EL VERSO
CON RIMA Y MEDIDA


 
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   RIMAS I a XI   

 


              I

        Yo sé un himno gigante y extraño
        que anuncia en la noche del alma una aurora
        y estas páginas son de ese himno,
        cadencias que el aire dilata en las sombras.

        Yo quisiera escribirlo, del hombre
        domando el rebelde, mezquino idïoma
        con palabras que fuesen a un tiempo
        suspiros y risas, colores y notas.

        Pero en vano es luchar; que no hay cifra
        capaz de encerrarlo, y apenas, ¿oh hermosa!,
        si, teniendo en mis manos las tuyas,
        pudiera, al oído, contártelo a solas.


                          
          II

          Saeta que voladora
          cruza, arrojada al azar,
          y que no se sabe dónde
          temblando se clavará;

          hoja que del árbol seca
          arrebata el vendaval,
          sin que nadie acierte el surco
          donde a caer volverá;

          gigante ola que el viento
          riza y empuja en el mar,
          y rueda y pasa y no sabe
          qué playa buscando va;

          luz que en cercos temblorosos
          brilla próxima a expirar,
          ignorándose cuál de ellos
          el último brillará;

          eso soy yo, que acaso
          cruzo el mundo sin pensar
          de dónde vengo ni a dónde
          mis pasos me llevarán.

     

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                    III

              LA INSPIRACIÓN

          Sacudimiento extraño
          que agita las ideas,
          como huracán que empuja
          las olas en tropel;
           
          murmullo que en el alma
          se eleva y va creciendo,
          como volcán que sordo
          anuncia que va a arder;
           
          deformes siluetas
          de seres imposibles;
          paisajes que aparecen
          como a través de un tul;
           
          colores que fundiéndose
          remedan en el aire
          los átomos del iris
          que nadan en la luz;
           
          ideas sin palabras,
          palabras sin sentido;
          cadencias que no tienen
          ni ritmo ni compás;
           
          memorias y deseos
          de cosas que no existen;
          accesos de alegría;
          impulsos de llorar;
           
          actividad nerviosa
          que no halla en qué emplearse,
          sin rienda que lo guíe
          caballo volador;
           
          locura que el espíritu
          exalta y enardece;
          embriaguez divina
          del genio creador...
           
          ¡Tal es la inspiración!
           
           
                   LA RAZÓN
           
          Gigante voz que el caos
          ordena en el cerebro,
          y entre las sombras hace
          la luz aparecer;
           
          brillante rienda de oro
          que poderosa enfrena
          de la exaltada mente
          el volador corcel;
           
          hilo de luz que en haces
          los pensamientos ata;
          sol que las nubes rompe
          y toca en el cenit;
           
          inteligente mano
          que en un collar de perlas
          consigue las indóciles
          palabras reunir;
           
          armonioso ritmo
          que con cadencia y número
          las fugitivas notas
          encierra en el compás;
           
          cincel que el bloque muerde
          la estatua modelando,
          y la belleza plástica
          añade a la ideal;
           
          atmósfera en que giran
          con orden las ideas,
          cual átomos que agrupa
          recóndita atracción;
           
          raudal en cuyas ondas
          8U sed la fiebre apaga;
          oasis que al espíritu
          devuelve su vigor...
           
          ¡Tal es nuestra razón!
           
          Con ambas siempre lucha,
          y de ambas vencedor
          tan sólo el genio puede
          a un yugo atar las dos.

           

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              IV

          No digáis que agotado su tesoro,
          de asuntos falta, enmudeció la lira.
          Podrá no haber poetas; pero siempre
          habrá poesía.

          Mientras las ondas de la luz al beso
          palpiten encendidas;
          mientras el sol las desgarradas nubes
          de fuego y oro vista;

          mientras el aire en su regazo lleve
          perfumes y armonías;
          mientras haya en el mundo primavera,
          ¡habrá poesía!

          Mientras la ciencia a descubrir no alcance
          las fuentes de la vida,
          y en el mar o en el cielo haya un abismo
          que al cálculo resista;

          mientras la humanidad siempre avanzando,
          no sepa a do camina;
          mientras haya un misterio para el hombre,
          ¡habrá poesía!

          Mientras sintamos que se alegra el alma,
          sin que los labios rían;
          mientras se llore, sin que el llanto acuda
          a nublar la pupila;

          mientras el corazón y la cabeza
          batallando prosigan;
          mientras haya esperanzas y recuerdos,
          ¡habrá poesía!

          Mientras haya unos ojos que reflejen
          los ojos que los miran;
          mientras responda el labio suspirando
          al labio que suspira;

          mientras sentirse puedan en un beso
          dos almas confundidas;
          mientras exista una mujer hermosa
          ¡habrá poesía!


         

          VI

      Como la brisa que la sangre orea
      sobre el oscuro campo de batalla,
      cargada de perfumes y armonías
      en el silencio de la noche vaga;

      símbolo del dolor y la ternura,
      del bardo inglés en el horrible drama,
      la dulce Ofelia, la razón perdida,
      cogiendo flores y cantando pasa.

       

          VII

      Del salón en el ángulo oscuro,
      de su dueño tal vez olvidada,
      silenciosa y cubierta de polvo,
      veíase el arpa.

      ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
      como el pájaro duerme en las ramas,
      esperando la mano de nieve
      que sabe arrancarlas!

      ¡Ay!   Cuántas veces el genio
      así duerme en el fondo del alma,
      y una voz, como Lázaro, espera
      que le diga: «Levántate y anda!»

         

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      VIII

      Cuando miro el azul horizonte
      perderse a lo lejos
      al través de una gasa de polvo
      dorado e inquieto,
      me parece posible arrancarme
      del mísero suelo,
      y flotar con la niebla dorada
      ¡en átomos leves,
      cual ella deshecho!
      Cuando miro de noche en el fondo
      oscuro del cielo,
      las estrellas temblar, como ardientes
      pupilas de fuego,
      me parece posible a do brillan
      subir en un vuelo,
      y anegarme en su luz, y con ellas
      en lumbre encendido
      fundirme en un beso.
      En el mar de la duda en que bogo
      ni aun sé lo que creo;
      sin embargo, estas ansias me dicen
      que llevo algo
      divino aquí dentro.

         

              IX

          Besa el aura que gime blandamente
          las leves ondas que jugando riza;
          el sol besa a la nube en occidente,
          y de púrpura y oro la matiza;
          la llama en derredor del tronco ardiente,
          por besar a otra llama se desliza,
          y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
          al río que le besa, vuelve un beso.


               

              X

          Los invisibles átomos del aire
          en derredor palpitan y se inflaman;
          el cielo se deshace en rayos de oro;
          la tierra se estremece alborozada.
          Oigo, flotando en olas de armonía
          rumor de besos y batir de alas;
          mis párpados se cierran...  ¿Qué sucede?
          Es el amor que pasa!


              XI

          Yo soy ardiente, yo soy morena,
          yo soy el símbolo de la pasión;
          de ansia de goces mi alma está llena;
          ¿A mí me buscas?
            No es a ti; no.

          Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
          puedo brindarte dichas sin fin;
          yo de ternura guardo un tesoro.
          ¿A mi me llamas? 
          No; no es a ti.

          Yo soy un sueño, un imposible,
          vano fantasma de niebla y luz;
          soy incorpórea, soy intangible;
          no puedo amarte. 
          ¡Oh, ven, ven tú!

     

     

 

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