes graves -físicas o psicológicas, temporales o permanentes-, personas normales que desconocen un ámbito muy especializado o el lenguaje del lugar, etc. En general, se reconoce que las personas en condiciones de anomía quedan exentas de obligaciones con cualquier tipo de Poder. Normalmente, están "a cargo" de otra persona "habilitada". La primera salvedad que se me ocurre es el ejercicio de un "Poder" que consiste en aplicarles fuerza física cuando resulta necesario, en beneficio de ellos mismos: en caso de accidente o riesgo de daño inminente, se les pone a salvo como se pueda. Por lo especial de las circunstancias -y de los casos-, creo que esta forma de ejercer poder no corresponde al que nos preocupa. La otra salvedad es la de utilizar a personas en condiciones de anomía pero sumada a la de incapacidad de oponerse, para realizar con ellas acciones deseadas por quien las utilice. Si estas acciones no afectan a la persona utilizada -hasta pueden serle útiles, como cuidar y acariciar a un infante solo- no cabría hablar de ejercicio de Poder. Si las acciones afectan a la persona utilizada, entonces estamos en un caso de ejercicio de Poder en que la persona afectada es objeto de violencia, siendo ella pasiva. Pero el que ejercita Poder en estas condiciones entra de lleno, como veremos, en el caso siguiente. 3.2.- El Poder y la ética primitiva.Por la característica principal de este modo ético-moral -se le asigna validez a la violencia física en la relación interpersonal-, todos los casos en que se ejerce Poder basándose en el uso o en la amenaza cierta de la fuerza o violencia física corresponden al que podría llamarse, tentativamente, "Poder primitivo". Es el que se usaba ya en las comunidades más primitivas, desde antes de la aparición del lenguaje, la llamada "ley del más fuerte" o "del garrote". Esta modalidad de Poder nos resulta tan claramente primitivo que cuesta aceptar que, en la actualidad, se utilice en las enormes proporciones en que realmente se usa. No hay que ser muy imaginativo para citar ejemplos: todas las guerras -incluidas las económicas, y todas las instituciones que participan en ellas o que se preparan para ellas, con dos o tres posibles salvedades [7]-, la delincuencia y la gran mayoría de las instituciones antidelictuales -incluida la teoría del "monopolio de la fuerza", adoptada y aplicada por casi todos los países del mundo-, las éticas carcelarias -y de las instituciones semejantes, incluso la mayoría de los orfanatos-, los terrorismos, las revoluciones armadas y las correspondientes contrarevoluciones. El recuento no se queda en los grandes ámbitos. También cabe aquí la violencia intrafamiliar, intraescolar, en los deportes -hay algunos en que "ganar" es sinónimo de noquear o incapacitar físicamente al "contrincante"-, y en casi todos los ámbitos de actividad actuales. Si aceptamos que toda forma de ejercicio de Poder implica el control de la actividad de personas por quien usa el Poder, este Poder primitivo constituye la forma más directa de control –requiere de la presencia del controlador, casi permanente o al menos regular- y al mismo tiempo la más externa a la persona controlada, obligada por el temor al castigo físico. Por la brutalidad que implica, fue la única forma de control que hizo posible la ahora aberrante "institución" de la esclavitud -hasta hace muy poco, y con dudas acerca de su extinción al momento presente-. Este Poder primitivo es la forma más burda y más primaria de ejercer Poder. Si en la época anterior al lenguaje este Poder primitivo significó un notorio progreso con respecto a la anomía observada también en las otras especies animales, al mejorar la capacidad de organización humana [8], existen hoy otras formas de organizar a la gente que permiten mayor eficiencia con menores sufrimientos y, lo más importante, con mayor posibilidad de realización individual. Asombra, por lo tanto, su abundancia y masividad en las sociedades actuales. Sin embargo, cabe reconocerle un mérito peculiar: las otras formas de Poder derivan, muy probablemente, de ésta. Puede ocurrir -y sucede- que el ejercicio prolongado de este Poder primitivo condicione a sus víctimas de tal modo que no se haga "necesario" estar golpeándolas continuamente. Personas sometidas por el temor a golpes y maltratos pueden "acceder" a realizar lo que les pidan a la sóla solicitud, sin resistirse, y talvez hasta con sonrisas complacientes. ¿Deja de ser Poder primitivo el que se ejerce con ellas?. Me parece que no, que sigue siendo el mismo tipo de Poder, y que la condición para que siga mereciendo este nombre estriba en que los casos de resistencia sean castigados con violencia física: el "orden" se mantiene por medio de la violencia, sabido por los sometidos y los poderosos. Es, muy probablemente, el principal motivo no dicho que mantiene la férrea disciplina llamada militar. En la mayoría de las instituciones que se basan en -y usan- este Poder primitivo -y la ética primitiva correspondiente-, hay personas que han "ascendido" a rangos en los que no necesitan ni aplican la violencia física -que incluye, por supuesto, la cárcel-, no lo hacen ellos directamente, salvo en contadas ocasiones, y sólo como humoradas. Se limitan a dar las órdenes para que otros, en su representación, hagan "el trabajo sucio". Obviamente, esta capacidad de "delegar" en otros el ejercicio de la violencia no los exime de su responsabilidad por el uso de esta "herramienta" brutal. Es el caso de quienes ordenan torturar y/o mantienen organizaciones para efectuarlas. Hay quienes piensan que el condicionamiento de quienes se ven sometidos por períodos largos a este Poder primitivo implican maneras de legitimación y/o legalización -asuntos diferentes, a mi juicio- de este tipo de Poder. Como esta creencia es común a los otros tipos o clases de Poder, prefiero tratar este aspecto más adelante. 3.3.- El Poder y el modo autoritario, o heteronomía.El modo ético-moral autoritario, con todas las limitaciones que sin duda presenta frente a los modos más evolucionados, significa un avance de enorme magnitud con respecto a la escalofriante ética primitiva. Es el paso de la violencia física a la violencia psicológica, que probablemente tomó muchos miles de años en ser lograda -con grandes dificultades, pausas y retrocesos- por nuestra especie. Una de sus mayores ventajas estriba en que hace posibles organizaciones muchísimo más grandes que la ética primitiva. Un garrote simbólico y abstracto cansa menos que uno macizo, y su alcance se multiplica muchas veces si está "metido dentro" de la cabeza -en el pensamiento- de cada persona. La obligación es ahora un sentimiento de las personas, mucho más interno que los golpes y la violencia física: la obediencia autoritaria es una obligación sentida por el subordinado hacia el que manda, "su" superior. Las organizaciones gigantes -comparadas con las anteriores- sólo fueron posibles gracias a este modo ético-moral. El mecanismo que hace factibles tales maravillas es el de la delegación del Poder. Así como el Poder primitivo lograba que una sola persona coordinara -un tanto bestiamente- la actividad de un número apreciable de otras personas, para que hicieran lo que ella deseaba y mandaba, ahora con el Poder combinado con el modo autoritario una sola persona podía mandar a muchas personas, que a su vez mandaban a muchas otras cada una, y así sucesivamente, hasta alcanzar a millones en algunos casos. El crecimiento del Poder asume características de progresión geométrica. Además, ya no se requiere "ser el más fuerte", basta con ser el más inteligente -o astuto-, aunque se sea viejo: surgen las gerontocracias, porque durante mucho tiempo se lograba saber más cuando se vivía más, si se tenía la potencialidad. Llamaré Poder autoritario a este tipo de Poder, tentativamente, para distinguirlo del Poder primitivo anterior. Iré revisando las características principales del autoritarismo, para ver si pueden ser asociadas con un tipo determinado de Poder, en especial con este autoritario, tal como ya hice con el anterior. El Poder de mayor potencia, entre todos los Poderes posibles, parece ser el de determinar cuáles son las reglas de interrelación que deben seguir los co-mandados -todos mandados al mismo tiempo-, así como el de definir qué es lo verdadero y lo que no lo es -como son las cosas-. Tal como les ocurre a los niños en su etapa en que predomina la heteronomía: esto es cierto porque lo dijo mi mamá/papá, esto se debe hacer así porque lo dijo mi papá/mamá. Las personas que mantienen la heteronomía en ámbitos de actividad más allá de la niñez reemplazarán a los padres por los profesores, luego por las autoridades, por las leyes, los dioses, y, por supuesto, por sus representantes "autorizados". La autoridad que dice lo que es verdad y lo que es justo es considerada por el comandado como de mayor rango -superior a sí mismo- no sólo porque ostenta un cargo, también como superior en cuanto persona: cargo y persona se confunden. El que manda -el que ejerce el Poder- también se autoconsidera superior a los que le obedecen y le creen. Es la creencia -aprendizaje- y la aceptación de lo justo -obediencia- basadas en el respeto unilateral o de heteronomía.[9] De aquí surge entonces la dupla sumisión autoritaria y dominación autoritaria, curiosamente simultáneas: las personas de nivel medio son sumisas con su superior y simultáneamente dominantes con sus subalternos. Este respeto unilateral es también la fuente de la preocupación constante por el eje "Poder-debilidad" y el interés permanente en las "luchas por el Poder", descritos magistralmente por Adorno [10], así como la necesidad de un líder -fuerte y duro, ojalá omnipotente-. Muchas veces se le asigna al líder la cualidad de ser "líder natural", tal como son "naturales" la obediencia, la superioridad, las diferencias y los abusos e injusticias permanentes. Pienso que "mandar" es el mejor sinónimo de "ejercer Poder autoritario", "obedecer" es el que corresponde a "someterse al Poder autoritario", por lo que los usaré en adelante, en beneficio de la brevedad. El que manda no necesita justificar lo que manda, simplemente ordena y los demás cumplen. Las reglas que fija las impone sin razones que las justifiquen -los que las acatan no las piden, y si se las dan, las considera casi como otras reglas- por lo que el que manda si quiere las cumple. Más aun, no cumplirlas es un signo claro de su Poder, por lo que suele hacer ostentación de quebrantarlas: en los medios castrenses es muy popular el dicho "autoridad que no abusa pierde su Poder", y se aplica en consecuencia. Como las reglas las fija el que manda a su entero arbitrio, no es extraño que el conjunto resultante sea una "colección de reglas" sin coherencia entre ellas, para las que no vale lo que se llama "el espíritu de las normas", es decir, su sentido, sus objetivos. A estas colecciones les falta lo que se llama "metareglas" o reglas que determinan cómo se fijan las reglas y el sentido del conjunto. Salvo una: las regla las impone -o las cambia- el que manda, como se le ocurre y cuando se le ocurre. Esta falta de sentido general de la colección de normas de convivencia se refuerza por la falta de crítica de parte de los mandados -ni se les ocurre, porque es una de las faltas más graves-. Evidentemente, las reglas que más se usan en este tipo de Poder no son consensuales ni convenidas. En el caso de que existieran reglas acordadas -la idea del origen democrático de las leyes, ya bastante dudoso en la actualidad- los que mandan se las arreglan muy bien para aplicarlas "a la autoritaria", con lo que el famoso origen se va al tacho: uno más de los tantos mitos ético-morales. Ejemplos hay demasiados: casi todo el sistema judicial opera así, y no sólo en Chile. Recuerde, lector/a, el uso que habitualmente le dan los policías -"amigos del camino"- a los reglamentos del tránsito; ellos mandan, ellos deciden "qué pasó" y el parte se lo pasan cuando quieren, si se les ocurre, por lo que sea. Impuestos