FEDERACION ESPIRITA DEL SURCOLOMBIANO "FEDESUR"

VICEPRESIDENCIA DOCTRINARIA - SECRETARÍA GENERAL

Departamento de Divulgación - Area de Comunicación Social Espírita

Texto Completo en Word

 

C O N T E N I D O

Aula No. 1 Dios Y Creación

Aula No. 2 Las Religiones

Aula No. 3 Origen De La Doctrina Espirita

Aula No. 4 Las Revelaciones Y El Progreso Espiritual Del Hombre

Aula No. 5 La Doctrina Espírita

Aula No. 6 Principios Básicos De La Doctrina Espírita

Aula No. 7 Reencarnación, Ley De Causalidad Y Karma

Aula No. 8 Analisis Sintetico De La Obra De La Codificacion De Allan Kardec

Aula No. 9 Los Fluidos

Aula No. 10 El Periespíritu

Aula No. 11 La Mediumnidad

Aula No. 12 E l p a s e

Aula No. 13 La Obsesión

Aula No. 14 La Vida Moral Con Base En El Evangelio De Jesús

Aula No. 15 Biografia De Allan Kardec

Conclusiones

 

Consejo Espírita Internacional CEI

Confederación Espírita Colombiana CONFECOL

CURSO BÁSICO DE DOCTRINA ESPÍRITA

AULA No. 7

 

REENCARNACION, LEY CAUSALIDAD Y KARMA

 

7.1 REENCARNACION

La reencarnación era una idea común en los tiempos de Jesús. En las Escrituras Sagradas, el punto donde el Maestro se refiere a ella de una forma clara e inequívoca es el pasaje en el que Él, después de descender del Monte Tabor, donde mantuviera contacto con sus amigos espirituales, afirma de manera incuestionable que Juan Bautista fue la encarnación del antiguo profeta Elías.

Los Espíritus fueron creados simples e ignorantes. Inicialmente no poseen el conocimiento del bien y del mal. Son dotados del germen de la inteligencia y, con el tiempo, adquieren conciencia de sí mismos. Todo Espíritu está destinado a la perfección, y como no puede alcanzarla en una sola vida, Dios le concede otras existencias, para que pueda crecer en inteligencia y moralidad. El renacimiento sucesivo del Espíritu en la dimensión material es llamado reencarnación.

La evolución del Espíritu se da progresivamente, pues ella está íntimamente ligada a la experiencia. A través de las luchas expiatorias y de pruebas, el Espíritu camina buscando la iluminación y el perfeccionamiento. Al iniciar su jornada encarnatoria en los primeros niveles evolutivos, el Espíritu sufre todo tipo de influencias, buenas y ruines. No todos los Espíritus pasan por el camino del mal, pero sí obligatoriamente por el de la ignorancia.

El Creador concede al Espíritu la libertad de ceder o resistir a las influencias. Se trata del "libre albedrío". Esta libertad de actuar, se desenvuelve en la medida en que él adquiere conciencia de sí mismo.

"Si el hombre hubiese sido creado perfecto se inclinaría fatalmente hacia el bien; mas, en virtud de su libre albedrío, no es conducido premeditadamente ni hacia el bien ni hacia el mal. Dios quiso que estuviese sujeto a la ley del progreso y que fuese el resultado de su propio trabajo, para que sea suyo el mérito del bien realizado y la responsabilidad del mal cometido por su propia voluntad". (Allan Kardec, LA GENESIS, cap. III, ítem 9).

Una encarnación puede ser libre, obligada o misionera, dependiendo de la evolución y de la necesidad del Espíritu. Cada existencia en la materia significa una paso en la búsqueda del perfeccionamiento moral e intelectual. El Espíritu puede, por mala voluntad o prejuicio, mantenerse estacionado, mas nunca retroceder a estados inferiores al que se encuentra. Todo lo que él adquiere en una encarnación hace parte de su patrimonio espiritual y el podrá usarlo en otras experiencia, para su crecimiento. El número de encarnaciones necesarias para el esclarecimiento definitivo del Espíritu varía entre ellos. Los que estuvieren llenos de buena voluntad, tienden a alcanzar la perfección más rápido. Los que se dejan ilusionar en el camino, pierden tiempo y se demoran más para alcanzar el grado de Espíritus Puros. Todo funciona mas o menos como en una escuela. Aquellos que no adquirieron condiciones no podrán ascender a las clases más adelantadas.

