GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO XI:

HONOR Y GLORIA

01.- El “Huáscar” no se rindió

02.- La primera tumba

03.- Después de Angamos

04.- Como recibió Prado la noticia

05.- La colecta para nuevo barco

06.- El infortunio y la gloria

07.- Hombre de honor

08.- La tripulación heroica

09.- La corbeta “Unión” y el 8 de octubre

10.- Como informaron los diarios

11.- Otros reconocimientos y brindis por Grau

12.- El “Huáscar” en poder de Chile

13.- Piérola desconoce méritos de Grau

14.- Viuda de Grau recibe espada de Europa

15.- La muerte del coronel Gómez

16.- Colecta para reemplazar al Huáscar

 

14.- La Vda. de Grau recibe espada de Europa 

A fines de 1880, cuando  todo el sur del Perú a partir de Moquegua y Tacna estaban en poder de los chilenos y éstos se aprestaban a dar su golpe contra Lima, Doña  Dolores Cabero Vda. de Grau recibió una artística y costosa espada adquirida por colecta de damas peruanas radicadas en Europa.

La comunicación con la cual se enviaba la espada, fue la siguiente:

Empuñadura de oro y de piedras preciosas de la espada que damas peruanas en Europa regalaron a la viuda de Grau

París, Agosto 10 de 1880.

A la Señora Viuda de Grau.- Lima.

Señora. 

Las peruanas residentes en Europa, para quienes la ausencia y la distancia no han servido sino para acrecentar, si cabe,  el dolor que les causan las desgracias de su Patria, habían organizado una suscripción con el objeto de ofrecer a vuestro digno esposo, un testimonio de su profunda y sincera admiración por las glorias nacionales debidas a su pericia, bizarría y heroísmo, émulo de  Nelson, Churruca y de Gravina. 

Desgraciadamente, la muerte que nada respeta y que a veces se complace en arrebatar a la Patria en peligro, el apoyo de sus mejores, más leales y valerosos hijos, vino en hora nefasta a tronchar harta prematuramente la vida del esclarecido marino, que ha inmortalizado las aguas del Pacífico con sus legendarias proezas y su mejor estoicismo. 

Ese infortunio nacional, cuyo eco ha llegado hasta el fondo de nuestras almas, nos ha privado de la dulce satisfacción, que nos hubiera proporcionado, el ver entre las valerosas manos de vuestro malogrado esposo, la espada de honor, que en nuestro legítimo orgullo de peruanos, le teníamos destinada como  símbolo del temple acerado de su espíritu y de la firmeza de su esforzado, noble, cuanto generoso  corazón. 

Pero ya que la Providencia en sus inescrutables designios no ha permitido que se cumplan todos nuestros patrióticos deseos, las que suscriben, en nombre de todas sus asociadas y en el suyo propio, os suplican, señora,  que os dignéis aceptar la espada que una muerte tan gloriosa, no permitió a vuestro esposo, esgrimir en defensa de la Patria; y esperan, además, que la conservéis como gajes de nuestra admiración y respeto hacia la memoria del insigne repúblico, cuya irremediable pérdida, llora con vos la Patria reconocida, y cuyo extraordinario heroísmo el mundo entero proclama. 

Recibidla señora,  y transmitidla a vuestros amados hijos, como un modesto, pero elocuente testimonio de los triunfos conquistados por su valeroso y venerable padre..

Con sentimientos del más acendrado afecto, tenemos el honor de suscribirnos vuestras atentas amigas y obsecuentes servidoras. 

Juana de Goyeneche, Clotilde de Candamo, Luisa de Canevaro, M.C. de Bryce, Carmen de Goyeneche, Josefa de Goyeneche, María de Althaus, Luisa de Dreiffus, Amalia de Barreda, Augusta de Marco Del Pont, Rosa y Josefa Barreda, Josefa de Cisneros, Francisca de Canevaro,  Virginia de Herren, Juana A de Dammert, Jesús de Paredes, Manuela de Iturregui; Juana de Zelaya, Josefa de Corzo, María del Solar, Pina de la Barreda, Josefina Debarbiere  y Vila de Olano. 

La espada era una verdadera joya. La hoja estaba confeccionada en acero toledano. La empuñadura de oro había sido ejecutada por el orfebre francés  Mauricie Forment, con profusión de labrados y repujados. El arco de la empuñadura lo conformaba un ángel apoyado en ramas de laurel y con las manos sosteniendo una  corona de olivo. Entre la empuñadura y la hoja, hay un escudo peruano y un sol radiante. Una argolla sirvía para amarrar en ella una cintilla con los colores patrios. La empuñadura estaba esmaltada y tenía perlas engastadas. 

En la actualidad se encuentra en el Museo Naval del Perú en una muy segura bóveda de cristal, pues su valor espiritual y material es  muy alto. Una réplica de ella está en la Casa Museo Grau de Piura.