Internos es, casi siempre, juez y parte. Creo que basta con lo dicho, aun cuando hay mucho más. Si consideramos que las leyes norman una fracción ínfima de las relaciones interpersonales que ocurren en una sociedad, tendremos que aceptar que todo el resto -la inmensa mayoría- se rige por normas impuestas por los que mandan. Aun hoy día, en que nos encontramos -en occidente- en una era en que predomina el modo individualista, creo. ¿Qué pasa cuando la gente no obedece al que manda?. Se trata de situaciones muy frecuentes, puesto que el modo autoritario se caracteriza por una gran falta de coherencia ético-moral: puede que la gente sepa lo que debe hacer -el aspecto ético-, pero muchas veces -tal vez la mayoría de ellas- hace otras cosas -el aspecto moral-, en general lo que le conviene o le gusta más. Es una de las razones por las que Piaget califica al autoritarismo como egocéntrico, a lo más sociocéntrico -a veces cuentan también los intereses de grupos cercanos-[11]. Frente a sus intereses, "se le olvidan" sus deberes. No es muy raro, porque las reglas y los deberes le son "extraños" -no ha participado en su elaboración, no sabe para qué sirven ni le interesa-. Como a los niños pequeños, hay que repetírselas una y otra vez; ellos las transgreden también una y otra vez. Una vez cometida la falta, funcionan varios mecanismos característicos del autoritarismo. En primer lugar, opera la que Piaget llamó responsabilidad objetiva, es decir, la gravedad de las faltas es directamente proporcional al daño físico o psicológico producido, independientemente de las intenciones del autor. Los errores o fallas por desconocimiento involuntario de las reglas también son faltas, hasta oficializado por el parlamento: en Chile, impera el "principio" de que no se puede alegar desconocimiento de la ley, aunque esté justificado. La idea es que se prefiere "castigar de más" que no castigar. Después, la comprensión de las reglas está orientada a la letra de las reglas, es principalmente literal, por lo que las faltas se estipulan o califican del mismo modo: las intenciones y las condiciones atenuantes se toman en cuenta a gusto del que manda. Tercero, también juegan su rol las nociones que Piaget llamó responsabilidad colectiva y/o comunicable, vale decir, se considera culpable a todo un grupo -social, étnico, de género, político, y un largo etc.- por las faltas cometidas por uno o más de sus miembros, identificados o no. Estas nociones avalan las vendettas, los castigos colectivos y las represalias, de todo tipo. Incluye la idea del "pecado original" de algunas iglesias, asunto también mencionado por Piaget. Estas nociones las aplican con gran desparpajo hasta las primeras naciones del mundo. Incluso con orgullo. También las usan los educadores, los políticos, los padres y otro largo etc. Luego, también se aplica otra noción piagetiana, la creencia en la justicia inmanente, según la cual se piensa que agentes externos superiores -tales como los dioses, el destino, el azar, la naturaleza, etc.- se encargan de hacer pagar las faltas cometidas por las personas, aunque sean secretas. Tarde o temprano. Se les asigna Poder a estas "cosas", como si fueran personas, con capacidad de desear e imponer su voluntad: se les reifica y antropomorfiza. ¿Cuántos somos los que no creemos en "la justicia divina"?. Otra consecuencia de las faltas, ya mencionada al pasar, es la aplicación de sanciones, las típicas del autoritarismo: sanciones expiatorias. Tal como lo indica su nombre, sirven para expiar las faltas, para "lavar" las ofensas, que implican las faltas, al que manda -por sí mismo o en representación de una autoridad aun más superior-, por último, pagar las culpas. En algunas nomenclaturas religiosas, se habla de redimir los pecados. Para que sean efectivas, deben ser castigos dolorosos -psicológica o físicamente- porque el dolor lava las ofensas. Pueden ser humillaciones, peticiones de clemencia -se reconoce el Poder del que manda-, sacrificios o privaciones -como "las mandas" religiosas- pero aun las autoinfligidas tienen el mismo carácter. El arrepentimiento, también característico del autoritarismo, implica el reconocimiento de la maldad propia y de la autoridad externa ofendida con la falta. El que falta o peca necesita del castigo para poder sentirse redimido. También es una necesidad imperiosa para quienes mandan o han sido perjudicados, de donde surge la abominación por la impunidad: significa "sin castigo". Es preferible castigar de más o equivocadamente que no castigar, de donde surge la necesidad del castigo de todo un grupo por una falta individual -la culpa compartida-. La maldad y el mal, así como la bondad y el bien, antropomorfizados, son también conceptos típicos de este modo. Mucho se puede decir de las sanciones -en mi "Etico-política" hay 8 páginas- pero creo que aquí basta con una enumeración simple; sacrificios rituales -pagan culpas sociales-, las torturas –físicas o psicológicas-, los castigos corporales, las venganzas, las vendettas, los castigos psicológicamente dolorosos -humillaciones, insultos, amenazas, etc.-, las multas -se "paga" la falta con dinero, textualmente-, la privación de libertad -tanto física como psicológica- y hasta las censuras, seguidas de un enorme etc. Los castigos económicos representan el paradigma del paso de la violencia física a la violencia simbólica, desde la ética primitiva al autoritarismo. Asociadas a las faltas y los castigos está la noción de culpa o pecado, la búsqueda de los culpables y hasta su invento. Una persona "decente" siente culpa cuando comete una falta. Hasta cuando comete un error que produce daños: esto les pasa a todos los niños, hasta cierta edad. A algunos, cuando crecen, se les pasa, si evolucionan. Para terminar pronto, sólo mencionaré otra peculiaridad del Poder autoritario: la tendencia a focalizar la atención en las diferencias, pero orientada a privilegiar y defender al grupo propio en desmedro de "los demás". El endogrupo por sobre el exogrupo, posición derivada de las dificultades para "ver" desde las perspectivas ajenas, a su vez debida a la diferenciación inadecuada entre yo y los demás, nosotros y ellos. También analizado por Adorno, en el libro ya citado. Esta característica del autoritarismo es la fuente de todas las discriminaciones, entre las que destacan el machismo, el hembrismo, los etnocentrismos y su expresión más frecuente, el racismo. También, por supuesto, los fanatismos y los fundamentalismos. Nótese que los motivos que inspiran a estas discriminaciones pueden ser de prístina autonomía; un ejemplo muy actual es el del ecologismo fundamentalista. A estas alturas, creo que se puede considerar como bien ganado el nombre de Poder autoritario. Este tipo de Poder se lo merece. 3.4.- El Poder y el modo individualista.¿Habrá también un tipo de Poder característico del individualismo, así como encontramos uno para cada uno de los dos modos anteriores?. Me temo que sí, tal como lo he planteado como hipótesis. Revisemos algunas de las peculiaridades del individualismo y veremos si podemos encontrar un tipo de Poder específico de este modo. El individualista -cuando actúa como tal- se distingue por aplicar su análisis crítico propio en la aceptación de verdades y reglas, sin aceptar que le vengan a decir o imponer qué debe creer y qué obedecer. Es uno de los aspectos propios de la posición de autonomía, que diferencia decidídamente al individualismo del autoritarismo. Pero a una persona individualista no le preocupan ni le importan las consecuencias que sus creencias y normas -y los actos que de ellos se deriven- puedan tener en las demás personas. Ocasionalmente, también puede privilegiar a su grupo de pertenencia. Es decir, es un modo básicamente egocéntrico, y circunstancialmente sociocéntrico. Esto lo comparte con el modo autoritario. Su idea de sociedad correcta es aquella en la cual todas las personas reclaman cuando no se les está respetando el derecho a decidir también por ellos mismos; los que no reclaman son tontos, y entonces se merecen lo que les pase. Si el afectado reclama, entonces se negocia, usando las ventajas comparativas de cada cual: y "que gane el más mejor". Para la persona individualista, los conflictos de intereses se resuelven por medio de la competencia, leal -término entendido al modo individualista-, en que cada cual aprovecha sus ventajas comparativas; el que no lo hace es tonto y se merece las consecuencias. Si todos cuidan de sí mismos -y de los suyos, a veces- todo funciona perfecto. Especialmente si se cree -como los individualistas- que las personas son básicamente egoistas -como ellos lo son-, lo que les hace preferir las sociedades de libre mercado, en las que se mueven como peces en el agua. El motor de estas sociedades es el lucro, es decir, la ganancia personal, la ganancia egoista. Puede que algunas personas no hayan diferenciado todavía esta forma de ejercer Poder -al modo individualista- de los otros modos, pero me parece que las sociedades de libre mercado son ejemplos privilegiados del ejercicio desenfrenado de este Poder individualista, que las ha hecho merecedoras de la calificación de "capitalismo salvaje", ya que carece incluso de las expresiones mínimas del paternalismo autoritario. Es una forma de relación en la que toda ventaja vale, si los demás no reclaman, de competencia sin freno, puesto que si reclaman se negociará compitiendo con todo lo que uno tenga a la mano, o al pié. Puede que la gente que manda de este modo no sea tan violenta como los antiguos autoritarios, incluso que sean "muy buena onda", pero los efectos de este Poder individualista pueden llegar a ser más devastadores aun que los del Poder autoritario. El ámbito de actividad en que más destaca el Poder individualista es, qué duda cabe, el económico, en el que está fuertemente afincado desde hace ya mucho tiempo -probablemente tanto como los capitalismos liberales-[12]. Sin embargo, también se usa en las relaciones sentimentales, en las familias -especialmente por quienes están en la adolescencia-, obviamente en colegios y universidades, en las relaciones intraempresas, extraempresas e interempresas -no sólo en los aspectos económicos-, en los ministerios, los medios de difusión masiva, las canciones y las artes, las iglesias, y todos los ámbitos de actividad que uno pueda imaginar. Los ámbitos de actividad que más han resistido a la penetración del individualismo son aquellos en los que priman el autoritarismo y/o la ética primitiva, tales como ejércitos e iglesias. Placer por el riesgo, predilección por y persecusión del triunfo en la competencia -mientras más libre mejor- que define quien tiene más Poder, por las emociones "fuertes" -rayanas en violencia-, el consumo sin medida -también indicador del éxito y del Poder alcanzado-, responder cuando conviene y si no, correrse -dígale que no estoy-, desprecio por la urbanidad o las buenas maneras, falta de compromiso -con la sociedad y con la gente particular, incluídos los parientes, más si son viejos o minusválidos-, admiración exagerada por el éxito -económico, en el reconocimiento público o en cualquier sentido- y por las personas exitosas y famosas, son algunas de las triquiñuelas y maneras con que ejercen el Poder individualista quienes lo usan. Un vasto campo para investigar, sistemática y científicamente. Para las personas acostumbradas ya al autoritarismo, el individualismo es la peste: significa desorden, cada cual hace lo que quiere y fija o cambia los valores que quiere -los que le convienen, por supuesto- conduciendo a la simple "pérdida de valores", los buenos, firmes y viejos valores, la pérdida del respeto a las tradiciones y, para colmo, a los ancianos. Para estas personas es casi peor que la vuelta a la anomía -aunque piensan que es lo mismo-, les produce un gran temor esta forma de relación que no entienden -tal como no entienden la autonomía, la que confunden con el individualismo-, y el mundo individualista para ellos carece de sentido, les provoca espanto, los perturba, lo ven caótico, turbulento, desconcertante y sobrecogedor. Una reacción autoritaria casi paradigmática frente al individualismo es la que muestra, descarnadamente y casi sin recato, el psiquiatra español Enrique Rojas, en sus libros "El hombre light" {19} y "La conquista de la voluntad" {20}. Ambos de gran éxito de ventas, a nivel mundial, lo que indica en cierto modo el apego masivo que todavía existe por el modo autoritario. Es significativo el subtítulo del primero de ellos, "Una vida sin valores": para los que prefieren la aceptación autoritaria de las reglas ético-morales, la discusión de las normas y los valores por el análisis crítico propio es sinónimo de inexistencia de valores. Y eso es lo más grave que puede suceder, para ellos. En realidad, la creencia en el papel fundamental de los valores para mejorar la convivencia está generalizada en todas -o casi- las personas de las sociedades actuales: yo creo que se trata del mito más perjudicial y más extendido de todos los que conozco, en estos tópicos. Se puede demostrar que se trata de un mito con sorprendente facilidad, y que, en efecto, un valor cualquiera, si se aplica con la autonomía piagetiana produce los efectos sociales más benéficos posibles. Esos efectos irán empeorando a medida que el valor elegido se aplique con los modos más primitivos, a saber: individualismo, autoritarismo, ética primitiva y anomía, en ese orden. Es decir, la calidad social de las relaciones humanas dependen principalmente del modo que se use, y no de la "firmeza" o "calidad" de los valores empleados. Le propongo que haga la prueba -que aplique su análisis crítico propio-: elija un valor, imagine su aplicación con los diferentes modos y compare los resultados.