Es durante sus reencarnaciones que el Espíritu tiene oportunidades para reparar errores y sufrir experiencias liberadoras. El mudo material es, por tanto, una importante escuela de aprendizaje. En las futuras reencarnaciones se recoden los frutos que se plantaron en la presente existencia. Todos los Espíritus sufren las vicisitudes de la existencia corpórea; unos para expiar sus errores; otros, más evolucionados, para probar virtudes o cumplir misiones.

El progreso continuo e incesante es condición inherente al principio espiritual, el principio inteligente del Universo; bajo esa condición, él debe utilizar, a medida que evoluciona, cuerpos físicos

cada vez más perfeccionados y aptos, lo que determina la evolución de las especies, dentro de las coordenadas básicas del transformismo.

Se comprende de ésta manera, que la evolución no podría transcurrir en el limitado espacio de tiempo de una o algunas vidas humanas, por más largas que fuesen, de ahí, las repetidas oportunidades reencarnatorias, que permiten al Espíritu, millares y millares de experiencias en el cuerpo físico. Esas vivencias van ampliando cada vez más, su caudal de conocimientos, en cuanto el Espíritu realiza también, la reforma íntima, la iluminación interior, rescatando por el dolor o por el bien, que haga, desinteresadamente, los errores del pasado.

La doctrina de las vidas múltiples explica la justicia de la Evolución; a la luz de la Palingenesia comprendemos el mecanismo sabio de la Vida, entendemos el Mundo de bellezas y miserias en que vivimos.

Como los fenómenos mediúmnicos, también la reencarnación está en la tradición religiosa de los pueblos más antiguos, cabiéndole al Espiritismo, darle el realce que los conocimientos científicos de la época le permiten.

Sólo por las reencarnación podemos comprender el Mundo en que vivimos, todo cuanto en él ocurre y constituye, muchas veces, enigmas insolubles para los que la desconocen o no la aceptan. La Reencarnación explica y justificas:

1.- la evolución biológica y espiritual del Hombre, a través del progreso continuo de las formas físicas, orgánicas y del principio espiritual, que las orienta y que se individualiza en la criatura humana;

2.- la Sabiduría divina, hecha de Justicia y Bondad, cuyas leyes castiga las faltas, pero permiten al criminal la propia recuperación, posibilidad que nunca le es negada, pues Dios le coloca el lenitivo de la misericordia sobre todos los procesos de la justicia", como dice Emmanuel;

3.- el mecanismo, del que resultan las condiciones de vivencia terrena, siempre íntimamente relacionada con el pasado, sea en las experiencias de la carne, sea en los periodos de vida puramente espiritual, en los cuales ponemos a funcionar nuestro libre albedrío, con las consecuencias determinadas por el bueno o mal uso que de él hacemos, generándose, en ésta última hipótesis, pesadas deudas por rescatar.

Es así como el espíritu comprende la causa de la desigualdad social, representada por los ricos y por los pobres, por los poderosos y por los humildes, por los enfermos y por los sanos, por los idiotas y por los genios, por los felices y por los infelices; de las simpatías y antipatías espontáneas entre las personas, de los conflictos y confrontaciones entre los miembros de una misma familia, viviendo en un hogar común, de la actuación de personajes históricos, de misioneros, etc.

La reencarnación que no rompe con los lazos de familia, por el contrario, los fortalece, nos hace comprender que si sus miembros muchas veces se muestran antipáticos entre sí y aún son hostiles es porque son antiguos desafectos, que en otras vidas, en la Tierra, se ofendieron mutuamente y son, ahora, reunidos en el hogar terreno para " servir de pruebas para unos y de medio de progreso para otros" (Allan Kardec, EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO, Cap. IV), debiendo armonizar sus sentimientos, olvidando, sirviendo y perdonando.

La doctrina anti-reencarnacionista de la unicidad de las existencias, no admitiendo la preexistencia de las almas que encarnan, implica la fijación previa de su destino, negándoles el derecho al progreso y rompe, muchas veces, los lazos de familia, separando sus miembros pues, según ella, los buenos van para el cielo y los malos para el infierno, sin ninguna posibilidad de volver a encontrarse los componentes de los dos grupos.

La doctrina de la reencarnación aclara sobre problemas que, de otra manera, jamás entenderíamos, para los cuales nunca habría soluciones lógicas: los de las pruebas colectivas, en que decenas, centenas o millares de personas, de edades y nacionalidades diferentes, buenas o malas, cultas e incultas, perecen por la vía de la muerte violenta,, debida a una causa común: fuego, ahogamiento, desastres, terremotos.

