This page hosted by Get your own Free Home Page

Logo


Ya es algo tarde...

por

Marcos Málaga Barrera



MMB

Ya es algo tarde, y no tengo muchas ganas de escribir demasiado, además mi mente está en otro mundo, lo que pasó con la señora María me ha dejado algo impactado. Pero las cosas así suelen suceder; aunque no siempre.

La semana no estuvo mal, exceptuando lo de María, pobre mujer. La venta estuvo regular y quedé con algunos clientes un tanto insatisfechos. Como el señor Andrés, quien por cierto era el esposo de María, en realidad no entiendo el objeto de su desagrado. Aún vivimos en los cincuenta y un corte de carne debe ser tan perfecto como si lo hubiera cortado el dedo de Dios.

Ese hombre anda medio raro, y ni me imagino como debe andar ahora con lo que le sucedió a su esposa. Un día escuché algo extraño en la misa, creo que era domingo (a veces voy a misa los sábados) y me encontré con Doña Teresa, una casera muy exigente, pero no tanto como Don Andrés. Aparte de ser buena cliente, es una vieja chismosa, si se me disculpa la grosería, y Yo ni bobo que fuera, escuché atentamente una de sus tantas "conversaciones" con las amigas del bridge. Esto era increíble, es más, digno de ser publicado en la primera página de los principales diarios del pueblo, aunque en realidad sólo hay uno; lo cual no hubiera sido necesario si Doña Teresa continuara viva.

Pobre hombre, lo mal que se sentiría si descubriera lo que ese día me enteré. Y pensar que María solía parecer tan santa. Pero es que este mundo se esta volviendo loco; o por lo menos es lo que dijo Doña Teresa aquel día.

Ay... Doña Teresa. Pobre vieja chismosa. Morir de una manera tan horrible. Y pensar que Don Andrés, siendo el mejor médico del pueblo, no pudo hacer nada para salvarla. Aunque no sé aún la verdadera razón de su muerte; supongo que algún rumor le obstruyó la tráquea y no la dejó respirar. En verdad hay gente con suerte, si el Doctor Andrés se hubiera enterado de que ella andaba regando sus intimidades por todo el pueblo, en vez de tratar de salvarla, la hubiera ayudado a morir; quizá no de la mejor manera.

Yo, soy un hombre humilde; incapaz de involucrarse en la vida de los demás, sobre todo de gente tan importante en el pueblo. Recuerdo sin embargo un hecho que causó conmoción aquí. Aquel juicio que Doña María le levantó a su marido para solicitar el divorcio. La pobre mujer debe haber pensado que se encontraba en la gran ciudad, o de repente en algún otro planeta. En mis tiempos, las autoridades (incluyendo al esposo) ya la hubieran quemado viva. Antes, quien se iba a imaginar que una mujer podía enjuiciar a su esposo por insatisfacción bla, bla, bla. No lo digo claramente porque me parece inapropiado para la época. Por supuesto que un par de golpes y algo de agua fría pudo hacerla recapacitar. Así se debe tratar a las mujeres; creo que por eso no me he casado aún.

Las cosas andan algo mal en este pueblo, toda la gente parece haberse vuelto loca de remate; excepto yo por supuesto. Cortes perfectos de carne y chismes por doquier. Mis pobres empleados, no saben ya que hacer con la histeria repentina de nuestros clientes. Sin embargo nadie se ha olvidado de María.

Recuerdo cuando éramos niños, eso fue hace mucho tiempo. Cuando el pueblo era realmente "el pueblo" no existía la radio y la única forma de movilizarse era a caballo. Hoy las máquinas infernales, como solía llamarlas mi padre que en paz descanse, invaden las estrechas calles y toman como víctimas a los indefensos perros. Yo no tengo una; ni la quiero tener. No podría soportar la idea de atropellar a algún animal indefenso o a una vieja semi minusválida que cruza la pista. Como Doña Teresa; que horrible muerte, fue víctima del progreso y la tecnología. La pobre vieja apenas podía caminar y, es extraño que se le adelantara a su enfermera para cruzar la calle. Ah! su enfermera, era muy hermosa y además la más deseada del pueblo. Me atrevería a decir que a su paso, se rompían muchos corazones. Trabajaba para Don Andrés en el consultorio, según él, era muy eficiente en su trabajo; hasta que la Teresa le ofreció un mejor sueldo por hacerse cargo de ella.

Recuerdo bien su nombre, y digo recuerdo pues desde la muerte de Teresa, no se le ha visto más por aquí. Si, lo recuerdo; se llamaba Sarah con "h". Me lo aclaró muy bien cuando abrió una cuenta en mi carnicería. Generalmente no lo hago con extraños ; es más a veces ni con mis amigos más íntimos, pero debo ser sincero. Su belleza me cautivó, y como un favor especial hacia mí, pudo demostrarme otras de sus grandiosas cualidades; pero esa es otra historia.

