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Martí, el escritor
La República española ante
la Revolución cubana
(Obras
Completas, T 1, Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1975, Pág. 89-98)
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Cuba reclama la independencia a que tiene derecho por la vida propia que
sabe que posee, por la enérgica constancia de sus hijos, por la riqueza de su
territorio, por la natural independencia de este, y, más que por todo, y esta
razón está sobre todas las razones, porque así es la voluntad firme y unánime
del pueblo cubano.
Si la conservación de Cuba para España ha de ser, y no podrá
conservarse sino siéndolo, olvido de la razón, violaciones del derecho,
imposición de la voluntad, mancilla de la honra, indigno será quien quiera
conservar la riqueza cubana a tanta costa; indigno será quien deje pensar a las
naciones que sacrifica su honra a la riqueza.
Hoy que la virtud es sólo el cumplimiento del deber, no ya su exageración
heroica, no consienta su mengua la República, sepa cimentar sobre justicia
sabia y generosa su Gobierno, no rija a un pueblo contra su voluntad–ella que
hace emanar de la voluntad del pueblo todos los poderes;–no luche contra sí
misma, no se infame, no tema, no se pliegue a exigencias de soberbia ridícula,
ni de orgullo exagerado, ni de disfrazadas ambiciones; reconozca, puesto que el
derecho, y la necesidad, y las Repúblicas, y la alteza de la idea republicana
la reconocen, la independencia de Cuba; firme así su dominación sobre esta
que, no siendo más que la consecuencia legítima de sus principios, el
cumplimiento estricto de la justicia, sería, sin embargo, la más inmarcesible
de sus glorias. –Harto tiempo han oprimido a España la indecisión y los
temores;–tenga, al fin, España el valor de ser gloriosa.
¿Temerá el Gobierno de la República que el pueblo no respete esta
levantada solución? Esto sería confesar que el pueblo español no es
republicano.
¿No se atreverá a
persuadir al pueblo de que esto es lo que le impone su honor verdadero? Esto
significaría que prefiere el poder a la satisfacción de la conciencia.
¿No pensará como pienso el Gobierno republicano? Esto querría decir
que la República española ni acata la voluntad del pueblo soberano, ni ha
llegado a entender el ideal de la República.
No pienso yo que cederá al temor. –Pero si cediera, esta enajenación
de su derecho sería la señal primera de la pérdida de todos.
Si no obra como yo entiendo que debe obrar, porque no entiende como yo,
esto significa que tiene en más las reminiscencias de sus errores pasados que
la extensión, sublime por lo ilimitada y por lo pura, de las nuevas
ideas;–que turban aún su espíritu orgullo irracional por glorias harto
dolorosas, deseo de retener cosas que no debió poseer jamás, porque nunca las
supo poseer.
Y si como yo piensa,
si encuentra resistencia, si la desafía, aunque no premiase su esfuerzo la
victoria, –si acepta la independencia de Cuba, –porque sus hijos declaran
que sólo por la fuerza pertenecerán a España, y la República no puede usar
del derecho de la fuerza para oprimir a la República, –no pierde nada, porque
Cuba está ya perdida para España;–no arranca nada al territorio, porque Cuba
se ha arrancado ya;–cumple en su legítima pureza el ideal
republicano;–decreta su vida, como si no la acepta, decretará su
suicidio;–confirma sus libertades, que no ha de merecer gozarlas quien niega
la libertad de gobernarse a un pueblo que ha sabido ser libre;–evita el
derramamiento de sangre republicana, y será, si no lo evitase, opresora y
fratricida;–reconoce que pierde, y la pérdida ha tenido lugar ya, la posesión
de un pueblo que no quiere pertenecer a ella, que ha demostrado que no necesita
para vivir en gloria y en firmeza su protección ni su Gobierno, –y trueca, en
fin, por la sanción de un derecho, trueca, evitando el derramamiento de una
sangre virgen y preciosa, un territorio que ha perdido, por el respeto de los
hombres, por la admiración de los pueblos, por la gloria inefable y eterna de
los tiempos que vendrán.
Si el
ideal republicano es el universo, si él cree que ha de vivir al fin como un
solo pueblo, como una provincia de Dios, ¿qué derecho tiene la República española
para arrebatar la vida a los que van adonde ella quiere ir?–Será más que
injusta, será más que cruel, será infame arrancando sangre de su cuerpo al
cuerpo de la nacionalidad universal. –Ante el derecho del mundo ¿qué es el
derecho de España?–Ante la divinidad futura ¿qué son el deseo violento de
dominio, qué son derechos adquiridos por conquista y ensangrentados con nunca
interrumpida, siempre santificada, opresión?
Cuba quiere ser libre. –Así lo escribe, con privaciones sin cuento,
con sangre para la República preciosa, porque es sangre joven, heroica y
americana. –Cobarde ha de ser quien por temor no satisfaga la necesidad de su
conciencia. –Fratricida ha de ser la República que ahogue a la República.
Cuba quiere ser libre. –Y como los pueblos de la América del Sur la
lograron de los gobiernos reaccionarios, y España la logró de los franceses, e
Italia de Austria, y México de la ambición napoleónica, y los Estados Unidos
de Inglaterra, y todos los pueblos la han logrado de sus opresores, Cuba, por
ley de su voluntad irrevocable, por ley de necesidad histórica, ha de lograr su
independencia.
Y se dirá que la
República no será ya opresora de Cuba, y yo sé que tal vez no lo será, pero
Cuba ha llegado antes que España a la República. –¿Cómo ha de aceptar de
quien en son de dueño se la otorga, República que ha ido a buscar al campo de
los libres y los mártires?
No se
infame la República española, no detenga su ideal triunfante, no asesine a sus
hermanos, no vierta la sangre de sus hijos sobre sus otros hijos, no se oponga a
la independencia de Cuba. –Que la República de España sería entonces República
de sinrazón y de ignominia, y el Gobierno de la libertad sería esta vez
Gobierno liberticida.
Madrid, 15 de
febrero de 1873 José Martí
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