EL VERSO
CON RIMA Y MEDIDA


 
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   A ZAMORA Y TÁBARA   


En esta página encontrarás las siguientes poesías:

 


            A ZAMORA

              "Y, por último, dejadme a mí que tantos poemas dejo de la Semana Santa zamorana, que deje a Zamora misma un poema mío que sea prueba del amor que yo le tengo".

            Vine a ti como romero
            que no sabe su destino
            y se me acabó el camino
            junto a la orilla del Duero.
            Y quise darte sincero
            el caudal que yo tenía,
            el amor con mi poesía
            que aunque poca cosa fuera
            para mí bastante era
            pues te daba el alma mía.
             
            Y en poético amorío
            para que fueras tesoro
            hice tus piedras de oro
            y de plata hice tu río.
            Y ya en loco desvarío
            el que tus torres crecieran
            muy altas, para que fueran
            la caricia de los cielos
            y se llenaran de celo
            los pueblos cuando te vieran.
             
            Y para darte hermosura
            hice verde la campiña
            con pámpanos de la viña
            sobre la parda llanura.
            Y te vestí de blancura
            con los mantos invernales,
            hice de oro tus cereales
            y te puse la aureola
            del beso de la amapola
            en medio de tus trigales.
             
            Y di vida a tus leyendas,
            te vestí de pensamientos,
            le di honor y sentimientos
            a romanceras contiendas;
            y de las luchas tremendas,
            con que forjaste tu historia,
            grité al aire la victoria
            como una invicta proclama,
            que yo defendí tu fama
            como defiendo tu gloria.
             
            No pude ver el defecto
            que tú llevaras contigo
            porque vine a ser tu amigo
            para ofrecerte mi afecto.
            Todo lo encontré perfecto,
            hasta tu misma pobreza,
            pues sólo vi la grandeza,
            que en esta tierra sencilla
            naciera nuestra Castilla
            que es de España su cabeza.
             
            Y cuando Dios lo decida
            que haya llegado mi hora
            yo te ofreceré Zamora
            el aliento de mi vida;
            y así verás complacida
            que el amor que mi alma encierra,
            todo egoísmo destierra
            al ser mi deseo mayor
            el de ser polvo y amor
            unido a tu misma tierra.

                    Zamora 1976:

             

            Recuerdo
             
            Desde el Duero al Genil tendí yo un puente
            sobre el arco ideal de una poesía,
            y mi amor suprimió la geografía
            para fundir los ríos en mi mente.
             
            Sobre este arco con amor ardiente
            Castilla daba un beso a Andalucía,
            era de un hijo que le prometía
            un recuerdo filial eternamente.
             
            De ese beso tal vez fuera yo el dueño,
            que imágenes sublimes fui forjando,
            porque quise fundir con loco empeño
             
            lo que el espacio estaba separando;
            yo bien sé que eso siempre será un sueño;
            pero, dejadme a mí seguir soñando.  


             

            El sueño del castillo
             
            Se alza altiva su mole de granito,
            colosal, imponente, legendaria,
            desiertas sus almenas, seco el foso
            y lleno de silencio el patio de armas.
             
            Trozo de historia que con el tiempo sueña,
            recuerdos del ayer, camino de la nada;
            sueña la gloria de rudos combates;
            sueña los cercos de grandes batallas;
            sueña en los cantos de los trovadores
            y en los amores de su castellana.
             
            El castillo dormido está en el tiempo,
            en el tiempo que no tiene mañana.
            -¡Ah del Castillo!. No sueñes. ¡Despierta!.
            Despierta y escucha mi voz que te llama:
            ¿Por qué sueñas castillo? ¿Por qué sueñas
            si no eres poeta, si no tienes alma?
             
             

             
            Canto a Zamora

            Esta es Zamora eterna y romancera,
            discutido solar para Numancia;
            con la enseña bermeja, frente a Roma
            la mano de Viriato la levanta,
            haciendo de su tierra pobre y seca
            el mas viejo solar que tuvo España.
             
            Frontera de la fe de Covadonga
            al musulmán detuvo su muralla;
            conoció la grandeza de ser Reino
            cuando tuvo por Reina a Doña Urraca
            que defendió con mano de mujer,
            su nombre a la ciudad, de bien cercada;
            la única plaza que ni el mismo Cid
            la pudo conquistar con sus mesnadas.
             