[13] Son tan claros que otras posibles demostraciones, por eruditas que sean, sobran. Pienso que esta es la mejor demostración -al alcance de todos- de la importancia de los modos ético-morales en el mejoramiento de la calidad de vida que más importa, la calidad de las relaciones sociales, entre las personas. Así como el autoritarismo tiene su defensor teórico -el ya citado Dr. Rojas-, el individualismo también cuenta con un defensor, aun más teórico que el Dr. Rojas, y tan carismático y exitoso como él. Se trata del conocidísimo Humberto Maturana, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Ciencias, autor -y coautor- de muchos textos, entre ellos los más conocidos, "El arbol del conocimiento" {14} y "Biología del conocimiento" {15}. Maturana -y Varela- plantean allí importantes tesis, entre las que se encuentra la de la "objetividad con paréntesis" contrapuesta a la objetividad sin paréntesis, la corriente, la de toda la gente, que ignora el papel del observador -y su ontogenia- en la construcción de lo que observa. Sus críticos alegan haber encontrado idénticos argumentos en autores anteriores, pero Maturana ha recogido el mérito de haberlos planteado, como dice él, "desde la biología", en conjunto con otras tesis. El las ha popularizado. Me cuento entre sus críticos, pero mis objeciones van por otro lado. Pienso que Maturana llega a las conclusiones anotadas partiendo de confundir "percibir" con "conocer". Creo que no son sinónimos, no todo percibir implica un conocer, conocer es más complejo que percibir, a mi juicio. Si estoy en lo cierto, la base de sus razonamientos está errada, y por lo tanto, eso quita validez a sus afirmaciones posteriores. Curiosamente, coincido con él en muchas de sus conclusiones -por ejemplo, en la importancia de "aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia"- pero pienso que sus demostraciones contienen vicios de lógica -con "saltos" no justificados-, algunos derivados de sus errores iniciales. Para mí no basta con llegar a la misma conclusión, es importante cómo se llega a ella, aunque me agrade la conclusión. Hablando de gustos, tampoco me gusta su peculiar jerigonza -el "maturanez"-, el que me suena a juego de adolescentes, que complica sin necesidad su entendimiento, y muestra poco respeto por el lenguaje corriente que hablamos los legítimos otros en la convivencia. Sobre todo cuando él insiste en que se le discuta en "maturanez". Puede parecer que considero que este individualismo -y su Poder asociado- son total y absolutamente negativos. Es cierto que prefiero la autonomía y la ausencia de Poder que pienso va asociada a este modo. Pero, precísamente porque me gusta el modo que viene más adelante, aprecio al individualismo en cuanto es actualmente un paso obligado en la evolución que conduce a la autonomía, más compleja, más difícil de lograr, de mejor calidad socializadora y más evolucionada. Las sociedades, al igual que las personas, no pueden saltarse las etapas intermedias. Puede que no me gusten algunas características de los adolescentes, pero los prefiero a los niños menores, porque entiendo que están pasando por una etapa difícil y dolorosa de crecimiento, además inevitable. Tal como les ocurre a las sociedades adolescentes, como la que ahora vivimos. Creo que todo lo dicho justifica suficientemente la existencia de un Poder característico del individualismo, el que amerita el nombre de Poder individualista. 3.5.- El Poder y el modo de la autonomía.Continuando con el método ya descrito, que parece haber dado buenos resultados, repasaré las características principales del modo de la autonomía, o modo democrático, o modo de cooperación entre iguales diferenciados. Para los suspicaces, cabe destacar que Democrático y Autoritario son los nombres que usó Piaget, ya en 1932. La más importante cualidad del modo de la autonomía es el respeto en que se funda, que Piaget denominó respeto autónomo o democrático, consistente en que la persona se considera a sí misma como un igual a todos los demás, y, simultáneamente, a todos los demás como iguales a sí mismo, en cuanto personas. Su observación de las diferencias entre las personas -de todas las personas- le conducen a concluir que son expresión de su igualdad: todas son igualmente diferentes. Desaparecen así los superiores y los inferiores. En este modo surge la tendencia a usar la cooperación y la solidaridad entre iguales en las relaciones sociales. Los jefes y los subalternos son considerados como iguales en cuanto personas, pero que tienen funciones -temporales generalmente- que les autorizan a tomar decisiones que obligan a otros, muchas veces delegadas y siempre aceptadas voluntariamente por quienes están sujetos a ellas. Se prefiere la colaboración y la solidaridad de todos con todos y en la posibilidad de obtener ventajas mutuas de su aplicación, sin que sea indispensable obtener beneficios personales siempre: aparece la generosidad pura, sin dobles intenciones. También en este modo se desarrolla la tendencia a focalizar la atención en las semejanzas e intereses comunes de las personas y grupos, considerando las diferencias y desigualdades como ocasiones privilegiadas para aplicar la cooperación entre iguales -cada cual se hace cargo de lo que conoce y hace mejor, que también habitualmente le gusta más- y de obtener de la colaboración y la solidaridad ventajas para todos. Es decir, en este modo las DESIgualdades se aprovechan, en vez de rechazarse como en el autoritarismo y la ética primitiva. No tengo claro aun qué pasa con las diferencias en el individualismo. Evidentemente, en este modo se rechaza todo tipo de discriminación como injusta e inconveniente. Otra ventaja es la tendencia a utilizar el razonamiento respe-tuoso en conjunto con los demás, la comprensión reflexiva de todos los puntos de vista y la consideración de todos los intereses, y el convencimiento, tanto propio como el ajeno, como las formas preferidas de solución equitativa de conflictos de intereses y de relación social. Se tiende a la utilización de la no-violencia activa frente a situaciones de conflicto grave, rechazando toda forma de violencia y de agresión. Las verdades y las reglas justas se aceptan, en este modo, utilizando el análisis crítico propio unido a la observación personal de la realidad circundante; no vale ahora que alguien "importante" haya opinado de otro modo. Las reglas ahora deben ser consensuales y convenidas, de mutua conveniencia y, más aun, convenientes para todos, estén o no presentes. Es el efecto del respeto autónomo: todos cuentan, todos somos responsables por todos, también los que vendrán, las generaciones futuras -de donde surgen las preocupaciones ecológicas, dejar el mundo lo menos contaminado posible, para ellos-. Hay que ponerse en el lugar de los demás -superar el egocentrismo y el sociocentrismo- para operar descentradamente. Se aplican los criterios de reversibilidad -qué pasa si yo estoy en las condiciones del otro, qué desearía yo que un otro hiciera- y de universalidad -qué pasaría si todos hicieran lo que yo deseo hacer-. La verdad y la justicia son ahora independientes de mis deseos y de mi conveniencia. Esta responsabilidad ilimitada y permanente, la preocupación por lo que pueda pasarles a los demás, no existe para los individualistas, es el gran salto de la autonomía. Las reglas tienen razones de respaldo, un sentido claro, no son arbitrarias y todos deben cumplirlas, flexiblemente, para tomar en cuenta las circunstancias de los hechos, y, fundamentales, las intenciones de quienes actúan. Es lo que Piaget denominó responsabilidad subjetiva, que hace abstracción de los resultados materiales de los actos, para centrarse en la intenciones. Los errores dejan de ser faltas -no hubo intención-, el desconocimiento es atenuante importante. La equidad reemplaza a la igualdad exacta y rígida. La responsabilidad es ahora individual, por lo que se rechaza, como injusto, que alguien responda por lo que hace el grupo social al que pertenece -en contraposición a la responsabilidad colectiva y/o comunicable-. Ya no se cree en la justicia inmanente, las reglas son convenios entre personas reales. Otro cambio dramático ocurre con las reglas y los valores, los que ahora se constituyen en sistemas de conceptos o ideas, organizados y coherentes. Las escalas valóricas ético-morales construidas en este modo tienen como característica el que las reglas sean, necesariamente, coherentes unas con otras, por cuanto cada una se acepta como válida por respeto autónomo, cada una con análisis crítico propio, y según las numerosas metareglas de estos verdaderos sistemas de ideas o conceptos. De aquí que, por ejemplo, no se acepten reglas contradictorias con otras anteriores. Los cambios de reglas se aceptan del mismo modo, sin aceptar la arbitrariedad de ninguna autoridad externa. Estas escalas valóricas son, entonces, sistemas de ideas muy estructurados, con estructuras de metareglas -reglas que regulan las reglas y los modos de elaboración de nuevas reglas-. La metaregla generalmente presente consiste en la capacidad de la misma persona para criticar, crear, anular y modificar las reglas, según su propio criterio y con respeto por sí mismo simultáneo con respeto a todos los demás en su calidad de iguales diferenciados. Por la forma de construcción de las reglas, valores y códigos, en el que la persona ha desempeñado un papel protagónico, las personas sienten y muestran un sólido y flexible compromiso personal con ellas, permanente en el tiempo, con cambios graduales que corresponden a la evolución natural del sujeto en sus avances y mejoras de la capacidad de comprensión y elaboración de reglas y valores. Aparece un sentimiento de necesidad de las reglas y valores, derivado del autoconvencimiento fundado en el análisis crítico propio, del descubrimiento por sí mismo de las relaciones que avalan y justifican sus construcciones paradigmáticas. Las creencias y conocimientos adquiridos en este modo no son susceptibles de cambio de autoridad superior externa -ya que no existe tal autoridad- y, por lo tanto, tampoco caben los violentos "cambios de bando" o "conversiones" que son tan frecuentes en el autoritarismo o en la ética primitiva. El compromiso con esa autoridad