Desde que Mariano Caro Inca descubrió la imagen de la Virgen de la Candelaria, mineros de Copiapó demostraban devoción cada año, quedeando así las minas paralizadas por el hecho de que los trabajadores bajaban a la ciudad y se reunían en el Santuario a rendir homenaje a su patrona.  El minero se presentaba ante la imagen, con sus atuendos de trabajo, de ahí que los Chinos de la Candelaria, ostentan una prenda que les es muy característica, el culero o culera, trozo de cuero que usaba el minero antiguo amarrado a la cintura y que le servía para sentarse sobre él mientras agujereaba el mineral.  Un pequeño gorro o murrión en su cabeza. Pañoleta o sacos sobre los hombros, que asemeja una capa, con un camisón grueso que usaban suelto sobre el pantalón.
 
 

El grueso pantalón que usaban amarrado unos 20 cm. bajo la rodilla, llevando en la cintura una especie de faja.  Las ojotas de cuero de lobo marino, material del cual también eran fabricados los capachos usados para extraer mineral desde el interior de las faenas mineras.  Con el tiempo, todas estas vestimentas fueron reemplazadas por el actual "traje de chino", tapizado de espejuelos y delicados bordados.  Como buenos poetas, los chinos improvisan versos a la virgen, a los que agregan melodías litánicas y dolientes, las que son lamentos, saludos, despedidas o gracias a los favores concedidos.  Los "Chinos" son los servidores más cercanos de la Virgen, y se expresan a través del sonido de flautas y tambores, que representan el golpe del "combo" en la "cuña".

    Existen varias suposiciones sobre el nombre de "Chino".  La más aceptada es la acepción antigua de "Chino", servidor, así la Virgen así sería la "China" o "Chinita", la servidora.

 
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