Su trabajo no era muy difícil, yo diría que cualquiera pudo hacerlo. Llevar a la vieja a pasear, hacer el mandado, preparar algo de té y ayudarla a dormir con una pastilla o alguna historia de amor sacada de algún libro barato. Nada comparado con la agitación de trabajar en el consultorio. Definitivamente era un buen negocio, sobre todo si se tienen siete hermanos y un madre enferma a miles de millas de distancia. Era difícil para mi, el negarme a hacerle un préstamo; cada día me salía una con historia diferente y aunque muy dentro de mi; sabía que mentía, faltaba poco para ponerme a llorar. Así para evitar la vergüenza de llorar frente a ella, le daba lo que pedía.

Recuerdo que una vez me contó, sobre su trabajo anterior, me refiero al trabajo que tenía antes de ser la enfermera del Doctor Andrés. Cuando me lo dijo casi me voy de cara; trabajó en el lugar más odiado por la parroquia local y la "Esposas Abnegadas S.A.". El Rincón de Anita, era el nombre de aquel lugar. Con una tradición de casi veinte años parecía inamovible de aquel lugar a una milla del camino a la ciudad. He estado ahí un "par" de veces, como la mayoría de hombres en este pueblo y pueblos aledaños. Para mí, resultó una experiencia agradable; pero para Don Carlos, el alcalde, no lo fue tanto. El pobre hombre se encontraba en este sitio (según él haciendo una inspección de sanidad) rodeado de cinco de las mejores mujeres del lugar. A él no le costaba nada el servicio, Anita sabía que si se negaba, la policía le caería encima, en el buen sentido de la p alabra; ¿ y porqué no ? también en el mal sentido de la misma. Así que de repente se aparecieron toda la comitiva de esposas del pueblo y el párroco local. Al pobre hombre casi se le cae la cara del susto, y sus intentos por salir limpio de aquel papelón fueron en vano. Quizá el creerle hubiera sido más factible si hubiera tenido los pantalones arriba.

María, conocía muy bien al alcalde, y porque no decirlo, yo también. Eramos amigos en la escuela; pero eso ya hace mucho tiempo. Las circunstancias, el tiempo y, el dinero pueden hacer que te olvides hasta de tu mejor amigo. Pero no me quejo, aunque no he hablado con el, desde que está en el poder: no me ha caído la policía municipal o alguna inspección de sanidad, tal vez se acuerda de mí, o tal vez no tiene tiempo para hacerlo. Cuando éramos niños, solíamos jugar en su jardín. Su familia siempre fue adinerada, pero cuando eres niño eso no importa. María fue siempre la más hermosa y también fue siempre la eterna compañera de Carlos. Creo que su amistad siempre impidió que fueran algo más que compañeros, aunque Carlos muchas veces lo intentó.

Todo iba muy bien, entre nosotros hasta que llegó Don Andrés. Vestido de blanco y muy joven aún, llegó a ser el soltero más anhelado del pueblo. El antiguo doctor, amigo de mi padre, había muerto junto a él de la manera más extraña. Se encontraban discutiendo sobre la nueva política de gobierno que se aplicaría sobre el sector agrícola en la zona sur este del país, o por lo menos eso fue lo que salió en el periódico, la verdad yo creo que discutían sobre mujeres o jugaban al pocker. De pronto, el techo del viejo consultorio se les cayó encima, con todo y la señora Claudia, esposa del Doctor, que al parecer pesaba demasiado. No les dio tiempo ni de gritar y, por esas cosas del destino, Doña Claudia sobrevivió, y aunque no era tan útil como el doctor era una gran cocinera.

Don Andrés mandó inmediatamente la construcción de un nuevo consultorio. Con modernos equipos y totalmente esterilizados, por supuesto todo a cuenta de la alcaldía o, mejor dicho de nosotros. Rápidamente incursionó en el ámbito social del pueblo y, con minuciosa observación buscaba alguna jovencita que fuera digna de ser la esposa del Doctor del pueblo. Por supuesto que la búsqueda no duró mucho, María era adinerada (yo era el más misio de los tres) y siempre asistía a los eventos importantes; claro, acompañada por Carlos. Don Andrés no era idiota, no podía mandarse así nada más, debía trabajar desde adentro. Así que optó por lo más simple, los padres.

Los padres de María no podían rechazar un oferta semejante. Tenían a un médico, quienes por cierto en la era de Cristo eran considerados sucios por el contacto que llevaban con los enfermos o rechazados por Dios, en bandeja de plata o mejor dicho; de oro. Así que bastaron un par de presentaciones formales, el tradicional "hijita, ese hombre te conviene" o mejor dicho, nos conviene. Aparte de una propuesta de matrimonio frente a toda la familia (táctica matrimonial con un noventa por ciento de efectividad) incluida en la oferta conyugal; para que zazzz ! La boda más espectacular del pueblo en los últimos cien años.

Claro que Carlos estaba a punto de estallar de la cólera, pero hasta él mismo comprendió que se trataba de un buen negocio. Hasta él hubiera vendido, perdón, casado a su hija con ese doctor; pero cuando uno lo ve desde el punto de vista del amor perdido, no lo toma tan calmadamente. No, uno piensa, en que forma sería más dolorosa la muerte para el rival, y hasta se lo imagina a colores. En ese momento sólo ves sangre. Pero después lo piensas dos veces y decides que tu infelicidad es la felicidad de otro(a).