externa ha sido reemplazado, en la autonomía, por el compromiso consigo mismo, lo que ya no se puede cambiar por otra cosa. En la evolución personal, los cambios derivados del mejoramiento de las herramientas de análisis, tanto de los sistemas conceptuales mejores como de las estructuras de pensamiento más complejas y más eficientes -evolución en el dominio cognitivo-, producen una evolución de los conceptos en que los nuevos comprenden y abarcan a los anteriores desde un punto de vista más complejo y de mayor amplitud. Este proceso es semejante, a nivel de evolución personal, al que ha ocurrido en el campo de las ciencias físico-matemáticas, al nivel de la evolución de las sociedades, en las que las nuevas teorías -concepciones científicas- no niegan ni contradicen a las anteriores, sino que las superan dejándolas como casos particulares de una teoría más general. Como ejemplos se pueden citar a las geometrías euclidianas con respecto a las no euclidianas, y a la física newtoniana con respecto a la einsteniana. En ambos ejemplos, las primeras son entendidas ahora como casos especiales y restringidos de las segundas. Las personas que han logrado aprender y usar este modo -en algunos ámbitos de actividad- también pueden incurrir en faltas. O pueden verse en la necesidad de aplicar sanciones a quienes aun no logran la autonomía. Para los que ya dominan la autonomía ¿qué sanciones conviene aplicarles a otras personas, cualquiera que sea el modo en que ellas se encuentren? Correspondería hacer una breve enumeración ejemplar de algunas de las sanciones de reciprocidad o de autonomía ético-moral. Pero son tan poco frecuentes en nuestras sociedades actuales que tal vez valga la pena enunciarlas también, muy someramente. Al enunciar las sanciones autoritarias, las expiatorias, pudo parecer que habíamos agotado las posibilidades, que ya no quedaban más sanciones. Lo que, en cierto sentido, es cierto: hemos terminado con las sanciones si se las considera como sinónimo de castigo doloroso. Pero, como veremos, también cabe la posibilidad de considerar las sanciones como consecuencias de la infracción de las normas y/o del comportamiento erróneo, casi necesariamente desagradables para el infractor, pero que pueden -y conviene- tomarlas como errores y oportunidades para progresar moralmente: también se puede aplicar aquí uno de los principios más fructíferos de las ciencias, aprender de los errores y de las equivocaciones. Para no alargar demasiado, he preferido un cuadro resumen. El orden en que las muestro no tiene significado. Algunas sirven para unos casos, otras para otros, según las circunstancias, unas para niños otras para adultos. Copiado de mi "Ético-política", con mi autorización. ENUMERACION DE LAS SANCIONES DE RECIPROCIDAD --------------------------------------- Condición básica. Deben ser aplicadas sin cólera o ánimo (efecto real) de castigar, humillar o hacer pagar la falta al causante. Es vital aquilatar las intenciones que motivaron el hecho juzgado. Son apropiadas, cada una, para diferentes casos específicos. Se "deducen", por razonamiento, nuevas sanciones de reciprocidad para casos no mencionados. ----------------------------------------------------------------- Soportar los efectos del acto reprobado. Consiste en que, temporalmente, el causante soporte los efectos naturales de su acción, la que le perjudica. Sirve para que el infractor comprenda la razón por la que dicho acto se considera indebido, y por la que no debe repetirse. ----------------------------------------------------------------- Exclusión temporal. Es mostrar el sentido de la regla mediante la experiencia de la separación del grupo social. Necesariamente temporal, limitada al mínimo indispensable para lograr la comprensión del sentido u objetivo social de la norma. ----------------------------------------------------------------- Privación temporal. Consiste en privar al causante del uso de los elementos que ha dañado o de los que ha abusado. Necesariamente temporal, con período mínimo indispensable para que entienda por qué no debe abusar o dañar. ----------------------------------------------------------------- Reciprocidad simple. Consiste en hacerlo experimentar lo mismo que él hizo a otro, para que sienta lo que el otro sintió. Se trata de que aprenda a ponerse en el lugar de los otros. Es apta sólo para personas muy "concretas". ----------------------------------------------------------------- Sanción restitutiva. Consiste en hacerlo devolver lo robado, reemplazar lo dañado, y, en general, reparar lo que ha ocasionado. Lo ideal es que el sancionado, ayudado por otros, decida por sí mismo la forma de restitución, ojalá de manera voluntaria. En muchas ocasiones, si no es factible reparar los daños producidos, se recurre a compensaciones. ----------------------------------------------------------------- Sanción moral o censura simple. Es la explicitación inequívoca de la ruptura del contrato social por la comisión del acto reprobado, para que el infractor comprenda las razones que avalan la regla, por qué no es conveniente hacer lo que él hizo, para que tome conciencia de haber actuado inadecuadamente y comprenda cuál es la forma conveniente de decidir y actuar en el caso en cuestión. Es la sanción de reciprocidad por excelencia. ----------------------------------------------------------------- Estas sanciones son sólo algunas de las expresiones importantes de este modo ético-moral, ya que este modo también se muestra por muchas otras formas de actuar, más sutiles y difíciles de distinguir y caracterizar. Creo que de lo ya expuesto emergen con claridad diferencias muy grandes entre lo que se entiende por democracia -y términos derivados- en la vida corriente o académica actual y lo que significan sus homófonos -suenan igual pero con distintas acepciones- en el contexto piagetiano descrito. Para distinguirlos sin demasiadas explicaciones, de aquí en adelante, las acepciones piagetianas las pondré con D (mayúscula). Si lo ya dicho se ve complicado e impresionante -a mí me lo parece-, los efectos que este modo tiene -o puede tener- en los ámbitos sociales -en todo tipo de organizaciones- superarán las mejores expectativas. Hasta vale asignarles un punto. Veámoslas. 3.5.1.-Dirigir, coordinar, ejecutar. El equipo y la organización Democrática.En las relaciones -y organización- autoritarias me vi obligado a definir dos términos, muy precisos, mandar y obedecer, uno para jefes y otro para subordinados. También suelen usarse en las organizaciones individualistas, si los demás no reclaman. En la organización y relaciones Democráticas estas palabras no están reservadas a unos y otros con exclusividad; más aún, casi no se usan. Las actividades principales de una organización Democrática se pueden reflejar muy bien con «dirigir», «coordinar» y «ejecutar», cuyos sentidos generales trataré de delinear, sin ánimo de definir ni de agotar el tema, ni mucho menos. En una organización Democrática todos dirigen, unos a más personas y otros a menos, pero hasta el que se dirige solo -tal vez lo más importante- posee la herramienta básica: el autocontrol, o sea una buena moral. Y si dirige a muchos, también posee la capacidad de ponerse en el lugar de los otros, para evaluar correctamente si la persona a la que está encargando una tarea está en condiciones de realizarla bien y si ha entendido todo -el «role taking» y la agudeza psicológica-. Dirigir implica lograr la comprensión de lo que debe hacerse, para que la ejecución sea causada. Se debe mostrar y convencer de la necesidad de la tarea, de su importancia y de sus relaciones con otras. Dirigir es también coordinar los esfuerzos y capacidades de todos, para que se refuercen, y puedan lograr la síntesis armoniosa de un proyecto grande, imposible -o inconveniente, por los plazos- de ser realizadas por una sola persona. No sólo el jefe coordina, cada cual colabora para coordinarse voluntariamente con los otros participantes. Dirigir es también ejecutar, por sí mismo y/o por medio del grupo de trabajo, el grupo al que uno pertenece voluntariamente -como igual-. Este grupo recibe un nombre especial: el «equipo». El trabajo en equipo, el espíritu de equipo, los logros del equipo, las dificultades del equipo, y tantas otras, son expresiones o facetas diferentes del modo de operar en conjunto: de cooperación entre iguales. Hasta la etimología de la palabra ayuda. Coope-ración es la co-operación, la operación en conjunto, o junto con. Y la cooperación entre iguales hace el equipo, el conjunto en el que todos tienen una función, un lugar propio, al que todos pertenecen por igual y al que todos le importan por igual. No se trata de decir que el que barre hace lo mismo que el que planifica todas las actividades, y eso todos lo saben. Muchos pueden barrer y muy pocos planificar todo. Lo importante es que ambas actividades son indispensables y que ambas personas son personas iguales. Incorporarse al equipo cuesta, no es gratis, y en eso también son todos iguales, como en muchos otros requisitos para pertenecer de verdad al equipo. Todos dependen del equipo y el equipo depende de todos. No se necesitan "camisetas" ni escarapelas ni discursos patrióticos llamando a cumplir con "el deber" o la "obligación", todo esto en "ciertas" ocasiones. La pertenencia al equipo y el reconocimiento por la labor cumplida es y debe ser una sensación permanente de todos sus integrantes, así como la responsabilidad y preocupación constante y consciente de cada cual de cumplir consigo mismo y con los demás. Una orquesta se dirige -no se manda, no se puede mandar- porque es indispensable que todos los músicos sientan la música de la misma manera que el director, y eso no se puede "mandar". Los buenos directores los nota la orquesta desde el primer ensayo, por su capacidad de lograr un espíritu común de entrega voluntaria a la música, a la que respeta y ama. Los músicos dicen que "se ganó a la orquesta". Puede ser muy, muy exigente, hasta violento, también equivocarse, eso no importa, si lo sabe hacer en el sentido ya indicado, pero no puede ser un tirano ni mandar que sientan más o mejor: conseguirá la rebeldía de los músicos y las pifias del público, todo consecuencia de lo que ha hecho. Una orquesta es una organización más, con fines y actividades propias. Otras organizaciones también pueden -y lo requieren- trabajar afiatadas como una buena orquesta, sintiendo respeto y amor por lo que hacen. Se me dirá que es muy distinto interpretar música, que es un arte, de dirigir una organización, lo que sería una ciencia. Creo que las diferencias son muy discutibles, puesto que los ejecutantes requieren aprender las técnicas musicales además de usar su sensibilidad musical, y los buenos "operadores" de todas las técnicas que conozco hacen exactamente lo mismo, también requieren de mucha sensibilidad. Un solo ejemplo, el del operador de una gran grúa, que embelesa a su "auditorio" cuando mueve enormes pesos con gracia, elegancia y precisión, usando de su capacidad técnica -conoce como funciona su máquina- y usa su habilidad de coordinación y sensibilidad de cómo reaccionan los grandes pesos que mueve, anticipándose con sus "instrucciones" a la máquina para que todo resulte bien. También aquí se notan los "virtuosos". Ninguno de estos logros es gratuito, se cultivan con esfuerzo, requieren constancia y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, en especial cuando el instrumento en el que uno toca es una organización. Tal como en la orquesta, la coordinación –co-ordenarse- es vital en toda organización. Se hace a cada momento, pero también ha llegado a ser una especialización, cuando se trata de coordinarse por adelantado: se le llama «planificación». Consiste, principalmente, en la ordenación anticipada de las actividades en el tiempo, de todas las tareas específicas que pueden lograr el objetivo deseado. En una organización Democrática, todas estas capacidades deben transformarse en hechos, bajo la batuta