            Esta es Zamora, eterna y romancera
            que ha olvidado la gloria de sus armas
            para ser la Zamora laboriosa
            que labra, que produce y que trabaja;
            la que dora la tierra con sus mieses
            y las vides la pintan de Esperanza;
            la que entrega sus ríos al progreso,
            la que embalsa su tierra con sus aguas
            que en conductores de cobre se las llevan
            a mover fuera de aquí, miles de máquinas.
             
            Esta es Zamora eterna y romancera
            que sabe ser también nervio de España,
            la que antes fue solar de nuestra historia
            se ha vuelto corazón de nuestras fábricas.
             

                Arriba
             

            La manta zamorana
             
            Un lugar preferente
            en mi sencilla casa
            sirviendo de tapete a una mesita
            yo tengo una mantilla zamorana.
             
            Parece terciopelo
            con franjas verde y grana
            que orlan un centro de azabache negro
            mientras se hace en su contorno blanca.
             
             
            Ella escucha mis versos
            y mis acentos guarda
            acariciando el velludo terciopelo
            las endechas mas íntimas del alma.
             
            Sobre ella las cuartillas
            con la pluma su hermana
            y mullido colchón de mis ideas
            sobre ella trenzo mis triviales charlas.
             
            Porque la considero
            en buena lid ganada
            yo le concedo honores de bandera
            que mi pluma ganó con su batalla.
             
            A veces me parece
            que mi pequeña manta
            es como aquella de la que Campoamor
            en sus versos románticos hablaba.
             
            La manta en que envolvió
            los pies de aquella dama
            cuando buscando alivio de su amor
            en tren expreso de París tornaba.
             
            Otras veces lo negro
            la hace seca y árida
            como esos campos de tierra del Pan
            que nos gritan sin voces: ¡Dadnos agua!
             
            Mientras sus franjas verdes,
            entre rojo aisladas,
            se erizan en glaciares como fiordos
            majestuoso pregón, de la Sanabria.
             
            Y el rojo junto al verde
            en siete tiras delgadas
            las parte la ilusión y la hace enseña
            y el brazo de Viriato la levanta.
             
            Lo blanco en su contorno
            es como una plegaria
            que funde los colores de una tierra
            en un canto divino de alabanza.
             
            Por eso quiero mucho
            mi manta zamorana
            compañera inseparable de mis versos,
            compañera inseparable de mis charlas.
             
            Yo quiero que figure
            unida a mis medallas
            como símbolo de gloria de un poeta
            que supo amar las tierras zamoranas.

             

             

            Tábara

             
            La cresta de tu torre ennegrecida
            que se yergue a los vientos altanera
            pregona de tus años la solera
            y acredita la nobleza de tu vida.
             
            Seca tu tierra que el arado araña
            te sabes ofrendar trabajadora,
            católica y feliz, por labradora,
            tu trabajo es amor que das a España.
             
            Porque todos en Tábara sembraron
            amor en la pobreza de tu suelo
            de virtudes su tierra fue feraz
             
            y como premio a su virtud hallaron
            bajo el toldo brillante de amplio cielo
            el mejor de los frutos, que es la paz.
             
             
             
             
            Las mariposas de la Folguera
             
            Las mariposas
            de La Folguera
            todas son blancas
            con pintas negras;
            levan sus alas
            llenas de letras
            con las que escriben
            cuando aletean:
             
            Soy Mariposa
            de La Folguera.
            Sombras de robles
            mis alas llevan,
            rayos de luz
            que centellean,
            azul de un cielo
            que se refleja.
             
            Las mariposas
            revolotean
            siempre entre helechos
            a ras de tierra
            acariciando
            las finas yerbas,
            siempre escribiendo
            la misma endecha:
             
            -Soy Mariposa
            de La Folguera
            de blancas alas
            con pintas negras.
            Soy flor de un día,
            de vida llena,
            que sólo vive
            de Primavera,
            de luz y flores
            de La Folguera.
             
             
             
             
             
            Las cigüeñas de Tábara
             
            Cuando el sol salía
            vino una mañana
            con sus plumas negras,
            con sus plumas blancas,
            con su largo pico,
            con sus largas patas.
             
