INICIO


INTRODUCCIÓN

Atenco
Rematote
Mariachi
Estadio Azteca
La Doña
Cabaret
Tributo
Evangelistas
Banda
Lluvia
De la calle
Revolución
Tenayuca
Limpia
Independencia



La banda del barrio



Seguramente habrás escuchado alguna vez hablar de las bandas de México. Y no me refiero a las musicales sino a las otras, a las pandillas que, en ocasiones, tienen atemorizados a los habitantes de los barrios o colonias donde se asientan. En mi barrio también había banda y era tan importante en nuestras vidas que decidí escribir un relato sobre ella.




    Cuando llegué al lugar que elegí para vivir en la ciudad de México, me sorprendió el hecho de que en la colonia, aparentemente, no hubiese banda. El lugar lo veía yo bastante propicio, pues ofrecía muchos escondites para los "malvivientes", a modo de pequeñas ratoneras. Además, la malla ciclónica que rodeaba los diferentes edificios y sus aparcamientos, las rejas colocadas en las ventanas y la doble puerta metálica para acceder a las viviendas, hacían presagiar la obligada convivencia con ardillas, rateros y caneros, que es como se conoce aquí, entre otros términos, a los amigos de lo ajeno.
    En el Distrito Federal la inseguridad es uno de los problemas, no el único desde luego, al que deben enfrentarse diariamente l@s habitantes de esta ciudad. Los ricos invierten una parte de su patrimonio en intentar asegurar que no les despojen de la parte que les queda. Instalan sofisticadas alarmas y contratan servicios de seguridad privada en sus colonias. Ell@s viven en cárceles de oro. Los pobres por su parte, confían la seguridad de sus hogares a elementos metálicos como mallas, enrejados y dobles puertas. Ell@s viven en cárceles de fierro.
    Fue al segundo día de estar aquí cuando conocí a la banda de mi barrio. Una mañana, camino de Tenayuca, los encontré sentados en la banqueta, a las puertas del centro comunitario. Me observaron con la curiosidad propia de ver un güerito (una persona de tez blanca) en su territorio, aunque no me dijeron nada. Uno de ellos se acercó, quizás para observarme mejor, pero tampoco dijo palabra alguna.
    Ese mismo día, cuando regresaba a la casa en la noche, nuevamente me topé con ellos, pero esta vez se encontraban delante de la puerta de acceso al edificio donde vivo.
    Quizás protegidos por la oscuridad de la noche, se encontraban más crecidos y prácticamente se puede decir que me hicieron pasillo. Uno de ellos, el que después supe que era el jefe, Tony, se dirigió a mí en voz excesivamente alta y en un lenguaje que yo no llegué a entender. Evidentemente, ésa era la prueba a la que me estaban sometiendo para comprobar si yo me asustaba. Yo me detuve, retrocedí hasta donde estaba el Tony y le dije con voz firme y clara, mirándole a los ojos: - ¿Qué pedo güey (qué pasa tío)? ¿Por qué hablas en voz tan alta? Yo no estoy sordo y mis vecin@s quieren dormir.
    Él se me quedó mirando fijamente, luego miró al resto de sus compañeros, y calló. Yo abrí tranquilamente la puerta, les di las buenas noches y me meti en la casa con la sensación de que había superado la primera de las pruebas.
    Con el tiempo he ido conociendo a los otros miembros de la banda: el Tarzán, que es muy bruto pero muy buena gente. El Trotsky, el más chaparrito pero en mi opinión el más listo de todos. El Güero, con sus largas melenas mugrosas. Y finalmente Tintín, el cual cojea ostensiblemente.
    No son malos tipos. El chiste está en conocerlos. Se la pasan en la calle todo el día. A veces, en las noches, cuando me desvelo y me levanto a fumar un cigarrillo, los observo desde la ventana de la pequeña terraza. Es entonces cuando más actividad desarrollan. A l@s vecin@s de la colonia, de alguna manera, nos protegen. Pero cuando viene algún desconocido se encabronan mucho y lo corretean. También les gusta mucho perseguir a la carrera a los carros que atraviesan las calles de la colonia. Y cuando vienen bandas de otras colonias, se arma la marimorena. Entonces sacan todo el coraje para defender su/nuestro territorio. Se pelean, y en alguna ocasión, hasta sangre ha habido, pero la policía nunca hace acto de presencia por aquí.
    De vez en cuando también echan desmadre. Menos mal que a la mañana siguiente, doña Lupe y don José, nuestr@s barrender@s, se encargan de dejar la calle como si aquí nada hubiera pasado.
En fin, ya conocen a los integrantes de la banda del barrio. El Tony es un pastor alemán, el Tarzán un labrador, el Trotsky pertenece a una raza inclasificable, quién sabe producto de qué extraño cruce, el Güero es lo más cercano a un bobtail y finalmente Tintín, el cojito, es lo que denominarían ustedes allá un perro ratonero.