psicológica de los que la dirigen, usando las habilidades de los que le acompañan -sus compañeros- en la aventura de mantener la organización vigente y vigorosa. Una organización Democrática requiere reglas claras, conocidas por todos, respetadas por todos -incluidos los jefes máximos- y acordadas por todos. Su contenido será el que norme la convivencia interna y las relaciones con el exterior. Por supuesto, deben incluir las consecuencias que deben afrontar los responsables de omisiones o contravenciones no justificadas -sin buenas razones- a las disposiciones acordadas. Otra característica importante de una organización Democrática es que no debería discriminar entre sus integrantes y los de fuera, privilegiando a unos en perjuicio de "otros". La primera razón es que existe inserta en el medio social, gracias a él. Sus relaciones con otras organizaciones y personas se deben regir también por los principios propios de la organización, de honestidad y respeto por todos, originados principalmente por el respeto a sí mismo. El hecho de que otras organizaciones y personas no se sientan obligados por principios semejantes a los suyos no la libera de sus responsabilidades y compromisos, puesto que estos han sido desarrollados, aceptados y asumidos por autorespeto, por convencimiento íntimo de su validez universal y en todo momento, independientemente de fallas o errores ajenos. Las personas autoritarias o individualistas -en estos ámbitos- ven esta obligación como una desventaja muy grande y muy tonta, porque uno se impide a sí mismo usar todas las "herramientas" o "ventajas comparativas" que usa "el enemigo", pero la práctica me ha demostrado que no es así, al menos en el largo plazo, ni para las personas ni para las organizaciones. Incluso en las condiciones actuales de civilización poco desarrollada aún, es un "buen negocio", además de ser justo. De este contexto fluye naturalmente el respeto por el medio ambiente, en todo sentido: una organización Democrática es ecologista en todas sus actividades. La responsabilidad de la organización para con las personas y organizaciones que vendrán en el futuro es tanto o mayor que la que se tiene con las actuales, en especial porque no estamos muy seguros de la eficacia de las medidas que tomamos para evitar la degradación irreparable de nuestro único ecosistema. En la duda, más vale ser cautos y tomar precauciones de más que de menos. Las enormes y repetidas fallas en este sentido de nuestras organizaciones actuales nos muestran el escaso grado de civilización que aun tenemos. 3.5.2.- ¿Cabe el Poder en el modo Democrático?..Podría decirse mucho más, tanto de las organizaciones Democráticas como del modo Democrático, pero creo que lo dicho da una idea suficientemente clara, al menos para los fines de este escrito. Veamos ahora si mi hipótesis es correcta. Aceptando la definición ya dada de Poder, su sentido básico está en que una o más personas ejercen Poder cuando consiguen que otras personas hagan lo que las primeras desean, sin que sea necesaria la preocupación por los deseos y/o necesidades de las que hacen. Dado que lo básico del modo Democrático -y de las organizaciones Democráticas- es la cooperación entre iguales diferenciados -uno de los nombres que le asignó Piaget-, parece evidente que hay una contradicción intrínseca entre el Poder y la Democracia, entendida ésta como el ejercicio del modo Democrático -ahora ambos términos con mayúsculas-. Está claro, espero, que esta Democracia es mucho más amplia y compleja que las acepciones corrientes, políticas y de otros tipos, y que abarca a todos los ámbitos de actividad humanos imaginables. En las relaciones en el modo Democrático lo fundamental es hacer juntos, de común acuerdo y en provecho no sólo mutuo, también en el de los demás. Al menos, con la certeza de no estar perjudicando a nadie. En estas condiciones, la parte que cada cual realice no implica ni puede significar diferencias -en cuanto personas- de los que hacen. Cada cual hace lo que mejor sabe hacer, en una coordinación acordada, que tiende a la utilización eficiente de las diferencias, aptitudes y preferencias. Una división del hacer que se irá modificando según las necesidades y circunstancias, flexiblemente. Modificaciones que serán analizadas y acordadas por todos, con el aporte de todos. Ante lo extraño que resultan las interacciones -y las organizaciones- Democráticas, que no abundan, más bien escasean -casi hay que imaginarlo todo, o casi-, surgen muchas dudas. ¿Acaso no hay jefes, algunos que mandan?. Si hay jefes, pero no mandan, en el sentido de ordenar arbitrariamente, autoritariamente. Son los que organizan, los que coordinan y planifican, y los que se hacen responsables de las decisiones que toman, habitualmente después de haber consultado con todos los que puedan aportar a ellas. No abusan de su posición -que entienden temporal, ajena a ellos en cuanto personas-. En vez de "mandar", asignan las tareas, en vez de buscar culpables cuando algo sale mal se interesan en saber qué pasó, cómo pasó, por qué pasó, para aprender de los errores y no repetirlos. Entienden su labor como de ayuda mutua con sus colaboradores -mejor que subalternos-. Algo importante: los que ocupan cargos no tienen impedimentos para ser amigos y quererse con sus colaboradores, recíprocamente. Fuera de las horas de trabajo, todos se comportan como iguales diferenciados, no corren las jerarquías. En este modo, si alguien pide ayuda, ¿no está poniéndose en situación de inferioridad?. Además ¿no está tratando de que otros hagan lo que desea -definición del Poder-, que debería hacer solo?. Si se pide ayuda cuando se necesita, sin ánimo de aprovecharse, no se está en ninguna de las situaciones en duda. La ayuda puede ser motivo para hacer mejor, para aprender o para darse el gusto de hacer juntos, para lo que se requiere la intención sana, respetando a los demás y a sí mismo. Reconocer que no se sabe es vital para aprender, cuando ése es el ánimo. La ayuda solidaria sólo es posible en este modo, a mi juicio, porque no es interesada -como la caridad, hecha para agradar a un ser superior-, no hay subestimación tácita, y requiere respeto mutuo. De paso, una buena manera de distinguir caridad de solidaridad. Dado que en una organización Democrática las reglas se deciden de común acuerdo, los objetivos generales de la organización también, y todos participan equitativamente de los frutos de ella, ¿qué papel queda para los dueños?. ¿Será que todos mandan?. ¿No será un desorden generalizado?. Por las experiencias que he tenido -por supuesto parciales- no se transforma en desorden, al contrario, el respeto de los jefes por sus colaboradores genera un respeto igual en respuesta, además con mejores razones. Tampoco todos mandan, en realidad nadie manda, piden que se haga lo que corresponde, distribuyen tareas y materiales, organizan, dando las razones que aconsejan hacer lo que proponen, aceptando sugerencias y críticas constructivas. En algunos casos, hay divergencias de opinión, y en esos casos deciden quienes serán los responsables: los encargados de decidir. Los que aceptan la responsabilidad de haber aceptado y puesto en práctica una sugerencia ajena. El único caso que he conocido de dueño de empresa que hacía uso -y bastante- de esta forma de administrar -con el modo Democrático-, pensaba que la propiedad de ella era ya compartida con sus colaboradores, puesto que había comenzado con muy poco, y el tamaño considerable que había alcanzado era fruto del trabajo de todos. Él cumplía con un cargo, como cualquiera otro, y recibía un sueldo, más una parte de las utilidades -por el capital que aportaba-. Llevó su coherencia al punto de dejarla en manos de los trabajadores cuando se encontró "en minoría" respecto al destino y forma de manejarla: entonces decidió "retirarse". Recibió un pago, por su "parte", bastante modesto. La empresa continuó, autogestionada, hasta que tuvo que cerrar durante la dictadura de Pinochet. La organización Democrática es el ideal que perseguíamos, con éxito muy relativo, cuando tratábamos de implementar la Participación de los Trabajadores, -en las empresas de la llamada Area Social de la Economía y en otras organizaciones, durante la Unidad Popular en Chile-. Y que se produce muy naturalmente en Chiloé en las mingas o mingacos, experiencias inolvidables para los que hemos tenido la suerte de vivirlas. En las que cualquiera que vaya pasando, perfecto desconocido, -fue mi caso- puede integrarse al enorme equipo, ayudando por largas horas, aceptado como un igual y siempre como alguien útil. No pude identificar a los beneficiarios -¿qué importaba?- pero estoy seguro de que ese traslado de casa fue en beneficio de sus dueños y también de todos los que participamos: una hermosísima fiesta de solidaridad. Con mucha y muy rica comida y deliciosa chicha de manzana, para todos, hasta para los flojos y algunos mirones. No son experiencias nuevas, ya que los mingacos son tan antiguos como las legendarias trillas a yegua, que eran las únicas posibles en los campos chilenos, y que alcancé a vivir cuando niño, en la que entonces era la Provincia de Talca. Como los asados pampeanos que menciona Atahualpa Yupanqui en "El payador perseguido", que "son de nadie y son de todos", a los que cualquiera puede arrimarse y churrasquear, haya o no sido invitado. Tampoco se han extinguido, puesto que los desastres naturales o artificiales suelen motivar la solidaridad generalizada y la autoorganización de los que llegan al sitio del suceso. El espíritu de minga termina justo cuando aparecen y se hacen cargo las autoridades establecidas, en el actual orden imperante, muy autoritario en estos ámbitos de actividad. En estos casos -antes de que llegue la "autoridad"-, ¿quién ejerce Poder?. ¿Quién manda y quién obedece?. Nadie, por supuesto. Todos hacen lo que saben hacer, sugieren, proponen y ejecutan según las habilidades de cada cual. Aunque a veces se cometen errores muy graves, la diáfana claridad de intenciones es tan manifiesta que pronto se olvidan, y no se anda buscando culpables. Salvo la autoridad. Las mingas y las trillas a yegua -supongo que también los asados pampeanos- no son remunerados ni se paga por asistir, y cualquier insinuación en ese sentido es una ofensa grave. Pero también he tenido experiencias laborales en que he detectado el espíritu de minga. Parciales, por supuesto, sólo de algunas de las personas involucradas, pero de indudable y sostenida autonomía, al menos en algunos aspectos del trabajo, remunerado. Donde he visto con mayor naturalidad y frecuencia este espíritu es en las labores de carácter técnico. De los países orientales tengo información muy fragmentaria, con un halo de misterio y mito que me impide usarla con tranquilidad. Sin embargo, durante una experiencia laboral en una empresa automotriz japonesa -allá por los 80-, me enteré, con asombro, que en sus fábricas no existía la función "control de calidad", como la que existe aquí -y también en otros países del primer y segundo mundo-. Lo más impactante es que sus productos gozan de una muy merecida fama de buenos, debida a que sus estándares de calidad están siendo cada vez más estrictos -mucho más que sus similares de USA y Europa-, mejorados por los mismos que después tienen que cumplirlos. Difícil de comprender para las mentalidades de las sociedades nuestras. ¿Cómo lo consiguen?. Muy simple, me contestaron: nadie es mejor especialista que el que hace cada cosa, ningún Control de Calidad puede superarlo. Respuesta insatisfactoria, para mí, puesto que eso también se sabe aquí, y no sirve. Bueno -me dicen-, además, cada funcionario nuestro respeta su trabajo tanto que no se le ocurriría hacerlo menos bien que lo que le es posible. No podría soportar haberle faltado así a sus compañeros, a los clientes, a su familia y a toda la humanidad. Eso es, para todos, lo justo, lo que corresponde, y también lo normal. Por lo tanto, tenemos un autocontrol que opera 24 horas al día, mejor que cualquier otro. Eso también se aplica al ritmo de trabajo, por lo que los rendimientos nuestros suben sin cesar -como la calidad de nuestros productos-, siempre estamos buscando y encontrando maneras de mejorarlos. Aduje que la buena calidad era muy reciente -en esa época- porque ellos habían estado copiando, con resultados mediocres por bastante tiempo, lo que hacían en Europa. "Japonés" había llegado a ser sinónimo de barato pero malo. Reconociendo esta embarazosa realidad, la explicaban diciendo que las tecnologías basadas en las ciencias actuales eran muy nuevas para ellos, las conocieron y practicaron sólo a partir de los años 40. Comenzaron copiando, y cometiendo muchos errores, pero reconociéndolos y poniendo mucha atención en ellos, para irlos remediando metódicamente. Además, destacaban, en corto tiempo pudieron detectar los errores y deficiencias de los productos europeos, por lo que sus copias llegaron a igualar y luego a superar los "originales". Los consumidores se fueron dando cuenta y prefiriendo sus productos, que fueron subiendo de precio en consonancia. A pesar de ello, sus ventas han seguido creciendo, porque la buena calidad vale lo que cuesta, y con ventajas. Ahora son famosos por su calidad. Es el mismo proceso que se puede observar con los productos chinos y de otros países asiáticos, en una secuencia que comenzó más tarde, retardada pero de características semejantes. Mis dudas pasaron a otro punto: ¿cómo lo han logrado?. Uno de mis informantes, de más de 70 años entonces, y con sólo algunos meses en Chile, no consigue entender mi perplejidad, pero con mucha paciencia y respeto me explica. El cree que es el resultado de más de 5.000 años de una cultura que ha tenido que vivir en lugares cada vez más sobrepoblados, lo que significaba autocontrol o mucha más miseria, incluso asunto de mera supervivencia. Agrega que además, han tenido suerte, porque han podido sobrivivir a muchos y muy graves errores. Sin que yo le pregunte me expresa sus temores: eso empieza a perderse en la juventud, tal vez por influencia de su bonanza actual, o por influencia occidental, no lo sabe. Pero que están preocupados, y pensando como solucionarlo. Hay varias otras características tan trascendentes e impactantes como la descrita -pero largas de explicar-, como la inamovilidad perpetua y hereditaria, que los "recortes de sueldo" empiezan por el primer nivel cuando la empresa se ve en dificultades -no por los últimos, como aquí-, la forma en que se asciende, etc. Se me dirá que esto puede explicar los éxitos japoneses -y los asiáticos en general-, pero que poco tiene que ver con nuestro asunto. Yo creo que esas formas de relación son expresiones evidentes de autonomía ético-moral -con su autoregulación, su coherencia entre la ética -lo que uno sabe que debe hacer y la moral -lo que uno hace- y su preocupación por los demás, intrínsecas-, masivas a más no poder, exitosas en el mejor sentido. ¿Cómo serán los otros ámbitos de actividad en esos países?. Misterio, que me gustaría aclarar pronto. Creo que los ejemplos asiáticos demuestran suficientemente que las ventajas de la autonomía y la Democracia no son utopías, están operando y vale la pena tratar de masificarlas más y extenderlas a otros ámbitos de actividad. ¿Logrará la humanidad preservar estas relaciones de autonomía?. Los resultados son tan buenos que muchos expertos de las organizaciones las están estudiando. He leído de algunas experiencias en USA que se parecen a la descripción que hice antes de la organización Democrática, con autogestión a todo nivel, que tuvieron mucho éxito mientras mantuvieron sus principios iniciales. Empresas grandes -líneas aéreas, compañías de seguros continentales, etc.- que emergen en el mismo corazón del capitalismo y su lucro egoísta. Su autor -Peter Senge [14]- parece no conocer a Piaget ni a su autonomía, pero sin duda prefiere y recomienda varias soluciones claramente Democráticas (con D) -no todas las que sugiere, obviamente-. Hay lugar a la esperanza. En otros ámbitos de actividad también me ha parecido reconocer recomendaciones de muy evidente autonomía piagetiana. Puedo citar con placer a Thomas Lickona con dos excelentes libros, uno dedicado a la crianza de niños -hasta que salen de la adolescencia- y otra para la incorporación de la moral en los curricula de la enseñanza formal.[15] Hay muchos aspectos de estos textos con los que no concuerdo, hasta me parecen perjudiciales, pero mi buena opinión del total de ellos no disminuye por eso. Lamento que no estén traducidos al castellano. Una cualidad adicional de estos libros es que contienen muchas y muy claras indicaciones para promover y fomentar la autonomía piagetiana, asunto vital. Lickona sí conoce a Piaget, hasta lo cita, al mismo "El criterio moral en el niño" que yo leí, pero sin duda él lo entendió muy diferente: él sigue las "interpretaciones" académicas en vigor, al parecer en todo el mundo. Esta es la razón por la cual he destacado, varias veces, que estoy exponiendo las teorías de Piaget según mi propia interpretación. Mis divergencias con Lickona, de carácter teórico, están expuestas en mis otros textos.[16] Pero, si se toman con autonomía -lo que no siempre resulta- hasta las divergencias son útiles. Espero que todo lo expuesto sea suficiente como para considerar justificada la última parte de mi hipótesis, vale decir, si las relaciones sociales se efectúan con el modo Democrático, entonces el Poder desaparece -pierde su sentido- y aparece el poder hacer, más y mejor, solidariamente. 4.- El Poder, ¿se legitima y/o legaliza?.Me está quedando una tarea pendiente: al término del estudio del Poder primitivo mencioné la creencia -muy difundida- de que el Poder se legitima o legaliza, o ambas cosas, cuando los que lo sufren se "acostumbran", se "domestican" o se someten, al parecer, de manera voluntaria y, además, permanente. Nuevamente creo indispensable definir bien los términos. Entiendo por «legitimar» o legitimarse el que lo legitimado llegue a ser considerado «legítimo», es decir, válido, justo, correcto, etc.. Por «legalizar» o legalizarse al hecho o proceso de «hacer legal», acorde con las leyes. De estas "definiciones", talvez demasiado simples, pero muy claras, creo que se deduce directamente que se trata de cosas distintas. Hay leyes que uno considera justas, válidas y correctas -es decir legítimas- y otras que no lo logran. Hay otras acepciones de ambos términos, válidos en otros contextos, pero los atingentes a este ensayo son los dichos. Por ejemplo, en los juegos de lenguaje actuales, especialmente entre jóvenes, se acostumbra decir "es legal" queriendo decir, algunas veces, «es legítimo», mientras que en circunstancias diferentes se quiere decir lo que se está diciendo: puedes hacerlo según la ley, pero sabemos que no es correcto. El sentido se tiene que deducir del contexto, un juego de ambigüedades que le gusta mucho a la juventud: hay que saber entender, estar en el secreto. En cuanto a la cuestión acerca de la legitimación y/o legalización del Poder -en cualquiera de sus tres versiones, primitivo, autoritario o individualista- por medio de su permanencia sostenida hasta que los mandados reaccionen "sin" coacción, pienso que hay que distinguir al menos tres casos.Los casos dependen del modo ético-moral del cual es capaz el mandado -para el o los ámbitos de actividad en que se ejerce el Poder-, y su relación con el tipo de Poder usado. a) Si la persona que obedece sólo es capaz de interaccionar con el modo que corresponde al Poder usado -no con los modos más evolucionados-, entonces dicha persona considerará legal y legítimo el uso de ese Poder. Incluso, puede llegar a sentir que la persona que manda "no sabe mandar" si no manda con firmeza, o sentirse desorientada si no tiene quien la mande. Además. para las personas de este caso, ambos términos son sinónimos. Ejemplo: un mandado sólo capaz de autoritarismo, considerará legal y legítimo el Poder autoritario. Incluso, de inmediato. Se siente cómodo y seguro, las incomodidades son "naturales", así es la vida. Puede llegar a querer a "su" superior. b) Si la persona mandada es capaz de relacionarse con un modo superior al del Poder que usan con ella, entonces talvez acepte la legalidad del Poder -si siente que no puede evitarlo- pero pensará y sentirá que ese Poder es ilegítimo. Tratará, por los medios que pueda, de evitar ser mandada con ese modo-Poder. Para las personas en este caso, los términos tienen distinto significado. Ejemplo; una persona capaz de operar con autoritarismo, si es tratada con Poder primitivo, se resentirá de la violencia que ejercen con ella, reclamando y considerándola injusta, inadecuada, indebida, etc.. Si no puede eludirla -por razones legales- aceptará talvez su legalidad pero no la legitimará nunca, por más que se prolongue. Para esta persona será muy clara la diferencia de significado de los términos. c) Si la persona mandada es capaz de relacionarse con un modo inferior -o más primitivo- al del Poder que usan con ella, sentirá que la que manda "no sabe mandar", y además puede sentirse desorientada, no saber a qué atenerse. Su comportamiento tenderá a ser más "desordenado". Supongo que las personas en este caso pueden considerar que el que "manda" así, sin saber mandar, no tiene derecho al mando. Nuevamente puede surgir la diferencia de significado, aunque el Poder de ese jefe sea legal -está de acuerdo con el ordenamiento legal, las leyes vigentes- ese Poder puede ser, simultáneamente, ilegítimo, por la incapacidad del jefe. Creo que ésta puede ser una de las razones importantes de los derrocamientos. Para estas personas legal y legítimo no son sinónimos. Ejemplo: Sigamos con la persona autoritaria -en ese ámbito de actividad-. Si usan con ella el Poder individualista, sentirá que "no saben mandar" -son muy "blandos"- y hasta puede no entender su posición, y "subirse por el chorro", aprovechándose. Lo mismo si la tratan esperando de ella autonomía, sin ejercer Poder: no va a entender nada, y se sentirá "perdida", sin saber a qué atenerse. Puede tratar de cambiar al jefe por alguien que mande bien, o de derrocarlo. Otra vez aparece la diferencia entre legal y legítimo. De este análisis se desprende que el tipo de Poder que prefiere y usa una persona, y la forma en que las personas utilizan los conceptos «legal» y «legítimo», en circunstancias conocidas de ejercicio de Poder -incluida la ausencia de Poder por autonomía- pueden ser indicadores claros y fácilmente detectables del modo que cada persona usa en los ámbitos de actividad correspondientes. Pueden ser dos de los aspectos constitutivos de los diferentes modos, en los que yo no había reparado antes. Esto es lo que me parece, lo que deduzco de los modos de Piaget y también de lo que he podido observar de las realidades sociales que he vivido. Me parece consistente, además útil, porque me evita "esperar peras del olmo": también le sirve a la gente que tenga que soportarme como jefe o subalterno. A pesar de la consistencia que observo, estoy convencido que podría encontrar los errores que estas deducciones contienen, casi con certeza, si tuviera los medios para hacer las investigaciones empíricas, de tipo científico, que son enteramente factibles, ahora mismo. Cualquiera que fueran los resultados -muchos, pocos o sin errores- estas conjeturas dejarían de serlo, para dar lugar al desarrollo de técnicas para que la gente pueda pasar de los mandos y obediencias más primitivos a los más evolucionados. Puede servir para que, algún día más cercano, se cumpla uno de los sueños del manojo que canta Joan Manuel Serrat, "que se haga todo como está mandado, y que no mande nadie". Y ser la herramienta para que se cumpla también, de esos sueños, el "que se pueda andar distraído sin correr peligro". Y otros sueños. 5.