            -¿De donde cigüeña
            vienes tan temprana? -
             
            Yo vengo, poeta,
            de tierras de África
            de allá junto al Nilo
            de las verdes aguas,
            cruzando el desierto
            de arenas doradas,
            y vengo tan pronto,
            tan anticipada,
            porque mi casa es
            la torre de Tábara.
             
            Aquí, en esta torre
            de piedras quebradas,
            siendo cigoñino
            estiré mis alas,
            y en mi primer vuelo
            crucé yo esa plaza,
            y oí de esa fuente
            su chorro de agua
            musicar al caer
            un son de balada.
             
            Yo corrí los campos
            y pisé las charcas,
            y allá junto al bosque
            buscaba las ranas,
            junto al arroyuelo
            de las mansas aguas.
             
            Aquí yo he nacido,
            la torre de Tábara
            ha sido mi nido,
            mi vida y mi casa;
            yo soy española,
            no soy africana,
            por eso tan pronto
            los días se alargan
            yo vengo volando
            en busca de Tábara.
             
             

              Arriba

            La Folguera

            Bello parque de Dios, sin jardineros,
            que la naturaleza solo cuida,
            musical armonía de la vida
            en el dulce trinar de los jilgueros.
             
            Una tórtola azul cruza en su vuelo
            un cielo azul que se cubrió de encaje,
            por los robles teñido en su ramaje,
            que adornan el tapiz de un verde suelo.
             
            Monótono susurro de la fuente
            a sestear en la tarde te acompaña,
            y el tiempo que desfila lentamente
             
            impregnado de eterna Primavera,
            te hace pensar que lo mejor de España
            sin la duda menor, es La Folguera.
             
             
             
             
             
            A Piscino

               
              El asno que donó Tábara para subastarse en la campaña de ayuda a Valencia con motivo de sus inundaciones.

             
            Tú no tienes envidia de Platero,
            ni al Nobel llevarás mi torpe pluma,
            porque es tu afán pujarte en suma,
            que a Valencia reporte un buen dinero.
             
            Tábara te donó, con gran salero,
            llamándote Piscino, flor y espuma
            de esa subasta, que al vender consuma
            hacer de un comprador un caballero.
             
            Si, hoy, la progenie asnal te reverencia
            ante incierto jugar con tu destino,
            tendrás de caridad siempre tu sino
             
            y en tu dueño y señor la complacencia,
            de que al grito que dieron ¡Por Valencia!
            Él supo contestar: ¡Yo, por Piscino!
             
             
             
             
             
            La Plaza de Carros

                 
                Fiestas de Tábara, 1965

             
            Muchos vienen a la fiesta
            porque hay toros este año,
            que en campo de Salamanca
            para las fiestas compraron;
            son en estampa y bravura
            lo mejor del campo charro;
            ya verás que juego dan
            en nuestra plaza de carros.
             
            La noticia por el pueblo
            no necesita de heraldos
            que corre de boca en boca
            aumentada en comentarios.
             
            Las viejas siempre reniegan
            porque dicen que son gastos,
            pero los viejos recuerdan
            aquellos tiempos del Gallo,
            y su sangre se rebulle
            pensando en los mozos años;
            las chicas a la modista
            prisa le dan por sus trapos,
            pues si los toros son buenos
            de fuera vendrán muchachos
            lo mismo los de Pozuelo
            que los de Faramontanos;
            y de Tábara los mozos
            acarrean vivos el grano,
            porque el carro le hace falta
            a nuestra plaza de carros.
             
             

            Y por fin llegó ya el día
            que estuvimos esperando,
            que anunciaron los carteles,
            el periódico y la radio.
             
            El alcalde y los ediles,
            llegan por fin con retraso
            dispuestos a presidir
            y han subido a su tablado
            donde al viento una bandera
            honores le da de palco;
            en el centro de la plaza
            la fuente se ha entronizado
            y su pilón rebosante
            salpica por todos lados.
             
            En la plaza improvisada
            cuelgan racimos humanos,
            ¡qué bonita está la plaza,
            sí, nuestra plaza de carros!
             
            De la banda de Corrales
            surge al pronto un clarinazo
            para darnos el aviso
            de empezar el espectáculo.
             