La pena de muerte que tanto ha preocupado a los sociólogos, a los criminalistas, a los hombres de Estado, jamás sería tenida en cuenta, como medida correctiva, por ser contraria a los principios de la humanidad y, sobretodo, por su entera inutilidad, toda vez que el criminal no sería, en verdad, apartado de la Tierra, de la sociedad; en suma, el mal no sería eliminado.

La sexualidad y sus manifestaciones, naturales, sublimadas o degradadas también pasa a ser mirada bajo nuevos ángulos y puede ser analizada con profundidad, desde que aceptemos el principio de la reencarnación y sepamos que los Espíritus pueden utilizar, indiferentemente, cuerpos masculinos o femeninos, conforme a las necesidades de su evolución.

Tales son, en resumen, las consecuencias de la reencarnación, "de una ley natural y general, abrazando todo lo que piensa, todo lo que vive, todo lo que és, en el decir del eminente Gustavo Geley (RESUMEN DE LA DOCTRINA ESPIRITA).

Objeción muy común contra la reencarnación es la de que no nos recordamos de cosa alguna de las vidas pasadas, lo cual es señal para afirmar que la misma no existe. El Espiritismo nos muestra por qué es necesario ese olvido, en el cual se tiene que reconocer una vez más, prueba de la sabiduría y de la bondad de Dios.

El recuerdo de nuestras vidas pasadas y de los hechos ocurridos con nosotros en las diversas reencarnaciones, que tuvimos, sería inútil y aún perjudicial para nuestro progreso espiritual, pues mostraría ante nuestro ojos nuestros errores y crímenes del pasado, conduciendo a nuestro Espíritu a la depresión, a la melancolía, a la tristeza, a la rebeldía.

El velo del olvido que cubre nuestra vida de los recuerdos del pasado, constituye, según el Prof. JORGE ANDREA, la mayor de las perfecciones del mecanismo palingenésico, ocultado el peso atormentador de la vidas del pasado, pues cada existencia es una oportunidad de trabajo, que no debe ser afectado por recuerdos negativos y deprimentes.

Sin la doctrina de la reencarnación la vida, con sus eventos aparentemente ilógicos, sus miserias y sus tragedias siempre mayores y constantes, limitada a pocos años de una existencia, no podría ser la obra incomparable de una inteligencia sin par, como la del Creador; sería ante todo el fruto monstruoso de una potencia infernal, que se deleita frente al dolor y el sufrimiento de criaturas inocentes, de criaturas que mal comienzan a vivir, de personas virtuosas, como criminales de los más infames.

Entre tanto, en el mecanismo admirable de la Evolución, las reencarnaciones esclarecen y reajustan todas las distorsiones y conducen siempre a una mayor potencialidad espiritual: por la progresiva mejoría de las condiciones en que se encuentra, en el largo camino por recorrer, el Principio Espiritual "gana sensibilidad, adquiere instinto, incorpora inteligencia y adquiere sentido moral".

Se niega la reencarnación, como se ha hecho en todos los tiempos, con otros hechos y verdades científicas, aunque la doctrina del creacionismo, cada Espíritu se forma para cada cuerpo físico viviendo solamente una vez en la Tierra, nos lleva a considerar a Dios un verdadero monstruo, una inteligencia infernal. Siendo la reencarnación doctrina de esclarecimiento y de lógica irrecusable , la reencarnación puede ser aceptada sin duda de cualquier naturaleza, y probada, aún, por los argumentos filosóficos, por los mensajes espíritas y por las investigaciones científicas.

La Evolución atiende mejor, como doctrina, los ensayos del alma humana, pero sin el apoyo de la reencarnación sería incomprensible y ninguna filosofía, hasta hoy, consiguió, sin ella, explicar él por qué de las cosas relacionadas con los seres vivos, dotados de inteligencia y razón.

Los numerosos mensajes espíritas confirman, sin sospecha alguna, como no podía dejar de ser, la verdad de las vidas sucesivas, evidenciando además, que se dan hasta en mundos diferentes, porque la vida no se limita, como mucha gente piensa, a nuestra Tierra, perdida en la grandeza infinita del Universo.

