Núm 29, II Época  - Diciembre 2000 - Edita FE-JONS  -  La Falange  

Director: Gustavo Morales


Dignidad

Julio Ruiz de Alda

Arriba España
Cristina de Asturias

Puerto Rico
Redacción

Cartas a Napoleón       elite
Emilio L. Sánchez
 

Mujeres
Redacción
      

Una mirada de Quebec a España
Otazú

César Vidal
José Mª Gª de Tuñón

España rebelde

Dignidad

Un mal que ataca directamente la integridad de una nación es padecer la ocupación de su territorio por una potencia extranjera; otro, el que se extienda entre parte de su población la idea de separarse del resto acentuando las diferencias por encima de los elementos de unión; si además, este secesionismo se persigue mediante el terrorismo, la nación queda gravemente amenazada aunque sus estadísticas macroeconómicas vayan bien. Entiendo que España se encuentra en la anterior situación, por lo tanto, quienes nos enorgullecemos de ser españoles, debiéramos mantener una actitud exquisita respecto al cuidado de la imagen de nuestra nación y la defensa de su dignidad. En este sentido, creo que constituyó un grave error y un flaco servicio a la dignidad nacional, la actitud jocosa que mantuvo Aznar con su desafortunado comentario sobre “el submarino amarillo”, pretendiendo sacar del apuro a su colega británico Tony Blair en la rueda de prensa en que los periodistas le agobiaron con el tema del Tireless fondeado en Gibraltar. Aznar no debió olvidar que no comparecía como amigo de Blair, y que éste preside un gobierno que mantiene una vergonzosa y anacrónica colonia en nuestro suelo; un gobierno, cuyo anterior titular acaba de reconocer que ocultó datos e impidió adoptar medidas contra la grave situación creada por el mal de las “vacas locas”; un gobierno que ha dificultado desde el principio el acceso de nuestros técnicos al conocimiento real del alcance de los posibles daños y perjuicios que puede provocar el submarino averiado, y eso, pese a que ambas naciones forman parte de la Unión Europea y de la OTAN. 
Dentro de las obligaciones de un presidente de gobierno no se incluye la de tener gracia ni la de echarle un capote a sus colegas ante los medios de comunicación, pero sí la de ser sensible con los problemas que afectan a su pueblo, más aún cuando parte de éste puede estar sometido a un grave, innecesario y gratuito riesgo. Una manera de combatir el nefasto sentimiento separatista es fomentar el orgullo de pertenecer a una nación respetada, con peso en el concierto internacional y defendida por su presidente, para quien, el interés del ciudadano más humilde debe estar por encima de la merecida incomodidad de un colega extranjero en una rueda de prensa. Puestos a comparar incomodidades, la de un riesgo nuclear no es para tomársela a broma. 

Miguel Ángel Loma 
juntapolitica@falange.es