- Comentarios.Desde la perspectiva expuesta, ¿cómo se ven las citas del Poder del comienzo, esos admirables resúmenes hechos por Alejandra Valdés? (Ver ps. 2 y 3). El Weber que nos muestra Ajandra, entiende Poder como sinónimo de Poder autoritario, sin lugar a dudas: es la capacidad "de imponer la voluntad propia sobre los demás"; "en el ámbito político-social el término más preciso es dominación"...en el sentido "de encontrar obediencia frente a un mandato"; implica "la creencia en la legitimidad de la dominación". ¿Qué más claro? He subrayado algunas palabras -no lo están en el original-, a mi juicio claves. No me parece extraña la tendencia autoritaria de Weber, dada la época en que vivió. De otras lecturas, me parece lícito deducir que Weber, siendo fuertemente proclive al autoritarismo, no aprobaba la ética primitiva, salvo casos "justificados" -para él, cuando el autoritarismo no conseguía resultados satisfactorios-. No se ve muy distinto que muchos próceres actuales, de fuerte autoritarismo. Por lo demás, es la posición de la casi totalidad de los sistemas judiciales del mundo. La Hanna Arendt mostrada por Alejandra pareciera, a primera vista, de plena autonomía. Eso indica su idea acerca de un Poder que es "la interpretación simbólica de la solidaridad de un grupo", fuente de "legitimación y reconocimiento de las decisiones colectivas". Hasta aquí vamos bien, con una pequeña pero significativa duda: ¿no hay decisiones -y acciones- legítimas si no son de un grupo?. Esta suele ser uno de los predicamentos de la ética primitiva, en la que destaca la fuerte subordinación de las personas al grupo de pertenencia, habitualmente considerado, además, como un grupo especial. Sigamos. Para ella el Poder es el ejercicio de "la capacidad humana de actuar (...) en concierto". El Poder es del grupo, nunca de individuos, y existe mientras se mantenga el grupo. Esta afirmación confirma la duda anterior, pero además indica que, en la primera parte, está desconociendo una realidad evidente, que se contradice con las afirmaciones del párrafo anterior. Esto es, que no se puede negar que las organizaciones autoritarias también permiten el actuar humano en concierto, con mucha economía de discusiones. Lo mismo ocurre con las de la ética primitiva. Sin ninguna solidaridad. Las contradicciones que no se detectan por satisfacer un deseo muy fuerte suelen indicar formas autoritarias y de ética primitiva -siempre egocéntricas- de pensamiento, por muy buenas que sean las intenciones. Eso lleva a "ver lo que se desea ver", independientemente de lo que ocurre en la realidad -física o social-. Veamos la última parte. "Ella diferencia cuidadosamente poder y dominación, ya que equipara dominación con violencia"..."Violencia y poder son términos contrarios; donde la una domina por completo el otro está ausente (...) la violencia puede destruir el poder; es absolutamente incapaz de crearlo." Dudas confirmadas. Casi toda la historia humana está saturada de Poder generado por la violencia, y mantenido con ella. Arendt no quiere ver lo que no le gusta. Y no lo ve. Este voluntarismo, aunque sea por motivos altruístas, es característico del autoritarismo, y también de tendencias al fundamentalismo, es decir, ética primitiva. Por otra parte, confundir dominación con violencia significa desestimar la violencia psicológica del autoritarismo, que puede operar indefinidamente sin violencia física. ¿O distingue ambos tipos de violencia?. Tal vez define otro tipo de poder, con otras palabras. Me parece poco probable, por otros escritos de ella que he leido. Los motivos altruistas, incluso con asignación del carácter de sagrados, son un recurso típico de la inmensa mayoría de los autoritarios con Poder -en sus tres versiones-, lo que suele confundir mucho: ¿cómo es posible que sea autoritaria esta persona que propone cosas "tan buenas"?. Pinochet lo hacía tan bien como Arendt, sólo en este aspecto, sin ánimo de compararlos en otros. Pienso que Arendt está lejos todavía de la autonomía. En estos temas, me parece más cercana al autoritarismo y la ética primitiva, con algunos visos de individualismo -no mostrados en estas citas-. Me quedan las citas de Foucault. De ellas me parece deducir una especial y precoz cualidad: detecta que el Poder no es privilegio de las estructuras -¿querrá decir "las personas que actúan en representación de instituciones públicas"?-, y que también está presente en otras instituciones -familias, amigos, etc.-. Textualmente, "en todas las esferas de la sociedad". Además, "siempre", "Todas las relaciones que involucran a otros implican dinámicas donde se ejerce poder". Este absoluto recalcado -para él no hay relaciones en las que no haya Poder- parece indicar que Foucault no imagina las alternativas de autonomía, no las ha conocido o no las ha detectado, si las vivió. El que no imaginara alternativas de inexistencia de Poder por anomía no me indica nada, no tiene nada de raro: aún hoy son muy pocas las personas que saben lo que eso es, menos todavía las que la relacionarían con el Poder. Foucault proporciona otras pistas. Para él, el Poder es "una estrategia ... que produce verdades, normalizaciones, disciplinamientos, etc.", y que "se ejerce a partir de innumerables puntos y en el juego de relaciones móviles y no igualitarias." Si él piensa que es el Poder el que genera las verdades -autoritarismo cognitivo-, las normalizaciones -que traduzco por «normas»- y disciplinamientos, está mostrando claras características del autoritarismo, a saber, la verdad y la regla las definen las autoridades superiores externas. Lo mismo ocurre con su afirmación de que el ejercicio del Poder sólo es posible desde la desigualdad. Si afirma que siempre hay Poder en las relaciones, entonces dice, tácitamente, que todas las relaciones implican desigualdad. No cree en la igualdad intrínseca de las personas. Mi impresión, clara, es que Foucault operó principalmente con autoritarismo, muy probablemente, por lo mostrado en estos escritos. 6.-Un comentario a los comentarios.Al releer los comentarios, me ha parecido pertinente hacerle un comentario. Que vale la redundancia. Pienso que se puede estar o no de acuerdo con mis comentarios, discutir si he interpretado correctamente lo que los autores dicen y si he relacionado lícitamente lo que yo digo que ellos dicen con las características de los modos. Pero, cualquiera que sea el resultado, éste no influye en una cualidad que a mi juicio dichos comentarios poseen, difícil de discutir: un análisis como el que ellos constituyen no se puede hacer a menos que se usen los conceptos piagetianos, en su conjunto, tal como los expongo aquí y en mis otros textos. Lo que también puede ser discutido es si a esta característica corresponde calificarla de cualidad. Yo creo que sí, y aquí van mis razones. Pienso que las investigaciones empíricas de Piaget demuestran, con un alto grado de certidumbre, que las personas se relacionan de maneras recurrentes, que se diferencian entre sí por las características que él describe de los modos. Obviamente, confío en que mis deducciones sobre la existencia del modo individualista, basadas en los modos de Piaget y en mis observaciones asistemáticas de la realidad social en que vivo, son también correctas. Por eso las muestro. Es decir, pienso que los modos ético-morales "existen", si se les sabe "ver", y son ellos los que determinan fundamentalmente la "calidad social" de las relaciones entre las personas. Más que cualquier otra variable conocida. Espero haber mostrado aquí que el Poder que se use depende del modo ético-moral del grupo societal, y que la calidad de vida obtenible con cada tipo de Poder está directamente relacionado con el grado de evolución del modo correspondiente. Y que el óptimo deseable es la ausencia de Poder obtenido por el uso del modo Democrático. Por experiencia propia, compartida con el resto de la humanidad, sé que de poco sirve saber qué es lo que me gustaría que ocurriera, si no va acompañado del saber cómo se consigue: el famoso "know how", el saber cómo, que muchos traducen como "saber hacer", directamente. Los gringos, muy concisos, no aclaran que se trata del saber cómo hacer, pero acompañado del saber cómo funciona. Que el primero no funciona si no se tiene el segundo. Mi diccionario inglés no deja dudas; conocimiento, pericia o "experticia" técnica y habilidad práctica acumuladas para la ejecución eficiente y suave de una tarea compleja y difícil.[17] Es la única acepción que aparece. En mi diccionario español, muy modesto, no figura. La diferencia es fundamental. Saber como funciona no sirve tampoco, si está solo. Es indispensable la dupla. Pero hay una prioridad: no se puede adquirir habilidad práctica si no se sabe como funciona. Primero la teoría y luego la técnica correspondiente. Saber que se padece una enfermedad no conocida en vez de saber que se padece otra "conocida" -el médico sabe como "funciona"- grafica esta diferencia. Enterarse que uno tiene cáncer -o sida- en vez de saber que sólo se trata de una amigdalitis -o del cólera- demuestra la otra. En el último caso, el médico sabe también como mejorarla. Cuando no se conoce el remedio lo habitual es que no se conozca bien como funciona: algo falta que no permite interrumpir el proceso. Aun aceptando que el sistema nocional piagetiano que propongo, hasta el momento no contiene "remedios" tipo receta para acelerar la evolución ético-moral personal -y por ende la de las sociedades-, presenta características muy halagüeñas de describir adecuadamente una parte importante del "como funciona" una persona en sus interrelaciones. Especialmente útil me parece el que también permita "diagnósticos" suficientemente claros y simultáneamente haga posible fundamentar la deseabilidad social de cada modo. Permite saber, por ejemplo, cuáles de las recomendaciones de Lickona o Senge promueven la autonomía y cuáles no, con pequeño margen de duda. Entonces, allí hay una enorme cantidad de "recetas", con ejemplos muy claros, hasta con dibujos. Permite fundamentar en investigaciones científicas -las de Piaget- el rechazo del autoritarismo como medio idóneo de "preparar para la democracia", como pretendía Pinochet y otros, entre ellos Fujimori, que se escuda en su "elección democrática" para actuar como cualquier tirano "no elegido". En el plano personal, un buen dominio de este sistema nocional ayuda muchísimo en la evaluación de las decisiones y actuaciones propias -en todos los ámbitos de actividad imaginables- y en la selección más cuidadosa de las futuras, aprendiendo de los errores pasados. También facilita la evaluación de los medios sociales en que uno se ve inmerso, muchas veces sin alternativas, y previendo qué es lo que se puede esperar y qué no, adecuándose así a características de ese medio que antes no eran posibles de adivinar. Ahora, cuando me pasan un parte -por supuesto injusto- me da mucho menos rabia que antes. Ya es algo. Si mi dominio fuera realmente bueno, me quedaría totalmente tranquilo. Espero conseguirlo, algún día. Pero el progreso personal no basta, si ya he comprendido que mi calidad de vida no sólo depende de mi bienestar, también depende de la calidad de vida de la sociedad en que vivo, relacionada con todas las demás sociedades por lazos cada vez más fuertes y extensos. Mientras haya gente muriendo o sufriendo por ignorancia, no puedo estar tranquilo, me siento responsable de hacer lo que esté a mi alcance por ayudar, solidariamente, por evitar esos sufrimientos, ahora inútiles e innecesarios. Siento la necesidad imperiosa de compartir con todos las herramientas que nos pueden llevar a un futuro solidario, comprometido, Democrático con D, lo más pronto que podamos. Entre todos, podemos acercar significativamente la sociedad deseable por excelencia, la que definió Bertrand Russell, escueta y elegantemente: aquélla sociedad en que las personas sientan espontáneamente deseos -incluyen gustos, intereses y necesidades- que no se contrapongan con los deseos de los demás. Y cuando eso no sea posible -casos habrá- resolver con estricto respeto mutuo. Mediante la cooperación entre iguales diferenciados. Para que, realmente, nunca más...en ninguna parte...