La investigación científica se amplía y el estudio experimental de la reencarnación que antes se hacía por el proceso de regresión de la memoria, utilizada por De Rochas y muchos otros, ahora se valen de la llamada memoria extracerebral, como en el caso del Dr. Ian Stevenson, que ya catalogó millares de ejemplos, algunos de los cuales el relata en su libro 20 CASOS SUGESTIVOS DE REENCARNACION.

Los casos investigados no pueden ser, honesta y lógicamente explicados por el fraude, por la criptomnesia, por la memoria genética, por la percepción extracerebral, ni por la posesión, sino, solamente por la reencarnación, porque, como enseña la Doctrina Espírita, en uno de sus postulados:

"NACER, VIVIR, MORIR, RENACER Y PROGRESAR SIEMPRE, TAL ES LA LEY"

La reencarnación no es una doctrina establecida por el Espiritismo, que solamente le dio nueva coloración y proporcionó explicaciones más completas, con relación a su mecanismo; ella está en la base de muchas religiones antiguas, como el budismo, la teosofía, el rosacrucismo, etc.

La reencarnación no podía ser explicada abiertamente por Jesús, porque no era aún oportuno, en razón de la ignorancia del pueblo, pero el Maestro a ella se refiere, veladamente, en varios pasajes de los Evangelios: Mateo 11, 71-41; -15; Lucas 7, 24-30; 16/16; Marcos 9, 41-48; Mateo 18, 6-11; Lucas17, 1-2; Juan 3, 1-2. Juan 9,

Krishna, en el BHAGAVAD GITA dice:

"Así como el alma vistiendo este cuerpo pasa por los estados de infancia, juventud, virilidad y vejez, así en el tiempo oportuno, pasa de un cuerpo a otro, y, en otras encarnaciones vivirá otra vez".

En los druidas, encontramos:

"Fui víbora en el lago, cobra enfadada en la montaña; fui estrella, fui sacerdote. Desde que fui pastor, transcurrió mucho tiempo; dormí en cien mundos, me agité en cien círculos".

En Corintios I, 15-19,

"Si nuestra esperanza en Cristo, se limita solamente a esta vida, somos los mas infelices de todos los tiempos".

7.2 LEY DE CAUSA Y EFECTO - CAUSALIDAD

La ley, compréndase, no nos impone las reencarnaciones, millares de veces, ni las hace dolorosas y difíciles, nosotros mismos somos quienes nos imponemos esa situación, por la invigilancia o por los actos contrarios a ella, que, libremente practicamos. Actuamos en función de principios inalterables, tales como el libre albedrío, cuyo mal uso nos acarrea la inevitable obligación del rescate por fuerza de la ley de causa y efecto: los débitos acumulados constituyen un karma del que resulta sin duda, no la fatalidad, mas sí un determinismo, o sea la obligatoriedad de la cosecha, porque, como dice André Luiz:

"Si supiéramos sudar en el trabajo honesto no precisaríamos sudar y llorar en el rescate justo".

El Creador concede a sus hijos, el libre albedrío, o sea, la libertad de actuar como bien lo consideren. No obstante, todas esas acciones están sujetas a una ley natural de justicia, llamada de "causa y efecto", "acción y reacción" ó "siembre y cosecha". Es por medio de esta ley que somos responsables por todo cuanto hagamos al prójimo y a nuestro propio Espíritu.

Libre es la siembra de las actitudes, pero, obligatoria es la cosecha de sus consecuencias. Una mala acción que perjudique al prójimo o a nosotros mismos, resultará una reacción contraria de igual intensidad. Esta es una manera sabia de la Ley enseñar para no repetir el error. La Ley no castiga, corrige.

El principio de causa y efecto no fue creado por el Espiritismo. Es una de las leyes de la física promulgada por el sabio Isaac Newton, que tiene el siguiente enunciado:

"A toda acción realizada en un determinado sentido, corresponderá una reacción de la misma intensidad y dirección opuesta".

Muchos sufrimientos de personas o pueblos que se observan en la actualidad, son perfectamente explicados por el mecanismo de la acción y reacción de la Ley de Dios. Malas obras, de encarnaciones pasadas en este u otros mundos, provocan cosechas desagradables en la presente existencia. Del mismo modo, si el Bien fuere objeto de preocupación de las criaturas, el futuro guardará para ellas una situación de paz, satisfacción y felicidad.