            Sacar el novillo al ruedo
            es cosa de gran trabajo,
            porque no andan los chiqueros
            muy ligeros que digamos,
            porque el mozo de toriles
            apretó de más los tacos,
            pero por fin en la plaza
            vemos un novillo bravo,
            que hace polvo un burladero
            de un trillo con cuatro palos
            y por poco a un forastero
            le da un disgusto el morlaco
            y a éste por atrevido
            y al otro por descuidado,
            una docena de sustos
            le dan emoción al acto
            y rechina el alborozo
            en nuestra plaza de carros.
             

             
            Un torero que nos vino
            a torear por tres cuartos
            que no es Ordóñez ni el Viti,
            ni de los que cotizan alto,
            se estira en cuatro verónicas
            que cierra un coro de aplausos,
            y en la suerte de muleta
            también intenta hacer algo
            porque, como el hombre empieza,
            ha de subir los peldaños
            que de Tábara a las Ventas
            el camino se hace largo;
            y entre los pases que da
            no le faltan ayudados.
            ayudados por alguno
            que a tiempo le echa la mano.
             
            Llega el momento de apuro
            que siempre se está esperando,
            en el pilón de la fuente
            el torero se da el baño,
            y allí se quedan las glorias
            mojadas y chorreando,
            pero la risa rebulle
            en nuestra plaza de carros.
             

            Si quieres ver buenos toros
            puedes ir a cualquier lado,
            que son mejores que aquí,
            si es que no te dan el chasco;
            mas si te quieres reír
            y pasar alegre el rato
            aquí tienes que venir
            a nuestra plaza de carros.

                 
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            A la Reina de las Fiestas de Tábara
             
            Y permitidme, mi Reina,
            que os ofrezca en un romance
            como viejo trovador
            los festejos populares.
             

            Dicen que las fiestas vienen
            porque suenan por la calle
            las metálicas trompetas
            de la banda de Corrales;
            que se han vestido de fiesta
            las dignas Autoridades,
            que este año también hay
            cabezudos y gigantes,
            cien disparos de cohetes
            y fuegos artificiales,
            luminarias por la noche
            y farolillos radiantes
            y luces de colorines
            para engalanar las calles;
            que hay desfile de carrozas,
            cucañas, toros y bailes,
            y que la fiesta es tan buena
            que no le falta detalle,
            y hasta dicen que ha empezado
            con unos juegos florales
            que es cosa que aquí en Tábara
            no la ha visto casi nadie.
             

            Eso se dice, mi Reina,
            de las fiestas populares
            que han empezado esta noche
            entre alegres pasacalles,
            y se habla de los toros
            porque vienen tres erales
            del campo de Salamanca,
            y un novillero con arte
            que le llaman "El Navarro"
            que entiende mucho de pases,
            de capa y de banderillas,
            de muletas y otros lances,
            y entre las cosas que hablan
            hay cosas de gran donaire
            como es una fuente que espera
            que en ella se caiga alguien.
             

            También se dice, mi Reina,
            que vendrán cuatro autocares,
            que al anuncio de la fiesta
            acuden de todas partes
            porque fiestas más honradas
            en ningún pueblo se hacen,
            pues lo que dice el programa
            se cumplirá inexorable
            y quitándose los toros
            todo se dará de balde,
            que en Tábara las pesetas
            aun son de cuatro reales;
            y se ofrece al forastero
            piscina para bañarse,
            con un agua cristalina
            salida de manantiales,
            no como el agua del Duero
            que parece chocolate;
            buena sombra en la Folguera
            para quien quiera hacer "camping"
            y cien mocitas reguapas
            a la hora de los bailes;
            y de whisky y de cócteles
            estarán llenos los bares,
            porque en tocante a las fiestas
            con Tábara no hay quien talle.
             

            Con estas y muchas cosas
            de que no puedo acordarme,
            yo os ofrezco, mi Reina,
            estas fiestas populares,
            para que reine y gobierne
            y se haga lo que mande
            (si es que el tiempo no lo impide
            con permiso del alcalde).
            Aceptad pues el Reinado
            que a todo el mundo le place,
            que yo os proclamo la Reina
            de estas Fiestas Populares,
            con vuestra Corte de Honor
            para darle más realce.
            Así que mandad Señora
            y a reinar desde este instante.

 

 
 

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