¿Sugerencias, críticas, comentarios, preguntas?. Envíalas al autor, pinchando aquí. Volver a página inicial Volver al comienzo BIBLIOGRAFIA{1} Adorno, Theodor W., Frenkel-Brunswick, Else, Levinson, D.J. y Sanford, R.N., "The authoritarian personality", (La personalidad autoritaria) Harper, New York, 1950. {2} Bunge, Mario. "Ética y ciencia", Siglo Veinte, Buenos Aires, 1972. {3} Chacón M.,Patricio, "Bateson, Watzlawick y Piaget: relaciones y sinergia", Mimeo, Santiago, Chile, 1994. {4} Chacón M., Patricio, "El tema ético-moral, un gran ausente." (Algunos mitos sobre la ética y la moral) Mimeo, Santiago, Chile, 1993. {5} Chacón M.,Patricio, "Etico-política", Mimeo, Santiago, Chile, 1993. {6} Chacón M.,Patricio, "Los modos de Piaget: una herramienta de análisis", Encuentro XXI, Num. 2, Otoño 1995, Santiago. {7} Chacón M.,Patricio, "¿Podremos civilizarnos más rápido?", autoed. privada, Santiago, Chile, 1989. {8} Chacón M.,Patricio, "Sociedades adolescentes" (Una teoría de la evolución social) Mimeo, Santiago, Chile, 1995. {9} Hurtado, Victoria; Santa Cruz, Guadalupe y Valdés, Alejandra. "Un deseo indecente", Instituto de la Mujer, Santiago, 1995. {10} Lickona, Thomas, "Educating for character", Bantam Books, New York, 1991. {11} Lickona, Thomas, "Raising good children" (Criando buenos niños), Bantam Books, New York, 1985. {12} Macpherson, Crawford Brough, "La teoría política del individualismo posesivo", Fontanella, Barcelona, Seg, Ed., 1979 {13} Macpherson, Crawford Brough, "La democracia liberal y su época", Alianza Editorial, Madrid, 1982. {14} Maturana H. y Varela N, "El arbol del conocimiento", Universitaria, Santiago, 1978. {15} Maturana H. "Biología del conocimiento", Universitaria, Santiago, 1985. {16} Piaget, Jean, "El criterio moral en el niño", Ed. Fontanella, Segunda Edición, Barcelona, 1974. Traducción de "Le jugement moral chez l'enfant", Alcan, Paris, 1932. {17} Piaget, Jean, "Estudios sociológicos", Ariel, Barcelona, España, 1977. Traducción de "Études sociologiques", Droz, Ginebra, 1965. {18} Piaget, Jean, "La toma de conciencia", Morata, Madrid, 1976, {19} Rojas, Enrique, "El hombre light" (Una vida sin valores), Temas de Hoy, Madrid, 1992. {20} Rojas, Enrique, "La conquista de la voluntad" (Como conseguir lo que te has propuesto), Temas de Hoy, Madrid, 1994. {21} Russell, Bertrand, "Fundamentos de Filosofía", Plaza y Janés, Barcelona, España, 1975. {22} Senge, Peter, "La quinta disciplina", Granica, Barcelona, 1993. {23} "Webster's New Collegiate Dictionary", Merriam-Webster, Springfield, Mass. USA, 1949 Notas [1]
Véase, de Hurtado, Santa Cruz y Valdés, "Un deseo indecente" {9},
pgs 63 a 65. A. Valdés cita a Arendt, Hanna: "Sobre la violencia",
Cuad. de J. Mortiz, México, 1970, y a Foucault, Michel: "El discurso
del Poder", Folios, México, 1983. [2] Piaget nunca mencionó este modo, el individualismo. Lo he postulado como un modo diferente a partir de la caracterización de los modos piagetianos, como un modo transicional entre el autoritarismo y la autonomía, dado que en la actualidad puede ser distinguido con bastante facilidad: no calza completamente con ninguno de los otros dos. Una explicación y caracterización bastante completas, incluso la razón probable por la que Piaget no lo mencionó, pueden verse en mi artículo "Bateson, Watzlawick y Piaget: relaciones y sinergia" {3}. [3]Piaget dedicó todo un texto --con su correspondiente investigación empírica-- al tema del retraso o dècalage, "La toma de conciencia" {18}, fenómeno que se presenta tanto en los aprendizajes llamados "intelectuales" como en los llamados "motores". [4] Sigo en esta distinción a M. Bunge --véase su "Ética y ciencia"{2}-- y a B. Russell --véase su "Fundamentos de Filosofía" {21}--. [5] Véase P. Chacón M. "Etico-política" {5} y "¿Podremos civilizarnos más rápido?" {7}. [6]
He planteado y justificado esta divergencia principalmente en ¿Podremos
civilizarnos más rápido? {7}. Además, creo que el
aparecimiento de la ética primitiva después del autoritarismo puede darse
cuando se evoluciona en sociedades ya organizadas con autoritarismo, pero
aparece primero cuando no hay "cultura autoritaria" previa, tal como
ocurre aun hoy entre niños abandonados a su suerte --en la calle o en
orfanatorios--: es el caso de sociedades que vienen de la anomía, me parece. [7] Las excepciones serían los ejércitos de Suiza y Suecia, organizados de modo tal que sólo "saben" operar defensivamente: información que me fue entregada extraoficialmente en la embajada de Suiza. Talvez Francia esté, hoy en día, camino a la misma forma de entrenamiento. [8]
He planteado antes una secuencia de la evolución social de la humanidad analizada
considerando los modos de Piaget: la historia de las sociedades humanas
dividida en eras, una para cada modo, en la misma secuencia
"natural" en que se produce actualmente en las personas. Pienso que
cada nueva era --en la que predomina un modo más evolucionado-- implica
un avance significativo y difícil de lograr, con respecto a la era anterior.
Véase mi "Sociedades adolescentes" {8},
subtitulada "Una teoría de la evolución social". Todas las
próximas referencias a la evolución social están basadas
en las ideas expuestas en este texto. [9] Todos los conceptos asociados al autoritarismo que menciono aquí están explicados in extenso en Piaget "El criterio moral en el niño" {16}, resumidos y sistematizados en P. Chacón "¿Podremos civilizarnos más rápido?" {7}, y "Etico-política" {5}. Los mitos están analizados en P. Chacón "El tema ético-moral, un gran ausente" (Los mitos acerca de la ética y la moral) {4}. Nótese que allí no menciono todas las características del autoritarismo ni todos los mitos: hay más. [10] Véase de Adorno et als "La personalidad autoritaria" {1}. [11] Las nociones "egocentrismo" y "sociocentrismo", así como las de las formas "descentradas" de pensamiento están expuestas in extenso en Piaget "Estudios sociológicos" {17}, Cap I pto 4. [12] El mejor estudio que conozco sobre los capitalismos liberales está en los textos de Macpherson "La teoría política del individualismo posesivo" {12} y "La democracia liberal y su época" {13}. Nótese que él también habla de "individualismo". [13]
Por si su manejo de los modos no le permiten todavía hacer este instructivo
ejercicio, puede encontrar un par de muestras en mi "Etico-política"
{5}, ps 54 a 66. El valor "no mentir" está aplicado
con autoritarismo y con autonomía --en dos historias--, analizando los
contenidos psicológicos explícitos y los implícitos: los resultados son evidentes.
Hay otro par de historias relativas a un problema en un taller, que muestra la
influencia fundamental de los modos en la calidad social de la convivencia, aun
cuando allí no hay un valor reconocido como tal. [14] Véase Senge, Peter, "La quinta disciplina" {22}. [15] Véase Lickona, Thomas, "Raising good children" {11} y "Educating for character" {10}. [16]
Véase Chacón, Patricio, "¿Podremos civilizarnos más rápido?" {7}
y "Ético‑política" {5}. [17] Véase Webster's Dictionary {23}, p 466. La traducción es mía.
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