El dolor moral o físico debe ser encarado sin rebeldía, pues generalmente son rescates o pruebas necesarias para el adelantamiento del Espíritu. La aceptación de los propios dolores produce alivio moral y ayuda en la solución definitiva del problema. Sólo el esclarecimiento puede retirar al Hombre del estado de rebeldía frente al sufrimiento. La fé raciocinada es escudo seguro en las aflicciones por las cuales necesitamos pasar. Poseedores de este conocimiento correctivo de la Ley, nosotros, seres humanos, debemos empeñarnos en acciones de justicia para con el prójimo, estimulando así la Ley Divina a favor de nosotros mismos.

"Pero los males más numerosos son los que el hombre crea llevado por sus vicios, los que se originan en su orgullo, su egoísmo, su ambición, su codicia, los que nacen de todos sus excesos; son causa de las guerras y de todas las calamidades que ellas acarrean: disensiones, injusticias y opresión del débil por el fuerte, así como de la mayor parte de las enfermedades".

 

 

7.3 K A R M A

Karma es una palabra sánscrita* que significa "acción". No es un término encontrado en la Codificación Espírita, pero es usado hoy por muchos de los que se interesan por el Espiritismo. Consideramos necesario comentar su significado, de manera que se pueda comprender su real sentido.

Se puede afirmar que karma es la Historia del Espíritu, desde que tuvo su primera encarnación en el plano material. Cuando comenzó su acción evolutiva, tuvo inicio su Karma.

Al contrario de lo que se piensa, Karma no es sinónimo de sufrimiento. Karma es la "grabación" psíquica, existente en el Espíritu, conteniendo sus acciones. Es una especie de bagaje histórico que le es propio. Son sus virtudes, defectos, créditos, débitos y tendencias que forman la personalidad. En cada encarnación el Karma se modifica por la experiencia humana. La educación y las costumbres del pueblo donde el Espíritu encarna le dan nuevas características morales e intelectuales.

La ley de Causa y Efecto, actuando en la encarnaciones, regula la evolución del Karma modificando y renovando el patrimonio sicológico el Espíritu.

 

*El sánscrito es una de las mas antiguas lenguas de la India.

7.4 LA MUERTE (DESENCARNACIÓN)

Para sufrir sus experiencias en el mundo material, el Espíritu se une a un cuerpo carnal, a través del periespíritu, que le sirve de hilo. El cuerpo funciona como un instrumento de trabajo para la criatura. Es movido por una especie de fuerza motriz, derivada del "fluido vital".

La muerte es la desorganización del cuerpo carnal. A medida que envejece, el se desgasta materialmente. Cuando ocurre la muerte física hay seguidamente el desligamiento entre el periespíritu y el cuerpo orgánico. Ese desprendimiento permite que la entidad retorne al plano espiritual, que es su verdadera patria. En el Espiritismo la muerte es denominada "desencarnación".

Luego después de la muerte del cuerpo carnal, el Espíritu pasa por una etapa de confusión en su nuevo estado. Esta situación se llama "perturbación" y va cesando gradualmente, variando en términos de tiempo de acuerdo con el nivel evolutivo del Espíritu.

 

Poco a poco el desencarnado va tomando conciencia de su nueva condición de Espíritu libre y su mente se va adaptando a la dimensión espiritual. Ante esa mejoría empieza a comprender el estado de libertad y anhela entonces progresar. Algunos Espíritus desencarnados se quedan en estado de perturbación por mucho tiempo. La perturbación es un estado síquico transitorio cuya duración puede estar entre algunos minutos a muchos años.

 

7.5 LA VIDA DE LOS ESPIRITUS

Después de la muerte física, las obras que realizara en el plano físico determinarán la situación de la vida que el Espíritu va a tener en el plano espiritual.

En el intervalo de sus existencia corpóreas el Espíritu permanece por tiempo más o menos prolongado en el mundo espiritual, donde es feliz o infeliz de acuerdo con el bien o mal que haya practicado. La vida espiritual es en verdad su verdadera vida, su estado definitivo. En ella progresa igualmente y adquiere conocimientos especiales que no podría adquirir en la Tierra. Es donde se prepara para las nuevas luchas en el campo de la materia hasta que se haya purificado y no tenga necesidad de nuevas experiencias carnales.

El Espíritu, después de desencarnado, habitará regiones espirituales con las cuales posea afinidad moral. Para facilitar el entendimiento de los que se están iniciando en el estudio de la Doctrina Espírita, hablaremos de esos lugares utilizando la forma como son concebidos por el pueblo. Pero les daremos las características difundidas, aceptadas y explicadas por el Espiritismo.

