EL VERSO
CON RIMA Y MEDIDA


 
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   A FERMOSELLE   


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            Duero fronterizo
             
             
            De cruzar esa frontera
            no tengas reparo hermano
            porque el buen fermosellano
            en este lado te espera.
             
            Que por la misma ribera
            van aguas del mismo río
            para hacer tuyo lo mío
            y por su misma corriente
            recibe la paz ferviente
            del abrazo que te envío.
             
            El Duero no lleva el oro
            con que su nombre bautiza
            pero su caudal desliza
            de mi amistad el tesoro.
             
            Vieja amistad que atesoro
            herencia de mis mayores,
            pues tus amigos mejores
            serán los fermosellanos,
            pues un apretón de manos
            te brinda con mil amores.
             
            Que las corrientes del Duero
            lleven en su turbulencia
            noticias de la impaciencia
            con que tu visita espero.
             
            Que siempre te haré el primero
            en recibir cortesía,
            pues es tanta mi alegría
            que no he de quedarme corto
            para brindar con Oporto
            por tu amistad y la mía.
             
            El que nos aparte un río
            si está unido al corazón
            es muy pequeña razón
            para que exista desvío.
             
            Si tú eres amigo mío
            pasa del río su caudal
            y en abrazo fraternal
            juntemos nuestra compaña.
            Tú, gritarás Viva España
            con mi Viva a Portugal.
             
             
             
            Canto a Fermoselle

                Pregón de las Fiestas 1965

            ¿Qué tienes fermosellano
            que a esta tierra te sujeta?
            ¿Qué fuertes lazos te unen
            a estos bancales de piedra?
             
            Yo sé de tu larga vida,
            emigrado por América
            buscando el trabajo duro
            o la vida aventurera,
            llevando en el pensamiento
            clavada siempre la idea
            de que esos duros picachos
            y esas escarpadas crestas,
            en que crecen los olivos
            sobre bancales de piedra,
            te están recordando siempre
            que tienes que dar la vuelta.
             
            ¿Qué tienes fermosellano
            que a esta tierra te sujeta?
            ¿Qué fuertes lazos te unen
            a estos bancales de piedra?
             
            Bancales que levantaron
            veinte siglos de existencia,
            veinte siglos de trabajo,
            veinte siglos de paciencia,
            con que cien generaciones
            hicieron campos las piedras
            y entre agrestes peñascales
            hicieron surgir las huertas.
            Bancales que te enseñaron
            lo que es un palmo de tierra
            cuando en él crece un olivo
            o está viviendo una cepa.
            Bancales que tú cultivas
            como si fueran macetas,
            monumento que al trabajo
            has levantado en la sierra.
            Bancales que no dan flores
            pero que son escaleras
            que siempre suben al Cielo
            y que aunque al cielo no llegan
            las está mirando siempre
            La Virgen de la Bandera.
             
            ¿Qué tienes fermosellano
            que a esta tierra te sujeta?
            ¿Qué fuertes lazos te unen
            a estos bancales de piedra?
            ¿Dime si no es el amor
            lo que te ata a esta tierra?
             
             
             
            La campana torera
             
            Ya te anuncia la campana,
            con su metálico acento,
            que da su tan-tan al viento,
            que la fiesta ya es mañana.
             
            La fiesta fermosellana
            que todo el año se espera,
            fiesta de un sueño y quimera
            de recuerdos y emociones
            que anuncian los secos sones
            de la Campana Torera.
             
            Escuchando tu tañido
            es un tan-tan de alborozo
            que a todos les lleva el gozo
            de que la fiesta ha venido.
             
            Su metálico sonido
            es llamada lisonjera,
            es alegría bullanguera,
            y es un pueblo que contento
            lo sabe decir al viento
            con su Campana Torera.
             
            Y te dirá su tan-tan
            que han llegado ya por fin
            los toros a San Albín
            y encerrándolos están.
             
            Y también te avisarán
            en la fiesta mañanera
            cuando empieza la carrera
            para correr la torada
            al son de la campanada
            de la Campana Torera.
             
            Campana de secos sones,
            campanadas encendidas,
            que siempre a fiestas convidas
            a los bravos mocetones.
            Campanadas de ilusiones
            que la juventud espera
            al pié de una talanquera
            para ofrendar en la Plaza
            todo el valor de un raza
            a su Campana Torera.
             
            Campana fermosellana
            lanza las notas al viento
            de tu metálico acento
            en esta fiesta profana.
             
            Avisa loca campana,
            loca Campana Torera,
            que tu eres la pregonera
            en esta Fiesta Mayor
            y que es tu Reina de Amor
            La Virgen de la Bandera.
             

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            El encierro

            Déjame sitio muchacho
            que quiero ver un encierro.
            -Pase usted sin empujar
            que aquí todo el sitio es bueno,
            aunque dicen que el castillo
            es lo mejor para verlo
            porque desde allí en el campo
            se divisa el mejor trecho
            y se ven venir los toros
            conducidos por cabestros
            y con siete garrochistas
            que presumen de vaqueros
            y seguro que Gregorio
            ha de venir entre ellos.
             
            -¿Quién es Gregorio, muchacho?
            -¿A que es usted forastero?
            Quien no conoce a Gregorio
            no puede ser de este pueblo
            pues todo el mundo conoce
            a Gregorio Burriquero,
            un jinete que le llaman
            centauro de los encierros;
            pero dejemos la charla
            que ahora ya viene lo bueno.

            Y por debajo del Arco
            pasan los mozos corriendo
            vienen todos sudorosos,
            jadeándoles el pecho,
            con las camisas infladas
            por el azote del viento;
            las zapatillas apenas
            toman contacto en el suelo; l
            os primeros van deprisa,
            impulsados por el vértigo,
            y cerrando aquel tropel
            van los mozos más resueltos
            a los que en marcha más lenta
            les van rozando los cuernos
            de una manada de toros
            que corre con desenfreno,
            azuzados por las voces
            de improvisados vaqueros.

            Y aquel confuso tropel
            de hombres y toros revueltos,
            entra en la Plaza Mayor
            que se ha convertido en ruedo.
            Los hombres desaparecen
            entre palos y maderos,
            las célebres talanqueras
            que los ponen a cubierto.
            Y una campana resuena
            lanzando sus fuertes ecos
            que produce el alborozo
            entre los mozos del pueblo.
            -Es la campana torera,
            me dice el chaval muy serio,
            que para todos anuncia
            que ha terminado el encierro.
             
             

            La Virgen de la Bandera
             
            Aquí empieza tu pueblo mi Señora
            este pueblo feliz de humildes gentes
            que lo extiende por cinco continentes
            su estirpe aventurera y soñadora.
             
            En noble vocación de labradora
            desde el Cielo a la tierra van sus frentes
            pues la saben alzar como creyentes
            y bajarla también trabajadora.
             
            A este pueblo que duerme a tu cobijo
            y derrama sus hijos por doquiera;
            guárdalo, Señora, como al Hijo
             
            que tienes amorosa entre las manos,
            pues la Virgen serás de la Bandera
            y tus hijos serán fermosellanos.
             

             

            Mujer fermosellana

            Mujer: alma dormida de Castilla
            que como esencia mística te guardas
            en el candor tranquilo de tu pueblo
            en medio de esta paz fermosellana;
            sublime tradición de las virtudes
            que forman el tesoro de tu fama;
            reina y señora del hogar cristiano
            que fabricas un templo de tu casa.
             
            Ejemplo maternal para tus hijos,
            esposa, labradora y dulce ama,
            hermana en el trajín de los hermanos,
            eterna novia fiel, siempre soñada.
            Junco de pradera que se mece al viento
            y espiga que se agita en tierra calma,
            el Tormes te ofrece claro espejo
            para ser el espejo de tu alma.
             
            Ojos de noche de estrellado brillo
            que el recato los nubla en su mirada,
            ojos azules de mirar al cielo
            que saben de risas y de lágrimas.
            Bello beso de amor duerme en tus labios,
            roja amapola de la mies dorada,
            que espera al segador de los amores
            que cuide de esta flor como sagrada.
             
            La brisa de la tierra te acaricia
            y de oro hace el sol la tierra parda
            y el Duero con el Tormes en su curso
            te abren caminos de brillante plata,
            los olivos en rústicos bancales
            se mueven en saludo con sus ramas.
             
            La cigüeña en la torre te vigila,
            el jilguero en los robles por ti canta
            y el pardal en los campos labrantíos
            te saluda con el viento de sus alas
            y en el campo por los ecos se repite
            un canto sempiterno en tu alabanza,
            un canto de virtudes y de honores
            para alabarte a ti fermosellana.

                  Fiestas de Fermoselle, 1965

             
             
            Madrigal a la Reina de las Fiestas
             
            Qué reinado más pequeño
            te ofrecen Ana María,
            porque ser Reina de un día
            no es un reinado ideal;
            mas a reinado tan corto
            le basta con tu belleza
            para darle la grandeza
            de un Imperio colosal.
             
            La Reina de Fermoselle,
            una reina zamorana
            de nobleza castellana
            y de noble corazón.
            Una Reina sin vasallos
            que para hacernos cautivos
            le bastan los atractivos
            de Reina de la Ilusión.
             
            Y pues te hace soberana
            el pueblo fermosellano
            poniendo el cetro en tu mano
            junto a esa Corte de Amor;
            gobiérnalo como quieras
            con los más raros antojos,
            con esa luz en tus ojos,
            con esos labios de flor.
             
            Los mandatos más sencillos
            con gusto los cumpliremos
            pues solo, todos, queremos
            el que te sientas feliz,
            para que siga en tu rostro
            ese gesto de dulzura
            pues eres por tu hermosura
            más que Reina, Emperatriz.
             
            Y en prueba de que eres Reina
            por mérito bien cumplido
            a tu reinado le pido
            el que me otorgue un favor:
            que en nombre de Fermoselle,
            ejercites tu clemencia,
            perdonando, en tu sentencia
            a este pobre trovador.

                  Fermoselle, 1965

 

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