IntroducciónLa magnitud de la Biodiversidad es virtualmente desconocida. Se han descrito entre 1,5 a 1,7 millones de especies, de las cuales 750.000 son insectos, 250.000 son plantas superiores y unas 44.000 son vertebrados. El estado de conservación de la biodiversidad de Sudamérica es considerado a escala mundial como "crítico y en peligro", siendo el Estado brasileño sin duda el que cuenta con una mayor diversidad biológica. Actualmente Brasil contiene un 22 % de la flora mundial, México un 10 % de los mamíferos del mundo, en tanto un 26 % de las áreas de especies endémicas están confinadas a Sudamérica (e.g. Bibby et al. 1992, Gentry 1992, WCMC 1992). Como contraparte, según datos de Ecologistas en Acción, el Estado brasileño cuenta actualmente con 38 vertebrados en peligro de extinción, lo que supone el 30% de las aves (17 especies), el 14% de los reptiles (7 especies), el 6% de los mamíferos (7 especies), el 8% de los anfibios (2 especies) y el 7% de los peces continentales (5 especies). Lamentablemente no todas estas especies están consideradas "en peligro de extinción" en al Catalogo Nacional de Especies Amenazadas de Brasil, por lo que no es mucho lo que se está haciendo al respecto, (CNEA, 1996). Las cifras a nivel nacional son reveladoras. La Biodiversidad de Chile, alcanza a lo menos a 30.000 especies, según se presentó en el I Taller Nacional de Diversidad Biológica (C.N.D.B., 1995), lo que ofrece por primera vez un panorama relativamente completo sobre la magnitud de la Biodiversidad en Chile. Esta cifra es sin duda alguna una subestimación, por cuanto existe una evidente falta de investigadores y taxónomos que trabajen el tema. Por otra parte, el número de especies de Flora y Fauna conocidas por el ciudadano promedio es bastante limitado (Flip et al, 1988). Según estimaciones de estos mismos autores, el ciudadano de ambiente urbano, reconoce aproximadamente unas 20 especies de flora y unas 20 especies de fauna, en su mayoría ruderal. Sin embargo, el ciudadano de ambiente rural, domina en promedio unas 120 especies de flora, y unas 100 especies de fauna, en su mayoría autóctona. Este desconocimiento de la Biodiversidad apreciable en el entorno inmediato, ha repercutido directamente en la concepción que se tiene del patrimonio biológico nacional, y por ende, en el estado de conservación de este patrimonio. Muchos ecosistemas han desaparecido de nuestro territorio, reemplazados por sistemas artificiales. Se han introducido especies faunísticas y florísticas exóticas, sin pensar en el impacto que puede tener estas introducciones en el Medio Ambiente. Actualmente, de la lista de especies de vertebrados terrestres introducidas para Chile, según datos de la Sociedad de Vida Silvestre de Chile actualizadas hasta 1998, de un total de 28 especies introducidas a Chile insular y continental, solo 2 tienen un origen no antrópico. La evolución del hombre comprende un período biológico aproximado de dos millones de años; sin embargo, su historia cultural no sobrepasa los quince mil años. Esto es; una vez iniciada la evolución cultural del hombre, éste ha avanzado proporcionalmente unas doscientas veces más rápido que durante el período pre-histórico. Para el caso de la zona central, la era cultural hispánica se inició con el advenimiento de la conquista española, allá por el siglo XV, datando de esa época los registros que se tienen de la zona de estudio. Solo durante la primera mitad del siglo XX, es cuando se comenzaron a poner los ojos en un territorio rico en Biodiversidad, comenzando la clasificación taxonómica por parte de autores extranjeros y algunos nacionales. Este equilibrio solo se ha comenzado a debilitar desde comienzos de los años 60, con el advenimiento de la minería a la región. Actualmente el problema está focalizado con la alta carga antrópica que está recibiendo la zona, producto de la agricultura y pastoreo intensivos. Una labor de Educación Ambiental orientado hacia el lugareño (estudiante y adulto), ayudará a la sustentabilidad del ecosistema, y generará la posibilidad de aumentar la carga antrópica (con todos los beneficios económicos que dicha acción provoca en la comunidad), sin poner en jaque el patrimonio biológico de la comunidad, y del país. Flora
(flora arbórea y arbustiva solamente): Fauna
(vertebrados solamente): Planes de RecuperaciónHasta el momento se conocen cinco grandes extinciones masivas, las cuales acabaron con familias enteras de especies en todo el planeta en periodos de tiempo relativamente cortos. La extinción más grave, la del Pérmico, se produjo hace 250 millones de años, y acabó con más del 90% de los animales marinos. La última de estas cinco grandes extinciones se produjo en el Cretácico, hace 65 millones de años, y supuso el fin del reinado de los dinosaurios junto a la desaparición de unos dos tercios de todos los animales. Afortunadamente, en cada una de estas grandes extinciones se salvaron algunas especies, lo que permitió su lenta recuperación. Según diversos científicos, actualmente nos encontramos en la sexta gran extinción masiva, siendo la primera provocada por nuestra especie, la cual será sin duda una de las afectadas por sus consecuencias. Ya se vaticina que de continuar como van las cosas, en el año 2050 habremos extinguido más de un tercio de las especies existentes en el planeta, y tal vez la mitad de ellas para el 2100. Desde que a mediados del siglo XVIII Linneo publicó un método de clasificación de los seres vivos, los taxónomos han identificado entre 1,50 y 1,75 millones de especies, aunque es evidente que todavía hay muchas más especies sin clasificar, especialmente insectos. Por ser más fácil su estudio y por su utilización como indicadores biológicos, los animales vertebrados son los más conocidos, e incluso valorados, y el grupo que suele recabar más esfuerzos de conservación. Dados los requerimientos tróficos y sus dependencias de hábitats en buen estado de conservación, las campañas de conservación de los vertebrados, y especialmente de los mamíferos, conllevan la conservación de la gran mayoría de las especies de fauna y flora, de las cuales dependen. Precisamente una de las consecuencias más importantes que tiene la catalogación de una especie como en peligro de extinción es el compromiso de parte de la comunidad o del Estado, de preservar esa especie para las generaciones futuras. Estrategias oficialesEl escaso éxito obtenido por parte de la gran mayoría de estos planes de recuperación, además de por la evidente ausencia de interés político, se debe, fundamentalmente, a la falta de unificación de los criterios previos a la elaboración de los planes, y a la escasísima coordinación intergubernamental. No está definida claramente en la ley chilena (Ley 19.300, Ley de Bases del Medio Ambiente; Ley 17.645, Ley de Caza del Servicio Agrícola y Ganadero), cuales son las estrategias para la conservación de las especies, y las sanciones que se aplican son verdaderamente irrisorias, comparativamente con la gran pérdida que conlleva la desaparición de parte de nuestro Patrimonio Biológico Nacional. Pese a la escasa utilidad demostrada por los planes de recuperación, su existencia supone un evidente compromiso político y un avance en la conservación de las especies en extinción, siendo necesario que desde las organizaciones ecologistas se reclame su elaboración y cumplimiento. Además, resulta imprescindible potenciar la realización de estrategias estatales (en algunos casos deberían ser regionales para potenciar la coordinación con municipios), las cuales deben actuar de marco general para la elaboración de los planes de recuperación por parte del Estado Chileno.
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