      1. El Infierno. El infierno es una expresión bíblica, usada por las religiones convencionales para designar las regiones espirituales donde habitan los malos Espíritus. La imagen que de él hizo la doctrina cristiana fue originada en el paganismo, perpetuada por los escritos de los poetas griegos. No teniendo el perfecto conocimiento y entendimiento de la vida espiritual ni de la justicia de Dios, se imaginó que los hombres malos sólo podrían merecer un castigo eterno.
      2. La Doctrina Espírita nos vino a esclarecer sobre ese importante dogma de las penas eternas, difundida por las religiones oficiales de la época. Enseña que el infierno es la morada temporal de las entidades primitivas y malignas, enemigas de los principios del Bien y reveladas contra la misericordia de Dios. En esas regiones permanecen transitoriamente las almas de los que se complacen en el asesinato, el hurto, la mentira, la lujuria y las bajas pasiones humanas.

        Los Espíritus desencarnados que van para esas regiones astrales no se quedan en ellas definitivamente como en un principio se pensó. Ellos permanecen allí por periodos variables, hasta que surjan nuevas oportunidades de reencarnación. Todos los Espíritus inferiores, habitantes de las dimensiones de las tinieblas, tarde que temprano encontrarán su luz a través del esclarecimiento reencarnatorio.

        O sea, el infierno, o tinieblas según la Doctrina Espírita, es un estado de conciencia, vivido por aquellos cuyos defectos y sentimientos ruines predominan en sus personalidades, que se inclinan por el mal y en él se complacen. Son solamente hermanos imperfectos e ignorantes, que tienen el infierno dentro de sus propias conciencias y que, a través de nuevas oportunidades dadas por el Padre Celestial, a través de sucesivas experiencias encarnatorias, también alcanzarán la perfección.

      3. El purgatorio. El purgatorio es un término usado comúnmente en el Catolicismo. Fue creado por la "necesidad" de abrigar a las almas de los que no eran muy malos para habitar el infierno, ni tan buenos para merecer el cielo. En las obras espíritas accesorias se optó convencionalmente por denominarlo bajo la expresión de "Umbral" y se dice que es la región espiritual purgatorial próxima a la Tierra. La mayoría de los recién desencarnados pasan un periodo más o menos largo en este lugar, o situación síquica, a fin de reflexionar sobre su obras. El Umbral es una dimensión de mucho sufrimiento. Alberga gran número de entidades en condiciones de dolor y angustia. Allí se instalan las colonias socorristas, tales como "Nuestro Hogar" y otras que están en la narración de la literatura mediúmnica, para amparar a los Espíritus que son recogidos en esa situación. Allan Kardec dice que el purgatorio de los Espíritus también puede ser los mundos de expiación.
      4. "El purgatorio no es, por tanto, una idea vaga e incierta: es una realidad material que vemos, tocamos y sufrimos. El se encuentra en los mundos de expiación y la Tierra es uno de ellos. Los hombres expían en ella su pasado y su presente en beneficio de su futuro" - (Allan Kardec - El Cielo y el Infierno, cap. V, ítem 4).

      5. El Paraíso. Es la región espiritual donde moran los Espíritus puros y los buenos Espíritus, que ya adquirieron saber y moralidad. Esos planos son denominados popularmente de "paraísos" ó "colonias de luz". Algunos Espíritus que habitan esas regiones están libres de encarnaciones, otros no. Los Espíritus puros pueden reencarnarse en mundos mas o menos atrasados, para cumplir misiones.

Entre tanto, no son mundos de contemplación como nos acostumbraron a pensar. Al contrario, son lugares de trabajo y acción en el campo del Bien y del Saber. Es donde el Espíritu experimenta la verdadera felicidad.

"La felicidad de los Espíritus bienaventurados no está en la ociosidad contemplativa, que sería, como frecuentemente se dice, una eterna y fastidiosa inutilidad.

"... La suprema felicidad consiste en disfrutar todos los esplendores de la Creación, que ningún lenguaje humano puede describir y que la más fecunda imaginación no podrá concebir. Consiste en el conocimiento y comprensión de todas las cosas, en la ausencia de cualquier sufrimiento físico y moral, en la satisfacción íntima, en la serenidad del Espíritu que nada altera, en el amor que une a todos los seres y por tanto la ausencia de todo el aborrecimiento proveniente de la relación con los malos, y por encima de todo la visión de Dios y en la comprensión de sus misterio revelados a los más dignos" - (Allan Kardec - El Cielo y el Infierno, cap. III, ítem 12).

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