Por eso no me gusta escribir tan tarde, se que siempre voy a terminar escribiendo más de lo que debo, y luego para ir a trabajar es un problema; gracias a Dios, los clientes importantes no van tan temprano. A esa hora solo va la servidumbre a hacer el mandado.

Recuerdo claramente a Don Andrés el domingo en la mañana, el día del corte perfecto, al parecer haría un viaje largo, se llevó muchas provisiones y una bota de vino tinto; por supuesto del más caro que tenía. Frijoles enlatados y pan seco aparte del pedazo de carne cocida, la del corte perfecto. Parecía como si supiera lo que le iba a pasar a su esposa y no quisiera verlo. Pobre, la reconstrucción de la casa le va a costar mucho dinero y trabajo duro, así como una buena mano de pintura y algo de madera. Pero, para gente con plata, eso no es ningún problema. Me pareció que él fuera a hacer las compra y no mandara a "la Negra Carmen" como siempre lo hacía. Además era muy temprano y yo estaba aún medio dormido. Pero fue una buena venta.

El asunto es que : algún tarado está tocando la puerta, lo cual no es muy común porque ya pasan de las dos de la mañana. Era Carlos ? sólo para asegurarme de que iba a hacer todo lo posible por encontrar al culpable. Supongo que por lo de María, no creo que sea por la lata de pepinillos que me robaron el otro día, eso ya es historia. María... pobre mujer.

Cuando me enteré de lo que le pasó, no lo podía creer. Su casa quedó hecha leña, como una fogata en la playa (una playa muy grande). Y ella, ni que hablar, el pobre de Andrés hizo no se que milagro para reconocer su cuerpo. Yo mismo lo vi y más parecía una carne mal cocinada que una mujer. Resulta que la burra esta dejó encendido el calentador, mejor dicho, dejó la llave del gas abierta pero sin encender. Lo más probable es que a la hora de encender un cigarrillo, boom ! adiós María. Ella fumaba mucho, pero no tanto como yo. En este pueblo, el hombre que no fuma, o no es hombre o ya está muerto; nuestro promedio de vida es relativamente bajo, pero a nadie le importa.

Ya recuerdo quien venía a comprarle los cigarrillos a los Velez (Don Andrés y Doña María), venía en el carro, Pedro era su nombre; y a propósito es el mismo infeliz que atropelló a la Teresa, desde ese día no lo he vuelto a ver, al parecer su conciencia no le permitió vivir más aquí, yo en su lugar, también me hubiera largado. Las autoridades declararon que fue culpa de la vieja chismosa. No tanto por lo que era una vieja algo lenta si no, mas bien porque semanas atrás la vieja se había encargado de contarle a todo el pueblo que la esposa del jefe de policía tenía una aventura con el asistente del alcalde, quien a su vez era el esposo de la mejor amiga de la hermana del jefe de la policía. Por lo tanto no había mejor manera de vengarse de ella, que poniéndola en ridículo una vez muerta. Resulta estúpido dejarse atropellar por un auto a quince kilómetr os por hora.

Don Andrés hubiera tenido varios motivos para matar a su esposa, por lo que escuché de la vieja Teresa ella le era infiel, y aunque él no era un santo si recordamos a Sarah, a un hombre le es perdonable caerse del caballo un par de veces, las mujeres no deben ni montarlo. Además el juicio y el ridículo frente a todo el pueblo de no poder satisfacer a la esposa, era motivo más que suficiente para el asesinato.

El Doctor ya no está, creo que no podía vivir al lado de la muerte de su esposa así que decidió acompañarla y el idiota se mató. Dejó escrito que quería que lo enterraran al lado este del roble en el jardín de su casa, si a eso se le puede llamar casa. Lo que yo hubiera hecho, sería. Inventar un viaje, comprar provisiones para aparentar, desaparecer mi caballo y esconderme en el viejo ático de la casa. Para esto primero mataría a la vieja chismosa de Teresa, o dejaría que alguien de confianza lo hiciera, luego mataría a mi esposa y escondería el cuerpo. Así haría parecer todo como un accidente incendiando la casa, pondría un trozo grande de carne encima de la cama y dejaría que se queme. Llegaría después de tiempo para enterarme y hacer el drama respectivo. Reconocería el cuerpo falso como verdadero luego de un par de días me mataría por que no podría soportar el vivir con la reputación de cachudo.

Ahora sé lo que paso, se quien está enterrado al lado oeste del viejo roble, pero lo más importante, nadie va a cancelar la cuenta de los Velez y, por supuesto, creo que: ya es algo tarde.

FIN



Correo electronico y criticas al autor: Email bbv-mm@blockbuster.com.pe


Libro Libro Libro Revista Libro Porcentaje

Logo Bandera Doghouse Ventana Numeros


Página Auspiciada por Consigue tu
Página Web GRATIS

You are at: / Te encuentras en:

http://www.oocities.org/Heartland/Meadows/4296/cuento1.html

This Page has been visited by:
Esta Página ha sido visitada: